Socialismo o Barbarie, periódico Nº 184, 02/09/10
 

 

 

 

 

 

¿Qué pasa con el “circuito secundario”
encabezado por China?

Por Claudio Testa

En contraste con el panorama sombrío de los centros del capitalismo mundial –EEUU, Europa, Japón–, prosigue el fenómeno del desarrollo desigual de la crisis, ya comentado en un número anterior [Ver, “Las desigualdades de la crisis mundial - El «misterio» de los países BRIC”, SoB Nº 180, 08/07/10].Un sector importante de países “emergentes”, en primer lugar China, siguen mostrando este relativo “desacople” de la crisis. En América Latina, esto se refleja en el “veranito” económico de Brasil y Argentina.

Un estudio reciente del FMI (comentado por Michel Husson en “La crise et le grand basculement du monde”, Hussonet N°12, juillet 2010), confirma este curso “divergente” de la producción industrial, las exportación de mercancías y las ventas en sus mercados internos entre los países “avanzados” y los “emergentes”.

Esto ha dado lugar, como siempre, a teorizaciones unilaterales, especialmente una exageración del papel y las perspectivas de China. Por supuesto, este desarrollo desigual es un hecho de suma importancia. Pero, por eso mismo, exige estudios serios que articulen la complejidad de elementos y factores que se combinan en este fenómeno.

En el caso de China, se especula con que será la locomotora que sacará la economía mundial de la crisis. Pero esto es muy dudoso, sobre todo si la “recaída en W” deriva en una depresión de alcances mundiales.

Es que el actual crecimiento de China se debe esencialmente a la aplicación de un programa de estímulo que, “en relación a la tamaño de su economía es mucho, pero mucho más grande que el de Obama en EEUU”.[1]

Paradójicamente, esto ha agravado un problema que ya arrastraba la economía China: el exceso de capacidad instalada. El programa de estímulo “fue usado esencialmente para construir una enorme magnitud de nueva capacidad... La inversiones fijas en fábricas y ferrocarriles contabilizaron el 95% del crecimiento de China el año pasado. Esto es algo sin precedentes: nada como esto ha sucedido jamás en la historia del capitalismo...”[2]

Hay que tener en cuenta que el exceso de capacidad en la industria ya era un fenómeno característico de China. Y ahora se le agrega esta expansión sin precedentes, liderada por el sector de empresas estatales o semi-estatales.[3] ¡El capitalismo chino tiene la ventaja de poder hacer cumplir ese papel al estado en caso de necesidad, mientras que el capitalismo occidental tiene las manos atadas por el neoliberalismo extremo!

Sin embargo, los resultados de todo esto dependen del curso de la economía mundial, y no al revés. Esta extraordinaria expansión de la capacidad instalada puede ser un fenomenal negocio para China... si las cosas mejoraran en Occidente. Pero si desembocasen en una depresión o un largo período de estancamiento, el exceso de capacidad instalada no sería rentable.

La mayor cuota de “estatismo” del capitalismo chino le da también mayores márgenes de maniobra... Pero esos márgenes están acotados por el límite infranqueable del capitalismo: la necesidad ineludible de la ganancia.

Notas:

1.- David Mcnally, “The mutating crisis of global capitalism”, ISR Nº 73, September–October 2010.

2.- Cit.

3.- Michael Wines, “China Fortifies State Businesses to Fuel Growth” New York Times, August 29, 2010.