Socialismo o Barbarie, periódico Nº 207, 18/08/11

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2011, el año de las protestas y rebeliones, pone la actividad internacionalista en el tope de la agenda de la izquierda

¡Todo el apoyo a las rebeliones
en Chile, Gran Bretaña y España!

En la historia, hay años que además de número tienen nombre propio. 1789 es el año de la Revolución Francesa; 1917, el de la Revolución Rusa, 1929, el año que estalló la mayor crisis económica del siglo XX, la Gran Depresión; 1968, el año del Mayo Francés...

Ha transcurrido poco más de la mitad del año 2011 y pienso que ya tiene ganado un nombre propio. Va ser recordado posiblemente como el año de las protestas y rebeliones en multitud de países.

Un periódico madrileño del domingo pasado, con el título “Adivine el país”, planteaba el siguiente test a sus lectores:

“Hoy comenzamos con un test. Seleccione el país de donde proviene la siguiente noticia: «En las últimas semanas, calles y plazas han sido tomadas por miles de personas que protestan contra el gobierno y por la situación del país. En algunos lugares, las manifestaciones se han tornado violentas.» Las opciones son: Azerbaiyán, Chile, China, España, Filipinas, Gran Bretaña, Grecia, Indonesia, Israel, Portugal, Rusia, Tailandia. La respuesta es fácil: en todos. Y la lista podría, por supuesto, incluir a Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Libia, Siria, Túnez o Yemen.” (Moisés Naím, “Test: ¡Adivine el país!”, diario El País, 14/08/11)

En la década pasada, ocurrieron eventos como el “Argentinazo” del 2001, la movilización popular en Venezuela que derrotó a los golpistas en abril del 2002 o el “Octubre Boliviano” del 2003. Fueron acontecimientos de gran importancia y trascendencia internacional; pero al mismo tiempo, excepcionales a nivel mundial. Además, se producían sólo en América Latina, y casi todos en Sudamérica.

Evidentemente, estamos en una situación mundial muy distinta. Lo que era “excepcional” y “sudamericano” hoy sucede en el resto del mundo... y ya casi como regla no como “excepción”.

El principal motivo de esta epidemia es obvio. Sólo el cinismo de gobiernos como el de Cameron en Gran Bretaña, pueden fingir miopía acerca de eso. La crisis económica mundial se está convirtiendo en crisis social y política. Era algo inevitable, cuando los gobiernos de los países más afectados han optado por salir del paso reventando a la clase trabajadora y a los sectores populares.

Y esto tiene un agravante. Este agitado 2011 también podría ser bautizado como el “año de la recaída de la crisis mundial”. Efectivamente, la crisis que después de un largo prólogo estalló en el 2008, se proclamó que estaba solucionada o, por lo menos, en vías de curación. Ahora ya se admite la recaída... que además podría ser más grave que el primer episodio. Entonces, hay una suma explosiva: el año de las protestas y rebeliones + el año de recaída de la crisis económica.

Por supuesto, estas rebeliones presentan una amplia diversidad de formas y alcances políticos y sociales, aunque tienen en común protagonismo de la juventud castigada por la crisis. Varias de esa rebeliones –como la de Egipto– ya han producido cambios revolucionarios en el régimen político, aunque ninguna ha llegado a ser (todavía) una revolución social. Otras han tenido hasta ahora alcances diferentes y más limitados.

Pero, todos estos procesos tienen en común ser, por abajo, la expresión de un descontento cada vez mayor, y por arriba, la de crisis políticas en que las clases dominantes y sus gobiernos no solucionan gran cosa. Por eso, la tendencia resulta ser cada vez más inquietante para el “orden (capitalista) mundial”.

Pero, todos estos procesos tienen en común ser, por abajo, la expresión de un descontento cada vez mayor, y por arriba, la de crisis políticas en que las clases dominantes y sus gobiernos no solucionan gran cosa. Por eso, la tendencia resulta ser cada vez más inquietante para el “orden (capitalista) mundial”.

En condiciones de rebelión mundial, las tareas de la solidaridad con los indignados en España, la juventud que se levanta en Gran Bretaña, los estudiantes del hermano país trasandino, pasa a ser una tarea cotidiana de la militancia de la izquierda en cada país.

Una nueva situación mundial se está abriendo, un nuevo escalón está colocado para la actividad internacionalista como quizás no ha estado planteado desde la época del Mayo Francés.


Después del circo mediático de la “boda del siglo”...

