Por Patricia López


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Si toda la política papista de Patria Grande nos parece un escándalo, hay un aspecto en el que más que discutir diferencias hay que reclamar sinceramientos, y es con respecto a los derechos de las mujeres. Mala Junta, la agrupación de mujeres de Patria Grande, tuvo una notoria participación en la comisión organizadora del último ENM en Rosario, que se pronunció por el aborto legal y la aplicación de la Educación Sexual Integral, por los derechos de gays y lesbianas, etc. Forman parte de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y organizaron días pasados un “clasazo” en Parque Centenario por la aplicación de la ESI.

Sin embargo, el principal referente de su partido aparece en el Vaticano declarando ante el mundo que el Papa es lo más grande que hay y llamando a los movimientos sociales a ponerse bajo la dirección de Francisco.

Este Papa hace demagogia con los pobres, pero no hace ninguna demagogia con las mujeres, y vuelve una y otra vez a ratificar de hecho y de palabra la política misógina de la Iglesia.

Años de luchar en los Encuentros contra la burocracia clerical del PCR nos hicieron conocer de sobra a estas corrientes que se declaran a favor del aborto y del feminismo puertas adentro, y al mismo tiempo se subordinan a la autoridad del Vaticano y se dedican a lavarle la cara a la Iglesia con los pretextos más disparatados. ¿Eso es lo que tenemos que esperar de Mala Junta? Detrás de la archiburocrática maniobra de la “elección” de Chaco como sede del próximo ENM, o del monopolio del micrófono para ellas y las K que perpetraron en la marcha del 19/10, ¿hay sólo un método horrible, o también la política horrible de alejar al movimiento de mujeres de Buenos Aires para ayudar a la gobernabilidad que quiere Francisco?

Parece obviedad, pero hay que decirlo: frente al fervoroso apoyo de Itaí Hagman al Papa, las compañeras de Mala Junta tiene que expresar una posición clara: no es posible pelear por el aborto legal y la ESI bajo la dirección del Vaticano.

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