Socialismo o Barbarie, periódico Nº 198, 01/04/11

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Japón

La clase obrera le pone el hombro al
desastre nuclear capitalista

Por Manuel Rodríguez

Los medios describen con frecuencia la crítica situación que atraviesa Japón como apocalíptica. En el caso del desastre nuclear de la planta de Fukushima, esta cortina casi religiosa busca desligar las responsabilidades concretas de los empresarios y el gobierno japonés, arrimando la situación al bíblico fin del mundo, trágico e ineludible. Pero no es la bestia del triple seis el que actúa en Japón, ni la solución es la redención divina.

La absoluta responsabilidad de lo sucedido recae en las corporaciones de energía nuclear (como la Tokio Electric Power Company-Tepco, dueña de la planta nuclear de Fukushima) y en los sucesivos gobiernos japoneses. Dichas corporaciones (Tepco incluida) vienen sobornando funcionarios y técnicos ¡desde por lo menos 1980! para ocultar fallas, evitar sanciones y el cierre de diversas centrales nucleares, incluso luego de decenas de accidentes, fatales algunos y peligrosísimos otros. Como bien dice un periodista español: “En cualquier caso, en un país con más de 50 reactores nucleares repartidos por todo su territorio, sumado a la larga trayectoria en el uso de esta tecnología (se popularizó en los años 50), los incidentes ya han pasado de ser algo aislado a tener un alto grado de incidencia.”1

Como el problema de Fukushima se presenta para el gobierno japonés, la Tepco y gran parte de los profesionales de diversos países que fueron a ayudar, de una magnitud impresionante, sin solución a corto plazo y con tendencias a empeorar, han montado un operativo de escamoteo de información y distracción. Por ejemplo, recientemente el gobierno japonés ha reconocido que la gravedad de la crisis ameritaba ser etiquetada con un nivel 5 en vez de 4 en la Escala Internacional de Eventos Nucleares (0 a 7), llegando así al mismo nivel que el mayor desastre nuclear en la historia de Estados Unidos (cuando la fusión parcial del núcleo de un reactor de la planta de Three Mile Island, Pennsilvania, en 1979). Esto mientras que el presidente de la Autoridad de la Seguridad Nuclear de Francia lo considera de nivel 6 y Greenpeace, de nivel máximo (7), como el de Chernobyl.2

Los “héroes de Fukushima”

También los apodan los “samurais nucleares”. Lejos de ser héroes de dibujitos animados japoneses, son los trabajadores que están dando su vida por frenar la catástrofe, mientras, obviamente, políticos y empresarios japoneses ni se acercan a la planta de Fukushima. 

No son 50 “los héroes” sino más de 1.000 los ingenieros, técnicos y operarios que trabajan más de 12 hs. por día en los reactores, en condiciones que, impuestas por el gobierno y la empresa, son lisa y llanamente deplorables. Un ejemplo de esto es que la semana pasada 3 operarios sufrieron quemaduras en sus pies por caminar por agua con altos niveles de radiación.

Esta nota refleja la tremenda situación diaria de estos trabajadores: “Los especialistas empiezan el día a las 6. Antes de ir a trabajar, para desayunar cada uno recibe 30 ‘galletas de supervivencia’ y 180 mililitros de jugo de fruta, equivalente más o menos a un vaso (…) Los expertos no reciben un almuerzo. Hasta el 22 de marzo se les daba además una botella de 1,5 litros de agua mineral al día, pero, a partir del 23, empezaron a llegar más bienes a la central nuclear, y ahora los técnicos pueden pedir una botella adicional. La jornada de los trabajadores es ardua: intentan estabilizar los reactores, extienden cables para restablecer la electricidad, despejan escombros y ponen en funcionamiento los sistemas de refrigeración, mientras los problemas de filtración se multiplican. Los ‘héroes’ regresan a sus hospedajes a eso de las 17, cuando empieza a oscurecer. ‘Están destrozados cuando terminan de trabajar’, añadió Yokota [autoridad de la agencia de seguridad nuclear japonesa (NISA)]. (…) La cena consiste en raciones magras de arroz precocido, listo para ser mezclado con agua caliente, y una lata con carne de pollo o pescado para cada uno. Los operarios sólo pueden comer alimentos empaquetados y se los deben meter rápidamente en la boca para evitar la radiación. ‘No creo que estén suficientemente nutridos a través de la comida que reciben’, dijo Yokota. (…) Los técnicos duermen en salas de conferencia y en los pasillos de la central. Antes de cubrirse con sus mantas habituales, se envuelven en paños de plomo para protegerse de la radiactividad. El aire que rodea la planta está tan contaminado por la radiación que los trabajadores deben llevar máscaras, incluso cuando están en el interior de lo que se llama la sala segura, donde duermen y comen. La mayoría de los expertos trabaja una semana hasta ser sustituidos. Los técnicos no pueden utilizar teléfonos celulares para hablar con sus familiares, ya que no tienen señal en la planta. ‘Los trabajadores dan lo mejor de sí, pero ni siquiera pueden hablar con sus familias’, los elogió ayer Yokota”. (La Nación, 30/03/11)

Frente a esta terrible situación, Yukio Edano (vocero del gobierno japonés)  “reconoció que podía hacerse más por los trabajadores, pero dijo que la prioridad tenía que ser impedir un desastre en la planta. ‘Hemos estado haciendo todo lo que pudimos por los trabajadores, pero no ha sido bastante, porque hemos puesto nuestra prioridad en la contención del accidente’” (Ídem). Una vez más en la historia la clase obrera pone su vida en juego para salvar a una porción de la humanidad de la barbarie a la que la lleva el capitalismo.

