Socialismo o Barbarie, periódico Nº 181, 22/07/10
 

 

 

 

 

 

Congresos de los PST de Costa Rica y Honduras

La estrategia pasa por orientarse hacia
la nueva clase obrera

Roberto Sáenz, Honduras, 20/07/10

Los últimos dos fines de semana se realizaron los congresos de ambos PST. En ambos casos, lo que se puede señalar, es una consolidación de los grupos como parte de nuestra corriente Socialismo o Barbarie. En el primero de ellos, lo destacable son los avances en la definición de un proyecto más de conjunto para el país que pasa por ir creando las condiciones para enfrentar una tarea que desde hace décadas la izquierda viene esquivando: orientarse a la refundación de la clase obrera costarricense, la nueva clase obrera industrial de las zonas francas –mayormente joven– está completamente desorganizada. Tomando la experiencia histórica de lo que significó en su momento la fundación de la clase obrera bananera (hoy extinguida), la discusión colocó en ese norte estratégico las perspectivas del grupo. Al mismo tiempo, con estos planteamientos se resolvió salir a una ofensiva de debate con el resto de la izquierda del país acerca de cuál debe ser la estrategia de la misma.

Por su parte, la discusión en el PST Hondureño fue más difícil. Un sector de compañeros, de espaldas completamente a los debates que coloca la lucha de clases y expresando las presiones del atraso de un país pobre y semicolonial, plantearon discusiones totalmente internistas. Un sector conservador que hace profesión de fe del nacionalismo “hondureñista”… sólo como taparrabos para sostener indefendibles posiciones que rompen con todos los principios en el terreno de las relaciones entre compañeras y compañeros. Diciéndolo redondamente: la defensa de un vergonzoso machismo que considera a las compañeras y/o a las mujeres en un escalón inferior a los hombres…

En definitiva, esta educativa pelea dentro del PSTH  –que llevó a la ruptura del sector “troglodita”– tiene que ver con las tensiones producidas por el ingreso del partido a la corriente SoB y la pelea por enderezar su estrategia constructiva hacia los sectores estudiantiles y obreros más avanzados del país y no centralmente el campesinado con toda su carga de atraso e individualismo. Toda una enseñanza que no niega que haya que tener una orientación hacia el campesinado oprimido, pero éste no puede nunca ser el sector privilegiado de una corriente marxista revolucionaria, y menos que menos cuando se trata de un pequeño grupo.

Los trabajos y resoluciones de ambos congresos muestran –para nuestra alegría– los progresos y consolidación de ambos grupos como parte de nuestra corriente.

A continuación presentamos un texto que resume los trabajos del Congreso y que muestra el progreso y maduración del PST.


10 y 11 de julio, Congreso del PST Costa Rica

¿Qué izquierda y qué partido construir?

Por Víctor Artavia

Actualmente, la izquierda costarricense está compuesta por una serie de grupos cuya incidencia nacional es nula o verdaderamente ínfima. Inclusive el Frente Amplio que logró sacar un diputado en las pasadas elecciones, no goza de la presencia política –electoral y sindical– que en su momento tuvieron el Partido Vanguardia Popular –nombre del PC en Costa Rica–, el Partido Socialista y el MRP durante la década de los ochenta.

Si se analiza el componente humano de la izquierda tica, en su gran mayoría está constituida por jóvenes universitarios, quienes cuentan con la orientación de unos pocos cuadros históricos. Esto es un elemento positivo en cuanto a la perspectiva histórica de las organizaciones de izquierda, pero que también da cuentas de una de sus principales debilidades: su reducida presencia entre sectores de la clase obrera costarricense.

Pero además, creemos que otra debilidad de la izquierda costarricense radica en que durante décadas han confundido –y lo continúan haciendo– clase obrera con el sector servicios, equiparando de manera mecánica a sectores como el magisterio u oficinistas del Estado, con los sectores de la clase obrera que realmente representan el núcleo duro de la producción capitalista. Así, pareciera que para algunas organizaciones de la izquierda quien posea una orden patronal es inmediatamente un posible candidato para ser el sujeto social de la revolución socialista en Costa Rica.

