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Romina estaba desaparecida hacía dos días. El día que desapareció, el cuerpo policial se negó a tomar la denuncia, alegando a la mamá que debería haber cuidado a su hija y que probablemente se encontraba con “algún noviecito”. Ya sabemos cómo funcionan estos métodos de búsqueda. Finalmente, ésta quedó en la nada y a los dos días exactos fue hallado el cuerpo de Romina, tirado en una zona aledaña, con un impacto de bala, calcinado, con golpes y fracturas. El autor de este hecho fue nada más y nada menos que un policía, Miguel Ortiz, que asesinó con el arma reglamentaria.

Este femicidio no es solo un golpe más para las mujeres. Es una muestra clara de que la policía no sólo es cómplice sino también autora de crímenes de género.

Entre muchas de las cosas que se dijeron en los medios, a Romina se le atribuyó un parentesco con el asesino y hasta parecían querer justificar la brutalidad del hecho diciendo que el asesino era un “hombre con familia”. Este es un mensaje con el que día a día nos topamos las mujeres, un discurso mordaza que deja a las víctimas en una posición de victimarias. Este flagelo, que se cobra la vida de mujeres todos los días, sigue probando que el gobierno y la justicia, lejos de querer tomar medidas reales, se esconde tras el velo de la benevolencia institucional, sancionando leyes que quedan sin efecto sobre la cara de la realidad: en la ciudad de La Rioja ya son 12 los casos en lo que va del año, una víctima cada 30 horas. Las mujeres se ven enfrentadas a situaciones que sin más remedio terminan por decantar en un azar del que el gobierno no se hace responsable. En los diarios locales, estos casos todavía se caratulan como “crímenes pasionales”, intentando disfrazar la violencia con hipótesis que descartan en primera instancia la posibilidad de que sean víctimas de violencia machista –por lo menos en los diarios oficiales de la provincia-. Este caso también cayó en la calificación de “crimen pasional” por parte del jefe policial Luis Paez, quien agregó que Romina no fue raptada sino que “se fue con alguien que era parte de su vida”.

Por otro lado, es de suma importancia el hecho de que, una vez más, la policía y los funcionarios judiciales y gubernamentales tienen las manos sucias. Paez y el director de Investigaciones de la Fuerza, Carlos Madrid, presentaron sus renuncias tras la detención del suboficial implicado. En La Rioja, este abuso de poder por parte de un policía deja la certeza evidente de que este aparato institucional es una lacra más de todo el armado de responsabilidades y complicidades entre el gobierno y el poder judicial, que oprime a las mujeres y segundea las emergencias que hoy nos atraviesan.

Desde Las Rojas responsabilizamos al gobierno y el poder judicial y sostenemos nuestro discurso en la palabra y en la práctica. Sabemos que esta batalla por la conquista de todos nuestros derechos se da en las calles, generando espacios de discusión pero siempre de la mano de resoluciones que lleven a medidas reales y que dejen claro cuál es nuestra posición frente a las brutalidades que día a día se lleva una mujer al hospital o a la morgue.

¡Ni una muerta más, basta de femicidios y violencia hacia las mujeres!

¡Perpetua para Ortiz y sus cómplices!

Josefina Odraslost

Las Rojas La Rioja

 

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