Socialismo o Barbarie, periódico Nº 184, 02/09/10
 

 

 

 

 

 

Crisis mundial: la recaída es un hecho

EEUU vuelve a tambalearse

Por Claudio Testa

La última edición de la revista Socialismo o Barbarie [Nº 23/24, diciembre 2009] estaba encabezada por un artículo cuyo título conviene recordar: “Crisis económica mundial: Cuando se prepara una recaída”. Hoy la recaída de la crisis ya es un hecho admitido por todos. Se confirma también así lo apuntado en artículos anteriores de nuestro periódico [Ver: “Tercera fase de la crisis - El mundo regresa al abismo económico”, en SoB Nº 177, 27/05/10 y “Después del G-20 - El peligro del «sálvese quien pueda»”, SoB Nº 180, 08/07/10]

El mes pasado marcó, efectivamente, un “sinceramiento” de la real situación de la economía mundial. Para el Wall Street Journal (31/08/10) fue el “peor agosto desde el año 2001”. Sin embargo, el desinfle de los “mercados” confirma una realidad global y de la economía de EEUU cualitativamente más grave que la del 2001, cuando se había pinchado el globo fraudulento de las “empresas .com”.

“El principal temor –apunta el New York Times– es que tendremos una recesión de ‘doble caída’ en la segunda mitad de este año y el 2011.”[1] La “doble caída” (también esquematizada como “recesión en W”), significa que después de una breve y anémica “recuperación” todo cae nuevamente.

Esto confirma otro punto que venimos afirmando: que no estamos frente a una mera “crisis cíclica”, sino ante a una crisis histórica, “sistémica” del capitalismo.

Como advierte, desde otras perspectivas, el conocido economista marxista Anwar Shaikh, la acumulación capitalista es “un proceso turbulento y dinámico”, con “ciclos de negocios, que son los elementos más visibles de la dinámica capitalista”. Así, “normalmente”, hay ciclos cortos llamados “de inventario” (de 3 a 5 años) y ciclos medios (de 7 a 10 años) de renovación de capital fijo. Pero lo que está sucediendo hoy es muy diferente, es un fenómeno comparable a la Gran Depresión de los años 30. Se trata, según Shaikh, de la “primera Gran Depresión del siglo XXI”.[2]

Esto explica, entre otros motivos, que las medidas tomadas por los principales gobiernos capitalistas, sólo logren “trasladar” la crisis de una esfera a otra. Así en la fase anterior, aplicaron el remedio de salvatajes masivos del estado, en especial a las instituciones financieras en bancarrota. Se hizo en una escala sin precedentes en la historia del capitalismo. El Bank of England (banco central del Reino Unido) calculó que el costo  de la fiesta fue de 14 billones (millón de millones) de dólares; es decir, el PBI anual de EEUU. Si se le añaden los últimos “salvatajes” en Europa y otros “paquetes”, la cuenta llega a los 20 billones.[3]

Sin embargo, el resultado no fue el fin de la crisis, la “recuperación”, sino la “mutación” de la crisis financiera en crisis fiscal de los estados que financiaron los salvatajes y “paquetes de ayuda”. Pero lo importante es que esto no ha “relanzado el crecimiento” (como se prometía), ni menos aun solucionado la peor consecuencia social de la crisis: el desempleo masivo.

Esta situación configura lo que en mayo pasado caracterizamos como la “tercera fase” de la crisis: “Si la primera [fase] estuvo marcada por el derrumbe bursátil y productivo de finales del 2008 y comienzos del 2009, y la segunda por una recuperación relativamente «temprana» al compás de los mega-rescates estatales, ahora se está ingresando en el tercer momento: el de una recaída en W. Un analista tras otro está subrayando que la crisis del euro ya supone un «frenazo» al proceso de recuperación económica mundial o incluso algo peor: «Los mismos inversores que pretenden que países individuales endurezcan su política fiscal, están al mismo tiempo preocupados acerca del impacto de que tantos países avanzados lo hagan simultáneamente. Como acaba de escribir Greg Gibbs del Royal Bank of Scotland: ‘imagínense el desastre si las economías mayores son forzadas desde déficits de dos dígitos a superávits; usted está hablando de un escenario de Gran Depresión o peor’»”[4]. Ahora, la “recaída en W” comienza a ser un hecho admitido en el mismo punto de origen de la crisis, Estados Unidos.

