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Noticias de Macrilandia XXII –

La mancha venenosa de la corrupción – Empresarios: los que se quejan y los que festejan – Déficit, crecé, te perdonamos – Deuda, volvé, te perdonamos – Gobernadores permutan voto por piedra libre – Un ministro de Posmodernidad sin cartera

“Los empresarios enviaron el mensaje a la residencia de Olivos para que ceda en la revisión de la corrupción kirchnerista como eje de gestión. Las razones de ese pedido: las inversiones no llegan a países en los que no se sabe dónde terminan los escándalos al estilo del mani pulite [investigación contra la corrupción en Italia en los 90. MY], y también porque les preocupa que la corrupción termine salpicándolos como pasó en Brasil” (Ámbito Financiero, 29-8-16). No hace falta agregar nada: los lectores pueden sacar las conclusiones solitos, ¿no?

Bombos y platillos para el festejo de la UIA por el Día de la Industria, con la presencia del jefe de gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Producción, Francisco Cabrera. Lástima que los números no ayudan: la propia entidad informó de una caída interanual del 9,5% en junio, y el propio INDEC reconoce una caída del 7,9% en julio, la mayor caída desde 2002. Desde ya, las ramas más afectadas son precisamente las de bienes de capital y alto valor agregado: automotores, metalmecánica y siderurgia. Menos mal que ya pasó el Día de Trabajador de la Construcción, rama de actividad que cayó en julio un catastrófico 23%.

Ánimo, que no todas son pálidas y no a todos les va mal. Que lo diga si no Jorge Pérez, argentino radicado en Miami, amigote de Trump –como MM– y con una fortuna personal de 3.700 millones de dólares que se especializa en negocios inmobiliarios, “siempre apuntando a la clase más alta de la Argentina”, aclara. Está chocho con Macri, y no es para menos: vendió casi todos los departamentos de lujo que construyó en Puerto Madero, de 225 m2 promedio, a 8.500 dólares el m2. Les ahorramos la cuenta: son casi 2 millones de dólares por unidad. Según Pérez, muchos de sus clientes son argentinos que necesitan blanquear y que prefieren las propiedades –aunque sean casi más caras que en París o Londres–, inversión que ven más segura que los bonos. Si de algo saben los capitalistas argentinos es de cuidar el dinero que ganaron con el sudor de frentes ajenas.

Hablando de blanqueo, otros que se frotan las manos son los fondos comunes de inversión (FCI), que hoy administran 20.000 millones de dólares (3,5% del PBI), pero aspiran a acercarse a las cifras que mueven los FCI en Brasil o Chile, un 30% del PBI. Resulta que estos FCI, cuando son abiertos, ¡no pagan la multa del 10% del blanqueo! Qué lindo país éste, cuántas opciones que ofrece al sufrido empresario evasor para volver a la senda virtuosa, ¿no?

Tercer grupo de ganadores de la macrieconomía: los especuladores bursátiles. El índice Merval de la Bolsa de Buenos Aires toca niveles récord históricos, acompañando la tendencia de varias las bolsas de la región que dan altísimas ganancias en dólares. Vean si no: en los primeros siete meses de 2016 la Bolsa de Wall Street (que anda fenómeno desde los temblores de principios de año) dio un 6% de ganancia, y ni hablemos de Tokio, Frankfurt o Londres, todas en números negativos. La Bolsa porteña, en cambio, dio ganancias en dólares del orden del 17% en el mismo período. Menos que Santiago, Lima o San Pablo, pero más que suficiente para que a los operadores bursátiles temas como la inflación del 45%, la desocupación llegando a los dos dígitos y la caída de la industria les resulten un ruido muy, muy lejano…

