La sra. de Carlotto viajó a Roma con su familia para asistir a una entrevista concertada con el papa Francisco. En medio de los regalos y los saludos, le pidió perdón por haberse “informado mal” durante su papel en relación al secuestro de dos sacerdotes jesuitas. Faltó que dijera que lo había leído en Clarín  o La Nación. Lo que no dijo es de dónde sacó la información actual por la cual se rectifica. Porque se pueden cambiar las fuentes de información, pero los que no se pueden modificar son los hechos. ¿Los hechos cuáles son, sra.Carlotto? La jerarquía de la Iglesia, de la cual Bergoglio fue parte, ¿colaboró o no con la dictadura? Y después que llovieran denuncias y se probaran hechos, incluso en estrados judiciales, como la actuación de Von Wernich, la de monseñor Emilio Graselli actual vicario castrense y secretario del vicario durante la dictadura que se comprobó que recopiló información sobre 2.500 personas desaparecidas, ¿tomaron alguna medida contra los “colaboradores”? ¿También es información equivocada la que está denunciada en el libro de Horacio Verbitsky sobre la existencia de una propiedad en  el Tigre llamada “El Silencio” que pertenecía a la curia y donde eran trasladados temporariamente prisioneros de la Armada? ¿Ud. desmintió acaso las afirmaciones de la tía de la nieta restituida 115, Estela De la Cuadra, que denunció que reclamaron, ante el mismo Bergoglio, siendo ellos militantes católicos y recibieron sólo evasivas?(1)

Con una mezcla de indignacióny amargura decimos que la sra. de Carlotto puede pedirle perdón a la máxima jerarquía en Roma, pero no puede reinventar la historia.

115 nietos restituidos

Los hechos son duros y elocuentes. La inmensa conquista de haber reestablecido la identidad y haberles permitido conocer a su familia biológica a 115 personas que fueron robadas a sus padres previo a su exterminio, es uno de los logros reformistas más objetivos de la lucha contra el genocidio. ¿Quién tiene más prestigio público ante los ojos de toda la población en esa epopeya que la sra. de Carlotto? Nadie. Su rol dirigente es indiscutido y por eso es tan perverso su accionar actual. Porque su prestigio, ganado por la lucha, no sólo de ella sino de miles que arriesgaron su vida en silencio, es usado para embellecer el rol de la Iglesia durante y post dictadura. Lamentamos que se haya prestado a ese servicio.

Pero por más que intenten ocultar la verdad una y mil veces, los familiares, las víctimas sobrevivientes de la represión, los luchadores consecuentes, no se dejan engañar. El operativo “lavado de cara” de hoy, a casi 40 años del golpe militar, no hace más que confirmar su rol cómplice que perdura hasta el presente. Si no fuera así, ¿por qué la sra. de Carlotto tendría la necesidad de otorgar públicamente su perdón al Papa por el supuesto error en el que incurrió?

El despegue del operativo… se acordaron un poco tarde

Desde el nombramiento del papa Francisco, la Iglesia empezó a prometer a diestra y siniestra que iba a colaborar activamente con la búsqueda de los bebes apropiados. Como contrapartida, desde la titular de Abuelas se inició un discurso de confianza plena a esta iniciativa.

«Hay cerca de 400 familias que buscan a sus nietos apropiados durante la época del terrorismo de Estado», afirmó Lozano, quien consideró que «ha habido una red de silencio y complicidad que ha mantenido amordazada la verdad acerca de los bebés, ahora jóvenes adultos» (Infobae, 24/10/14). Estas palabras no corresponden a ningún luchador consecuente, sino a monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. ¿”Silencio y complicidad” de quiénes?

Pero el operativo no se quedó en declaraciones. Monseñor José María Arancedo, actual presidente de la Conferencia Episcopal lanzó junto con Abuelas una campaña pública con un  spot titulado “La fe mueve hacia la verdad”. Todas las agrupaciones católicas fueron puestas al servicio de esta campaña, como la de Cristianos para el Tercer Milenio que integra, entre otros, Alicia Pierini, ex subsecretaria de Derechos Humanosy ex titular de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Pero este grupo, por ejemplo, ya pide algo indeseable: “la apertura de los archivos de la Conferencia Episcopal”.

La institución Iglesia cubre todos los flancos

Con reformas o sin ellas, lo que no pierde nunca de vista la institución es su rol de defensa del capitalismo. Hay que asegurar su estabilidad a rajatabla y para eso nada mejor que prepararse con anticipación para “tiempos revueltos”. Con la visita de los principales referentes de la dirigencia sindical peronista, el Papa cubrió el flanco de los conflictos obreros. Con la visita de Cristina, la reforma al Código Civil. Con la entrevista a la sra. de Carlotto y su comitiva familiar, el espinoso tema de la Iglesia y la dictadura militar.

Pero no todo se arregla con entrevistas y agachadas. El papel de la jerarquía eclesiástica en relación al genocidio no terminó con los secuestros y asesinatos. Cuando la dictadura tambaleaba y ya era inminente su caída, fue ella la que encabezó las negociaciones entre los militares y el poder político y sindical para que su desplome fuera amortiguado y no tuviera fuertes consecuencias sociales. Entre ellas: el juzgamiento de los jefesde las Fuerzas Armadas. Fueron sus máximos responsables los que propiciaron una ley de amnistía para salvarles el pellejo. No cambiaron su actitud frente los sucesivos gobiernos de la democracia burguesa y menos frente a los juicios de lesa humanidad postArgentinazo. ¿Qué aportaron en ellos, qué documentación entregaron voluntariamente a la Justicia, dónde se escondieron frente a la condena a Christian Von Wernich, que no recibió medio reto de sus pares o superiores?

La profundización de la lucha democrática, la caída más estrepitosa de lo querida por la burguesía del régimen y la rebelión del Argentinazo casi 20 años después, entorpecieron los planes iniciales y lograron condenas y conquistas parciales.

Pero la lucha obrera y popular manda más que los acuerdos de cúpulas. Así como derribó la añorada amnistía en su momento y entorpeció los planes de impunidad total, también puede lograr la apertura de los archivos guardados bajo siete llaves y tirar por los aires el plan de encubrimiento de la responsabilidad de las cúpulas eclesiásticas.

Con la foto y las sonrisas en el Vaticano no están dichas las últimas palabras. “Eso ya pasó, miremos para adelante”, dijo el Papa, ante las disculpas de la presidenta de Abuelas, según su propio relato en un reportaje radial.

Pero no pasó. Y para mirar para adelante, lo que tendría que hacer el Sumo Pontífice, en primer lugar, es entregar los archivos de la Iglesia argentina y del Vaticano.

La última palabra no quedó en Roma: la tienen los luchadores democráticos, la juventud y los oprimidos que con la movilización obrera y popular seguirán batallando, junto al enfrentamiento al ajuste y la represión presente, por el castigo a todos los responsables del genocidio.

  • “Bergoglio sabía todo, que sea Papa no lo salva de nada”, declaró. Y agregó: “Sabía a quién derivar, la Iglesia tenía organizada esta contención de los familiares”, Perfil 31/8/14.

 

 

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