No se puede tapar el sol con la mano

Por más que han intentado dar una imagen de “control de la situación”, este parece estar más lejos que lo que le gobierno japonés sostiene públicamente. No pudieron ocultar los altos niveles de radiación en el mar (1.250 veces superior a lo normal), en el suelo, en los alimentos cultivados y el sistema de agua potable de la región. Según el diario La Nación del 30 de marzo, se han evacuado a unas 70.000 en un radio de 20 km. de la planta, mientras 130.000 han sido puestas en cuarentena, en un radio de 10 km., cuando Greenpeace pide la evacuación dentro de los 40 km., dada la radiación encontrada. ¡Todo esto a unos 250 kms. del aglomerado de Gran Tokio, que tiene alrededor de 39 millones de habitantes! Ya se ha confirmado que ha habido fusiones parciales3 en, al menos, el reactor nº 2. El reactor nº 3 sigue incendiándose y se ha encontrado plutonio en las cercanías de la planta proveniente de este reactor, el cual utiliza combustible nuclear de mezcla de óxidos (conocido con la abreviación MOX), una peligrosa combinación de plutonio y uranio reciclado de lo utilizado por o de armas con componentes nucleares de diverso tipo.

Esto ha llevado al gobierno japonés a declarar que la situación todavía es “muy imprevisible”. Por otro lado, no hay que olvidar los provisorios y ya dramáticos resultados del terremoto y el tsunami. La Nación del 30 de marzo da cifras oficiales: más de 10.000 muertos, más de 17.000 desaparecidos, con un estimado de víctimas totales superior a las 30.000, y un costo económico entre 200.000 y 300.000 millones de dólares (el 50% ó 75% del PBI de Argentina, el 4% ó 6% del PBI de Japón). Hace dos semanas, el enviado especial del diario El País relataba: “La situación del medio millón de personas que perdieron sus casas por el maremoto y se encuentran en refugios se hace cada día más dura, debido a la nieve y las bajas temperaturas en lugares sin calefacción, la escasez de comida, agua y gasolina”. (J. Reinoso, El País, 19/03)

El terremoto, el tsunami y el desastre de Fukushima ocurren en un Japón golpeado tanto por una recesión endémica, que ya lleva más de dos décadas, y por la crisis capitalista del 2009, como se puede leer en la edición anterior de este periódico.4 Las grandes crisis originan cambios profundos en las clases sociales, en su fisonomía, su pensamiento, su acción, su organización. Sacudida ya por una crisis que tiene hace años en knock-out técnico al capitalismo nipón, más el crack de la economía mundial, bajo cuya frecuencia todavía se crujen y reacomodan todas las economías, clases y gobierno del mundo, y sumado al terremoto, el tsunami y la catástrofe nuclear, uno no puede sino pensar un escenario en el que grandes acontecimientos sucedan en la lucha de clases en el archipiélago japonés. Si bien es necesario tener en cuenta la advertencia metodológica del artículo mencionado en el periódico anterior sobre lo prematuro de hacer previsiones, el escenario actual plantea una reactualización de diferentes contradicciones en diversos terrenos de la lucha de clases del país que se vienen acumulando, algunas, hace muchos años.5

Muto Ichiyo, en su obra “Toyotismo. Lucha de clases e innovación tecnológica en Japón”6, plantea que los años que van de 1952 al 1954 fueron años de grandes luchas obreras, donde decenas de miles de trabajadores lucharon durísimamente contra la ofensiva patronal de racionalización de la producción, luchas que derrotadas sentaron la paz de los cementerios en la cual se consolidaría el llamado “toyotismo”.

En los tiempos que vienen, la lucha de clases puede dar un batacazo: de la hecatombe combinada del la crisis económica, el desastre generado por el tsunami y el terremoto y la crisis nuclear está la posibilidad de que surja un nuevo y combativo movimiento obrero japonés, que relance lo mejor de la tradición de lucha obrera y popular japonesa y colabore con el despertar del movimiento obrero chino y la importante tradición de lucha del movimiento obrero coreano.


Notas:

1. R. Gutiérrez, El País, 16/03. Por otro lado, en un cable del 17 de marzo, la agencia Reuters afirma que “La información respecto al fraude de la empresa [Tepco] fue develada por WikiLeaks, que ya había denunciado que la empresa sabía que sus reactores no soportarían un terremoto superior a los 6 grados.” El terremoto que sufrió Japón fue de 9 grados, y se han registrado más de 7 réplicas que superan los 6 grados. http://neic.usgs.gov/neis/bulletin/bulletin_esp.html

2. El País, 19/03; CNN, 15/003; diario ABC, 26/03. El desastre podría ser peor que Chernóbil. Según Stephen Leahy, destacado periodista canadiense que se dedica a investigar temas de medio ambiente “En comparación, Chernóbil tenía en total 180 toneladas de combustible nuclear, mientras que Fukushima Daiichi cuenta con 560 toneladas en sus reactores, más 1.700 de combustible gastado” (Inter Press Service, 18/03).

3. Cabe recordar que la fusión nuclear no es un proceso que la humanidad ha podido controlar íntegramente hasta el momento.

4. “Del ‘apocalipsis’ nuclear en Japón a la situación mundial” periódico SoB 197, 18/03/11.

5. Lo que no quiere decir que lo que venga será necesariamente progresivo: ha habido sobrados ejemplos en la lucha de clases del siglo XX donde luego de grandes crisis revolucionarias, se sucedía una salida contrarrevolucionaria, luego de derrotar al movimiento obrero y a las masas populares.

6. Publicada por la editorial Antídoto, en 1996.