¿Hacia un gobierno de unidad nacional?

Luego de su amplia victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas el 7 de mayo, donde venció con el 61% de los votos a la candidata del Front National Marine Le Pen, Emmanuel Macron tomó posesión del cargo de presidente el domingo 14 y ya ha anunciado a su Primer Ministro, que a su vez anunció al conjunto de su gobierno. Contrariamente a otros regímenes más parlamentarios, como el español, el régimen “mixto” pero con fuerte coloración presidencialista de Francia permite al gobierno nombrar al Primer Ministro antes de las elecciones legislativas, y el mismo no está obligado a someterse a un voto de confianza frente al parlamento.

Con el anuncio de su Primer Ministro, Macron demuestra claramente a la vez sobre qué recomposición política pretenderá gobernar, y qué política se plantea llevar adelante (lo cual fue reafirmado por la composición del nuevo gobierno). Se trata de Edouard Philippe, alcalde de la ciudad de Le Havre, miembro del partido de derecha Los Republicanos. Macron intenta así darle una estocada a la formación de derecha y acelerar sus fricciones internas, además de dotarse de un gobierno de combate contra los trabajadores y todos los explotados.

Atraer a la derecha y construir la “unión nacional”

Desde el punto de vista político, el movimiento de Emmanuel Macron se había nutrido esencialmente del Partido Socialista (del cual había sido parte): su ala más abiertamente social-liberal encontró en Macron la posibilidad de sobrevivir al naufragio del PS y de continuar además su política de reformas anti-obreras impulsada por el gobierno de François Hollande. Es por eso que algunas figuras importantes del partido se habían unido lisa y llanamente al movimiento de Macron y que, sin sumarse abiertamente, otros dirigentes habían llamado incluso antes de la primera vuelta a votar a Macron, boicoteando abiertamente al propio candidato del PS. Además del PS, Macron logró recabar el apoyo de un partido centrista histórico, el MoDem (Movimiento Demócrata), una victoria importante para apuntalar su base electoral e institucional.

Sin embargo, una de las grandes incógnitas luego de la elección presidencial era sobre qué composición parlamentaria iba a ser posible gobernar: el importante puntaje de Macron en segunda vuelta no nos debe hacer olvidar que la primera vuelta estuvo marcada por una fuerte fragmentación, lo cual podría dejar prever una Asamblea Nacional igual de heterogénea. Macron ya lanzó candidatos a diputados en la gran mayoría de las más de 500 circunscripciones, incluyendo una centena de candidatos del MoDem, y la decisión de no presentar candidatos en algunas circunscripciones contra ciertos pesos pesados del PS, como el ex Primer Ministro Manuel Valls o la ex Ministra de Trabajo Myriam El Khomri. Pero esto aún no alcanzaba para asegurarse una gobernabilidad sólida: es arriesgado pensar que tal escenario estaría garantizado sólo con un partido muy joven con un débil anclaje territorial (que cuenta muchísimo más en un sistema de legislativas tan fragmentado que en las presidenciales) sumado a los restos de un partido en crisis como el PS.

Es en ese sentido que la nominación de Edouard Philippe parece tener como uno de los objetivos principales lograr atraer a un sector de la derecha moderada, y poder formar así un gran gobierno de unión nacional con el ala derecha del PS y el ala moderada de Los Republicanos, abiertos a colaborar en nombre del “interés superior de Francia” y del nuevo escenario político abierto con la victoria de Macron. En efecto, Philippe es la mano derecha de Alain Juppé, ya que fue director de campaña del mismo en las primarias de Los Republicanos, que Juppé, representante de un ala más moderada, menos reaccionaria y más centrista, perdió contra François Fillon. El mismo día de la nominación de Philippe, se publicó en la prensa un llamado de unos veinte diputados de Los Republicanos, incluyendo a varios dirigentes de peso, en los afirmaban que había que responder a la “mano tendida” por Macron.

Luego de haber fagocitado una parte del PS y de haberlo hundido en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Macron prosigue su proyecto centrista y “ni de izquierda ni de derecha” abriéndose paso en el ala moderada de Los Republicanos. Aunque por ahora la mayoría de los parlamentarios de ese partido concurrirán a las legislativas bajo sus listas, lo cierto es que ya se empiezan a preparar las condiciones para que muchos de los mismos se sumen al gobierno luego de las mismas, o en todo caso a una “oposición constructiva”. Esto profundiza además la crisis de los partidos tradicionales: la catástrofe total del PS (con tan solo 6% de votos en las presidenciales) no puede ocultar que Los Republicanos también atraviesan una crisis importante, luego de haber perdido una elección presidencial que consideraban “imposible de perder”, y que ya había sido el escenario de enfrentamientos entre los moderados y el ala más reaccionaria y “tatcheriana” encarnada por Fillon, enfrentamientos y tensiones que la estrategia de Macron pone al rojo vivo.

