Socialismo o Barbarie, periódico Nº 190, 25/11/10
 

 

 

 

 

 

De Kirchner a Mariano pasando por Cristina

Entre el “país capitalista normal” y
la recomposición obrera

“El ferroviario José Pedraza es un dirigente importante desde hace 40 años, aunque alcanzó la jefatura de su gremio hace 25. Pedraza forma parte de una generación de burócratas que se siente amenazada ahora por el crecimiento de la izquierda sindical, a la que aquella generación odió siempre. El ascenso de la izquierda es proporcional a la vetustez de la antigua dirigencia. Los Kirchner no han hecho nunca nada para promover una renovación pacífica de la jerarquía sindical”[1].

El país sigue conmovido por las muertes de Kirchner y Mariano Ferreyra. No podía ser de otra manera. Las mismas son representativas de las profundas tendencias que vienen cruzando la vida política nacional en los últimos años.

Kirchner y Mariano

Detengámonos entonces en lo que expresan las muertes de Kirchner y Mariano a un mes de ocurridas las mismas. Se trata de acontecimientos representativos de tendencias opuestas en la dinámica política del país. Por un lado, Kirchner fue la figura política burguesa que vino a “normalizar” la Argentina luego del incendio del 19 y 20 de diciembre del 2001, y por el otro, Mariano simboliza el proceso de reorganización de la clase obrera del país y su durísima lucha por sacarse de encima el tutelaje de la burocracia sindical.

Más allá de todos los “discursos”, es un hecho cierto que Kirchner fue la principal figura política patronal de la última década que, como dijo el patriarca del PJ Antonio Cafiero, cumplió la función histórica de “recuperar la institución presidencial”.

Efectivamente, Kirchner rescató a la principal institución del régimen de dominación capitalista, la Presidencia, de la peor crisis que sufriera la democracia de los ricos establecida desde el año 1983 luego de la caída de la dictadura militar.

No se trató solamente de la presidencia: también fue el autor de la relegitimación de la Corte Suprema de Justicia y, conjuntamente con la oposición, del traslado de las disputas políticas al Congreso.

Por su parte, la muerte de Mariano es –de un modo lamentable, por cierto-  representativa de la vitalidad del proceso de recomposición de la clase trabajadora. Es decir, de la puja incesante que se viene dando desde el 2001 por una nueva organización de la clase obrera argentina. Se trata de una lucha que pasó de los componentes más “inorgánicos” de la clase trabajadora (desocupados, fábricas recuperadas, asambleas populares) a los batallones más “estructurales” de la clase obrera como son los trabajadores del subterráneo, la alimentación, el neumático, ferroviarios de distintas líneas y ahora los tercerizados del Roca.

Este proceso se da en un contexto dónde la patronal viene discutiendo -con preocupación- acerca del “modelo sindical” que tiene el país y la conveniencia o no de impulsar alguna “reforma” al mismo. La muerte de Mariano puso sobre la palestra eso: uno de los grandes tema estratégicos hoy es la discusión acerca del futuro de la organización obrera.

Entre los de arriba esta discusión tiene un costado de fondo. No solamente está la inquietud por la eventual presión de las luchas reivindicativas (salariales y de los tercerizados) que se puedan venir el año entrante. El interrogante pasa por, qué hacer ante el creciente cuestionamiento de la base obrera a la actual estructura sindical.

En esas circunstancias, es evidente la de Mariano se transformó en una muerte representativa no sólo por ser un joven militante de izquierda, sino porque murió en un lugar dónde se jugaba una de las batallas de la recomposición obrera en curso.

El hecho es que si los Kirchner lograron recomponer la autoridad presidencial, una de su principal tarea pendientes sigue siendo parar el proceso de reorganización obrera que se sigue extendiendo, llegando incluso ahora a cuestionar a la burocracia en gremios de enorme importancia como el ferroviario.

La tendencia a la normalización del país, al mismo tiempo que el contrapuesto proceso de reorganización que desborda el régimen sindical totalitario, son dos de las tendencias de fondo de la vida política nacional y que encontraron su expresión contrapuesta en las muertes de Kirchner y Mariano.

Como garantes del capitalismo argentino

Una tarea de la coyuntura sigue siendo clarificar acerca del verdadero carácter del “proyecto K”. Hay cuestiones de fondo y de forma que deben ser delimitadas.

Respecto del fondo del asunto, es lo que está dicho: no hay manera de desconocer –cuando se hace un análisis serio del asunto- que si las jornadas revolucionarias de diciembre del 2001 tenían elementos que potencialmente podían ir más allá de los límites del capitalismo argentino, lo que hicieron los esposos K fue montarse en esa ola pero para inhibir esa tendencia: de allí que hayamos definido a Néstor como hijo burgués del Argentinazo.