Estallido social en Gran Bretaña

El jueves 4 de agosto, hubo un incidente rutinario en el barrio londinense de Tottenham. La policía asesinó a tiros a Mark Duggan, joven negro de 29 años que estaba en vísperas de casarse con la madre de sus tres hijos.

Como luego se comprobó, la policía había mentido acerca de que Duggan era un delincuente armado que les había disparado. Fue un caso más de salvajismo policial, que es norma en los barrios pobres contra los jóvenes, especialmente si son de origen afrocaribeño, indio o paquistaní.

Los familiares y amigos de Duggan fueron a reclamar y pedir explicaciones. La policía se negó a darlas. El sábado 6, hicieron una pacífica marcha y vigilia ante la comisaría de Tottenham. La respuesta de la policía fue detener, en un callejón cercano, a una joven de 16 años que había participado en la protesta, y darle una paliza feroz.

Esa gota rebalsó el vaso y Tottenham estalló. Miles de vecinos, especialmente los jóvenes, salieron a la calle, arrasando con lo que encontraban. Durante varios días, el estallido se fue extendiendo, primero por los barrios pobres de Londres y luego por gran parte de las ciudades de Inglaterra.

Estos hechos son los que pintan la verdadera situación social de Gran Bretaña, y no el reciente circo de la “boda del siglo”... en medio de la miseria generalizada...

No fue “más de lo mismo”

Estos estallidos tienen antecedentes en Gran Bretaña. En 1981, 1985 y 1995 hubo disturbios que se iniciaron en barrios pobres de Londres y después se fueron propagando.

Sin embargo, ahora no fue “más de lo mismo”, y no sólo por su extensión sin precedentes sino también por otros rasgos importantes.

En primer lugar, no fueron “disturbios raciales” ni de “inmigrantes”. Aunque el detonante fue el asesinato policial-racista de un joven negro, el estallido involucró a gente de todos los colores pero mayormente de ciudadanía británica.

Durante la primera noche en Tottenham, la prensa informaba que “varios cientos de personas tomaron las calles, reflejando a la población local, de todas las edades, tanto negros como blancos y asiáticos, así como también muchos judíos [ortodoxos]”.[1]

Por su parte, Walter Oppenheimer, corresponsal en Londres de El País de Madrid (10/08/11) pintaba así la cosa: “La protesta tiene ahora más tintes de espontaneidad que en el pasado, a pesar de que se canalice en parte a través de los nuevos sistemas de comunicación. Y no tiene fronteras: ni geográficas, ni comunitarias, ni raciales. Afrocaribeños, paquistaníes y blancos ingleses de toda la vida comparten indignación, palos y cócteles molotov...”

Otro detalle no menos importante: no todos son jóvenes “irresponsables”: “Los residentes de una urbanización en Londres –informa un periodista de Reuters– se rieron cuando la policía pidió por televisión a los padres que llamaran a sus hijos y ayudaran a controlar a los jóvenes que saquearon y quemaron los alrededores de la ciudad. No sólo algunos de esos padres estaban en los disturbios, sino que muchos de los que participaban no eran los delincuentes juveniles encapuchados a los que han culpado de las peores revueltas que ha visto el Reino Unido en décadas...”[2]

La policía inglesa no es como en las películas

Esta “indignación” ampliamente compartida tuvo como generador inmediato la brutalidad policial que había asesinado a Mark Duggan.

La policía británica de carne y hueso tiene poco que ver con la que aparece en las en las series del inspector Morse; una policía compuesta por gentlemen que además no portan armas de fuego. En verdad, es tan brutal y corrupta como cualquiera de América Latina. Su única diferencia es que trabaja con tarifas mayores.

Justamente, en los días previos al estallido de Tottenham, el escándalo político-periodístico de la cadena Murdoch, que envolvió al actual primer ministro conservador David Cameron, había destapado también la nauseabunda cloaca de Scotland Yard. Los principales jefes policiales se habían visto obligados a dimitir y Scotland Yard estaba acéfala al momento del estallido.

Por supuesto, esta crisis política en las alturas, en la que está comprometida tanto el gobierno como la policía, no fue la causa del estallido. Sin embargo, dio el tono al clima político, quitando legitimidad al gobierno y a las fuerzas represivas.

¿Qué dicen los protagonistas?

Según Cameron, los saqueadores son “thugs”, matones bestiales y “nauseabundos” (sickenings) que impulsados por su maldad y codicia, se lanzaron al incendio y al saqueo.[3] Simultáneamente, el primer ministro niega que sus planes de ajuste, que están llevando al colmo el desempleo, la pobreza y la desigualdad, tengan algo que ver en esto.