El “péndulo” de la crisis: de EEUU a Europa... y de Europa a EEUU

Como si fuese un péndulo, el epicentro de la crisis mundial ha ido oscilando de EEUU a Europa... y ahora de vuelta a su origen.

Efectivamente, esta “tercera fase” fue marcada inicialmente por la crisis del euro. La Unión Europea y especialmente los países de la “eurozona” fueron el eslabón más débil de la cadena. En contraste, aunque sin exhibir ningún éxito espectacular, EEUU aparecía como saliendo de la crisis gracias a los mega-rescates de Bush y Obama.

En este contexto, se desató una fuerte debate en las burguesías de EEUU y Europa, y su personal político y gerencial: ¿seguir con los “estímulos” estatales a la economía (a costa de empeorar los déficits fiscales) o dar un viraje a la “austeridad” presupuestaria (a costa de una recaída recesiva o algo peor)?

Ese fue eje de disputa entre Obama y los gobiernos europeos en la última reunión del G-20 en junio[5], pero también divide a los capitalistas estadounidenses y sus funcionarios. Las divergencias se dan en la misma Reserva Federal (Fed), que además de banco central funciona de hecho como el verdadero “Ministerio de Economía” de EEUU, que nominalmente es la Secretaría del Tesoro. Así la últimas reuniones de la Fed fueron cruzadas por esas discrepancias.[6]

Ahora agosto ha echado un balde de nafta en este debate interburgués: ¿qué hacer ante el agotamiento del “crecimiento” debido a los estímulos del año pasado?

¡Es una avalancha de malas noticias! El crecimiento del PIB marca una evidente declinación: 5% anualizado el último trimestre de 2009, 3,7% los primeros tres meses de 2010 y 1,6% en el segundo trimestre de este año.[7] Todo hacer prever que la caída continuará en lo que falta de 2010 y se prolongará en 2011. Por su parte, el comercio exterior de EEUU no anda mejor: entre abril y junio, las importaciones crecieron un 28,2%, contra sólo el 10,3% de incremento en las exportaciones, ampliando el crónico y monumental déficit de EEUU. ¡En contraste, China tuvo un superávit record!

Pero el agotamiento del efecto de los estímulos es aun más resonante en los sectores estratégicos que pretendieron apuntalar. Así, el mercado inmobiliario simplemente se desplomó: en julio cayó un 27,2% la venta de casas usadas y un 12,4% los inmuebles para estrenar. ¡Es la mayor caída que registran las estadísticas![8]

Sin embargo, como señala Paul Krugman, el dato más grave y significativo es el del empleo, que va de mal en peor. Los billonarios “estímulos” no mejoraron nada la situación:

“El pequeñísimo fragmento de verdad existente en la afirmación de que vivimos una «recuperación» es el hecho de que el PBI aún sigue aumentando: no estamos en una recesión clásica, donde todo baja. ¿Y qué?

“La pregunta importante es si el crecimiento es suficientemente rápido como para reducir un índice de desempleo que está por las nubes. Necesitamos un crecimiento del 2,5% tan sólo para impedir que el desempleo aumente, y un crecimiento mucho más rápido para lograr que se reduzca significativamente... Si el desempleo aumenta durante el resto del año, cosa que parece probable, no importará si las cifras del PBI son levemente positivas o levemente negativas.”[9]

Efectivamente, el resultado de los billones gastados en “estímulos” ha sido nulo en esto: “Lo más que se ha logrado en materia de empleo, contra los vaticinios del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca en el sentido de crear entre 3 y 4 millones de puestos de trabajo, es reducir la tasa de paro en medio punto, del 10% al 9,5%.”[10] Y agreguemos que en EEUU la estadísticas de empleo son tan “dibujadas” como las de inflación en nuestro INDEC. ¡El verdadero desempleo es más del doble de esas cifras!

¿Qué pasó con el empleo?