Las pruebas son simples: no ha habido ninguna reforma realmente estructural en lo que hace al carácter capitalista del país. Ni la propiedad privada industrial ni la agraria ni los bancos han sido tocados. Las condiciones de superexplotación obrera están incólumes (más allá de la recuperación del empleo y de la asistencia estatal de la pobreza). Los mismos Kirchner han sido garantes de esta clase obrera dividida entre efectivos, contratados, de agencia, etcétera, heredada de la dictadura militar y el menemismo (y que el asesinato de Mariano ha venido a poner sobre la palestra). En relación con el carácter dependiente del país del imperialismo, la supuesta “autonomía” ganada con el pago al contado de decenas de miles de millones de dólares solamente ha servido… para que ahora el FMI haya sido “invitado” para “establecer un índice inflacionario confiable”.

Sin embargo, sí hay algo que distingue al gobierno de los K de los que se sucedieron a partir de 1983. Los Kirchner, como hijos burgueses de las jornadas de diciembre del 2001 que son, necesariamente debían operar cambios en las formas para poder ganar legitimidad. Desde ese punto de vista, son evidentemente el personal político patronal “más a la izquierda” que ha habido en el país en las últimas décadas.

En estas condiciones, dejaron correr una serie de conquistas, concesiones y / o “reformas”. Algunas de ellas fueron, en realidad, arrancadas con la lucha, precisamente por las relaciones de fuerzas más generales creadas por el 2001 y que en parte siguen presentes hasta el día de hoy; otras fueron simplemente gestos desde arriba.

Si entre las primeras podemos ubicar las dificultades para reprimir “el conflicto social” (que es presentado como un rasgo “propio” del gobierno y no como una circunstancia “obligada” por la realidad), determinadas conquistas como las seis horas de trabajo en el subterráneo de Buenos Aires, la conquista del matrimonio igualitario para personas del mismo sexo, y hoy mismo, aunque más indirectamente, la simple inscripción del nuevo sindicato de los compañeros del subte; entre las segundas están aspectos de la Ley de medios, las peleas con Magneto, algunos paliativos a los jubilados o el relativo progreso en algunas de las causas de derechos humanos.

Sin embargo, entre conquistas y concesiones no hay nada que haya significado cambios de conjunto en el carácter capitalista semicolonial o dependiente del país.

Las fanfarrias por Kirchner de tantos “izquierdistas” interesados en los puestos estatales solamente sirve para colocar una cortina de humo sobre el fondo del asunto: como dijo Paolo Rocca del grupo Techint, a Kirchner había que reconocerle el haber “sacado al país de la crisis”. Los K actuaron como garantes del capitalismo nacional aunque bajo las formas que les permitió la realidad creada por la rebelión popular del 2001.

¿Hacia un gobierno más “normal”?

Respecto de las perspectivas del gobierno de Cristina, en las últimas semanas se han ido afirmando una serie de tendencias: de manera “sigilosa” parece estar inaugurándose un giro hacia el centro político en pos de su reelección para el 2011.

Sin embargo, no deja de hacer esto sin “maniobras”, como han sido las recientes medidas para los jubilados o el reconocimiento de la simple inscripción del sindicato del subte.

Respecto de la gestión gubernamental del último mes hay varias cosas para señalar. El gobierno de Cristina parece estar dando un giro hacia el perfil original cuando la campaña presidencial del 2007. Como se recordará, en la campaña presidencial de ese año, se había comprometido a garantizar a la Argentina como “un país normal”. Este plan luego quedó desbaratado por la polarización entre los de arriba inaugurado con el conflicto con el campo del año 2008.

Sin embargo, la muerte de Kirchner ha significado como un “bálsamo” para su gestión, produciendo un giro ascendente en la popularidad de Cristina. Mucha gente se muestra solidaria con lo que significó la muerte de su esposo estando ella en la presidencia.

Pero mas allá de algunas poses “combativas”, la realidad es que el gobierno se apresuró a tomar una serie de medidas que figuraban como cuentas pendientes exigidas por la patronal: desde el pago de la deuda externa al Club de París, la vuelta a algún tipo de relaciones con el FMI, el cajoneo de la ley de participación en las ganancias empresarias, y un largo etcétera.

Sin embargo, la aplicación de un programa más “aggiornado” se está dando de una forma distinta que sí el mismo hubiera estado en manos de un recambio opositor.

Es decir, no es la oposición la que está capitalizando la muerte de Kirchner para imponer un giro “centrista” a la situación política. Es la propia Cristina la que intenta girar hacia el centro político y recuperar el favor entre los de arriba buscando las vías de un gobierno de más unidad nacional, aunque haga esto sin dejar de maniobrar para no descuidar su “flanco izquierdo”.

