Socialismo o Barbarie, periódico Nº 200, 28/04/11

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Las trampas de la democracia patronal K, las internas
de agosto y la campaña de la izquierda

El gobierno se encamina a cerrar
los grifos de la representación

Por José Luis Rojo

Uno de los principales interrogantes de la coyuntura es para qué servirán las internas del 14 de agosto. Si las principales candidaturas de cada partido o espacio se terminarán definiendo antes, cuando hay más candidatos que se bajan que los que se suben a la presidencial, ¿qué es lo que se saldará en las internas? ¿Cuál será su verdadero contenido?

En este terreno se ha operado un cambio completo de escenario. El plan inicial de los K era obligar a todo el mundo a ir por dentro de los partidos para evitar la fragmentación de los partidos (en primer lugar el propio peronismo). Es decir, se buscaba obligar a que el abanico de candidaturas del PJ que parecían expresarse luego de la derrota con el campo fuera obligatoriamente a una interna con los K en el partido. También, de paso, darle una mano a los radicales en ese sentido, seduciéndolos así para que apoyen la ley.

Esa necesidad más coyuntural se combinaba con aspectos más estructurales o de largo alcance que hemos venido denunciando desde estas páginas: la promoción del bipartidismo peronista-radical y sacar del medio por la vía de deslegitimar electoralmente a los “partidos chicos si representación”, en concreto, a la izquierda que viene ganando posiciones entre la amplia vanguardia obrera y estudiantil.

Las internas de agosto se transforman en una “externa”

Pero, como dijimos, desde fines de 2009 a esta parte, ha habido un cambio completo del escenario político-electoral: el oficialismo se ha recuperado y en la oposición patronal casi nadie se quiere candidatear. En ese contexto, algunas corrientes de la izquierda han salido a polemizar con nuestro partido señalando que, en definitiva, “la ley no tendría componentes tan proscriptivos” porque “nosotros garantizamos las afiliaciones y nos podemos presentar”.

Veamos las cosas más de cerca para ver qué hay de cierto en estas afirmaciones. El gobierno acaba de reglamentar la ley electoral en materia de internas obligatorias, así que el hecho cierto es que se van a realizar. Pero el problema que salta inmediatamente es que, aparentemente, no habrá ninguna verdadera “interna” presidencial que dirimir en casi ningún caso. Si esto es así: ¿qué objetivo tendrá entonces la elección del 14 de agosto? Más bien parece una elección “externa”, entre partidos distintos en vez de al interior de ellos.

Nos explicamos. La reforma constitucional reaccionaria de Menem y Alfonsín de 1994 estableció el mecanismo del ballottage o segunda vuelta si ningún candidato supera el 40% o si el primero saca entre el 40 y el 45% pero el que le sigue detrás tiene menos de diez puntos de diferencia; sólo si el ganador saca más del 45% no es necesaria. Lo que este mecanismo busca es lograr mayorías categóricas para asegurar la gobernabilidad.

Pero al realizarse una suerte de “ensayo general” de las elecciones nacionales el 14 de agosto, serán una especie de anticipación de lo que sería la primera vuelta, porque seguramente entre el primer y el segundo candidato con más chances se repartirá masivamente el voto útil en octubre. Esto cierra todavía más los espacios para los cargos electivos.

La del 14 es un simulacro de elección, ya que no se elige nada, sólo se iba a decidir entre corrientes internas que no existirán. Es casi un sondeo electoral masivo y obligatorio. Así, la interna presentada como instancia “democrática” da una vuelta de tuerca todavía más restrictiva y excluyente, porque cuando se vote “en serio” a los candidatos en octubre (tanto presidenciales como para los demás cargos) el mecanismo del voto útil se va a hacer valer de manera más categórica aún. estrechando así la representación. Y todavía hay sectores de la izquierda que dudan de que la reforma sea antidemocrática.

¿Y por casa cómo andamos?

Éste va a ser seguramente el mecanismo de funcionamiento del voto útil, que se potencia aún más en una elección presidencial. Si esto es así, ya sería motivo suficiente para que la izquierda hubiera hecho un escándalo en regla contra el endurecimiento antidemocrático del gobierno, cosa que lamentablemente no ha hecho.

Además, está el problema de si la izquierda logrará perforar el piso electoral del 1,5% de los votos válidos en la interna. Esto es materia opinable y depende de muchos factores. En primer lugar, de cuánta gente vaya a votar. Considerando que el voto de la izquierda es un voto más consciente y comprometido, si la cantidad de gente que vaya a votar es algo más baja de lo habitual, debido quizá a la falta de expectativas que podría haber en las supuestas “internas” (aunque el escenario bien podría ser el opuesto), esto beneficiaria a la izquierda para superarlo. También sería beneficioso que el espacio centroizquierdista se quedara sin claro candidato al bajarse Solanas de la elección nacional para ir en la Capital Federal. En ese caso, el mecanismo del voto útil funcionaría algo menos, beneficiando a las candidaturas de la izquierda.

Pero lo que más podría ayudar a la izquierda en términos políticos, no de especulación aritmética, sería que tome realmente como bandera –y todavía se está a tiempo– la lucha contra la proscripción, generando una ola de simpatía democrática a su favor que le diera un “plus” en la votación que la ayude a superar el piso proscriptivo. Desde ya, esto se combinaría con el perfil de lucha por la independencia política de clase de los trabajadores-.

Por desgracia, no es esto lo que no ha venido haciendo la izquierda: cada partido se preocupó sólo por sus “derechos políticos” y sus afiliaciones. Así las cosas, la posición oportunista que ha adoptado respecto de este torniquete antidemocrático del gobierno y el régimen, la ha privado de un tipo de campaña que tenga como uno de sus vectores la pelea contra el operativo proscriptivo, más allá de que poner en pie un frente ayude en este sentido.  Pero atención, porque las señales recibidas hasta ahora, como las elecciones en Catamarca y Salta, no han satisfecho las por otra parte habitualmente altas expectativas electorales que tenía el PO, por ejemplo.

Que el “frente” se abra al Nuevo MAS

Lamentablemente, el nuevo MAS ha sido hasta el momento dejado de lado de este “frente”. Por supuesto, continuaremos la pelea por que se abra también a nuestro partido, independientemente de la criminal división que están produciendo para este 1° de mayo.

En todo caso, nuestro compromiso es que pese a las enormes diferencias que tenemos con el frente por su capitulación a la antidemocrática reglamentación electoral, seguiremos llamándolo a que realicemos un esfuerzo colectivo por superar el piso proscriptivo de las candidaturas de la izquierda (se estima que rondará los 300.000 votos, una cifra más difícil de alcanzar si se divide en vez de unir), a la vez que vamos completando los trámites por nuestra presentación electoral en los distritos en que podamos concretarla.