Socialismo o Barbarie, periódico Nº 192, 27/12/10
 

 

 

 

 

 

Cuba: dosier especial Parte II

Cuba y su acelerado proceso de restauración capitalista

Debates en la izquierda

Lo que está sucediendo en Cuba ha desatado un justificado debate en las filas de la izquierda mundial, con variedad de posiciones.

No vamos a examinar ahora lo que dicen los sectores incondicionales de la burocracia cubana, que va desde el  tartamudeo hasta el apoyo más vergonzoso al curso restauracionista. Se pretende embellecer este plan neoliberal de restauración capitalista –cuyo primer paso será el despido, sin red de contención social alguna, de hasta un millón de trabajadores–, diciendo que Cuba se interna en un proceso de cambios y de actualización del socialismo” (Atilio Boron, 24/11/10) o, como predica y bendice Frei Betto (14/11/10), que “la revolución cubana se mueve críticamente sobre sí misma para salir adelante...”.

El carácter del plan presentado por el PCC al IV Congreso lo analizamos en la primera parte de este dossier, publicado en el número pasado de SoB. Esto nos exime hoy de ocuparnos de los apologistas de la burocracia cubana.

En las siguientes notas, vamos a analizar dos posiciones. En primer lugar, la del PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado) de Brasil y su corriente internacional, la LIT. Luego veremos las del PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) de Argentina, que impulsa la corriente FT (Fracción Trotskista).

El PSTU-LIT sostiene que en Cuba fue restaurado el capitalismo hace ya 15 ó 20 años y además ha vuelto a ser una semicolonia: por lo tanto ya no hay nada que defender allí. También afirma que el gobierno de los hermanos Castro es una “dictadura capitalista” como la de Videla en Argentina. Por lo tanto, ve excelente “llamar a una amplia unidad de acción” con todas las “corrientes opositoras, incluidas las burguesas” [Boletín Electrónico LIT-CI Nº 125, 15/03/10]... es decir, “amplia unidad de acción” con la burguesía “gusana” de Miami.

Por el contrario, creemos que el PTS comete un error opuesto pero simétrico: exagera desmedidamente lo que restaría aún en Cuba de las conquistas de la Revolución de 1959. Esta exageración tiene su punto de partida en su creencia de que con esa revolución nació un “estado obrero” con “una economía de transición [al socialismo] aunque burocráticamente planificada”. Y que ese “estado obrero deformado”, aunque deteriorado, sigue esencialmente en pie.


LIT-PSTU: no hay nada que defender en la isla

Habría una “dictadura capitalista como la de Videla”

Para derribarla, propone la unidad con todas las
corrientes opositoras, incluidas las burguesas”

Por Claudio Testa

Según el PSTU-LIT, el proceso de restauración en Cuba “se diferencia bastante del que se dio en Rusia y en la mayoría de los países del Este europeo. En lo esencial la restauración en Cuba ha seguido el modelo chino. Las similitudes entre el proceso chino y cubano pueden ser observadas, fundamentalmente, en cuatro planos. [...] En primer lugar, las reformas procapitalistas se han ido haciendo de forma lenta y gradual. En segundo lugar, el capital externo ha jugado un papel central en el proceso de restauración. En tercer lugar, las empresas estatales en ambos países, han jugado, y continúan jugando, un papel muy importante, de respaldo, a las empresas particulares. En cuarto lugar, a diferencia de Rusia y la mayoría de los países del Este, la restauración no se está haciendo sobre la base de entregar a los obreros y a la población las acciones de las empresas”. [Hernández, “Cuba en debate”, Marxismo Vivo Nº 1, septiembre 2000]

Asimismo, Cuba “está en vías de transformarse en una semicolonia, o directamente en una colonia, del imperialismo”. [Hernández, cit.] En otro texto de misma corriente se afirma que “Cuba está perdiendo su carácter de país independiente y marcha aceleradamente a transformarse en una semicolonia de los imperialismos europeos y canadiense”. Como este primer texto de Hernández fue escrito en el 2000 y según su entender la restauración se habría producido ya a mediados de los 90, es de suponer que esa marcha tan acelerada ya ha llegado a su meta. Cuba, entonces, ni siquiera es un país capitalista pero relativamente independiente, sino una dependencia semicolonial de la Unión Europea y Canadá.

