Socialismo o Barbarie, periódico Nº 203, 09/06/11

Artículos anteriores

 en el país 

 movimiento obrero 

 ya basta! 

 las rojas 

 por el mundo 

 

 

 

 

 

 

 

 

El turbio manejo de los fondos de la fundación “Sueños compartidos” de las Madres de Plaza de Mayo

El escándalo de Schoklender y Hebe de
Bonafini que salpica al gobierno K

Por Ana Vázquez y Sergio Revelli

El desbarranque de Hebe de Bonafini

Crónica de la pérdida de
la independencia política

Por Ana Vázquez

El prestigio de las Madres arranca desde la dictadura no sólo por plantarse frente a la Casa Rosada en el año 1977. Es también porque surgieron como una organización independiente y a la izquierda de los aparatos tradicionales que dirigían los organismos de derechos humanos. En éstos se organizaban los figurones de los partidos patronales como Alfonsín, el Partido Comunista que apoyaba a los generales “democráticos” de la dictadura y sectores de la Iglesia “no oficial”. Por el contrario, las Madres levantaron consignas –como la de “Aparición con vida”– que se oponían a su política conciliadora y apostaron a la movilización en la calle.

Sin embargo, no superaron lo que sería su particular sectarismo, negándose a pelear por la unidad de acción con otros nucleamientos, partiendo de no levantar otras consignas democráticas que no fueran las referidas a los desaparecidos. Por ejemplo, no reclamaban la libertad de los presos políticos.

Pero lo más equivocado era que no trataban de unirse, aunque fuese difícil en una primera etapa, a los trabajadores y el pueblo, y sus luchas. No tuvieron una política para ligarse a los compañeros de trabajo y estudio de los miles de desaparecidos.

Sólo cuando la presión del movimiento obrero empezó a tallar, vía la resistencia obrera, las Madres tuvieron que ser algo más unitarias.

Con la caída de la dictadura, se opusieron correctamente a la CONADEP, que fue el gran “dulce” del gobierno de Alfonsín. Posteriormente se distanciaron de las Abuelas y se dividieron de las Madres - Línea Fundadora, encabezadas por Nora Cortiñas, por el tema de la indemnización que otorgaban a los familiares de las víctimas.

Siempre aparecieron más a la izquierda, pero también relativamente elitistas y alejadas del movimiento obrero, con un discurso ultracombativo pero al margen de las luchas concretas de los trabajadores. Uno de los peores ejemplos fue cuando aplaudieron el ataque a las Torres Gemelas en EEUU, sin comprender que esta acción terrorista sólo iba a beneficiar al imperialismo yanqui.

Sin embargo, más allá de las críticas que pueda merecer ese perfil, conservaron su independencia frente a los gobiernos y estado, hasta la llegada del gobierno K. Aquí comienza el desastre, al ser cooptadas por el kirchnerismo y transformarse prácticamente en una rama del aparato del Estado.

En una coyuntura electoral donde el gobierno quiere aguas calmas de cara a octubre, le explotó debajo de la mesa un escándalo público como hace tiempo no saltaba a la luz,  el cual taparlo a cualquier precio es una de las primeras misiones de todo el kirchnerismo. Schoklender, Hebe de Bonafini y los manejos de los fondos para hacer viviendas por parte del gobierno nacional a la fundación de las Madres de Plaza de Mayo “Sueños Compartidos”  quedaron en el centro de la tormenta. Las denuncias públicas sobre el nivel de crecimiento del patrimonio de las empresas ligadas a Shoklender y sus bienes son elocuentes: desde una Ferrari hasta un yate… en menos de 20 (¿) años y tras salir de la cárcel rascando el fondo de la lata. El escándalo saltó en el momento menos propicio para el gobierno, que intenta instalar al “progre” Filmus en la Capital.

A Sergio Schoklender, hijo pródigo de Hebe Bonafini que ahora es señalado por todo el arco K como único responsable de todo, no le alcanzaron los medios para explicar que él era solo un empleado y que su fortuna “la hizo trabajando”.

Pero aunque quieran tapar el sol con las manos poniendo a los hermanos Schoklender y a un grupo pequeño que lo acompañaba como corruptos sin escrúpulos y al resto de los miembros de la fundación como desentendidos de la cuestión, el principal problema que cruza a Hebe y la dirección política de las Madres de Plaza de Mayo es que han vendido su independencia política al gobierno K, para transformarse prácticamente en una oficina de administración pública donde circulan millones de pesos y se cocinan jugosos negocios inmobiliarios.

El mecanismo de cooptación kirchnerista más eficaz es la billetera

Apenas asumido el mandato de Néstor Kirchner empezó un proceso de cooptación de distintos sectores de la vanguardia luchadora y del movimiento de masas. En primer lugar, las que más le molestaban en el 2002: los movimientos de desocupados. La política fue dar planes sociales y fondos a los movimientos afines (Movimiento Evita, Libres del Sur —en aquellas épocas eran rabiosos kirchneristas, hoy “sojerosolanistas”— y un largo etc.) y buscar reventar a los independientes y opositores. Pero no se quedaron ahí, sino que tuvieron como estrategia  cooptar a dirigentes de distintos movimientos de lucha. En este sentido, también avanzaron, por ejemplo, hacia las organizaciones del movimiento de mujeres, y mientras organizaciones del movimiento como Las Rojas se mantenían luchando por el derecho al aborto y contra el gobierno que lo niega, muchas ex luchadoras independientes vendieron su independencia por un puesto en el INADI. También lo hicieron con algunos dirigentes sindicales que se mantenían independientes: con la CTA de Yasky sucumbieron a las tentaciones de la burocracia dirigentes como Beto Pianelli.

