Socialismo o Barbarie, periódico Nº 197, 18/03/11
 

 

 

 

 

 

Después del triunfo en Catamarca

Cristina se prueba el traje de la reelección

El primer trazo grueso de la coyuntura nacional es que empezó la campaña electoral entre los partidos patronales. El hecho es que el 2011 será un verdadero “festival electoral”. El que golpeó primero ha sido el kirchnerismo con su resonante triunfo en Catamarca. No se trata de una provincia importante en si misma. Pero el hecho de ser la primera elección del año, y de haber destronado contra todos los pronósticos previos la candidatura del radical Brizuela, le ha dado un valor agregado a este triunfo oficialista. Uno que le permite al kirchnerismo vender la idea de que la reelección de Cristina sería un hecho.

Hay un segundo andarivel alrededor del cual se están calentando los motores. Se trata de las paritarias. El gobierno, de la mano de la CGT (y ambas CTAs seguramente), no va a dejar de esmerarse para evitar desbordes. Es aún difícil prever cuál será la dinámica de las paritarias. Pero hay hecho cierto: la inflación es un aguijón que coloca permanentemente la preocupación entre los trabajadores por el deterioro en sus condiciones de vida. Esta preocupación se va a hacer valer en los porcentajes reclamados, yendo más lejos que los índices truchos del INDEK. En todo caso, desde la izquierda habrá que trabajar para desbordar el monopolio de la burocracia en los reclamos y las negociaciones.

A estos dos procesos en curso en la coyuntura, dedicaremos las reflexiones que siguen.

Cuando la economía juega a favor

Hay una definición global que permite ordenar la coyuntura política de conjunto: la que tiene mayores probabilidades de ser (re)electa es Cristina Kirchner.

De esta realidad han tomado nota los más diversos actores: desde la patronal industrial (la UIA acaba de designar a De Mendiguren como nuevo presidente de la misma, una figura no hostil hacia el gobierno), pasando por la agraria (frente a esta realidad crecen las desavenencias en la Mesa de Enlace), la dirección de la CGT, etc., etc.

A favor de esta perspectiva de reelección K operan un conjunto de factores. El primero y más importante –y que actúa a pesar del factor contradictorio de la inflación- es la favorable coyuntura económica que sigue viviendo el país. Esto se explica porque la crisis económica mundial se viene expresando en dos velocidades.

Mientras en el norte del mundo siguen dominando las tendencias al estancamiento, en otras regiones no es así. Países como China, India o mismo Brasil han mantenido altos índices de crecimiento. China, en este sector, viene jugando, hasta cierto punto, el papel de “locomotora sustituta” de EEUU en la economía mundial. Esto ha arrastrado para arriba los precios de materias primas y de la producción de la industria automotriz realizada en el país, dando lugar a un importante crecimiento del PBI nacional.

Acompañando esta realidad, la demanda de empleo sigue siendo sostenida. Esto juega a favor del kirchnerismo, cuando la población compara esta realidad con el desastre del desempleo de masas a comienzos de los años 2000.

Esta situación de “crecimiento + empleo” es el factor material que más juega a favor de Cristina.  El gobierno se afirmó y aparece fortalecido de cara a las elecciones, con mayor capacidad de arbitraje. Mientras tanto, la oposición aparece fragmentada y debilitada, lo que trae como consecuencia un escenario electoral todavía más favorable al oficialismo.

El muro de los lamentos de la oposición

A diferencia de Cristina, el hecho es que la oposición patronal no termina de hacer pié. Catamarca acaba de ser un cachetazo para una oposición demasiado fragmentada y dónde sus cuentas internas no están saldadas. Es que todos se habían probado prematuramente el traje de “presidenciables” y ahora sobran los candidatos, cuando las perspectivas de desbancar al oficialismo aparecen como cada vez más improbables.

Incluso las internas adelantadas del radicalismo y el peronismo federal parecen estar puestas en cuestión. Entre los radicales, el que tiene más posibilidades es Ricardo Alfonsín: al menos no cometió el papelón de Cobos y Sanz de ir a Catamarca a festejar un triunfo que no fue tal… Pero Alfonsín se estaba jugando a Binner como candidato suyo a vicepresidente y ahora éste acaba de declarar que se vería bien como candidato presidencial.

Por su parte, en el macrismo las cosas no van mejor. Macri deshoja la margarita de si no jugar a seguro y buscar la reelección en Capital. Mientras se decide, Rodríguez Larreta y Michetti se sacan los ojos entre ellos y la elección capitalina sigue -al momento- sin definirse.