Pero sus mentiras son tan evidentes, que hasta en misma prensa patronal que condena enfáticamente los disturbios, se cuela la verdad. Veamos algunas citas y testimonios, entre muchos:

“«No eran los típicos gamberros (pandilleros) ahí fuera. Era gente trabajadora, gente enfadada. Han recortado todos los beneficios... Simplemente todo el mundo usó esto como una oportunidad para desahogarse», dijo un vecino, refiriéndose a las medidas de austeridad de David Cameron, que los pobres afirman que les han golpeado con más fuerza. [...] En una urbanización vecina, Jackie, de 39 años dijo estar disgustada con el retrato de los disturbios en los medios como violencia juvenil descerebrada: «Esto no fueron chicos. Eran jóvenes y adultos juntos contra la porquería que ha estado pasando desde la Coalición», dijo refiriéndose al actual gobierno de mayoría conservadora, que ha hecho grandes recortes de los programas sociales.”[4]

“Lo que alimenta la furia juvenil –advierte otro cronista– es la convicción de que las cosas no solo están mal, sino que todo estará peor porque la biblioteca de la esquina va a cerrar, el centro social va a ofrecer menos servicios, las ayudas a la vivienda se van a ver reducidas. Y con la paradoja añadida de que todo eso se va a perder porque ha habido que ayudar a los bancos.”[5]

• “La crisis financiera despoja de oportunidades a una generación de jóvenes de todo el mundo que no podrán satisfacer sus aspiraciones, quizás hasta el punto de abandonar cualquier esperanza en el futuro.

“Para los jóvenes del mundo desarrollado, la crisis implica que, casi invariablemente, tendrán que aceptar primeros empleos peor pagos y más escasos, ya sean profesionales recién graduados u obreros de fábricas. Los beneficios y subsidios educativos también están siendo recortados...

“No importa si ese desencanto alimenta protestas políticas o saqueos: lo cierto es que la destrucción y el fuego en Londres sugieren que tanto la política como las protestas van a volverse más cruentas en los próximos años.

“«Es muy triste de ver. Pero los jóvenes no consiguen trabajo, no tienen un futuro, y con el ajuste va a ser peor», nos dijo Adrian Anthony Burns, un electricista de 39 años de Hackney. «Estos chicos son de otra generación que la nuestra y nada les importa. Ya van a ver: esto recién empieza».”[6]

• Por último, opina un joven de Tottenham que participó en los saqueos: “Bobby tiene 24 años. Es negro, abandonó los estudios universitarios por su situación económica y los aumentos de aranceles dispuesto por Cameron, y reside en el barrio londinense de Tottenham. «Este pillaje –dice Bobby– no es fruto de un conflicto racial. En Enfield [otro barrio de la capital británica], la gran mayoría de los saqueadores son blancos», explica. [...] «Hace 30 años estalló un conflicto que fue racial. Ahora es diferente. La gente tiene más información y sabe que la gran corrupción es la de Rupert Murdoch [el magnate de la prensa] o la del sistema financiero y los bancos. Y también sabe que se ha salvado a los bancos con el dinero público. Esto es simplemente robar a los pobres para dárselo a los ricos», concluye Bobby.”[7]

La necesidad de un alternativa política independiente

Lo sucedido en Gran Bretaña es una expresión diferente del mismo proceso mundial que ha ido generando desde las rebeliones del Medio Oriente hasta los “indignados” del Estado español.

Pero, en este caso, es aun más angustiosa la necesidad de una alternativa política independiente que encauce la energía que expresa este estallido social, hacia el combate consciente contra el gobierno y el capitalismo.

En la medida que esto se vaya logrando –que la justificada rabia de los jóvenes británicos se organice conscientemente para luchar contra el sistema capitalista y el régimen político que lo sostiene– en el Reino Unido se abrirá una nueva página de la historia.

Una página que seguramente revivirá tradiciones muy diferentes de la repugnante “boda del siglo”. Por ejemplo, las buenas tradiciones de la revolución que en 1649 –otro año también memorable– le cortó la cabeza al rey.

Claudio Testa


Notas:

1.- Citado por davidkarvala.blogspot.com, 10/08/11.

2.- "No son gamberros sino trabajadores, gente enfadada por los recortes sociales", por Mohammed Abbas, desde Londres, Agencia Reuters, 10/08/11.

3.- “London riots: David Cameron talks tough on rioting «thugs»”, The Economic Times, August 9, 2011.

4.- “No son gamberros..”, cit.

5.- “Explosión social en el Reino Unido: muchos conflictos en uno solo”, por Walter Oppenheimer, corresponsal en Londres, El País, 10/08/11.

