El 22 de agosto se concluyó con la formalidad de la votación las negociaciones con que quedó constituida la CGT unificada, que nació a partir de un acuerdo entre los sectores de Hugo Moyano , Antonio Caló y Luis Barrionuevo . Los dirigentes históricos de la burocracia sindical en sus distintas vertientes dejaron el sillón de mando, aunque cada uno ubicó un sindicalista propio en el triunvirato. Ellos son Juan Carlos Schmid, central moyanista; Héctor Daer, por la oficial, y Carlos Acuña, por la barrionuevista Azul y Blanca.

Además de los tres cargos máximos se eligió al estatal de UPCN, Andrés Rodríguez como adjunto mientras que la secretaría gremial quedó para Pablo Moyano. El dirigente de la UOCRA, Gerardo Martínez, que sigue en su cargo de la secretaría de Relaciones Exteriores y Facundo Moyano se quedó con la de Cultura. El resto de los cargos se repartieron  equitativamente entre las tres vertientes. Es decir cada uno acomodó sus fichas, nadie abandono los sillones, nadie perdió posiciones.

Si bien algunos como el archi chupamedias de Macri el “Momo” Venegas, el Movimiento Acción Sindical Argentino (MASA) del taxista Omar Viviani, que agrupa entre otros al SMATA, al SUPE, UF, se retiraron etc., y que Palazzo de la Corriente Federal al negársele cargos de importancia pego el portazo con un discurso por izquierda exigiendo que el Congreso debe convocar a  un paro, de conjunto la CGT unificada quedó conformada con la mayoría de los gremios más importantes.

Nada para los trabajadores.

La reunificación de la CGT no se da en un periodo de tranquilidad, ni en  el famoso segundo semestre de crecimiento que prometía  Cambiemos, nada más alejado de la realidad. Agosto se presentó como un mes conflictivo, tras la inflación que no cesa, la caída del poder adquisitivo del salario, los más de 190000 despidos, cientos de reclamos por todo el país,  con la primer derrota de Macri con la tarifa de gas, el contundente paro docente del 24/08 por reapertura de paritarias, la marcha federal del 2 de septiembre que preanuncia ser una nueva movilización política en las calles contra el gobierno Nacional. Esta es la  realidad conflictiva es el marco que hay que tomar para entender la reunificación de la CGT,  verdaderos garantes de la gobernabilidad de Macri.

Si bien tuvieron un discurso duro de la realidad que viven los trabajadores, de los salarios, despidos, paritarias, para nada alentaron medidas.  Si había alguna duda se encargaron de confirmar para quien juegan: “Nos esperan momentos difíciles. Nos va a costar sostener a través de la democracia a este gobierno», rompió el hielo Barrionuevo. «No se trata de que nos impongan una medida de fuerza. Hay que hacer recapacitar al gobierno. Antes de cualquier medida, la CGT le presentará el gobierno un programa y se esperará una respuesta», dijo Daer.

Este doble discurso  se debe  a que prefieren situarse en una ubicación más cómoda, ni oficialista ni opositores, pero con el verso de que este gobierno asumió hace poco y con la crítica a los K siguen garantizando que  Macri lleve adelante sus planes. Por eso estuvieron ausentes con el veto de la ley antidespidos y también ante el reclamo popular contra el tarifazo. Es tan así, que el plan económico y el gobierno se sostienen por la ausencia del conjunto de los trabajadores en la calle y esa responsabilidad es de los dirigentes de la CGT.

Es decir, cumplen un doble rol de la estabilidad capitalista. Por un lado, mediador ante los reclamos obreros y cuidar sus intereses corporativos (por ejemplo el reparto del dinero de las obras sociales). Y por otro lado, fortalecerse en este periodo ante los probables desbordes de los trabajadores y la influencia de la izquierda en los organismos sindicales.

La burocracia sindical desempeña siempre el papel de garantizar la gobernabilidad entre los trabajadores, que la  pueden llevar adelante  hoy sin grandes problemas porque en la clase obrera existe aún una gran desorientación política con respecto al gobierno, y la unificación que llevaron adelante tiene también un carácter preventivo ante eventuales conflictos de magnitud.

Los trabajadores  no podemos esperar nada de esta CGT ya que su plan es garantizar que el gobierno aplique su plan aunque eventualmente lleve adelante algunas medidas. Es necesario sacarnos de encima esta loza que impide nuestra libre organización para luchar por nuestros derechos ante el redoblado ataque que sufrimos día a día. Es responsabilidad de la izquierda y los nuevos luchadores, delegados, comisiones internas y sindicatos antiburocráticos  organizar una alternativa a esta burocracia traidora.

Eduardo Mulhall

Dejanos tu comentario!