Socialismo o Barbarie, periódico Nº 196, 04/03/11
 

 

 

 

 

 

Francia: 1er Congreso del Nuevo Partido Anticapitalista

Se agrava la crisis del NPA

Por Ramate Keita (Francia) y
Roberto Ramírez (redacción de SoB)

El  NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) viene de realizar su primer congreso, en los días 11, 12 y 13 de febrero. Fue un congreso de profunda crisis, que además no logró tomar ninguna resolución seria para resolver esa crisis en algún sentido, ni hacia la derecha ni hacia la izquierda.

Dividido en cuatro tendencias sin que ninguna de ellas sea mayoritaria, el Congreso no pudo votar si el NPA finalizaba su conversión en un partido reformista, de “izquierda” antineoliberal, cuya única actividad real son las campañas electorales; o si, por el contrario, el NPA se reorienta hacia la construcción de un partido o movimiento político militante, con programa y posiciones marxistas revolucionarias, cuyo eje de actividad sea combatir en las luchas obreras, estudiantiles y sociales.

La dimensión internacional de la crisis del NPA

La bancarrota de
un proyecto estratégico

Es un tema que no podemos desarrollar aquí. Sin embargo, es importante dejar sentado que la crisis del NPA no es un hecho exclusivamente “francés”.

Es la bancarrota de un proyecto estratégico y largamente teorizado por una importante corriente trotskista, la llamada IV Internacional del Secretariado Unificado (SU). Es la corriente inspirada por Ernest Mandel (1923-1995) y después por Daniel Ben Saïd (1946-2010), que sigue siendo mayoritaria en el trotskismo de Europa continental.

Se trata de la estrategia de los “partidos amplios anticapitalistas”, puesta en pie en la década pasada, y ya ensayada con resultados desastrosos en otros países. Podríamos sintetizarla así:

1) Se orienta esencialmente la actividad hacia la participación en las elecciones burguesas, buscando un atajo para llegar a ser “partidos de masas”.

2) En ese tren, se elimina todo lo que se estime que podría “ahuyentar votos”. Las palabras “revolución”, “socialismo”, “comunismo”, “gobierno obrero y popular”, “clasismo”, “burocracia sindical”, “lucha de clases”, “huelga general” y otras que puedan asustar a los votantes, quedan proscriptas. Son reemplazadas por un vago antineoliberalismo y un “anticapitalismo” aun más impreciso.

Lógicamente, esta indefinición ha agravado la seria crisis que arrastra el NPA desde hace mucho tiempo. En el camino, el NPA ha perdido gran parte de sus adherentes iniciales, muchos de ellos jóvenes activistas que se acercaban con la ilusión de tener un instrumento político unificador para su intervención en las luchas.

En el Congreso de fundación de febrero de 2009, el NPA registraba, teóricamente, 9.000 “militantes”-adherentes. Ponemos lo de “militante” entre comillas, porque las condiciones para ser considerado como tal en el NPA son muy laxas y “socialdemócratas”. No implican reunirse ni sobre todo hacer actividad regularmente (es decir, militar), sino esencialmente estar al día con las cotizaciones. Entonces, es difícil estimar quiénes son militantes reales y quiénes meros adherentes.

De todos modos, esa cifra de 9.000 “militantes”-adherentes era muy superior a la que tenía la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), organización fundadora del NPA. Esto reflejó en ese momento un impulso real de sectores de la vanguardia a agruparse en el NPA.

De estos 9.000 militantes sui generis del 2009, hoy quedarían teóricamente unos 6.000. Pero sólo alrededor de la mitad votaron en las AG (asambleas generales) donde se eligieron los delegados al Congreso. En verdad, hoy la mayor parte de los militantes reales que quedan en el NPA son los provenientes de la antigua LCR.

Pero lo más grave no es esta sangría, que como decíamos ha significado el éxodo de muchos jóvenes activistas que se acercaron ilusionados en el momento de su fundación. Lo peor ha sido haber perdido completamente la oportunidad de ganar a todo un sector de la vanguardia obrera y estudiantil, que por decenas de miles encabezó las jornadas de lucha contra Sarkozy en los meses de octubre y noviembre del año pasado.

En esas semanas, hasta los mismos comentaristas burgueses hablaron de un “nuevo Mayo del 68”. Esto no llegó a darse, pero la situación estuvo próxima. Los activistas obreros y estudiantiles desbordaron en cierta medida a las burocracias traidoras de la CGT, CFDT y Cía., paralizando el país y poniendo a Francia al borde de la huelga general indefinida.

El NPA estuvo totalmente a la cola (y a la derecha) de los acontecimientos, limitándose a balbucear comentarios tardíos. Más allá de la participación por cuenta propia que tuvo un sector de sus militantes individualmente, el NPA, como organización, no tuvo nada que ver con este inmenso movimiento. La orientación cien por ciento electoralista y, además, la posición de no criticar ni oponerse a los burócratas sindicales, lo dejó por fuera y a la derecha de lo que estaba pasando.