6.- “La ira de una generación sin esperanzas”, por Peter Apps, Agencia Reuters, 10/08/11.

7.- “Protagonistas de los disturbios: «No nos escuchan, sólo nos reprimen»”, por Juan Miguel Muñoz, enviado especial a Londres, El País, 11/08/11.


Los vientos que soplan en Medio Oriente y Europa
hacen surgir un movimiento inédito

Los “indignados” en Israel

Con toda razón, el Estado de Israel es considerado uno de los páises más reaccionarios del mundo. Por eso, el estallido de un movimiento masivo de jóvenes “indignados”, que toma los ejemplos de las rebeliones de Medio Oriente y de la juventud de Estado español es doblemente notable.

Como el estallido de Tottemham y los barrios ingleses, todo comenzó con un incidente que en condiciones “normales” habría pasado desapercibido. En este caso no fue un crimen policial sino un hecho menor aun. ¡Pero esta visto que la situación del mundo ha dejado de ser “normal”! ¡En mucho países, el aire está cargado de electricidad!

Todo comenzó cuando la joven Dafi Leef, de 25 años, se quedó sin vivienda, y decidió iniciar una protesta. Por internet logró convocar en su apoyo a más de un centenar de jóvenes y se instaló vivir en un carpa en centro de Tel Aviv.

Semanas después, este movimiento ha generado las movilizaciones populares más grandes de la historia de Israel, en la que participan ciudadanos judíos pero también palestinos. Las protestas del sábado pasado en Tel Aviv y otras once ciudades reunieron a 700.000 personas. Un corresponsal describe así la última movilización y los reclamos de este movimiento que se ha dado el nombre de “Justicia Social”:

“«Queremos justicia social», era una de las consignas coreadas en esta ciudad [Tel Aviv]. «De la socialdemocracia al capitalismo salvaje», decía otra sostenida por jóvenes estudiantes y profesionales, los más golpeados por la crisis.

“Hasta ahora la mayoría de los «indignados» fueron universitarios y técnicos de clase media que, por ejemplo, no pueden adquirir una vivienda porque los precios se dispararon. Por eso, ayer, el objetivo de los organizadores fue diversificar el movimiento y movilizar a los sectores más desfavorecidos de la población, para no aparecer como una «protesta burguesa».[1]

El detonante inmediato del movimiento ha sido efectivamente el problema de la vivienda. Sólo los más ricos están en condiciones de comprar y/o alquilar algo. Los precios son astronómicos. Un modesto apartamento es más caro en Tell Aviv que una mansión en barrios de lujo de París o Nueva York.

Pero lo de la vivienda es sólo el punto más sensible de una polarización social escandalosa que se ha hecho más brutal con la crisis. ¡El 30% de la riqueza nacional está en manos de una oligarquía de 10 familias![2]

Naturalmente, las consecuencias de esta polarización social se agravan con la crisis. Mientras los precios suben, los salarios bajan o están congelados y el desempleo se extiende (aunque no todavía en la medida de EEUU o Europa). Por eso, los reclamos se han propagado desde la cuestión de la vivienda a los precios de los alimentos, la salud y la educación. El estallido de los “indignados” estuvo además precedido por huelgas de médicos y otros sectores de trabajadores, algo que tampoco es común en Israel.

Todo esto ha generado una inesperada crisis política al gobierno de ultraderecha encabezado por Netanyahu. La amplitud del movimiento, que cuenta con el apoyo masivo de la juventud y de amplios sectores de la población, le impide contestar a palos los reclamos. Entonces, ha puesto en marcha las clásicas tácticas dilatorias de todos los gobiernos: nombramiento de funcionarios y creación de comisiones para “estudiar” y “analizar” los problemas y “dialogar” con los manifestantes... Pero ya ha advertido: "Escucharemos a todos, pero no podremos satisfacer a todos".[3]

Netanyahu espera que con el tiempo la gente se canse y el movimiento se enfríe... Pero esto puede ser un boomerang de resultados opuestos: que el descontento y la furia crezcan por falta de sosluciones, y el movimiento se radicalice...

“Un pueblo no puede ser libre al mismo tiempo que continúa
oprimiendo otras naciones”

Este concepto de Engels,[4] resume la encrucijada en que están los “indignados” de Israel y su movimiento de “Justicia Social”. ¡En esa situación, no se puede ser libre... ni mucho menos lograr “justicia social”!

