Declaración Socialismo o Barbarie – tendencia del PSOL

Huelga general para tirar abajo de inmediato la intervención militar en Río de Janeiro

ANTONIO SOLER

El presidente Michel Temer (MDB) firmó un decreto de Intervención Federal (militar) en Río de Janeiro y nombró al general Walter Braga Netto como interventor federal con plenos poderes sobre la seguridad en este estado.

En la práctica, el gobernador Luiz Fernando Pezão perdió el control de la seguridad pública del estado, pues Netto pasa a controlar todas las fuerzas de seguridad (Policía Militar, Policía Civil, Policía de Carreteras, el Sistema Carcelario, la Inteligencia y el Cuerpo de Bomberos). Además, el interventor tendrá total autonomía administrativa para despedir y contratar funcionarios y sólo rendirá cuentas al Presidente de la República. Vivimos así con ese decreto una clara y peligrosa ruptura con el régimen democrático en el ámbito del Estado capitalista que merece total atención.

Teniendo en cuenta que las Fuerzas Armadas (FA) son el núcleo central del poder de cualquier instancia del estado, obviamente que el poder político en Río pasó, con el decreto, directamente a un jefe de las FA. Así, Pezão, que fue elegido vicegobernador y asumió el gobierno tras la dimisión de Sergio Cabral -que está cumpliendo pena por un mega esquema de corrupción en el estado- perdió efectivamente el poder político en el estado.

Situación que requiere la caída inmediata de ese gobernador incompetente, sin apoyo popular e, incluso, cerca del esquema de corrupción montado por Cabral. De esta forma, la solución para esa situación de quiebra política del gobierno de Río debe ser la caída de Pezão -por impeachment o renuncia- y la elección directa de otro gobernador y no por una intervención militar como la que está siendo hecha por Temer.

Esta intervención militar en Río tiene como cortina de humo el agravamiento efectivo de la quiebra financiera, administrativa y política del gobierno Pezão. Los problemas que también afectan la seguridad en el estado, repercutiendo en el aumento de los homicidios causados ​​por la disputa de las facciones criminales y la desastrosa «guerra a las drogas» auspiciada por la política pública estatal y federal.

Es claro y notorio que las razones más profundas de esta medida están ligadas a las dificultades del gobierno Temer en aprobar la «reforma de la seguridad social» debido a la impopularidad de tal medida[1], de la actual carrera electoral y de la posible reanudación del movimiento de masas. Así, ante la dificultad de esta coalición para imponer la «madre de las contrarreformas», para presentar a un candidato a la presidencia para las elecciones de octubre con viabilidad y de la posibilidad de que el movimiento social, que no fue derrotado en las calles, a pesar de los avances reaccionarios, pase a tener protagonismo político en este comienzo de año, el gobierno opta por una medida bonapartista (autoritaria) para cerrar la crisis orgánica (política, económica y social) que vive el país desde hace años[2].

Medida que en la práctica impone un régimen político bonapartista en Río, pero que tendrá una fuerte incidencia sobre todo el país. Por otra parte, además de fortalecer la posición históricamente autoritaria de otros gobiernos estatales, como la del estado de São Paulo, por ejemplo, puede crear un efecto cascada y ser extendida hacia otros estados de la federación. Esto, evidentemente, si no hay una reacción a la altura del movimiento de masas, de los partidos, de las centrales sindicales -que dirigidas por el lulismo o directamente por los agentes de derecha permiten el avance de las fuerzas reaccionarias sin de hecho llamar la resistencia efectiva- todos comprometidos con las garantías democráticas.

Además de los efectos sobre el propio territorio nacional, esta es una medida que se suma a los ataques hechos por los gobiernos neoliberales -principalmente- y por el imperialismo yanqui contra la clase trabajadora en el conjunto de América Latina. Para quedarse en un ejemplo reciente, en Argentina, incluso bajo una fuerte reacción del movimiento social, se aprobó una «reforma de la previsión» que sacó derechos a los trabajadores. Por eso, por el peso que tiene Brasil, notablemente en el Cono Sur, es una medida que tiene gran influencia geopolítica internacional y debe ser rechazada por el conjunto de los sectores comprometidos con los trabajadores y la democracia a nivel internacional.