Creemos que los “teóricos” del PSTU están muy equivocados. Cometen un error peligroso: confundir el primer mes de embarazo con el noveno mes o, peor aun, con el niño ya nacido. Este error, tanto en medicina como en política, puede ser de consecuencias fatales.

Efectivamente, la burocracia cubana, presionada por el desastre del “período especial”, tomó medidas, tanto en relación a la economía mundial como hacia adentro de la isla, que en sus manos –es decir, administradas por la burocracia– abren las puertas a un proceso de restauración capitalista. Además, la burocracia cubana ve con admiración los “éxitos” de la burocracia china... ya convertida en burguesía billonaria, y la presenta como el ejemplo a imitar.

¡No hay dudas de las intenciones de la burocracia ni del rumbo que ha tomado, hoy plenamente expuestos en el plan económico que propone! La cuestión es si ya ha alcanzado esa meta o, por el contrario, aún le falta bastante.  Ese “gran salto”... hacia atrás, es precisamente lo que propone llevar a cabo el “Proyecto” del VI Congreso.

Ese es el punto crucial que –no por causalidad– se les escapa a los increíbles “teóricos” del PSTU-LIT. ¿Si el capitalismo ya está restaurado desde 15 ó 20 años, para qué entonces el actual plan restauracionista?

Es que el problema no es hacer la suma y resta de medidas económicas aisladas (que efectivamente en manos de la burocracia son peligrosas y han ido pavimentando el curso restauracionista) sino empezar por responder una simple pregunta: ¿Dónde está la nueva burguesía cubana? ¿Vive en la clandestinidad? ¿Vive en Canadá y/o Europa?

Por eso, poner ya un signo igual entre Cuba y China es un disparate. ¡Un despropósito que además renuncia a la lucha por impedir una restauración “a la China”, porque la da por hecha!

La nueva burguesía china tiene domicilios conocidos, opera en la bolsa de Shangai (una de las más importantes del mundo), preside empresas billonarias absolutamente privadas de las que no son meros administradores burocráticos que meten la mano en las sombras (como hacen los burócratas cubanos), sino que ya son sus propietarios legales en todo el sentido capitalista de la palabra. La nueva gran burguesía se originó principalmente de la misma burocracia maoísta (y sigue fusionada con ella), pero ya no son meros burócratas más o menos privilegiados y/o enriquecidos.

En Cuba, ni siquiera a la escala modesta de la isla, puede hablarse todavía de un fenómeno social semejante. ¿O sería el primer caso de un país semicolonial cuya burguesía no es nativa, sino europea o canadiense?

Eso no significa que el curso de la burocracia cubana no apunte hacia esa meta (además, los burócratas, robando a cuatro manos, están haciendo su “acumulación” en vistas a dar el salto a propietarios de los medios de producción y cambio). Pero esto aún no han llegado: en esa perspectiva se hace el VI Congreso. ¡Y este hecho es decisivo para tener una política revolucionaria en relación a Cuba!

En verdad, la burguesía cubana existe... Pero, por ahora, vive en Miami (donde forma parte de la burguesía yanqui). Aún no vive en La Habana, ni en Ottawa, ni en París, ni en Londres. Y ése es uno de los principales obstáculos para llegar a un “arreglo” entre la burocracia de La Habana, por un lado, y Estados Unidos (con sus burgueses cubano-estadounidenses de Miami), por el otro.

Pelean por un punto crucial: ¿quién va a ser la nueva burguesía en la isla? ¿Los “gusanos” de Miami, recuperando sus propiedades, o un sector de los actuales burócratas que, al estilo chino, se hagan finalmente propietarios in toto?

La Iglesia Católica, con un pie en Miami y otro en La Habana, está gestionando abiertamente un acuerdo entre ambas partes. Pero esto no es fácil, porque además se combina con el problema del grado de dependencia hacia el imperialismo yanqui que resultaría finalmente.