Desde nuestra perspectiva la discusión es un tanto –por decir lo menos– compleja, ya que la verdadera apuesta de la izquierda debe consistir en organizar sindical y políticamente a los sectores que potencialmente tienen las facilidades materiales para detener la economía capitalista del país. Y sin lugar a dudas, actualmente en Costa Rica ese sector de la clase trabajadora se concentra en las zonas francas y grandes fincas agroexportadoras, epicentros del modelo exportador nacional.

Una buena forma de ejemplificar esto es echándole un vistazo a la lucha contra el TLC: durante todo el proceso hubo importantes y multitudinarias movilizaciones del sindicalismo estatal, del movimiento estudiantil y otros sectores, pero ante el hecho categórico de que la clase obrera industrial no fue parte de esta lucha, la burguesía tica tuvo un amplio margen de maniobra para lograr imponer el TLC.

Muy diferente hubiese sido la correlación de fuerzas si las y los trabajadores de la industria privada hubiesen intervenido en la lucha contra el TLC. Pero lo que ocurrió fue que paradójicamente estos sectores obreros fueron los que terminaron por volcar la balanza a favor del TLC, tanto por su pasividad ante las movilizaciones y posteriormente por su apoyo masivo al Sí durante el referéndum.

Por este motivo, quienes hacemos parte del PST consideramos que introducir esta discusión de carácter estratégico –¿Qué izquierda y qué partido construir en CR?– es de gran importancia política si lo que se pretende es lograr un relanzamiento de la alternativa socialista en Costa Rica.

Y para desarrollar de manera satisfactoria esta discusión, vemos necesario realizar un análisis del modelo de país dentro del cual nos desenvolvemos, para de esta forma determinar las principales coordenadas histórico-políticas del país en los últimos cincuenta años.

El nacimiento y desarrollo del movimiento obrero en la primera mitad del siglo XX

Durante la primera mitad del siglo XX, la lucha de clases en Costa Rica presentó un interesante nivel de enfrentamiento político. Es durante este período que se desarrollaron los principales movimientos políticos del proletariado costarricense, llegando incluso a constituirse una verdadera y masiva cultura política de la clase obrera, que con el pasar de las décadas se fue consolidando y permitiendo el surgimiento de importantes organizaciones sindicales y políticas de la clase trabajadora.

Sin ánimo de caer en un recuento extenuante, nos limitaremos a reseñar algunos procesos que ejemplifican lo que acabamos de apuntar.

En primera instancia, tenemos que mencionar el importante aporte político-cultural que en su momento representó el Centro de Estudios Sociales Germinal, espacio que nació como un centro de formación política y sociológica para la clase trabajadora, pero que a su vez propició el núcleo fundacional de la CGT en el año de 1913 –con fuerte influencia del anarcosindicalismo español–.

En este mismo año, tuvo lugar la primera celebración del 1º de Mayo en nuestro país, cuyo eje político fue la denuncia de la explotación laboral de la cual eran víctimas las y los trabajadores.

También es durante la segunda década del siglo XX, cuando se desarrolló la lucha contra la dictadura de los hermanos Tinoco, quienes habían llegado al poder en 1917 tras derrocar al presidente Alfredo González Flores. En la pelea contra el tinoquismo tuvieron mucho peso los docentes y estudiantes capitalinos, quienes con la quema del periódico oficialista de aquel entonces precipitaron la caída del gobierno dictatorial e impulsaron el desarrollo político del movimiento obrero y popular costarricense.

Para estos mismos años, las repercusiones internacionales de la Revolución Rusa ya se hacían sentir en nuestro país, sobre todo con el desarrollo de grupos de corte socialista. En este sentido, vale rescatar la memoria de Aniceto Montero, quien daría los primeros pasos para la construcción de un instrumento político propio de la clase trabajadora. (1)

Pero fue durante la década de los años veinte donde la clase trabajadora costarricense dio pasos importantes en su nivel de maduración política, lo que en gran medida marcaría la antesala del posterior enfrentamiento durante la década de los años cuarenta. Y es que el contexto político nacional –e internacional– en estos años, fue un intenso y provechoso laboratorio para que importantes segmentos de la clase trabajadora realizaran sus primeras experiencias de lucha y alcanzaran importantes conclusiones políticas.

