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El ministro Capitanich se entrevistó con los padres del niño de 12 años asesinado el viernes pasado en Villa Bermejito, Chaco. En esta oportunidad no se animó a decir que era un “hecho aislado”. (*) Porque está indisolublemente relacionado, aunque el arma haya sido distinta, con la muerte por tuberculosis y desnutrición del otro niño de origen aborigen. Son parte de los ataques sistemáticos a las condiciones de vida y a los derechos elementales de una comunidad sometida y reprimida por el solo hecho de existir y ocupar sus tierras. Estos hechos se suceden desde hace años y han recrudecido desde el 2010, cuando fueron asesinados en la ruta por manifestarse contra el despojo de sus tierras y sus bienes dos integrantes de este pueblo.
Los ensañamientos “aislados” son tan graves que han causado la muerte de decenas de hombres, mujeres y niños, a manos de las fuerzas de seguridad de la provincia o de sicarios de los terratenientes de la zona.
La misma política hacia los pueblos originarios que los margina, aísla, los condena al hambre, sometiéndolos doblemente en su condición de excluidos y explotados. Las declaraciones, discursos, promesas de investigación y poses de “indigenismo” por parte del gobierno sólo son para tapar la sangre derramada los compañeros represaliados. O proyectos culturales sobre los pueblos originarios para “saber de dónde venimos” y mediante el intercambio de artesanías, guitarras y minicomponentes, sellan la unidad y la integración, como lo hizo el intendente de Quilmes Espinoza en el 2013 en un acto escolar con la comunidad provenientes de los Quilmes.
Nosotros no hacemos una ideología ni demagogia sobre la supremacía de los pueblos aborígenes. No contraponemos su cultura ancestral como superior. Eso lo hacen quienes, escudándose tras esa falsa e hipócrita evaluación, les niegan sus derechos actuales a vivir dignamente, respetando su cultura, al mismo tiempo que les permitan el acceso a desarrollarse en su plenitud como individuos.
Los consideramos parte de los oprimidos que, justamente, por su condición, deben unirse al resto de los trabajadores para poder luchar y derrotar a la alianza terrateniente, gobierno provincial y nacional, fuerzas represivas que los acosan.
Su aislamiento y las sucesivas direcciones que han encabezado su lucha, si bien los sacaron del anonimato, no logran dar ese paso adelante: romper el cerco para acercarse a sus únicos aliados, a los que están en la misma trinchera aunque vivan en una ciudad, pueblo cercano y tengan encima la bota de un patrón o del funcionario de turno y no la de un terrateniente.
Los socialistas revolucionarios del Nuevo MAS exigimos juicio y castigo a los responsables materiales y políticos de la masacre al pueblo qom. Asimismo, redoblamos nuestro esfuerzo y nuestro llamado para que sean parte, carne y uña, de las luchas de la juventud, los trabajadores, las mujeres.

¡Cárcel a sus asesinos!

¡Basta de declamaciones y discursos!

¡Reconocimiento de todos los derechos a la tierra, la salud, la educación de los pueblos originarios!

¡Unidad de su lucha con las de todos los trabajadores!

(*) “En el Acta de Defunción se registró el fallecimiento a las 13 horas y que el deceso se produjo por enfermedad. ‘O sea que, además del calvario que atravesó este niño, su fallecimiento formará parte de las cifras negras de la salud porque su muerte no será registrada como derivación de la tuberculosis y de la severa desnutrición que cursara en vida’, denunciaron desde el Centro Mandela.” Clarín 8/1/15

Ana Vázquez

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