Es que el Estado de Israel es un enclave colonial, constituido mediante el desplazamiento y “limpieza étnica” de la población palestina, con un régimen político de apartheid racista similar al que imperó en Sudáfrica hasta los ‘90. Íntimamente ligado a Estados Unidos desde la década de 1960 –al punto que se lo ha definido como el “estado Nº 51 de EEUU”–, Israel ha operado como el matón del imperialismo yanqui en Medio Oriente.

Las injusticias sociales de las que con toda razón se quejan los “indignados” de Israel, son el inevitable subproducto de esto.

Es verdad que, inicialmente, en Israel se cultivó un discurso “igualitario” y hasta (supuestamente) “socialista”. Pero esa fue la demagogia necesaria para satisfacer a las masas desesperadas de inmigrantes, en gran parte sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, y que venían además con una tradición ideológica de izquierda.

Pero en la medida en que se fue avanzado en esa operación colonial, las ideologías se adecuaron a la realidad. Y también desaparecieron las concesiones al “igualitarismo”. Momentos fundamentales en ese curso fueron la ocupación militar del resto de Palestina en 1967 y el vuelco al neoliberalismo salvaje y las privatizaciones que con Menachem Beguin se insinúa incluso antes que con Reagan en EEUU.

Las protestas sociales han sido acalladas durante décadas por la misma situación colonial de Israel: el chantaje de la “unidad nacional” para el enfrentamiento con los palestinos y demás pueblos árabes, ha permitido un crecimiento de la desigualdad a escala “tercermundista”, donde un puñado de familias y corporaciones son los dueños de Israel.

Estas desigualdades son el resultado concreto y directo del carácter del Estado de Israel como enclave colonial opresor de los palestinos, enfrentado a los pueblos árabes y sucursal de EEUU en Medio Oriente. Así, el 20% del presupuesto se esfuma en gastos militares. Otra parte substancial va a los colonos de Cisjordania, que son apenas el 4% de la población. A ellos sí se les construyen viviendas, que se les niegan a los que no quieren intervenir directamente en esa operación de “limpieza étnica”. Otras sumas millonarias, se dedican a subvencionar a los sectores religiosos ultra-ortodoxos, que en su mayoría no trabajan ni pagan impuestos, pero que son imprescindibles para sostener el clima de odio, fanatismo y oscurantismo que caracteriza las empresas coloniales.

Para hacer frente a todo esto, el común de la población paga tasas de impuestos fenomenales, que fuguran entre las más altas del mundo.

Como decíamos, el chantaje del enfrentamiento a los árabes logró mantener esto taponado durante largo tiempo. Ahora aparecen las lógicas fracturas sociales. Por un lado, esto se debe la crisis. También, por otro lado, la influencia de la “Primavera Árabe” se ha manifestado expresamente en la eclosión de “Justicia Social”. A esto se suma que el “Gran Hermano” de Washington, que antes daba el ejemplo y marcaba el rumbo, está de capa caída.

Pero el gran movimiento Justicia Social se enfrenta objetivamente a la exigencia de definiciones programáticas. Cuestiona al “neoliberalismo” en general, a los gastos militares y en apoyo a los colonos de Cisjordania, a los religiosos, etc., etc., y en el movimiento además participan palestinos con ciudadanía israelí. Pero hasta ahora no se menciona a la “madre del borrego”: el carácter mismo de Israel y de su empresa colonial.

Como han dicho, demasiado tímidamente, algunos de sus participantes de “izquierda”, ahora hay que “definir el significado de Justicia Social”.[4]

Este hecho ha motivado que algunos –en Europa y en otras latitudes– asuman una posición sectaria y ultimatista frente al movimiento de “indignados” de Israel. Lo desestiman desde el inicio.

Opinamos que esto es muy equivocado. La mera aparición de este movimiento expresa, y su vez dinamiza, una grieta político-social sin precedentes en ese bloque sobre el que se ha apoyado durante décadas la colonización de Palestina. Esto ya es inmensamente progresivo. Ha comenzado un “deshielo” en una sociedad y en un estado que están entre los mas reaccionarios del planeta.

Claudio Testa


Notas:

1.- “Los «indignados» de Israel reclaman más justicia social”, por Shlomo Slutzky, desde Tel Aviv, Clarín, 13/08/11.

2.- “Una queja nacional que expresa la crisis del estado de bienestar”, por Shlomo Slutzky, desde Tel Aviv, Clarín, 13/08/11.

3.- Frederick Engels, “On Poland”, Deutsche-Brüsseler-Zeitung, December 9, 1847, en Marx-Engels Internet Archive.

4.- “Ahora los manifestantes israelíes deben definir el significado de Justicia Social”, por Mikaela Levin, Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén, 08/08/11.

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