Este es otro disparate del PSTU-LIT. La independencia nacional conquistada en la Revolución del 59 aún básicamente se mantiene, tanto en relación EEUU como a la Unión Europea. Frente a Cuba, EEUU y la UE hacen un juego bastante coordinado, en el que Washington esgrime el garrote y Bruselas la zanahoria: tiende los puentes de negociación (junto con la Iglesia Católica) hacia la burocracia. Pero ese papel no ha impedido a la UE disponer una serie de sanciones paralelas a las de EEUU. En cuanto a la hipótesis de Cuba como semicolonia canadiense, es tan poco seria que no vale la pena ocuparse de ella.

La propuesta del PSTU-LIT: unidad de acción... con los “gusanos” de Miami

El error del PSTU-LIT de que no hay nada que defender en Cuba –ni siquiera su independencia nacional–, lo lleva a posiciones políticas aberrantes.

Como Cuba sería ya un país capitalista (y además semicolonial), su gobierno sería entonces “una dictadura capitalista” como la de “Argentina, en 1976-82” [Boletín Electrónico LIT-CI Nº 125, 15/03/10].

A partir de igualar la dictadura de Videla con el actual régimen cubano, el PSTU-LIT llega a las siguientes conclusiones:

“Cuba no es más un estado obrero con un régimen burocrático, sino un estado capitalista gobernado por una dictadura. Hoy, el centro de nuestro programa de reivindicaciones para Cuba es de lucha frontal contra la dictadura y por las más amplias libertades democráticas...

“Todo revolucionario que lucha contra el capitalismo y por el poder a la clase obrera sabe que hay que diferenciar los distintos regímenes de un estado capitalista. Por ejemplo, una dictadura burguesa de un régimen democrático-burgués. Frente a las dictaduras burguesas, luchamos por las libertades para diferentes sectores sociales.

“Por ejemplo, en Argentina, en 1976-1982... había sectores burgueses opositores a los regímenes dictatoriales. ... En esas situaciones, luchamos por las más amplias libertades democráticas para todas las corrientes opositoras, incluidas las burguesas... En esos casos, los revolucionarios llamamos a una amplia unidad de acción, incluso con esos sectores burgueses, para combatir a las dictaduras... En el caso actual de Cuba, estamos frente a una situación semejante.”[Boletín, cit.]

Pero sucede que la única burguesía cubana que existe en el mundo vive en Miami... y además es parte orgánica de la burguesía imperialista de EEUU. Son los llamados “gusanos”.

Son esos los únicos “sectores burgueses” opositores. Pero además, los “gusanos” y sus descendientes no son hoy una burguesía “latinoamericana” cualquiera, común y corriente. Al fugarse a EEUU, terminaron adquiriendo la ciudadanía y asimilándose a  la burguesía imperialista yanqui, de la que hoy forman parte con cierta influencia política.

La burguesía cubano-estadounidense se ha caracterizado por alentar posiciones de ultra derecha. ¡Son imperialistas rabiosos, que consideran a Obama un pusilánime (o un “comunista” encubierto) porque no manda ya mismo los marines a invadir Venezuela! Los “democráticos” burgueses cubanos fueron un sostén fundamental de Bush –su hermano Jeb era el gobernador de Florida– y encabezaron en EEUU el apoyo al golpe gorila en Honduras.

Su programa en relación a Cuba no sólo es recuperar sus propiedades sino también volver al status de virtual protectorado colonial que tenía la isla.

¡El PSTU-LIT propone hacer con esa gente “una amplia unidad de acción”!


Crítica al PTS-FT

La lucha contra la restauración capitalista y la defensa de
las conquistas de la Revolución Cubana no pueden consistir
en inventar un “estado obrero” que no existe

Por Claudio Testa

La corriente PTS-FT ha publicado un conjunto de textos en relación a la crisis de Cuba.[1] A diferencia de la LIT, el PTS se coloca en una posición “defensista” en relación Cuba, lo que en principio está bien. El problema es que exagera desmedidamente tanto la naturaleza de las conquistas de la Revolución de 1959, como lo que resta de ellas.