En el Peronismo Federal, las cosas van aun peor. Más allá de las candidaturas impresentables de Duhalde y Alberto Rodríguez Saa, Das Neves (gobernador de Chubut) enfrenta este fin de semana elecciones en su provincia, Chubut. Después de Catamarca, estas elecciones tienen un “pronóstico reservado”. Por su parte, Solá (al igual que Cobos) dice que esperará a las internas de agosto, mientras no descarta incluso algún tipo de acuerdo con Carrió, la que por su parte no logra levantar en las encuestas a más de 4 o 5 puntos en el orden nacional…

Así las cosas, el panorama electoral de la oposición lleva a que muchos en sus filas estén presionando por objetivos más conservadores: atrincherarse dónde están gobernando, en vez de salir a pelear por el triunfo en las elecciones presidencial.

El rol de tapón de la centroizquierda

El escenario electoral está marcado entonces por el fortalecimiento electoral del oficialismo. Pero también por la circunstancia de que el proceso “normalizador” del país no ha dejado de avanzar, a pesar de todas sus contradicciones y de la aparición de procesos de polarización social y política, como el que vivimos a finales de año pasado y que seguramente no van a dejar de reiterarse a lo largo de este año.

En todo caso, juega en contra de las perspectivas de la izquierda independiente el hecho de que parte del proceso “normalizador” es la vigencia de una ley electoral con fuerte elementos proscriptivos. Es una situación que venimos denunciando desde estas páginas.

En resumen, se da una combinación peculiar: Por un lado, el avance del proceso “normalizador” post-argentinazo, llevado adelante por el oficialismo K. Esto avanza devolviendo legitimidad a la democracia patronal. Por otro lado, el escenario político sigue corrido más o menos a la “izquierda”: el país no ha dejado de estar determinado en última instancia por las tendencias originadas en el Argentinazo del 2001. Las principales opciones electorales no son las de la derecha conservadora-neoliberal (tipo Macri, Duhalde, etc.). Se presenta opciones políticos electorales igualmente burguesas pero mas “a la izquierda” de lo que es habitual en el país. Esto actúa como un tapón para una alternativa de izquierda clasista; es decir, de independencia de clase.

No nos referimos solamente a Cristina y el oficialismo, que después del conflicto con el campo y de su derrota en las elecciones del 2009 se reubicaron con el manto “nacional y popular”. También emergen dos proyectos electorales de centroizquierda: los de Pino Solanas y Sabbatella.

Pino Solanas agrupa a una parte de la centroizquierda que ha logrado mostrarse más o menos a la izquierda del gobierno K. Por ejemplo, en materia de cuestionamiento a la entreguista política minera del kirchnerismo. Atención: no hay que olvidar ni por un instante que se trata del ala “sojera” de la centroizquierda (una de las corrientes internas de Proyecto Sur son los “Chacareros en Proyecto Sur”…), una variante que no deja de ser patronal o, a lo sumo, pequeño patronal. Pero el hecho es que aparece para el electorado en general –sobre todo franjas progresistas del mismo- como “a la izquierda del oficialismo”.

Por otra parte, para los que rechazan la centroizquierda “sojera” de Solanas y no quieren recalar directamente en el oficialismo K, está la colectora de Sabbatella que recoge la otra mitad del centro izquierda. Allí está, por ejemplo, el ala Yaski de la CTA, en la que revistan sectores que antes fueron de vanguardia independiente, como el de Beto Pianelli en el subte.

A esta realidad de prodigalidad de opciones centroizquierdistas, hay que sumarle una ley electoral que amenaza con dejar a la izquierda independiente fuera de las elecciones de octubre y que ya hemos denunciado largamente en estas páginas.

En resumen, hay como un movimiento de pinzas que tiene por objetivo hacer las cosas más difíciles para la izquierda independiente en las próximas elecciones. Se busca poner trabas a la expresión política independiente de una vanguardia obrera y estudiantil que es creciente y que está madurando en su simpatía por la misma.

Paritarias con pronóstico reservado

En todo caso, un factor de dinamismo en 2011 podría venir desde las luchas obreras. Esto lleva directamente al problema de las paritarias que vienen. Hay varias cuestiones a plantear. Como contexto digamos que el hecho a destacar es que las relaciones de fuerzas más generales -y la dificultad de encuadrar a los distintos actores sociales: patronal, burocracia y bases obreras- han impedido por ahora la puesta en pié de un Pacto Social en regla. Este es un hecho político para ser destacado.

Al mismo tiempo, hay un factor material que introduce “ruido” y presiones en las paritarias: la escalada inflacionaria.

El contexto económico para el oficialismo K viene siendo favorable, pero no las tiene todas consigo. Por un lado, está el hecho “contradictorio” que en condiciones de menor desempleola clase obrera tiene mayor disposición de lucha. Pero además, está la presión de la creciente inflación, que llega a plantear incluso la cuestión de que los aumentos que se acuerden tengan cláusulas de indexación…

La presión inflacionaria –y los demandas de pase a planta y equiparación salarial- plantean la eventualidad de luchas de importancia, como la reciente del puerto de San Lorenzo o incluso desbordes a la burocracia como la lucha de los tercerizados del ferrocarril.

