Por Claudio Testa

“Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”,
(Tweet de Donald Trump, 02/03/2018.

“EEUU tiene un déficit comercial anual de 800.000 millones de dólares por nuestros estúpidos acuerdos y políticas. Nuestros trabajos y riqueza están siendo entregados a países que se han aprovechado de nosotros durante años. Se ríen de lo tontos que nuestros líderes han sido. ¡Nunca más!”
(Donald Trump, 03/06/2018)

“Hay un lugar reservado en el infierno para todo dirigente extranjero que se embarque en una diplomacia de mala fe contra Donald Trump y que intente apuñalarlo por la espalda cuando se retira.” Declaración de Peter Navarro, asesor comercial de Trump, luego de la reunión del G7. (Amanda Mars, “G7- La tensión entre EE UU y sus aliados estalla”, El País, 11/06/2018.)

En la anterior edición de Socialismo o Barbarie (N° 474, 22/06/2018), en el artículo “Trump declara la guerra a China… por ahora comercial…”, advertíamos sobre las tendencias y señales de un giro del capitalismo mundial del “librecambio” al “proteccionismo”… Y vimos cómo esto se concreta en el caso de la ofensiva contra China. Hoy examinaremos esto, en relación a la compleja y “agrietada” situación que atraviesa la Unión Europea.

En ese artículo recordábamos también que estas oscilaciones pendulares de “librecambio”/“proteccionismo” han marcado la historia del capitalismo, sucediéndose desde la Primera Revolución Industrial[1]. También señalamos que –desmintiendo la charlatanería neoliberal que hace del “librecambio” un fetiche eterno e inmutable–, esas oscilaciones reflejan las conveniencias cambiantes de las distintas burguesías nacionales y/o de los diferentes sectores en que se divide… y también los vaivenes de los períodos de alternancia de bonanza/crisis que inevitablemente se recorren bajo el capitalismo.

En estos momentos, globalmente, sin estar en el bache de los años 2007/2008, tampoco se da un crecimiento exuberante en los viejos centros mundiales del capitalismo, como EEUU y Europa occidental. Más allá de sus altibajos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la línea histórica resultante es descendente…

Ellos deben enfrentar, además, la competencia formidable de China, empeñada en un programa global de expansión: el “Camino y Ruta de la Seda”. Esto irrita mucho y en especial a los Estados Unidos, que en relación a China viene en un relativo declive económico pero también significativamente geopolítico… aunque todavía sin haber sido sobrepasado categóricamente por el imperialismo yanqui.

En esta compleja situación de una perspectiva de cambios cualitativos adversos pero aún no consumados, ha nacido en EEUU el “fenómeno Trump”. Contra las caricaturas que lo presentan simplemente como un “loquito suelto” que no se entiende cómo pudo llegar a la Casa Blanca, Trump encarna una compleja división de arriba a abajo de la sociedad estadounidense y, al mismo tiempo, un quiebre de la “unanimidad” librecambista-neoliberal que reinaba mundialmente desde los ’80… claro que todo esto en términos reaccionarios, tanto políticos como ideológicos.

Efectivamente, Trump reemplaza ese librecambismo neoliberal (que sigue siendo el Evangelio, aunque ya muy deteriorado y cuestionado, de gran parte de las burguesías y gobiernos) por el proteccionismo de la producción al interior de Estados Unidos.

Acotemos al margen que, por supuesto, tanto en las relaciones comerciales como en las cuestiones políticas, siempre hay que distinguir el sujeto que las aplica y también quiénes las sufren. Una cosa es el proteccionismo de un Estado imperialista (como EEUU) aplicado contra otros del mismo carácter (como Alemania, Francia y, en general, la Unión Europea). Y otra cosa muy distinta son las medidas proteccionistas defensivas que puedan tomar los Estados semicoloniales y/o dependientes, como los de América Latina.

Lo indiscutible es que, en este contexto mundial, en países como los de América Latina, el neoliberalismo librecambista ya no es un “error”. Es un crimen de los servidores locales del capital imperialista.