Esto marcó un agudo contraste con el Mayo del 68, donde la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) nació como un fuerte partido de vanguardia. El pequeño grupo de trotskistas de la corriente de Ernest Mandel supo ponerse al frente del Mayo del 68, y así ganó a centenares de militantes y miles de simpatizantes, lo que le permitió fundar la LCR. Su sucesor, el NPA, orientado por completo al electoralismo, hizo lo contrario... y así le fue.

Pero dar la espalda a la lucha de clases tampoco le ha traído al NPA éxitos electorales. El espacio electoral a la izquierda del Partido Socialista –la franja del reformismo “antineoliberal”– ha sido ocupado por el Front de Gauche (Frente de Izquierda), conformado por el nuevo Parti de Gauche (PdeG) y el viejo PCF. Son claros y auténticos reformistas y no nebulosos “anticapitalistas”.

Este doble y rotundo fracaso –en la lucha de clases y en las elecciones– ha llevado al NPA a una crisis muy seria. El Congreso, lejos de resolverla, la ha agravado.

Cuatro posiciones y ninguna mayoría que decida el rumbo

Los 352 delegados electos al Congreso se dividieron en cuatro “posiciones” (en verdad, tendencias permanentes). La Posición 1 obtuvo el 41,95%; la Posición 2, el 27,87%; la Posición 3, el 26,43%; y, finalmente, la Posición 4, el 3,73%.

La Posición 1 agrupó al núcleo de dirección fundador del NPA y que lo ha conducido hasta hoy. En el Congreso de Fundación del 2009, este sector contaba con una clara mayoría, de alrededor del 70%. Esto le permitió ganar el mismo porcentaje de puestos en la dirección del NPA –el CPN (Comité Político Nacional)–, y así poder dirigir al partido. Ahora sólo logró el 42% del CPN. Las otras “posiciones” también obtuvieron puestos en el CPN, en la misma proporción de sus delegados al Congreso.

De esa manera, el nuevo Comité Político Nacional no tiene una mayoría. Se parece a uno de esos parlamentos europeos inestables, cuando ningún partido tiene más del 50% de los diputados para poder gobernar sólo, y el “primer ministro”, que representa a la primera minoría, debe hacer toda clase de acuerdos y malabarismos para que se vote algo. Esto puede funcionar en los parlamentos burgueses, pero implica un nuevo escalón de crisis en un partido que todavía, de vez en cuando, se dice “revolucionario” y, de ocultis, trotskista.

Derecha, centro e izquierda: las distintas posiciones

La Posición 3 agrupa a la derecha del NPA. Es decir, a los que quieren llevar hasta el final la deriva oportunista y electoralista de la dirección histórica de la LCR y de su corriente internacional, la “IV Internacional” mandelista. En Francia, en primer lugar, eso significa renunciar a cualquier pretensión de independencia e integrarse al Front de Gauche. O sea, asumirse como una corriente más del reformismo “antineoliberal”, en compañía de los socialdemócratas “de izquierda” del PdeG y los pos estalinistas del PCF.

Las posiciones 2 y 4 expresan, por el contrario, a la izquierda del NPA, sosteniendo la independencia respecto al reformismo “antineoliberal” y no entrar de ninguna manera al Front de Gauche, postulando especialmente un giro de la actividad del partido hacia las luchas obreras y juveniles.

Pero, mientras la Posición 4 sostiene esto a través de un programa y propuestas políticas que son claramente marxistas revolucionarias y de reorientación hacia la lucha de clases, la Posición 2 se queda a mitad de camino. No va hasta el final. Diluye puntos fundamentales, en vistas de llegar a algún acuerdo “parlamentario” con la Posición 1, para dirigir conjuntamente al NPA.

Esto implica, entre otras cosas, dejar en el tintero un punto crucial para dar un giro hacia las luchas: la necesidad primordial de combatir a los burócratas sindicales, que primero las frenan y luego las aíslan y traicionan cuando no pueden impedir que estallen.

Por una salida socialista revolucionaria a la crisis del NPA

Evidentemente, el Congreso no ha dado una salida positiva a la crisis del NPA, que por el contrario puede agravarse llevando a la desmoralización a muchos militantes.

Los comentaristas de la prensa burguesa festejan el hecho, al mismo tiempo que “aconsejan” a los militantes del NPA terminar con las locuras “sectarias” del trotskismo e integrarse al Frente de Izquierda, dedicarse exclusivamente a las elecciones y así acabar de convertirse en buenos y sensatos reformistas.

Creemos que hay que marchar en sentido contrario de estos interesados “consejos”. ¡Más que nunca, en medio de la crisis del capitalismo y de los estallidos de masas, hay que ir a las luchas obreras y populares, con programa y posiciones marxistas revolucionarias!