Donald Trump firmó esta semana una orden ejecutiva anulando las disposiciones gubernamentales de EEUU (de la era Obama) que se proponían controlar el cambio climático. De esta manera, Trump abre las compuertas para un crimen en masa contra la humanidad.

El cambio climático provocado por el hombre es un problema muy real y muy acuciante, sobre cuya existencia hay pleno consenso en la comunidad científica. Su potencialidad es verdaderamente catastrófica: en la medida en que vaya aumentando la temperatura promedio del planeta, zonas enteras se volverán inhabitables, subirá el nivel de los mares, el mundo se verá plagado por sequías, inundaciones y todo tipo de fenómenos climáticos devastadores[1].

Llegado cierto punto, es hasta dudosa la supervivencia de la especie humana. Pero inclusive en los niveles más bajos, implica necesariamente el desplazamiento de millones de personas de sus hogares, la destrucción de sus medios de vida, la dificultad o imposibilidad de acceder al alimento y hasta al agua en importantes regiones del planeta. Esto afecta de manera más intensa a las grandes masas de población rural de Asia y África, continentes que albergan el 80% de la humanidad. Es de esperar que, como subproducto de lo anterior, se desaten enormes oleadas migratorias, se multiplique la inestabilidad política, las guerras, el terrorismo, etc. Esto en pequeña o mediana escala ya está ocurriendo en la actualidad, y necesariamente va a agravarse por cada centígrado que aumente la temperatura global.

El elemento que produce la mayor contribución al calentamiento global es la utilización sistemática de combustibles de origen fósil (carbón, petróleo, gas). Esto es lo que viene liberando, desde hace 200 años, enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera produciendo el famoso efecto invernadero. Todos los científicos que estudian el tema coinciden en que, para poder frenar el cambio climático, es necesario disminuir radicalmente la utilización de combustibles fósiles. Esto requeriría una transición a otras formas de energía, algunas de las cuales ya se están utilizando en pequeña escala (como la energía solar), y otras que deberán ser descubiertas y desarrolladas para ser eficientes y económicamente accesibles.

Los gobiernos del mundo y las instituciones globales son parcialmente conscientes de este problema, y por eso vienen adoptando una serie de medidas que a través de incentivos y castigos se proponen facilitar esa transición. Medidas que en la mayoría de los casos están muy por detrás de las necesidades reales, siendo hasta meramente cosméticas. El problema de fondo es que, para estar a la altura de la realidad, es necesario tomar medidas mucho más radicales que afectarían necesariamente la ganancia capitalista: expropiaciones, trasformación de la matriz productiva, inversión masiva en desarrollo científico-técnico, etc. Medidas que, por su naturaleza, ningún gobierno capitalista quiere ni puede tomar.

Por eso lo que existe hasta el momento son medidas muy débiles, como los “Acuerdos de París[2] firmados entre los principales gobiernos del mundo. En Estados Unidos, Obama fue un impulsor de esos acuerdos e implementó algunas medidas políticas que iban en ese mismo sentido. Medidas que entre otras cosas ponían límites a la industria del carbón, al mismo tiempo que establecían un tímido financiamiento al desarrollo de tecnologías alternativas.

Pero el gobierno de Donald Trump considera que hasta eso “es demasiado”. Su política ambiental se orienta por la criminal afirmación de que “el cambio climático no existe” y que sería un invento de los chinos para restarle competitividad al resto del mundo al obligarlo a poner límites a su aparato industrial. Por eso Trump decidió declararle la guerra a toda medida, incluso las extremadamente tibias y superficiales, que apunte a controlar el cambio climático. Por el contrario, su gobierno está repleto de representantes de las grandes compañías petroleras, lo que lo convierte en un agente directo de los intereses capitalistas en el terreno de los combustibles fósiles[3].

En el número anterior de SoB explicamos cómo el presupuesto 2018 de Trump suprime completamente el financiamiento para este tipo de políticas[4]. Con el decreto firmado esta semana, se termina de dar por tierra con el asunto, adoptando como política de Estado el exterminio ambiental. Así, Trump se regodea de que va a “reactivar la industria del carbón” y supone que eso “haría a América grande otra vez”. Lo único que Trump va a hacer más grande es la miseria de millones de personas en todo el globo, poniendo en riesgo en el mediano-largo plazo hasta la supervivencia de la humanidad en su conjunto.

Nuevamente, es necesario derrotar al monstruo de Trump para que la humanidad pueda tener un futuro digno. El cambio climático es un desafío de tal magnitud que exige necesariamente una salida anticapitalista, donde los trabajadores y el pueblo en general tengan en sus manos los medios de producción. Sólo con la planificación socialista y democrática de la economía con una perspectiva ecológicamente sustentable se puede evitar que el mundo se deslice hacia una catástrofe ambiental, con consecuencias incalculables para toda nuestra especie (y para todas las demás).

[1] Ver por ejemplo el artículo “Los desastres del cambio climático provocado por el hombre”, Por Ale Kur, SoB n° 401, 13/10/16 (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=8754)

[2] Ver al respecto los siguientes artículos de SoB: “Finalizó la Cumbre del Cambio Climático”, Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, 17/12/15 (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=7039) y “El capitalismo neoliberal no puede hacer frente a esta amenaza apocalíptica”, Por Claudio Testa, Socialismo o Barbarie, 3/12/15 (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=6905).

[3] Ver por ejemplo el artículo “Estados Unidos – El gabinete Trump: todo el poder a las grandes petroleras”, Por Ale Kur, SoB 409, 15/12/16 (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=9032)

[4]Estados Unidos – Trump lanza una nueva oleada de ataques contra la clase trabajadora”, Por Ale Kur, SoB 418, 23/3/17 (http://www.socialismo-o-barbarie.org/?p=9437)

Ale Kur

 

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