Esto quedó demostrado con la huelga general de 1920, que implicó el desarrollo de fuertes movimientos de trabajadores y trabajadoras en diferentes partes del país. (2) Fruto de esta huelga, el proletariado costarricense alcanzó importantes conquistas en el plano laboral, como la jornada de ocho horas laborales.

Para 1931 el grado de maduración del movimiento obrero costarricense hizo factible la fundación del Partido Comunista, cuyo principal dirigente político fue Manuel Mora. Esta organización llegaría a convertirse en uno de los principales actores políticos del país durante los siguientes años, sobre todo luego de dirigir la histórica huelga bananera de 1934 que por semanas paralizó la principal actividad económica del país.

Esta huelga marcaría un hito político en la historia política nacional, que potenció al PC como un partido de carácter nacional y con una fortísima incidencia en la política de esos años.

Posteriormente durante la década de los años cuarenta, el movimiento obrero costarricense continuaría obteniendo fuertes conquistas sociales, aunque muchas de éstas fueron mediatizadas como “concesiones” otorgadas por sectores de la burguesía –en esto el PC tuvo mucha responsabilidad con su política de alianza con sectores “progresistas” de la burguesía–.

En síntesis, durante las primeras cinco décadas del siglo XX, la izquierda costarricense se desarrolló a partir de presentar una fuerte y creciente vinculación con los sectores obreros más dinámicos del capitalismo agroexportador, cuyos mejores exponentes fueron los trabajadores bananeros de la UFCO.

A partir de esta convergencia entre el sujeto social y el sujeto político, el Partido Comunista se convirtió en una verdadera potencia política, que en su momento fue visto como una alternativa real de poder por importantes segmentos de la clase trabajadora en el país.

La década de los cuarenta y la guerra civil

Tras varias décadas de desarrollo del movimiento obrero y con el notable desgaste del modelo agroexportador, durante los años cuarenta en el país se comienza a desarrollar una fuerte corriente anti-comunista y anti-obrera por un lado, que se combinó a la vez con un marcado sentimiento anti-oligárquico cafetalero.

Esto lo expresaron los intelectuales socialdemócratas del “Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales”, quienes comenzaron a esbozar una lectura ultra-conservadora del país desde las clases medias.

En el fondo, esta corriente de intelectuales socialdemócratas era un síntoma más de la fuerte tensión político-social que atravesaba al país en los años cuarenta, donde los sectores más conservadores empezaron a ver con temor el desarrollo del movimiento obrero y de paso, del Partido Comunista.

Este enfrentamiento tuvo su mayor puesta en escena con la guerra civil de 1948, cuya verdadera finalidad consistió en desmantelar del todo al movimiento obrero clasista e independiente, a la vez que desarrollar a nuevos sectores de la burguesía.

De esta manera, el figuerismo fue la manifestación político-militar de esa corriente socialdemócrata, que tras su triunfo en la guerra civil impuso un nuevo proyecto estratégico de la burguesía, o lo que es lo mismo, impulsó un nuevo modelo de país.

Entre los principales ejes del proyecto socialdemócrata-liberacionista, podemos indicar los siguientes:

a) Un marcado carácter anti-comunista: el figuerismo se encargó de construir un país profundamente anti-comunista. Esto se reflejó en la ilegalización y persecución política a los militantes del PVP hasta1975.

b) La destrucción de la tradición del movimiento obrero: tan sólo un año después de finalizada la guerra civil, el gobierno de facto figuerista suprimió el 80% de las organizaciones sindicales, y sólo permitió la existencia legal de las organizaciones que fueron su base social durante la guerra, como la Rerum Novarum. Además, por medio de Alberto Martén, se implementó el solidarismo en la empresa privada, el cual se convertiría con el paso de los años en uno de los principales dispositivos anti-sindicales de la burguesía en Costa Rica.

