Desde que empezó nuestra campaña en la Ciudad, nos propusimos que nuestra participación en las elecciones sirviera para poner en el debate electoral esos temas de los que no se habla respecto a la situación de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Consecuentes con ese objetivo, hoy estuvimos recorriendo el Hospital Argerich, uno de los más importantes de la Capital,  junto con Eduardo Quinteros, enfermero del hospital y candidato a legislador de nuestra lista, para charlar con los trabajadores explicando nuestras propuestas y escuchando sus reclamos.

Lo primero que me impactó fue lo bajísimo de los salarios. Trabajadores con décadas de antigüedad dedicadas a la dura labor del hospital público, ganan alrededor de ocho mil pesos, incluso los que tienen cargo de jefe en su sector.

Hay que tener en cuenta que a los enfermeros se les exige desde hace un tiempo tener el título universitario, o sea que la mayoría tuvieron que ponerse a estudiar y sacar ese nuevo título mientras trabajaban. Con título universitario y todo, los compañeros tienen este salario que no le llega ni a los tobillos a la canasta familiar.

Otra cosa notoria es la falta del personal necesario: las compañeras que se paraban a conversar con nosotros, se despedían diciendo: “Está re linda la charla, pero tengo que volver al sector porque estoy sola con ocho pacientes…”.

El otro reclamo importante es el de los insumos: “nos dan cajas de treinta toallas estériles para que los médicos y enfermeros nos higienicemos las manos, y nos tienen que durar una semana, y cien pañales: con los pacientes ventilados que tenemos internados, se nos van en un día”.

“Me tengo que traer papel y lapiceras de mi casa para el trabajo administrativo”, nos contaba un jefe de sector, “porque acá en el hospital no nos dan”.

Con el tema del aborto legal, la opinión de los trabajadores es casi unánime: ellos ven diariamente con sus propios ojos lo que son las secuelas de un aborto clandestino mal realizado, así como la cantidad de nenas abusadas por miembros de su familia que van a parir al hospital, sin poder acceder todavía al derecho al aborto no punible, obstaculizado por la iglesia y la gobierno a pesar del fallo de la Corte.

Las compañeras estaban preocupadas también por las situaciones de violencia que les toca vivir, ya que el personal de seguridad es también insuficiente.

Les explicamos a los trabajadores que venimos a conversar con ellos porque en esta campaña, los partidos patronales se están gastando una cantidad de millones impresionante para repartir globos y pochoclo, pero no para denunciar ni proponer soluciones a la situación de los trabajadores de la Ciudad, de la salud y la educación. “Sí, a ver si los candidatos se acuerdan de los laburantes de la salud, que nunca se habla de cómo tenemos que trabajar acá adentro”, nos decían.

Agradecemos a las compañeras y compañeros que, en medio de su abrumador trajín diario, se hicieron un ratito para conversar con nosotros, y los mensajitos de afecto y aliento que nos mandaron después por teléfono. También la alegría cuando nos dijeron “Ah, te vi en los carteles”, o “Sí, me dieron un volante”, demostrando que, a pesar del merchandising millonario de los partidos patronales, nuestra campaña se está haciendo ver.

Y queremos decirle a la población de la Ciudad y a los pacientes del hospital público, que si el sistema de salud se sostiene, es gracias a la vocación de unos trabajadores completamente sobreexigidos, con salarios que no recompensan ni de lejos todo el esfuerzo y la capacidad que ponen en su tarea.

Estamos orgullosos de poner en esta campaña un granito de arena para que se conozca y se reconozca su trabajo, y de llevar a la cabeza de nuestro programa electoral las medidas de emergencia que ellos necesitan para brindar mejor atención a los sectores populares que concurren al hospital.

 

Manuela Castañeira

 

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