Esta exageración no es simplemente cuantitativa sino cualitativa. De la misma manera que los católicos creen que en la hostia y el vino consagrados están la verdadera carne y sangre de Nuestro Señor Jesucristo, el PTS-FT cree que tras las instituciones burocráticas del estado cubano existe nada menos que un “estado obrero”, aunque “deformado” por ellas.

Desde esa perspectiva, se deshace en alabanzas a las formas más extremas de la economía de comando burocrática, que ha sido sólo una de la variantes (desastrosas) entre las que fue bamboleando la burocracia cubana, que ahora ha resuelto solucionar todo volviendo al capitalismo, como antes hicieron sus colegas de China.

Directamente relacionado con esto, el PTS subestima los niveles de pérdida de las conquistas reales de la Revolución, como el grado de igualdad, dignidad, salud, educación, alimentación, etc. Y sobre todo subestima los resultados de todo eso: el peligroso grado de descomposición, anomia y descreimiento a que el régimen burocrático ha llevado a la sociedad.

Coincidimos en que la restauración capitalista en Cuba sería una importante derrota para los trabajadores (y no sólo los de la región). Pero, para “la defensa activa de las conquistas de la revolución cubana contra el imperialismo y los planes restauracionistas de la burocracia”, hay que partir de la realidad tal cual es y no de un doctrinarismo alejado de ella.

Asimismo, defender lo que no existe lleva a confusiones que no contribuyen a la defensa de lo que realmente resta de la revolución de la revolución del 59, en primer lugar, la independencia nacional y, muy deteriorada, la propiedad nacionalizada, y otras conquistas como el empleo, etc. Además, el punto de qué queda para defender, es inseparable del cómo defenderlo. 

Hacer otra cosa, no ayuda ni a la lucha contra la restauración en Cuba ni, menos aún, al relanzamiento de la lucha por el socialismo en este siglo, que obligatoriamente debe tomar en cuenta el porqué de los fracasos de las experiencias iniciadas en el siglo XX.

¿Dónde estamos parados?

El PTS-FT subestima el fenómeno que Trotsky había advertido tempranamente en la sociedad soviética bajo el stalinismo, y que décadas más tarde marcó la transición al capitalismo en la ex URSS, el Este y China. Hablamos del grado de anomia, descomposición y descreimiento a que el régimen burocrático ha llevado a la sociedad.

En su extenso “Suplemento”, el PTS dedica poco lugar a este fenómeno impactante, que viene en crecimiento desde hace años, y al que nosotros, en nuestros análisis, hemos dado importancia capital, cómo prólogo a la restauración capitalista.[2]

Este fenómeno tiene múltiples expresiones. Una de las más vergonzosas es el retorno masivo de la prostitución. Su erradicación fue una de las conquistas más destacadas de la Revolución, teniendo en cuenta que bajo la bota del imperialismo yanqui la isla había sido convertida en el prostíbulo de EEUU.

Pero esa descomposición no se trata ni exclusiva ni principalmente de cuestiones “morales”, sino estructurales, que nos remiten a la propiedad nacionalizada, su naturaleza, cómo fue siendo administrada por el supuesto “estado obrero”, y sobre todo cuál es hoy la actitud hacia ella de los distintos sectores sociales. El análisis del PTS reduce esto a la “corrupción en las filas de la burocracia”, mencionando también al pasar la “apatía obrera frente al trabajo”... pero la cosa es mucho más grave y profunda.

En ese sentido, Cuba no está en “una economía de transición [al socialismo] aunque burocráticamente planificada”[3] –una definición que salta a la vista como delirante confrontada con la realidad–, sino en una transición al capitalismo... que ahora la burocracia quiere consumar cuanto antes!