A prudente distancia de las cámaras y los micrófonos de periodistas, en el gobierno admiten que el mayor problema estructural del “modelo” macrista es el déficit fiscal. Que a su vez, agregamos nosotros, dispara el crecimiento de la deuda, tema que aunque no vaya a estallar en lo inmediato va camino a convertirse, una vez más, en el gran condicionante de la economía argentina. Pero, volviendo al déficit, el asunto es que si se lo mide con el mismo rigor con que las consultoras privadas medían los números K, está ahora peor que con Cristina. En efecto, hoy rondaría el 8% del PBI, cuando el déficit K no superaba el 7%. Por lo pronto, el tope que pensaba autoimponerse el gobierno para el Presupuesto 2017, el 3,2% del PBI, va a tener que esperar, y más cuando el impulso a la economía, ante la mísera garúa de inversiones privadas, dependerá del gasto y la obra pública. Igual, contra lo que creen los archigarcas neoliberales que critican al gobierno por hacer un “ajuste blando”, la visión política la tienen los voceros del mundillo financiero externo: mientras los negocios sigan bien, se le puede perdonar a Macri que postergue el achique del déficit en aras del “populismo electoral”.

Justamente, debe ser por eso que el informe de uno de los grandes jugadores del mercado, Goldman Sachs, sobre el tema tarifas no se asusta mucho del fallo de la Corte: dice que “no altera significativamente la dinámica fiscal, que ya se venía deteriorando desde antes (…) como resultado de las numerosas reducciones de impuestos [las retenciones, ¿se acuerdan?], aumento de la transferencia de fondos a las provincias [bueno, si no tenemos votos en el Senado, hay que comprarlos, ¿vio?] y el ajuste de las pensiones”. ¿Y entonces? Bueno, financiamiento (o sea, deuda) para el agujero fiscal no va a faltar. Veamos cómo: si hacen falta dólares, el Tesoro emite Letras que el mercado local recibe muy gustoso (ya van 5.500 millones de dólares). Y si hacen falta pesos, los presta el BCRA (10.000 millones de dólares para este año). Claro que para evitar que la emisión de pesos genere inflación, el BCRA los absorbe con Lebacs, que no es otra cosa que emisión de deuda: los 614.000 millones de pesos en Letras deben pagar intereses por 160-170.000 millones de pesos… ¡el mismo monto con el que asiste al Tesoro!

Ya que mencionamos a las provincias, digamos que uno de sus “representantes”, el senador Miguel Pichetto (ex jefe de bloque del FpV, hoy peronista a secas a la espera de ofertas), coincidió con el “opositor” Sergio Massa en que van a respaldar el Presupuesto 2017 que presente Macri. Después de saludos a la bandera varios, Pichetto se concentró en lo que realmente importa a los gobernadores: “Nos preocupan los recursos de las provincias o la capacidad de endeudamiento de las provincias en el mercado de crédito internacional. Es importante que sea automática, que no requiera de autorizaciones”, dijo. Resumimos: los senadores que responden a los gobernadores no tendrán ningún problema en votar el indudablemente siniestro Presupuesto 2017, con tal de que esos gobernadores tengan vía libre para endeudarse, sin necesidad de “autorizaciones” del Estado nacional. ¿Se entiende? Yo te dejo reventar el país, siempre y cuando vos me dejes reventar mi provincia. ¡Y viva el federalismo!

Frase PROtuda de la semana: volvemos a un clásico del PRO, que en un reciente retiro espiritual de ese “partido” en San Juan nos regaló esta profunda formulación del marketing amarillo y globudo. Una verdadera síntesis del “pensamiento” político posmoderno:

“El ‘voto político’ no es más que un 6%. Más que comités, necesitamos manejar bien las redes sociales, porque la gente elige según los mensajes en Internet. Si un candidato dice un disparate sobre cómo pagar la deuda externa, tal vez no pierda votos, pero si el candidato adopta un perro, lo patea y sale en Facebook, pierde las elecciones” (Jaime Durán Barba, ideólogo, comunicador e inventor de Macri candidato. Exitoso, hay que decirlo).

M.Y.

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