Socialismo o Barbarie, periódico Nº 191, 10/12/10
 

 

 

 

 

 

A setenta años de su nacimiento. A treinta de su asesinato

Elogio de John Lennon

Por Ernesto Alaimo
Frente de Artistas del Nuevo MAS

El miércoles 8 de diciembre se cumplieron 30 años del asesinato de John Lennon. Este 30 de octubre habría cumplido 70. Queremos aprovechar la ocasión para hacer una reivindicación de este gran artista y luchador inglés.

De su valor musical no hace falta decir una palabra; difícilmente alguien niegue que se trate de uno de los músicos más grandes de la historia, y quien tenga dudas allí tiene a The Beatles, el grupo que en siete años se ganó un lugar en la primera plana de un siglo tan inabarcable como el XX.

Lennon era simpatizante de una organización trotskista británica liderada por Tariq Ali. En la foto, junto a Yoko Ono, en una manifestación de apoyo a los luchadores  irlandeses.  Lleva el  periódico  de  esa  organización  –Red Mole (El Topo Rojo)– que dice: “Por el IRA, contra el imperialismo británico”.

Lo que nos interesa destacar, por distorsionado y a menudo olvidado, es su igualmente enorme valor político, que, ligado a aquel otro, hizo de John la persona única que fue. Lennon no fue un pacifista hippie e ingenuo como la mirada oficial cuenta: fue un revolucionario, marxista, internacionalista, que colaboró con grupos de “izquierda radical” de Estados Unidos, Irlanda e Inglaterra, además de su mundialmente conocida militancia contra la ocupación yanky de Vietnam, y alguien que como pocos supo atar en un mismo maravilloso lazo el arte y la revolución.

Si bien en sus primeros años con los Beatles eligió la fórmula de hacer música sin contenido político para lograr la fama mundial e incluso una condecoración de la Corona Británica (la cual devolvió en 1969 en protesta por la participación inglesa en el conflicto Nigeria-Biafra y en Vietnam), el propio John acabó con la trivialidad de su imagen generando su primera gran polémica, la afirmación de que los Beatles eran “más grandes que Jesucristo”, y empezando a hablar directamente de política en sus canciones, como en “Revolution”, canción doblemente controversial puesto que critica al maoísmo de la época y ha sido por eso malinterpretada como conservadora desde cierta óptica de izquierda.

Pero sin duda fue, al romper con los Beatles, y más precisamente al unirse a la artista de vanguardia Yoko Ono, cuando su propia conciencia política maduró y cuando perdió el temor a expresar por completo sus inquietudes existenciales y políticas. De allí en más el arte fue en las manos de Lennon un arma dirigida contra todas las opresiones.

El activismo de Lennon contra la guerra de Vietnam pasó a la historia por acontecimientos épicos como su luna de miel con Yoko convertida en “huelga en la cama” (bed-in) por la paz, y por canciones como “Dale una oportunidad a la paz” (Give peace a chance), la cual se convirtió en el himno del movimiento anti-guerra, así como la intervención de espacios publicitarios en las calles de Nueva York, Tokio, Roma, Atenas y Londres con la sola frase “La guerra ha terminado (si así lo quieres)”. Pero este antibelicismo y antiimperialismo con el que enfrentó también la ocupación inglesa de Irlanda con canciones como “Domingo, sangriento domingo” y “La suerte de los irlandeses” fue sólo una de las múltiples luchas que llevó desde las canciones hasta las movilizaciones. Su feminismo se retrata en “La mujer es el negro del mundo” (Woman is the nigger of the world), donde John hace una implacable denuncia a la sociedad patriarcal en la que vivimos; su espíritu revolucionario estalla en “El poder para el pueblo” (Power to the people) y su identificación con la clase obrera, que declaró en varias entrevistas, se vuelve canción en “Héroe de la clase obrera” (Working class hero).

Lennon y Yoko Ono, frente al famoso cuadro de
la bandera de EEUU con calaveras en vez de
estrellas.

John se hizo gran amigo de militantes radicales como los yippies Jerry Rubin y Abbie Hoffman, el líder de las Panteras Negras, Bobby Seale, y gracias a su participación en un festival por la libertad de John Sinclair (miembro de las Panteras Blancas) en 1972, el hombre fue liberado tres días después. Además John contribuyó económicamente a varias organizaciones y campañas en EEUU, Inglaterra e Irlanda, siendo suscriptor de Red Mole entre otros periódicos de izquierda. Incluso le donó un millón de dólares al cineasta chileno Alejandro Jodorowsky por el valor antiarmamentístico de su película “El Topo”.

Con todas estas cualidades y acciones, Lennon se ganó la persecución del FBI y la CIA, quienes durante años trataron de expulsarlo de EEUU sin éxito. Pero más tarde consiguieron el triunfo de la forma más obvia y directa: en 1980 Lennon fue asesinado de cinco balazos por un tal Mark Chapman, supuestamente autor solitario del crimen debido a su locura, pero que milagrosamente pasó por la Aduana de EEUU sin que nadie notara su arma, y además, había sido usado en experimentos psicofarmacológicos de la CIA.

Para culminar el homenaje y para seguir burlando a estos asesinos, rescatemos el valor de su canción más inmortal: “Imagine”. Si quitamos la aureola de pacifismo barato con la que fue prudentemente cubierta, la letra de “Imagine” es una profundísima propaganda socialista, sintetizada en apenas un puñado de frases como sólo lo podía hacer un genio sin parangón. La primera estrofa derriba a la religión y el idealismo, la segunda muestra lo absurdo de dividir a la humanidad en países, y la tercera va directo contra la propiedad privada, razón del hambre y la envidia, predicando la fraternidad del hombre. ¿Cómo no querrían los cobardes imperialistas asesinar a un revolucionario tan capaz?