 

Guerra comercial contra la Unión Europea

El hecho es que luego de la escandalosa y fracasada reunión del G-7 en Canada [ver Ale Kur, “Situación mundial – Un G7 de crisis y una contra-cumbre en ascenso”, Socialismo o Barbarie N° 473, 15/06/2018] ha comenzado además la guerra comercial no sólo contra China, sino también entre EEUU y la Unión Europea. Esta nueva guerra paralela siguió una “escalada” de golpes y contragolpes similares a la desarrollada poco antes con China.

Ahora a Trump, para hacerla completa, sólo le faltaría dinamitar el NAFTA, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y México … pero esto es mucho más difícil… Allí la oposición de las corporaciones que lucran sobre todo explotando mexicanos, podría ser explosiva… Probablemente Trump se deberá contentar con el proyectado Muro de México y las atrocidades que está cometiendo con las familias migrantes del Sur que logra capturar.

Las hostilidades contra la Unión Europea comenzaron el 1° de junio con una fuerte medida proteccionista de Trump: la imposición de aranceles a la importación de aluminio y acero de la Unión Europea.

La Unión Europea contestó gravando productos de EEUU, principalmente agrícolas, que se producen en regiones donde predomina el voto por Trump. A eso, Trump respondió con una suba de aranceles del 20% a los vehículos fabricados en la UE… Y así viene la seguidilla de golpes y contragolpes.

Pero las guerras comerciales no serían tan fáciles de ganar… como opina Trump. Ha tenido ya que salir al cruce de empresas que, frente a esta situación, pretenden hacer jugarretas nada beneficiosas para EEUU.

Tal es el caso de la famosa fábrica de motos de lujo Harley-Davidson, de Milwaukee (Wisconsin), con gran mercado en Europa. En esta guerra comercial, ha sido castigada por la UE con un arancel mortífero del 31%. Para esquivar esto, anunció su traslado total o parcial a la Unión Europea… O sea, un tiro por la culata para Trump, que demuestra que las guerras comerciales no serían automáticamente tan buenas.

 

A la fragmentada Unión Europea no le iría mejor

Por supuesto, este ejemplo no implica que la Unión Europea y los Estados que serían más castigados por el volumen de exportaciones industriales, como Alemania, vayan a pasarla bien.

Los golpes mutuos y sus consecuencias podrían ser muy duros e incalculables, porque las guerras comerciales –como todas las guerras– se saben bien como empiezan, pero es difícil prever como terminarán.

En el caso de la Unión Europea, la situación es aún más compleja ya que son se trata meramente de un solo Estado, sino de una “Unión” de 28 Estados. Y escribimos “Unión” entre comillas, porque en los últimos tiempos la UE ha mostrado principalmente “desuniones”; es decir, un crecimiento evidente de las “fuerzas centrífugas” que no se agotaron ni quedaron circunscriptas al “Brexit”, la ruptura del Reino Unido que está en trámite desde 2016.

Luego del inicio de esa ruptura, las grietas se han multiplicado de varios modos. No se han consumado otras rupturas, pero a costa de tolerar esas fisuras. Este es el caso de los países miembros del Grupo de Visegrád (Eslovaquia, Hungría, Polonia y República Checa). Ahora, con el nuevo gobierno, Italia es otro miembro de lealtad dudosa a Berlín-Bruselas.

Pero, lo más importante, es que éstas y otras grietas de las superestructuras de la Unión Europa van acompañadas de una creciente pérdida de legitimidad por abajo. Entre las masas de ciudadanos de la UE, nunca ha sido tan débil su adhesión, ni tan crítico su “patriotismo” europeo.

El último ejemplo de eso lo ha dado Italia, uno de los tres países fundadores de las instituciones que dieron origen a la UE, y donde hasta hace poco era incuestionable. Este año, el voto en las elecciones parlamentarias de Italia, fue también en gran medida un voto de repudio a Berlín-Bruselas.

En estas circunstancias, las cúpulas de la UE, descarados agentes del capital financiero europeo, ¿están en condiciones de exigir cada vez más sacrificios, cada vez más “austeridad”… ahora para hacer frente a su guerra de tarifas con Trump? Esto puede ser otra fuente que alimente el descontento generalizado respecto a la Unión Europea.

Nota:

1.- Iniciada en Gran Bretaña, se desarrolló desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta principios del XIX.

 

 

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