Con estos casos vemos distintos ejemplos de la cooptación, pero la de los organismos de DDHH como las Madres de Plaza de Mayo es otra historia, porque distinta es su historia. Por el contexto político en el que surgieron (el año de más represión de la dictadura), porque sus acciones democráticas tuvieron impacto y confluyeron con la lucha obrera y popular para tirar abajo al gobierno militar. Y además, porque (a pesar de políticas erradas y divisiones) se mantuvieron independientes bajo los distintos gobiernos democráticos en la lucha por el juicio y castigo a los genocidas… Hasta el gobierno de Néstor K. Éste arrebató sus banderas y las soldó con el accionar institucional del gobierno. Fue ahí cuando entregaron su independencia política, para terminar transformándose en un Ministerio más (que ni siquiera es de derechos humanos), sino que en los últimos tiempos podríamos ubicarlas en el ámbito del Ministerio de Planificación o Vivienda. Porque del  “apoyo” al gobierno a participar de los negociados capitalistas en la construcción de viviendas, cuando está de por medio la cooptación de la “billetera”, hay un camino de ida.

Lo intragable del caso para cualquier luchador honesto es que el símbolo histórico de la lucha contra la dictadura a nivel nacional y mundial arrebatado por los K esté metido en el asunto.

De los derechos humanos ya no mencionan una palabra

En forma cada vez más desembozada, Hebe demostró su ligazón con los K en el terreno de los negocios bajo el paraguas de las cooperativas de trabajo “para construir viviendas para los más pobres”. El broche de oro de esta escalada cada vez más fuerte hacia el aspecto comercial de la gestión del organismo, abandonando incluso la actuación en los juicios contra represores, fue el acto en el Mercado Central el último 24 de marzo. Hace menos de tres meses, desde estas páginas señalábamos su total desbarranque y capitulación cuando declaró que “hoy nos importa más que un niño sea feliz que meter preso a un milico”, y agregábamos que con su dicho de “meter presos a los milicos es tarea de los abogados”, el acto de Bonafini no era otra cosa que “la clausura oficial de Madres como organismo de lucha contra los crímenes del Estado, y su inauguración plena como empresa constructora de casas de telgopor y organización de propaganda electoral oficialista, sin molestos aditamentos como ‘meter presos a los milicos’, tarea de la que de ahora en más se ocuparán ‘los abogados’” (ver SoB 198-1/4/11).

Los efectos del giro hacia los negocios inmobiliarios de este organismo de derechos humanos se empezaron a sentir fuertemente con la renuncia traumática de Schoklender al frente de la Fundación, que puso al desnudo las cifras millonarias de los negociados. Negociados que no sólo incluyeron manejos turbios de la plata del Estado, sino que lucraron con el sudor y el salario de los obreros de la construcción empleados en los emprendimientos y con las viviendas de telgopor de los trabajadores que tenían acceso a ellas.

Los únicos eternos son los laureles

La lucha de clases, los procesos políticos y el accionar programado, insistente y tenaz de la burguesía y sus gobiernos acorralan a las organizaciones y dirigentes independientes para convertirlos en apéndices de su política.

A veces los fractura, otras no lo logra y otras compra hasta a los más “pintados”.

Las organizaciones de lucha (también agudamente los partidos o movimientos revolucionarios), sean obreras o democráticas, sufren esas terribles presiones de la burguesía y las burocracias. Cuando sucumben y pierden su independencia, se transforman, cambian el objetivo por el que se han constituido. Como mantienen el nombre y su “chapa” histórica, confunden a los que las siguieron y respetaron. Actúan en contra del avance de su conciencia. Ayudan a afirmarla o desviarla hacia la confianza en la burguesía y sus instituciones.

En el caso de las Madres, la vanguardia más activa ya hizo su experiencia frente a su degeneración precipitada. Pero para amplios sectores de masas siguen siendo las Madres luchadoras, más como símbolo que como realidad presente. Tal es así que, frente a esta situación, ni los más reaccionarios ponen en duda su “honestidad”.

Por este viraje y nueva ubicación se transformaron en el principal eslabón para aplicar la política central de derechos humanos del gobierno. Poner presos a algunos centenares de genocidas (204 según registros de la unidad fiscal de la Procuración General de la Nación publicados en Clarín del 14/4/11), pero relegitimando a la principal institución represiva y resguardo del régimen: las FF.AA.

En el acto que encabezó el jueves pasado en Plaza de Mayo Hebe de Bonafini, Julio Piumato, secretario de derechos humanos de la CGT, dijo que las Madres “necesitan saber que no están solas”. ¡Vaya trágica paradoja! En 1981, en la primera marcha multitudinaria contra la represión en la dictadura, el órgano del PST (Partido Socialista de los Trabajadores) titulaba en una nota al respecto: “No estuvieron solas”. Sus acompañantes eran en ese momento luchadores obreros, estudiantiles, democráticos y de izquierda. Los que ahora no sólo son ninguneados, sino que atacados de manera directa, tanto por los K como sus acólitos.

Sus nuevos acompañantes intentan levantar una Muralla China alrededor de las Madres y por consiguiente, alrededor del gobierno, para que el escándalo no las salpique. Pero la corrupción está unida como la sombra al cuerpo a la obtención de la ganancia capitalista, sea de empresarios privados, del Estado o de una ONG samaritana, aunque su devenir sea de un movimiento heroico.