Cuando escribimos esta nota, se cumplen 52 días de la toma de la planta por parte de los compañeros de AGR- Clarín. Sin lugar a dudas, la simple mención de los días nos hablan de la dureza particular de esta lucha: por un lado, el tándem Macri- Magnetto que intenta destruir la organización y las conquistas de los trabajadores para hacer de este conflicto un “caso testigo” de su plan de flexibilización laboral, baja de salarios, etc.; y por el otro, los compañeros que resisten esta embestida con una entereza y disposición a la lucha fenomenal.

Es justamente por los apremios de la dureza del conflicto, y por el tiempo trascurrido, que se hace necesario discutir en profundidad los próximos pasos: una política general que, a la vez que responsabilice al gobierno de Macri por los despidos y el ataque general a la clase trabajadora, se encadene a un conjunto de medidas que sirvan para quebrarle el espinazo a la patronal y la obligue a la reapertura de la planta con todos los compañeros adentro.

Una medida para quebrar a la patronal

 Como respuesta a los despidos, los compañeros tomaron una decisión trascendental: la ocupación de la planta. Esto constituye un bastión, un lugar desde donde hacerse fuerte, a la par que funciona como un centro organizador de las actividades y la solidaridad: allí mantenemos el acampe las organizaciones solidarias con la lucha, se acercan decenas de delegaciones a colaborar con el fondo de lucha, se llevan adelante actividades, etc.

Sin embargo, y partiendo de este piso fundamental, es dificil encontrar algún hilo de continuidad entre las acciones que se fueron realizando. Durante las primeras semanas, se llevaron adelante un conjunto de medidas que eran pasos necesarios en la experiencia de lucha: marchas al Ministerio de Trabajo, el corte en TN para intentar romper el cerco mediático (cosa que al día de hoy no se consiguió plenamente, y que las redes sociales no pueden suplir), culminando con el bloqueo a Zepita, que fue, a nuestro entender, la acción más exitosa, porque obligó a Clarín a dar cuenta del conflicto.

A partir de allí, las acciones fueron dispares, y en algunos casos, intrascendentes. Si bien se obtuvieron algunas conquistas parciales, ninguna logró obligar al gobierno a dar respuesta, o a Clarín a abrir un canal de dialogo. No desconocemos que las medidas de lucha deben subordinarse a una cantidad de variables que incluyen el clima político, el enemigo al que se enfrenta, la posibilidad de conquistar aliados, etc.; pero entendemos que se perdió el hilo conductor del conflicto: cuál es la medida más eficiente para golpear a Clarín y ponerlo de rodillas.

Desde el día cero, se caracterizó que estábamos frente a un conflicto largo: una “guerra de desgaste” contra uno de los monopolios más importantes del país, cuyo poder se extiende más allá de los estrictamente mediático. Si bien esto es así, siempre diferimos en la idea de que es posible derrotar a Clarín por simple desgaste. Por la cantidad de recursos de todo tipo que posee, porque sus planes hacen parte del conjunto de medidas que impulsa el gobierno de Macri, e incluso por una trayectoria anti-sindical que se cuenta por décadas, es imposible desconocer que está mejor pertrechado que los trabajadores para una batalla de este tipo. Bajo ningún punto de vista esto significa que sea invencible, sencillamente implica intentar visualizar cuales son los elementos de la realidad que nos permitan juntar fuerzas y puntos de apoyo, medir los tiempos, combinar la agitación con la acción, y de esta manera enfrentar mejor su ataque.

Justamente en estos días es que la coyuntura se dinamizó: cristalizó la bronca de amplios sectores por los ataques del gobierno generando un inmenso repudio tanto a éste como a la burocracia sindical traidora. Los compañeros han sido parte de las tres jornadas que conmovieron al país en los últimos días, y eso es muy importante, y los debemos utilizar como punto de partida para darle un nuevo impulso a la lucha.

El nuevo clima político le otorga un sostén fabuloso al conflicto de AGR-Clarín, si se pone en el centro la responsabilidad de Macri como garante de las condiciones políticas que permitieron los despidos de los compañeros, y de esa manera, empalmar efectivamente con los humores de la sociedad. Mientras se despliega este grito de guerra que ha sido tomado por millones en estos días, proponemos pasar a la ofensiva con una medida que afecte a la patronal y la obligue a hocicar: impedir la salida del diario, que podría convertirse en un hecho nacional. Esta medida (que fue muy exitosa en pleno verano, con el grueso de la población de vacaciones) tiene el valor de combinar, en un marzo que se presenta muy conflictivo, la ruptura cierta del cerco mediático con la afectación de la producción de la empresa.

Rechacemos las intentonas represivas pasando a la ofensiva

Al cierre de esta edición, los trabajadores de AGR-Clarín están denunciando una amenaza de desalojo. A través de un audio de whatssap, un individuo comenta que le encargaron reclutar a un grupo de barrabravas y lumpenes para “aguantar la bronca” dentro de la planta, en un operativo conjunto con la Gendarmería. Esto constituye un hecho gravisimo, y merece el más amplio repudio de todo el arco de organizaciones de derechos humanos, sindicales, políticas y sociales.

La utilización de patotas para amedrentar a los trabajadores en lucha no es un dato nuevo y cuenta con antecedentes en nuestro país, quizás el más grave de los últimos años, sea el asesinato de Mariano Ferreyra.

El primer intento represivo, durante el segundo día de toma, fue un fiasco. La Gendarmería fue rechazada, se generó una amplia solidaridad alrededor del conflicto y lo instaló definitivamente en la vanguardia de luchadores.

Seguramente, la dupla Macri-Magnetto intentaran medir mejor las circunstancias en caso de querer llevar adelante un nuevo apresto represivo: que el conflicto esté lo suficientemente aislado, que la toma y el acampe se encuentren debilitados y que la solidaridad que hasta ahora se ha mantenido disminuya sus lazos.

Pero esto también es un llamado de atención: es hora de pasar a una ofensiva enérgica, para frenar los planes de desalojo y represión, y para ganar el conflicto con todos los compañeros adentro.

Desde el Nuevo MAS seguiremos al pie del cañón con los compañeros, aportando a la lucha y al debate fraternal y democrático, para conseguir lo que todos queremos: que los trabajadores de AGR-Clarín triunfen.

Maxi Tasán

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