Socialismo o Barbarie, periódico Nº 188, 28/10/10
 

 

 

 

 

 

José Pedraza

Un camino de traiciones y matonaje

Por Oscar Alba

Cuando el General Juan Carlos Onganía derrocó al radical Humberto H. Illia, el General Perón, desde su exilio en Madrid, lejos de condenarlo y llamar a enfrentarlo, propuso “desensillar hasta que aclare”.

En 1968, la dirección de la CGT se dividió entre “participacionistas” y “rebeldes”. Los primeros con Augusto T. Vandor a la cabeza, buscaron conciliar con Onganía; Vandor, por su parte, alentaba el proyecto político de un “peronismo sin Perón”. Los “rebeldes”, a su vez, encabezados por Raimundo Ongaro, un linotipista de 41 años y secretario general de los trabajadores gráficos, aglutinaban a gremios menores y combativos que reflejaban el surgimiento de una nueva vanguardia en el movimiento obrero. Perón, asesorado por el burócrata ferroviario Lorenzo Pepe, en un primer momento alentó a Ongaro contra Vandor. El 29 de marzo de 1968, se concreta la división sindical en el Congreso Normalizador de la CGT. Quedan entonces, por un lado, la CGT de Azopardo, que reunía a los gremios más poderosos y vandoristas; y por el otro lado, la CGT de los Argentinos que abrirá sus puertas a estudiantes e intelectuales de izquierda.

En este contexto político del movimiento sindical surge la figura de José Pedraza. Nacido en Deán Funes, Córdoba, en la década del 60 ingresó como ferroviario en la Estación Saldías de la línea General Belgrano. “Al mismo tiempo estudiaba Derecho y militaba en el Movimiento Nacional de Derecho”. (1) En poco tiempo, su actividad sindical lo llevó a ser delegado ferroportuario y fue despedido. En sus primeros pasos como sindicalista se alineó, participando en la misma CGT de los Argentinos y en 1971 vuelve al ferrocarril. Esta vez será como changarín en el Ferrocarril Mitre, retomando su actividad sindical. Durante la dictadura de Videla, Pedraza forma parte del Grupo de los 25, un sector de la burocracia liderada por Roberto García que estaba enfrentada a Lorenzo Miguel y Herminio Iglesias. De su pasado combativo junto a los grupos de izquierda ya nada quedaba y con la llegada de Raúl Alfonsín a la Presidencia de la Nación, Pedraza va a llegar a la cima de la Unión Ferroviaria para estrechar filas con Saúl Ubaldini, el líder de la CGT.

En los 90, su izquierdismo primario quedará definitivamente sepultado bajo las banderas del neoliberalismo menemista. Pedraza había apoyado a Cafiero en la interna peronista, pero cuando triunfó Menem no dudó en cobijarse rápidamente bajo sus alas de ave de rapiña. “Cuando Carlos Menem asumió la presidencia, dos asesores de Pedraza, Julio Savon y Fernando Carlos Frediani, fueron designados administrador y subadministrador de Ferrocarriles y su tesorero Santos Reale, quedó a cargo de los ferrocarriles metropolitanos, que fueron saqueados como paso previo a la privatización.”(2)

José Pedraza, al igual que los demás burócratas del ferrocarril como Jaime (Fraternidad) y Suárez (Señaleros) van a ser agentes directos del gobierno en la privatización del mismo.  Para ello tuvieron que atacar al movimiento de resistencia a las privatizaciones que los trabajadores ferroviarios encararon. Se valieron del matonaje e impulsaron los “retiros voluntarios” que ofrecía el gobierno. Los 90 mil ferroviarios quedaron reducidos a 9000.

Negocios y maniobras electorales

Las redes tendidas por Pedraza le van a reportar, como dijimos, pingües negocios, pero además consiguió que la Corte Suprema de Justicia le concediera continuar al frente de la Unión Ferroviaria, con el mandato vencido desde 1991 y sin elecciones.

Para lograr esto tuvo que dejar fuera de acción a la opositora Lista Celeste. Recurrió a una maniobra propia de la burocracia: “Utilizó como único medio para comunicar las condiciones del comicio un aviso en la página de Finanzas del diario de La Nación”. (3) Cuando llegó el momento de renovar nuevamente mandato, Jorge Di Nápoli, dirigente de la oposición, fue despedido del Ferrocarril San Martín y luego fue amenazado por la patota de Pedraza para que desistiera de continuar en la contienda. Así despejó el camino de oponentes posibles. Luego del Argentinazo, durante la presidencia de Duhalde, los ferroviarios vieron nuevamente recortados sus derechos laborales. Pedraza acordó con las empresas del sector un nuevo convenio que, entre otras cuestiones, amplió el período de prueba a seis meses, asignación de vacaciones en cualquier mes del año y la polivalencia funcional (fregado y barrido).

Mariano Ferreyra fue asesinado por apoyar a los trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca. Pedraza quiere seguir construyendo su imperio burocrático armando matones y rindiendo pleitesía a las empresas del ferrocarril, incluso como socio de las mismas. La mugre en descomposición de la burocracia sindical peronista ha puesto un nuevo jalón de sangre  en su trayectoria. Una trayectoria que hoy está amenazada por la posibilidad concreta de recomponer al movimiento obrero sobre nuevas bases políticas y sindicales. El asesinato de Ferreyra ha insuflado el odio de los trabajadores en estos parásitos malolientes como José Pedraza. Debemos entonces, continuar poniendo todos nuestros esfuerzos para que de este odio vaya madurando una verdadera alternativa clasista, antiburocrática y antipatronal que termine barriendo a los Pedraza, Moyano y compañía y ponga en pie un nuevo movimiento obrero.


Notas:

1- Perfil.com 26/10/2010.

2- H. Verbitsky. Página 12, 24710/2010.

3- Idem.