Un gobierno liberal y liberticida

El camino emprendido con la nominación de Edouard Philippe no podía sino continuar con la conformación de su gobierno. En el mismo, dos carteras centrales fueron atribuidas a otros miembros de Los Republicanos: el Ministerio de Economía estará entre las manos de Bruno Le Maire, y el Ministerio de Hacienda (encargado centralmente del presupuesto) a Gerald Darmanin, antiguo consejero de Nicolás Sarkozy. Macron demuestra así la fuerza de su ofensiva sobre la derecha: Le Maire es un dirigente importante, candidato a la primaria presidencial del partido, y Darmanin, alcalde con tan sólo 34 años, era una de las “promesas” de la formación de derecha.

Además de estas nominaciones políticas que demuestra la clara coloración liberal y derechista del gobierno de Macron, aquellas que vienen de la “sociedad civil” (una expresión clave del marketing político del gobierno que hace de la “renovación” uno de sus ejes centrales) van en el mismo sentido. En ese sentido, la Ministra de Trabajo, Muriel Penicaud, es la directora de Business France, una agencia que trabaja para las empresas privadas atrayendo inversores, y ex Directora de Recursos Humanos del gigante de la agroalimentación Danone, es decir una representante directa de los intereses patronales. La “sociedad civil” de Macron está compuesta, como los demuestran sus candidatos a las legislativas, de abogados, de gerentes de empresas, nunca de trabajadores. Una curiosa “renovación” de la política…

Junto a esto, el gobierno anunciado es un reflejo de la voluntad de unir detrás de Macron a varios sectores del espectro político. El Ministro del Interior, Gerard Collomb, es un ex miembro del PS, que abandonó para sumarse a Macron; el de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, es el ex Ministro de la Defensa del gobierno de François Hollande; el de Justicia, François Bayrou, es dirigente del MoDem con el que Macron llegó a un acuerdo. A su vez, Macron logró integrar a su gobierno a Nicolas Hulot, un “activista ambientalista” ex presentador televisivo, “apolítico”, pero muy reconocido por los franceses, que será sin embargo un puro “adorno” en un gobierno encabezado por un ex alto dirigente de la empresa Areva, líder mundial de la energía nuclear.

Pero más allá de estos símbolos de “apertura política” que apuntan a construir una amplia mayoría alrededor suyo que se apoye tanto en sus propios diputados como en los del PS y Los Republicanos, lo que queda claro con la composición del nuevo gobierno es la política profundamente liberal que Macron pondrá en marcha. Los dos principales ministerios en materia económica y fiscal fueron confiados a la derecha y el Ministerio de Trabajo a una representante directa de la patronal: lo que nos espera es una serie de ataques contra las conquistas históricas en términos de derechos laborales, apoyados en el antidemocrático mecanismo de los decretos.

Para hacer pasar esta política, Macron también ha dado señales en torno a una continuidad de la política represiva llevada adelante por Hollande, que aprobó su reforma laboral sobre la base de una brutal represión de las movilizaciones. En ese sentido, es significativo que en el orden en que fueron anunciados los ministerios (un orden protocolar, no alfabético, que es utilizado simbólicamente para mandar un mensaje sobre las prioridades del gobierno), el primero ministerio haya sido el Ministerio del Interior. Además, durante la ceremonia de investidura, Macron decidió realizar una parte del trayecto en un vehículo militar, cuando todos sus predecesores lo habían realizado en vehículos civiles, y la misma noche fue a visitar un hospital militar para dirigirse a los soldados “heridos en la tarea de defender Francia”, es decir de defender sus intereses imperialistas en el extranjero. Junto a esto, Macron anunció durante la campaña la creación de 10.000 nuevos puestos de policía, y un aumento del presupuesto militar; el ministerio pasó a llamarse “Ministerio de la Defensa” a “Ministerio de los Ejércitos”, otra muestra simbólica del carácter militarista de Macron.

El gobierno de Macron ya anunció sus planes, destruir las conquistas sociales y continuar flexibilizando las condiciones de trabajo, y constituyó su Estado Mayor para llevarlos adelante por decreto en este verano. De lo que se trata, entonces, es de oponerle nuestro propio plan, el de la resistencia y la lucha colectiva en las calles, lejos de toda ilusión institucionalista y de los “cantos de sirena” al “dialogo social” que solo sirven para hacer pasar las reformas antisociales. Tenemos que seguir por el camino de las movilizaciones que al día siguiente de la victoria de Macron reunieron a decenas de miles de personas para dejar en claro que no le va a ser tan fácil avanzar sobre nuestros derechos, y construir una herramienta política que nos permita oponer al proyecto neoliberal y liberticida de Macron una alternativa desde los intereses de los trabajadores y de todos los explotados, de medidas de urgencia social contra la grave crisis económica y social que sufrimos desde hace años, de ruptura profunda con este sistema capitalista y su lógica de explotación. Este fue el sentido de la campaña independiente de Philippe Poutou, candidato obrero y anticapitalista del Nuevo Partido Anticapitalista, cuyo eco y simpatía debemos continuar desarrollando durante las elecciones legislativas que vienen, haciendo oír en las mismas una voz independiente y al servicio de los de abajo.

Ale Vinet

SoB Francia

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