Por esto apuntamos que la verdadera causa que desencadenó la guerra civil fue el ataque al movimiento obrero, y no la supuesta defensa del voto como pregonaron los figueristas y socialdemócratas durante décadas. (3)

c) Reconceptualización ultraconservadora de la historia e identidad nacional: la historiografía socialdemócrata se encargó de construir una interpretación idílica del país, caracterizada por un fuerte peso del catolicismo e idealización de una CR igualitaria, campesina, etc.

La guerra civil marcó la historia de la izquierda costarricense

La guerra civil representó una fuerte derrota del movimiento obrero costarricense, y a su vez, una derrota de dimensiones históricas para la izquierda, de la cual todavía no ha logrado recuperarse. Y es que el figuerismo se encargó de tender una barrera política entre las organizaciones de izquierda y su sujeto social, la clase trabajadora.

El Pacto de Ochomogo –que contó con el beneplácito de Manuel Mora– le permitió al figuerismo apropiarse políticamente de las conquistas sociales que obtuvo la clase trabajadora tras varias décadas de movilización; mantener un Código de Trabajo que nunca se aplicó a cabalidad –sobre todo en lo concerniente a  la libertad sindical–; además pudo ilegalizar al Partido Comunista y destruir las organizaciones sindicales más combativas e independientes de la burguesía.

En pocas palabras, la guerra civil y los desatinos políticos de la dirección comunista –de marcado corte estalinista– representaron la destrucción de las mejores tradiciones políticas que había desarrollado la clase trabajadora durante varias décadas: su carácter clasista y su organización independiente de la burguesía.

De esta forma, durante décadas la izquierda costarricense se ha visto distanciada de los sectores obreros que juegan un rol medular en la producción capitalista nacional, aspecto que ha sido determinante para explicar su carácter marginal. Luego de la guerra civil, la izquierda en su conjunto se ha visto distanciada de su sujeto social; por esto mismo se ha convertido en una especie de sentimiento político restringido a sectores de la inteligencia universitaria y de las clases medias.

Aunque durante los años setenta y ochenta el PVP tuvo un fuerte peso en el sindicalismo bananero –con el trasfondo de la revolución centroamericana–, éste ya no era el sector más dinámico del capitalismo tico –como sí lo era en los años treinta–, sino que era un sector del proletariado que en cuanto a la nueva estructura industrial del país, ocupaba una ubicación más periférica.

Más recientemente esto se ha profundizado con el desarrollo de la nueva estructura económica exportadora, donde la clase trabajadora vive sometida a los peores ritmos de explotación laboral y sin ningún tipo de garantías políticas; se ha conformado un enclave de Zonas Francas donde rigen las leyes de las transnacionales y no las disposiciones del Código de Trabajo.

Hasta que no se logre avanzar en la organización sindical y política de estos nuevos contingentes de la clase trabajadora industrial, la izquierda tica no logrará superar su carácter marginal y prácticamente universitario. Con esto no queremos desdeñar la importancia de que la izquierda tenga incidencia dentro del sindicalismo en los sectores estatales y del movimiento estudiantil, pero sin lugar a dudas la verdadera apuesta de la izquierda debe consistir en organizar a los sectores dinámicos de la clase obrera que realmente puedan paralizar el país, es decir, el de las industrias exportadoras y agroexportadoras.

Esa es la izquierda y el partido que desde el PST nos estamos abocando a construir.


Notas:

1. Este proceso fue mucho más lento y desigual que la conformación de instancias gremiales, algo que resulta comprensible debido a la fragmentación de la conciencia que genera el capitalismo, donde a primera luz la explotación laboral se presenta “disociada” de la esfera política, o lo que es lo mismo, las y los trabajadores no logran asociar fácilmente que su lucha por salarios no debe verse aparte de la lucha por disputarle el poder político a la burguesía.

2. Sobre la participación de las mujeres trabajadoras en las luchas sociales de Costa Rica durante estos años, recomendamos la lectura del ensayo Las luchas obreras urbanas en Costa Rica (1900-1930), de la historiadora Virginia Mora. Se puede acceder en versión pdf en la siguiente dirección: http://www.nuso.org /upload/articulos/2397_1.pdf

3. Al respecto, recomendamos la lectura del libro Urnas de lo inesperado de Iván Molina y Fabrice Lehouch.