Este es, efectivamente, el punto central. En él “se cruzan todos los cables” no sólo “económicos” sino también políticos y sociales, nacionales e internacionales. Refleja también el carácter de la misma crisis que aludíamos al principio, ya que si se tratase de un ciclo “normal”, el desempleo sería “reabsorbible” en mayor o menor medida. Asimismo, tiene que ver con el carácter cada vez más insostenible de la configuración EEUU-céntrica del capitalismo mundial.

Después de la charlatanerías de Obama, aparecen las verdaderas perspectivas de la crisis y al empleo. Así, un informe presentado en la conferencia anual que organiza la Fed en Jackson Hole, hizo dos pronósticos aterradores: 1) “la crisis no se superará en menos de una década”; 2) “las tasas de empleo previas jamás se recuperarán”.[11]

¿Pero por qué los billones generosamente regados sobre bancos y empresas no han creado empleos?

En primer lugar, porque los bancos y corporaciones, únicos destinatarios de las “ayudas”, no los han empleado en inversiones productivas, en creación de nueva riqueza. A ese respecto, Anwar Shaikh hace esta comparación entre los “estímulos” de Obama y los de Roosevelt en la Gran Depresión del siglo pasado:

“Los gastos gubernamentales pueden estimular mucho la economía... pero debemos distinguir entre dos formas de estímulo económico: 1) la demanda directa del gobierno, que estimula el empleo siempre que los empresarios no usen ese dinero para pagar sus deudas; 2) el empleo directo del gobierno que estimula la demanda siempre que usen sus ingresos para consumir y no para pagar deudas...”[12]

Así, en los años ’30, “los gastos del gobierno fueron no sólo hacia la compra de bienes y servicios. También fueron hacia el empleo directo en trabajos de servicios públicos. Por ejemplo, sólo la Work Projects Administration (WPA) empleó a millones de trabajadores en obras públicas...”[13]

En cambio, con Obama, la cosa ha sido muy distinta: “La exigencia de que el dinero recibido [en estímulos] debe ser gastado, es crucial. Ahora, en los principales países del mundo, grandes sumas han sido dirigidas a los bancos y también a empresas no financieros. Pero esos fondos han terminado confiscados allí: los bancos los han usado para apuntalar sus tambaleantes carteras; y las industrias los necesitaban para pagar sus deudas.”[14]

El símbolo de esto es la General Motors, alabada como uno de los grandes éxitos de los rescates de Obama. Acaba de declarar 2.000 millones de ganancias... pero sólo ha creado 2.000 puestos de trabajo...[15]

En cuanto al empleo directo por el estado, al revés que en el New Deal de Roosevelt, en vez de emplear a millones en obras públicas, lo que se ha hecho es despedir en masa a los empleados públicos.

En plena hecatombe de las estadísticas de empleo, el gobierno federal despidió en julio a 131.000 empleados que habían trabajado en el censo.[16] Otros millones han sido echados a nivel de los estados y municipios.

En los años ‘30, el empleo público directo (con salarios miserables) sirvió al capitalismo estadounidense no sólo para paliar la crisis y evitar el peligro de un estallido social. También le permitió construir a bajo costo gran parte de la infraestructura moderna de EEUU, carreteras, puentes, diques, etc. Esto fue un elemento importante en su relanzamiento como centro del capitalismo mundial.

Hoy se hace lo opuesto: “Un país que antes deslumbraba al mundo –comenta escandalizado Paul Krugman–, ahora está en proceso de despavimentarse: en una serie de estados, los gobiernos locales están rompiendo las rutas que ya no pueden mantener...”[17] El retroceso del asfalto y el cemento al pedregullo es todo un símbolo de la decadencia de un país que fue en gran medida el “inventor” de la carretera moderna.

Desempleo estructural: sobre llovido, mojado

Este desastre del empleo se agrava también por los cambios estructurales de las relaciones entre EEUU y el resto de la economía mundial.

Para las corporaciones estadounidenses (y también de Europa y Japón) fue gran negocio mudar buena parte del sector II de la industria (producción de bienes de consumo) a países de bajísimos salarios (China, en primer lugar). Pero este gran negocio ha sido ruinoso para EEUU como estado. Además de las consecuencias para el comercio exterior y la cuenta corriente, las dificultades para reducir el desempleo tienen que ver no sólo con el ciclo económico sino también con los cambios estructurales del aparato productivo.