Sin embargo, todavía es prematuro pronosticar exactamente cómo se va a desarrollar el proceso de paritarias. Es que el gobierno tiene a su favor factores estabilizadores.

Por una parte, la administración conservadora del propio mecanismo de las paritarias. Si por un lado es progresivo que las mismas existan como horizonte cierto para llevar adelante los reclamos obreros, por el otro su administración por parte de la burocracia le da un carácter conservador e institucional. Es que normalmente no participan en ellas delegados electos por la base en los lugares de trabajo. El monopolio de la representación la tiene habitualmente las burocracias de la CGT y ambas CTA. Estas direcciones burocráticas –más allá de juegos de presiones y negociaciones muchas veces por sus propios intereses- las administran para no superar los techos establecidos por el oficialismo.

El año pasado, esta realidad fue desbordada por el conflicto en el gremio de la Alimentación, sobre todo a partir de la rebelión que hubo entre las plantas alimenticias en Córdoba. En todo caso, todavía es prematuro pronosticar cómo están las tendencias de este año y por dónde podrían venir desbordes.

Lo que hay que subrayar es que en este año, muy dominado por la perspectiva electoral, los reclamos obreros pueden ser un factor dinamizador de la situación política de conjunto. De ahí que el gobierno K pretenda curarse en salud mediante un juego de presiones y acuerdos con Moyano y el resto de la burocracia sindical para que no saque los pies del plato y garantice estabilidad.

Recomposición obrera y perspectivas de la izquierda

En el marco anterior, hay dos factores que pueden jugar a favor de la izquierda independiente en el 2011.

En primer lugar, está el hecho de que continúa el proceso de recomposición obrera. Un dato no menor es que Pedraza ha sido procesado, mantenido en prisión y esto obliga a poner las barbas en remojo a toda la burocracia sindical. La nueva generación obrera que emerge simpatiza de manera difusa con la izquierda que es la única que aparece en los conflictos y este dato es el de mayor importancia estratégica. Otro más es que la visibilidad de esta misma izquierda independiente ha aumentado en los últimos meses al compás de la pelea por el castigo de los asesinos de Mariano Ferreyra.

Claro que el interrogante es cómo se va a expresar esto en el terreno electoral. Porque la recomposición obrera sigue siendo un proceso más social-sindical que aún no tiene una clara traducción política. Y no deja de ser un proceso estratégico, pero al mismo tiempo es todavía fragmentario.

Así, hay varios capítulos a desarrollar a lo largo del año para la izquierda. Está el capítulo de la Unión Ferroviaria con toda su especificidad. Está el capítulo del rol que tenga la izquierda obrera a la hora de las paritarias, y está el problema de cómo todo esto se vaya a traducir desde el punto de vista político electoral.

En lo que hace a este último aspecto, hay que ser serios: a la izquierda no parece presentársele un panorama electoral sencillo. No está demás recordar en el terreno electoral las luchas se presentan siempre muy distorsionadas respecto de la lucha de clases cotidiana. Si por abajo, a nivel de la recomposición obrera y estudiantil, la izquierda roja en el país viene acumulando posiciones de importancia, la traducción electoral nunca ha sido mecánica. Y en esta elección no parece que eso vaya a cambiar.

A lo anterior se le suman problemas que son subproducto del fortalecimiento del gobierno y el régimen. Los políticos son bastante obvios: a pesar de que en sustancia el gobierno de Cristina ha iniciado un giro “normalizador”, esto no quita que siga maniobrando a derecha e “izquierda”. Para las conservadoras tradiciones políticas argentinas, aparece como más “progresista” que lo habitual en un gobierno burgués. Esto no deja de confundir a muchos. Y a eso hay que sumarle el carácter proscriptivo de la ley electoral.

Por un frente clasista. No a la proscripción de la izquierda
Pongamos en pie una columna clasista común el 24 de marzo

En todo caso, lo que está planteado es que la izquierda independiente dé una pelea en común para las presidenciales buscando ser un canal unificado de expresión para toda la nueva vanguardia obrera y estudiantil que emerge. En este sentido, nuestro llamado es al PO, al PTS y e IS para que en conjunto con nuestro partido llevemos adelante, en primer lugar, una pelea en regla contra la proscripción, erigiendo una alternativa de independencia de clase.

En este camino, tenemos una oportunidad para este 24 de marzo: en el marco de la convocatoria de Memoria, Verdad y Justicia, poner en pié una columna común en apoyo a las luchas obreras, por el castigo a los asesinos de Mariano, por la defensa de los luchadores obreros perseguidos judicialmente, contra la proscripción electoral de la izquierda y por una alternativa de independencia de clase.

En el marco de este llamado público, el Nuevo MAS, construirá una fuerte columna partidaria por estas banderas. A esta columna invitamos a sumarse a todos nuestros militantes, amigos y simpatizantes el jueves 24 de marzo a partir de las 14 horas en Plaza Congreso.

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