En los últimos días se escenificó un acuerdo llevado adelante entre el gobierno nacional, el gobierno de Tierra del Fuego, las empresas de electrónica de la isla y la UOM, como respuesta a la reforma impositiva presentada hace sólo dos semanas por el Ministro de Economía, Dujovne.

Este acuerdo, exhibido por los medios con el objetivo de mejorar la productividad, cuidar el empleo y bajar los precios de los productos; esconde un artero ataque a los derechos de los trabajadores.

 El único acuerdo fue reventar a los trabajadores

 Hay una sola manera de calificar este acuerdo: un escándalo antiobrero. Para graficarlo, relatemos brevemente la secuencia de los hechos: el gobierno presentó el proyecto de reforma tributaria que en uno de sus puntos plantea la rebaja de impuestos internos, para los productos electrónicos que no se fabriquen en Tierra del Fuego, del 17% al 0% a partir del año próximo. La gobernadora Bertone, inmediatamente sostuvo que una medida de ese tipo hacía peligrar toda la industria, con la posibilidad de “desintegrar a la provincia”. Una vez sembrada la incertidumbre, se dedicó a negociar a dos puntas: por un lado con el gobierno para establecer una baja progresiva de los impuestos (del 17 actual, al 10.5% el año próximo, hasta llegar a 0% en 2023); por el otro lado, con la cámara del sector (AFARTE) y la UOM para conciliar una “paz social”, paz que supone un congelamiento salarial hasta junio del 2020 a cambio de que no haya despidos. Se estima que más 11.000 puestos de trabajo están afectados de manera directa o indirecta.

En definitiva, el acuerdo implica que las condiciones para garantizar la competitividad de la industria, la “reconversión” de las ensambladoras en importadoras o lo que fuera que quieran hacer las patronales, será realizado en base a la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.

De ex-opositores y traidores

Es interesante analizar el rol de cada uno de los implicados. Por el lado del gobierno, este acuerdo es un primer espaldarazo para su negociación del pacto fiscal con las provincias. Es evidente que la presentación de algunas medidas brutales en el proyecto de la reforma impositiva no era más que una puesta en escena para negociar en mejores condiciones[1]. Sobre esa base, además de por las medidas en sí, es un triunfo político aparecer consensuando un pacto que revienta derechos adquiridos, y que se presenta como modernizador del país y cuidadoso de los intereses de todas las partes.

En este sentido, Bertone es la responsable de ofrendarle este punto al gobierno. Su mérito, en todo caso, es haber sido la gobernadora de la primera provincia que avala el proyecto de reforma tributaria.

Sin embargo, el papel de verdaderos traidores les corresponde sin lugar a dudas a la UOM. No hubo atisbos de una mínima oposición, y menos de algún elemento de consulta con los trabajadores del sector. A lo sumo se realizaron asambleas informativas en algunas fábricas. Si bien el argumento de “conservar los puestos de trabajo”, sin duda tiene mucho peso entre los trabajadores, el método inconsulto no hace más que debilitar a la base y lleva a aceptar mansamente lo que pacta la burocracia sindical.

Por otra parte, sienta un precedente horrible para el conjunto del movimiento obrero, y avala el argumento de Macri de que “todos tienen que ceder un poco”[2]. La ofrenda de Caló no es otra que servir en bandeja las conquistas obreras.

El titular de la UOM de Rio Grande, Oscar Martínez no es menos vergonzoso, si bien señaló correctamente que los trabajadores fueron sometidos a una extorsión, ante esta reivindicó el accionar de la gobernadora, al afirmar que ella “hizo una convocatoria para defender los puestos de trabajo”. En la misma línea se expresó su adjunto, Marcos Linares: “No nos gusta, pero priorizamos la necesidad de continuar con la industria. Se vienen tiempos difíciles para los trabajadores” (Página 12, 14/11/17). Más que dirigentes sindicales, parecen comentaristas de La Nación. Con dirigentes como estos sin dudas los tiempos serán difíciles.

Hay que preparar una respuesta

 En última instancia, este no es más que un botón de muestra: el gobierno ataca, los opositores pactan y la burocracia entrega.

Pero esta situación no debe desanimarnos. Hay que organizarse por abajo en los lugares de trabajo, charlar con los compañeros, clarificar los ataques que se vienen, y exigir a la burocracia sindical de todos los colores que tome medidas para enfrentarlos.

Maxi Tasán

 

[1] Como señalan algunos analistas, el verdadero meollo de la reforma son las jubilaciones: “El quid de la cuestión es la reforma previsional del Gobierno: del ahorro que se genere con el ajuste trimestral por inflación de las jubilaciones y pensiones dependerá el éxito de la reforma tributaria, del nuevo pacto fiscal con las provincias y la consiguiente reducción del déficit” (La Nación, 12/11/17).

 

[2]  “Para el Ejecutivo, este acuerdo podría replicarse en algún otro sector en crisis, como el lechero.” (La Nación, 14/11/17).

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