En los 90’ esto dio lugar en su momento a las pavadas sobre la “era post industrial”, el “capitalismo del conocimiento” y la “sociedad de la información”. Lo cierto es que “la industria manufacturera en Estados Unidos se quedó con segmentos del proceso productivo de un mayor valor agregado”[18]. Pero gran parte del resto de la industria se fue al exterior... y con ella, los empleos.

El problema estructural es que “la industria manufacturera posee los multiplicadores de empleo más altos en la economía y por eso mantiene un número más elevado de empleos indirectos.... Para EEUU, un estudio del Economic Policy Institute revela que en efecto los multiplicadores de empleo de la industria manufacturera son más altos que en los servicios o en el comercio. Por cada cien empleos en la industria manufacturera, el multiplicador es 2,91 (es decir se mantienen 291 empleos indirectos). El multiplicador en los servicios de salud es de 1,17, en los servicios profesionales de comercialización es de 1,54 y en el comercio al menudeo es de apenas 0,88. Es decir, la pérdida de empleos en la industria manufacturera tiene efectos indirectos mucho más intensos que en las demás actividades.”[19] ¡No es lo mismo producir bienes materiales que vender juguetes Made in China!

En síntesis

En resumen, el curso de la crisis mundial ha puesto otra vez a EEUU en el centro de la escena. Esto abre un crítico panorama político dentro de EEUU, tema de trascendental importancia pero que no podemos desarrollar hoy.

En lo inmediato, se perfila el derrumbe político-electoral de Obama y una peligrosa ofensiva desde la derecha para capitalizar su fracaso. Pero el elemento decisivo en este cuadro es el enorme retraso y las dificultades del movimiento obrero y las masas trabajadoras para entrar de lleno en escena, aunque por otro lado se han venido dando luchas y protestas de su sector más castigado: los trabajadores inmigrantes.


Notas:

1.- David Jolly and Bettina Wassener, “Global Stocks Fall on Economic Worries”, New York Times, 31/08/10.

2.- Anwar Shaikh, “The First Great Depression of the 21ST Century”, publicado en Socialist Register 2011, The Crisis This Time, Fernwood Publishing, Canadá, September 2010.

3.- David Mcnally, “The mutating crisis of global capitalism”, ISR Nº 73, September–October 2010.

4.- José Luis Rojo, “Tercera fase de la crisis - El mundo regresa al abismo económico”, SoB Nº 177, 27/05/10.

5.- José Luis Rojo, “Después del G-20 - El peligro del «sálvese quien pueda»”, SoB Nº 180, 08/07/10.

6.- Jon Hilsenrath, “Opciones para estimular la economía dividen a la Fed - ¿Cuál es el siguiente paso?”, Wall Street Journal, 25/08/10.

7.- Motoko Rich, “U.S. Economy Slowed to 1.6% Pace in 2nd Quarter, New York Times, August 27, 2010.

8.- “Caída histórica en las ventas de casas”, por Sudeep Reddy y Nick Timiraos, Wall Street Journal, 25/08/10

9.- Paul Krugman, “This Is Not a Recovery”, New York Times, August 26, 2010.

10.- Ernesto Ekaizer, “El plan de estímulo de Obama sólo ha reducido el paro en medio punto”, Público.es, 30/08/10.

11.- “Informe en la conferencia organizada por la Reserva Federal en Jackson Hole”, Reuters 27/08/10.

12, 13 y 14.- Shaikh, cit.

15.- David Brooks, “Se desploma el índice de aprobación de Obama por la falta de empleo”, La Jornada, 26/08/10.

16.- Motoko Rich, “U.S. Lost 131,000 Jobs as Governments Cut Back”, New York Times, August 6, 2010.

17.- Paul Krugman, “America Goes Dark”, New York Times, August 8, 2010.

18 y 19.- Alejandro Nadal, “Manufacturas y pérdida del empleo”, La Jornada, 25/08/10.