La propia Cristina es la que se está postulando para dar una vuelta más de tuerca en el proceso de normalización  del país que los K vienen encarnando desde el 2003, reelección del 2011 mediante.

Porque hoy no puede descartarse que el ciclo de los K formalmente continúe –o trate de hacerlo-. Pero esto se haría “reinventándose” más hacia el centro político cómo el mejor garante de gobernabilidad para la patronal. Un gobierno que vuelva a expresar elementos de unidad nacional (o al menos de mayor unidad burguesa). Formalmente continuaría siendo el mismo gobierno… pero de contenido estaría en cierta medida inaugurando otro ciclo político.

El triunfo de los tercerizados del Roca

En sentido contrario a la evolución del gobierno K está el proceso de recomposición obrera. El hecho básico aquí es que este proceso está pegando un salto hacia adelante.

La muerte de Mariano -y la lucha de los tercerizados del Roca- ha puesto sobre la palestra la esclavitud que significa la tercerización. A nivel de otras líneas del ferrocarril, y entre otros sectores de trabajadores, se comienza a reclamar lo mismo que los compañeros del Roca: el pase a planta permanente. Esto está comenzando a ocurrir entre trabajadores tercerizados de la líneas Mitre o Belgrano Sur. También entre los trabajadores tercerizados telefónicos o de luz y fuerza.

¿Qué pasará ahora que hay una gran posibilidad de que los tercerizados del Roca pasen a planta permanente? Parece evidente que ese hecho significará un enorme estímulo para la pelea de los tercerizados en todo el país.

En este sentido la pelea porque se cumpla el pase a planta de los 2000 compañeros del Roca se debe combinar con otra desde ahora mismo: la exigencia de la afiliación a la Unión Ferroviaria de todos los compañeros. Porque, entre otras cosas, el hecho es que durante 2011, debe haber elecciones al cuerpo de delegados del Roca; y es un hecho que el triunfo de la lucha de los compañeros pone más cerca de disputar la línea Roca como tal.

El eventual triunfo de los tercerizados del Roca debe servir también para dar un impulso a la pelea por meter en la cárcel a Pedraza. De lograrse eso, quedaría mucho más cerca un objetivo todavía mayor: barrer a la burocracia sindical de la Unión Ferroviaria…

Hacia un endurecimiento del gobierno con el activismo y la izquierda

Las circunstancias que venimos señalando preanuncian un 2011 más polarizado, por lo menos del gobierno con el activismo y la izquierda. A medida que la división entre los de arriba se va “mediatizando”, lo que parece preanunciarse es un enfrentamiento más “clásico” entre el gobierno y sectores de vanguardia de los trabajadores y la izquierda. Esto más allá que continúen las riñas entre oficialismo y oposición en el Congreso.

En estas mismas páginas analizamos la búsqueda del gobierno de establecer un  tramposo “pacto social”. No está claro que puedan lograrlo con la formalidad del caso. Pero lo que es casi seguro es que la CGT va a tener un papel de primer orden en el “disciplinamiento” de los reclamos salariales que vayan más allá de lo pautado.

A esto hay que sumarle la división de la CTA. Con la crisis de la misma, el proyecto de reconocerla como una “alternativa” al desprestigio de la CGT ha quedado golpeado aunque ahora Cristina le haya tendido una enorme mano a Yasky con el reconocimiento de la simple inscripción del subte (atención, reconocimiento que no deja de ser en parte también un triunfo de los compañeros).

En fin, nada parece poder evitar que, en lo inmediato, la CTA quede debilitada como mediación sindical burocrática con “rostro humano”. A priori, esto fortalece a la CGT. Pero también podría fortalecer a la izquierda en el terreno sindical.

Si para el año que viene no se puede preveer todavía un ascenso de las luchas en regla (por la favorable coyuntura económica y el corsé burocrático de ambas centrales sindicales), sin embargo es un hecho que aquellas que desborden las pautas establecidas se las verán seguramente con una respuesta más dura por parte del gobierno K que ya ha dicho por boca de la propia Cristina que “40 millones de argentinos no aguantan más los piquetes y cortes de ruta”. Para ese escenario seguramente endurecido con el activismo y la izquierda hay que prepararse [2].


Notas:

1.- La Nación, 24-10-10. En el momento que cerramos esta edición, el gobierno acaba de conceder la inscripción del nuevo sindicato del subte. Más que nada la medida parece estar concebida para tirarles una soga a Yasky y a Beto Pianelli al tiempo que seguir alimentando la ilusión de que de la mano del gobierno K “se pueden lograr las cosas”…

2.- Aunque se trate de otro tipo de fenómeno, no puede dejar de denunciarse el reciente asesinato de indígenas tobas por parte del gobernador K de Formosa por el solo delito que estaban reclamando tierras que les correspondían…