La verdadera situación la resume un refrán popular en boga en los ex “países socialistas” de Europa, y que hoy es plenamente aplicable a Cuba: “la propiedad de todos no es de nadie y se la roba el más vivo”. Esta actitud ante la “propiedad estatal socialista de todo el pueblo” –definición tan falsa como grandilocuente de la Constitución cubana– abarca hoy, efectivamente, “a todo el pueblo”... aunque de distintas formas.

Para los burócratas, esto significa robar a gran escala, para estar bien provistos cuando la transición al capitalismo llegue a su meta. Pero para los obreros esto no implica simplemente “apatía” en el trabajo, como cree el PTS. Además del robo a pequeña escala ampliamente extendido, implica también algo mucho más peligroso: que, como sucedió en los otros “países socialistas”, las privatizaciones masivas –paso fundamental al capitalismo– podrían no tener resistencia.

El descreimiento y descontento generalizado entre los trabajadores y sectores populares, especialmente en la juventud, es en buena medida la expresión en la conciencia de este fundamental hecho estructural: la relación de las masas trabajadoras con la (supuesta) “propiedad estatal socialista de todo el pueblo”... y, más ampliamente, de cómo son las relaciones de producción en el estado burocrático.

El “restaurómetro” del PTS y las alabanzas a la economía de comando burocrático

La venda sobre los ojos que significa definir hoy a Cuba como un “estado obrero deformado” con “una economía de transición [al socialismo] aunque burocráticamente planificada”, explica otros dos hechos: 1) el modo que tiene el PTS de medir el curso restauracionista; 2) sus alabanzas a las formas más extremas de economía de comando burocrático. Esto deriva en una incomprensión radical de las “relaciones de producción” existentes en Cuba tras la expropiación del capitalismo...

Ambos puntos están estrechamente relacionados. El PTS describe minuciosamente los vaivenes del curso restauracionista de los últimos 20 años. Pero los mide según el grado de centralización burocrática de la economía (cuya inversa sería su grado de descentralización y “mercantilización”). Significativamente, es el mismo “restaurómetro” que usa el PSTU-LIT, sólo que en este último la aguja marca ya el paso al capitalismo.

Brevemente: contra más centralización burocrática, habría más “socialismo”: el estado “obrero” más avanzaría en la “transición”...

Con esa concepción, el PTS hace el panegírico de la forma más extrema que adoptó en Cuba la economía de comando burocrático, que fue la sostenida por el Che Guevara como ministro de Industria y que expuso en el famoso debate de 1963/64.

En los primeros años de la revolución –sostiene el PTS–, la subordinación a la burocracia estalinista de la Unión Soviética fue cuestionada parcialmente por el Che Guevara... [Guevara] se opuso a la orientación conocida como “cálculo económico”...  basada en los fundamentos de la reforma Liberman en la Unión Soviética... Contra esta orientación... el Che defendió la centralización y la planificación de la economía.”[4]

Como sucedió en la URSS stalinista y luego en China y Cuba, los administradores burocráticos fueron bamboleando entre dos extremos: la economía de comando burocrática, ultra centralizada desde arriba, y los que se ha llamado el “socialismo de mercado”.

Lo que defendió el Che, fueron las formas más exageradas de la economía de comando burocrático.[5] Más allá de sus diferencias, Guevara y sus contradictores coincidían en algo fundamental, esencial: que no era la clase trabajadora la que debería decidir todo, organizada en una democracia obrera y socialista. Ambas partes sostenían la misma concepción verticalista, donde, en este caso, en la cúspide, estaba el “Comandante en Jefe” o “Líder Máximo”... El Che sintetizaba así este mecanismo, de consecuencias económicas fatales para interesar a los trabajadores en la producción, elevar así la productividad, y avanzar en la transición al socialismo:

“La masa –decía el Che– realiza con entusiasmo y disciplina sin iguales las tareas que el gobierno fija... La iniciativa parte de Fidel o del alto mando de la revolución y es explicada al pueblo que la toma como suya...

“Sin embargo, el estado se equivoca a veces (!!!). Cuando una de esas equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo colectivo... y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes...

