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Luis D’Elía acaba de ser condenado a cuatro años y ocho meses de prisión por la toma de la comisaría de La Boca en el año 2004. La pena es de cumplimiento efectivo, es decir que si la condena queda firme (previa apelación a la Cámara y a la Corte) deberá ir preso.

¿Cuál fue el motivo del movimiento liderado por D’Elía para llevar adelante esa medida de fuerza? El asesinato de Martín “Oso” Cisneros, un militante social del barrio, por parte de un narcotraficante conocido por sus lazos de amistad con los policías de dicha comisaría.

Nos separan de Luis D’Elía mares y abismos de diferencias políticas. Fue uno de los líderes de la CTA encargado personalmente de levantar la movilización que esa central obrera tenía programada para el 20 de diciembre de 2001, porque consideraba que estaba muy mal sumarse a la lucha para voltear al gobierno de De la Rúa. Kirchnerista antes del kirchnerismo, defendió “la gobernabilidad” contra la insurrección de un pueblo hambreado.

Además, durante todo el gobierno K fue enemigo jurado de los movimientos sociales que resistían la cooptación y se mantenían independientes del Estado, llegando por ejemplo a utilizar a una banda de ladrones que habíamos expulsado de nuestro movimiento (el Frente de Trabajadores Combativos) para acusarnos por televisión de conspirar para voltear a Kirchner. Una pinturita.

Dicho esto, declaramos nuestro total repudio a su reciente condena, y reiteramos nuestro apoyo a la toma de esa comisaría, como hicimos cuando sucedió en el 2004. Todos sabemos, hasta el macrista más zombi, que la sociedad con los narcos es común en todos los cuerpos de la policía, cuyos miembros completan su sueldo con estos “adicionales” junto con la protección a la trata de mujeres. Y en este caso fueron cómplices del asesinato de un militante social, o sea, una de esas personas que trabajan para ofrecer a los jóvenes una salida solidaria, contraria al narcotráfico y sus horribles consecuencias.

Pero la aberración de esta condena no termina ahí. Resulta que por los años que pasaron desde el hecho, la causa debería prescribir, pero la prescripción no se aplica porque fue interrumpida en 2008 por el segundo “delito” que cometió D’Elía: movilizarse al Obelisco para oponerse a las manifestaciones que allí realizaban la Sociedad Rural y sus aliados, furiosos por la Resolución 125 de Cristina Kirchner que pretendía aumentar los impuestos a la exportación de soja. Esto le valió la acusación de “intimidación pública”, con la excusa de que en el revuelo voló alguna trompada. ¡Intimidación pública por realizar una marcha! Y contra otros tipos que estaban… ¡realizando una marcha!, a los que por supuesto nadie, ni siquiera el gobierno K, acusó de nada, a pesar de que en ese momento llegaron a montar en los campos grupos armados de sojeros (armados con armas, de fuego, de verdad) para atacar a los productores y pobladores rurales que no adherían a las protestas contra la 125. Privilegios de la violencia burguesa.

¡Anulación de la condena a D’Elía!

¡Por el derecho del pueblo a tomar comisarías en legítima defensa frente a una policía que protege y se asocia con las peores lacras de la sociedad, narcos, proxenetas, violadores y femicidas!

¡Por el derecho a la libre expresión y movilización!

Patricia López

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