 

Por un programa socialista para la crisis de seguridad

Esta es una medida que, entre otras cosas, se apoya y busca dialogar con el crecimiento en sectores de la población de la ideología fascista de que la solución a los problemas de seguridad, entre otros, pasa por la intensificación de la represión. Pero todos saben que no es la primera vez que las fuerzas armadas intervienen en Río y en otros estados y ningún resultado positivo se alcanzó más allá de una sensación pasajera de seguridad. Al contrario, «curiosamente», después de cada intervención militar las facciones criminales salen más armadas con fusiles y otros equipamientos de «uso exclusivo de las fuerzas armadas».

La solución para los problemas de seguridad en Río, o en cualquier estado, es opuesta por el vértice a las medidas de uso de la fuerza o intervención de las FA. Los problemas de seguridad están directamente ligados a la profunda desigualdad económico-social, a la quiebra política del gobierno de Pezão, al desempleo, a la restricción presupuestaria de los estados y municipios para las áreas sociales causada por el gobierno, al prohibicionismo en relación a las drogas y a la propia la estructura militar de la policía.

De esta forma, en primer lugar, la solución a los problemas de seguridad en Río pasa por la restitución de la democracia, por la elección directa de otro gobierno estatal -Fuera Pezão-, por la inversión federal en obras públicas para garantizar empleos masivos y hacer funcionar con calidad todos los equipamientos públicos (escuelas, hospitales y transporte público). Todo ello financiado con fondos provenientes del no pago de la deuda pública y de la tasación progresiva de la riqueza.

Pero la solución también pasa por atacar otras causas de los problemas, o sea, por cambios profundos en la política de seguridad y en relación a las drogas en el país. Es necesario acabar con la política miliar -una de las que más matan en el mundo y responsable de un verdadero genocidio de la juventud negra en Brasil- en todo el territorio nacional y establecer fuerzas policiales directamente controladas por los trabajadores. Por otro lado, es necesario en relación a las drogas superar inmediatamente la cultura y la legislación prohibicionista y estratégicamente legalizar el consumo, la producción y la comercialización de las drogas. Medidas que progresivamente acabarán con el comercio ilegal y con la violencia en torno a su comercialización. Evidentemente que éstas son medidas que deben estar bajo control democrático de la sociedad y principalmente de los trabajadores.

 

El 19F tiene que ser un gran día de lucha contra la intervención militar en Río

Para finalizar, pensamos que la principal tarea del movimiento social, de los sindicatos, de las centrales sindicales y de los partidos de izquierda en el país hoy es luchar por el derrocamiento de esa intervención militar que impone un régimen directamente antidemocrático en el estado de Río de Janeiro y que profundiza el carácter bonapartista y extremadamente peligroso del gobierno Temer que toma medidas que ponen en riesgo la democracia burguesa en el país como un todo.

En el día 19/02, Día Nacional de Lucha, tenemos que realizar acciones que tengan como bandera principal el derribo de la intervención federal en Río. Esa es una lucha que debe realizarse con la más amplia unidad por la base y una fuerte exigencia que las direcciones de las grandes centrales sindicales convoquen de hecho la lucha, para que los actos, los cortes de calle y otras acciones ese día sean contundentes y sirvan para preparar una poderosa Huelga General que ponga fin inmediato a la intervención militar en Río.

Las traiciones de la burocracia sindical y política al proceso de movilización el año pasado contra la «reforma provisional», además de no derrotar definitivamente esa nefasta medida regresiva, han permitido que Temer retome la ofensiva a través de un terrible ataque bonapartista contra la democracia burguesa. Por eso, debemos exigir que las grandes centrales construyan efectivamente una Huelga General contra la intervención miliar y contra la «reforma de la seguridad social», por la «revocación de la reforma laboral», por el Fuera Pezão y por el Fuera Temer, frente al hierro de la peligrosa ofensiva reaccionaria en curso en el país.

[1] Situación que sería una derrota importante -que marcaría todo el proceso electoral y la política nacional este año- para la coalición reaccionaria que se apoderó del gobierno federal tras el impeachment de 2016.

[2] Vale la pena destacar que, además, dentro de esa perspectiva apuntada de retomar el protagonismo político de la clase trabajadora y de la juventud en este inicio de año, el estado de Río de Janeiro se destaca en el aspecto de la radicalización de la lucha social, pues alberga un movimiento social politizado y aguerrido que demostró varias veces su capacidad de arrastrar al conjunto del país hacia un proceso de polarización política que puede cuestionar los planes de los de arriba.

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