“Es evidente que el mecanismo no basta para asegurar una sucesión de medidas sensatas y que falta una conexión más estructurada con las masas. Debemos mejorarla durante el curso de los próximos años pero, en el caso de las iniciativas surgidas de estratos superiores del gobierno, utilizamos por ahora el [mecanismo] casi intuitivo de auscultar las reacciones generales frente a los problemas...”[6]

Al Che, en la búsqueda de ese “mecanismo” aún desconocido de “una conexión más estructurada con las masas”, ni se le ocurre considerar la opción de la democracia obrera. La democracia obrera y socialista estaba totalmente por fuera de su horizonte de ideas. ¡Si hay que “intuir” lo que las masas piensan y sienten, es porque están mudas, porque no tienen modo de tomar la palabra en ese estado burocrático!

En vez de democracia obrera, el Che hablaba de incentivos “morales”. Pero esto, en manos de una burocracia de estado, finaliza siendo un discurso hueco, en el que las masas trabajadoras creen cada vez menos. Es que no explica por qué, en el supuesto “socialismo”, las masas finalmente no mejoran su situación y además crecen las diferencias entre los de arriba y los abajo.

El Che era una variante empírica situada a la izquierda de la burocracia de Moscú. Pero esto no quiere decir que se opusiera a ella desde posiciones socialistas revolucionarias, que nada tienen que ver con la economía de comando burocrática, ni con el socialismo de mercado.

La democracia obrera y socialista –que para Trotsky, como veremos, era componente fundamental del modo de producción en la transición– era algo que Guevara ni siquiera podía concebir.

Pero lo que aquí nos interesa es comprobar cómo el enredo del PTS con su imaginario “estado obrero deformado” (que aún hoy seguiría “en transición al socialismo”), lo lleva a hacer un panegírico de la economía de comando burocrático, que implica la negación total de la democracia obrera.

Estado, democracia obrera y “relaciones de producción” en la transición

La concepción de Cuba como “estado obrero deformado” minimiza la magnitud del problema de la transición y en especial de su economía. En resumen, para el PTS existe primordialmente una “gestión burocrática de la economía”, que es “lo contrario de una planificación eficiente”.[7] ¡En la cúspide del “estado obrero deformado”[8] hay un gestor ineficiente que se mantiene allí gracias a un régimen burocrático! Si cambiamos ese régimen mediante una “revolución política”, todo se arreglaría en el “estado obrero”... Lamentablemente esta “cajita feliz” del PTS tiene poco que ver con la realidad de Cuba y la magnitud de sus problemas.

El capitalismo, al escindir las esferas de la economía y la política, puede con relativa facilidad cambiar de régimen político –por ejemplo, pasar de una dictadura a una “democracia”– sin que eso signifique un cambio en las relaciones de producción... ni por lo tanto en el carácter social del estado. Bajo uno u otro régimen seguirá lo mismo: los patrones explotan a los trabajadores que producen mercancías, y punto. ¡El capitalismo funciona y se reproduce automáticamente!

Pero cuando en un país los capitalistas son expropiados, cuando las empresas, las fábricas y la tierra son estatizadas, se acabó el “automatismo” y la separación entre economía y política. Las relaciones de producción mismas son determinadas por el sujeto social que asume la conducción consciente del aparato productivo. Las relaciones superestructurales –quién manda– pasan a ser parte de la estructura: ¡se acaba la escisión entre “economía” y “política” propia del capitalismo!  

En ese sentido, la experiencia y el saldo de las revoluciones del siglo XX indican dos modos de producción posibles después de la expropiación. Como fue esbozado tempranamente por Trotsky, se pueden dar dos variantes para producir:

1) Una burocracia situada por encima de los productores, decide absolutamente todo, para lo cual es imprescindible negar la más mínima cuota de democracia obrera. Esta burocracia intenta funcionar –como advertía Trotsky– como “una mente universal... [capaz de] trazar a priori un plan económico perfecto y exhaustivo, empezando por el número de acres de trigo y terminando con el último botón de los chalecos”.[9]

2) El otro modo posible de producir después de la expropiación de los capitalistas, es absolutamente distinto al anterior. Consiste en la combinación “de estos tres elementos: la planificación estatal, el mercado y la democracia soviética” [10]; es decir, democracia obrera y socialista.

Estas alternativas no son sólo de mero régimen político: indican también dos modos radicalmente distintos de encarar la producción después de la expropiación del capital. ¡Y también dos tipos de estado, de contenido social muy diferente!

En la primera alternativa, como lo vimos en la ex URSS, el Este Europeo y China, la “transición” terminó yendo finalmente del capitalismo... al capitalismo. Y ahora en Cuba, si su clase trabajadora no actúa a tiempo, amenaza suceder lo mismo.

La segunda alternativa, la combinación de democracia obrera, planificación estatal (del auténtico estado obrero!!) y verificación del plan por el mercado, es la única que abre la posibilidad de iniciar, realmente, la transición al socialismo.

La democracia obrera para el PTS es sólo un elemento del régimen político, superestructural. Para nosotros, la democracia obrera es ante todo estructural: es parte imprescindible de las relaciones de producción para una verdadera transición al socialismo.

El relación a Cuba, esto significa levantar un verdadero programa de transformación socialista, que defienda las conquistas subsistentes frente al curso restauracionista de la burocracia, lo que exige una revolución que dé realmente el poder a la clase trabajadora.

Este programa –que desarrollamos en la primera parte de este dossier[11]– parte de la defensa de las conquistas que aún existen, en primer lugar la independencia nacional y la propiedad nacionalizada, y se centra en la instauración de una democracia obrera y socialista.


Notas:

1.- “PTS Suplementos - Cuba en la encrucijada”, 02/10/10. No confundir con nuestro artículo “Cuba frente una encrucijada”, de la revista Socialismo o Barbarie Nº 22: http://www.socialismo-o-barbarie.org/revista_22/081228_cuba_sobrev22_069.pdf

2.- Ver, por ejemplo, el capítulo IV del mencionado artículo de la revista Socialismo o Barbarie Nº 22, noviembre 2008, pág. 109 y ss. Versión en .pdf en: http://www.socialismo-o-barbarie.org/revista_22/081228_cuba_sobrev22_069.pdf Han pasado más de dos años y la situación en ese sentido se ha agravado cualitativamente.

3.- “PTS C – Cuba...”, cit.

4.- Cit.

5.- No tenemos aquí espacio para desarrollar la cuestión de la vigencia de la ley del valor en la transición, que estuvo en el centro de ese debate. Guevara, con argumentos honestos e “izquierdistas”, llegó a sostener que las categorías mercantiles podrían ser “abolidas” por la sola voluntad “comunista” de los participantes de la producción. Pero su propuesta alternativa de “sistema de financiamiento presupuestario” revivía simplemente otra variante burocrática: la de los “precios administrativos”. Ese fue un fracasado ensayo de Stalin de saltarse la ley del valor, analizado exhaustivamente por Trotsky en su momento.

6.- Che Guevara, “El socialismo y el hombre en Cuba” (subrayados nuestros).

7.- “PTS – Suplementos...”, cit.

8.- Conviene recordar que el versículo de “estado obrero deformado” que reza el PTS, no fue una formulación de Trotsky, sino una extrapolación abusiva del trotskismo de posguerra, de su caracterización de la Unión Soviética como “estado obrero degenerado”. Aunque en 1939 Trotsky ya advertía que ésta era una “categoría histórica que estaba al borde su propia negación”, insistía en mantenerla ante la proximidad de grandes hechos que finalmente definirían las cosas, como fue poco después la II Guerra Mundial. (“Questions du travail Russe”, 17/02/1939). En la posguerra, la mayoría del pequeño grupo de cuadros trotskistas sobrevivientes, bajo el impacto de la expropiación del capitalismo en los regímenes burocráticos del Este de Europa y luego de la Revolución China, formularon la definición de “estados obreros deformados”... estados que finalmente retornaron al capitalismo sin mayores problemas.

9.- Trotsky, “La economía soviética en peligro”, 1932.

10.- Trotsky, cit.

11.- Publicado en Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 191, 10/12/10.