Socialismo o Barbarie, periódico Nº 178, 11/06/10
 

 

 

 

 

 

Rasgos del movimiento sindical en Brasil

Una tradición de “sindicalismo de Estado”

Por José Luis rojo

Para entender los desarrollos presentes en la organización sindical de los trabajadores de Brasil hay que remontarse sumariamente a la historia de la misma.

El modelo “varguista”

El hecho es que en dicho país la organización sindical de los trabajadores proviene del período de gobierno de Getulio Vargas (mediados del siglo pasado). Éste impuso un modelo de encuadramiento de la organización obrera muy parecida a la del peronismo en Argentina: un único sindicato reconocido por rama de actividad, el descuento compulsivo de la cuota sindical, una legislación laboral donde el Estado interviene en la organización obrera, y la ausencia de toda instancia de organización de base tipo comisiones internas y/o cuerpos de delegados.

En otras palabras: una estructura de “sindicalismo de Estado” que asegura la subordinación de los trabajadores al mismo. Su base “material” está en la necesidad del reconocimiento oficial-legal del sindicato por parte de las instituciones del mismo Estado. A partir de este fundamento –llamado “investidura sindical”– se despliegan todos los demás elementos que componen su estructura:

1) Unicidad sindical obligatoria: el Estado reconoce un sindicato único y otorga la representación de los trabajadores bajo la forma de un monopolio con fuerza de ley, cuestión que rige hasta el día de hoy no habiendo firmado Brasil la convención 87 de la OIT acerca de la libertad sindical;

2) La tutela del Estado sobre la actividad reivindicativa del sindicato, particularmente la justicia laboral;

3) Las contribuciones sindicales compulsivas;

4) La falta de organización de base en los lugares de trabajo.

En fin: una estructural sindical cuya representatividad y recursos materiales son “otorgados” por el Estado con fuerza de ley y es “cohesionada” por una ideología legalista que estimula el “fetichismo en el papel mediador del Estado”. Un aparato sindical integrado al Estado y separado de los trabajadores y que continúa –en sus trazos esenciales– hasta el día de hoy[1].

Los viejos y nuevos “pelegos”, la Intersindical y CONLUTAS

Andando el tiempo, la burocracia sindical brasilera más identificada con este “modelo” –abiertamente cómplice de la dictadura militar inaugurada en el año 1964– terminó siendo cuestionada.

El hecho histórico es que el enorme ascenso obrero del año 1978 terminó desbordando por la izquierda a estos dirigentes llamados popularmente “pelegos”. A la cabeza de ese proceso –que dio lugar a la organización de huelgas de masas organizadas y dirigidas por fuera de los sindicatos tradicionales a partir de la participación militante de los trabajadores en los lugares de trabajo[2]– se colocó sin embargo un sector proveniente de la misma vieja burocracia, cuyo máximo exponente terminó siendo el hoy presidente de Brasil (y ex dirigente metalúrgico), Lula da Silva.

Este ascenso tuvo su punto culminante en la formación de dos instancias que más allá de todos sus límites –los tuvieron desde el comienzo mismo, siendo hegemónica la corriente burocrático-reformista ligada a la Iglesia Católica de la cual hacía parte Lula– tuvo su momento “progresivo” en la fundación del PT (Partido de los Trabajadores) y de la CUT (Central Única de Trabajadores).

Sin embargo, promediando los años 80 –y todavía más en los 90– ambas instancias se adaptaron completamente al Estado capitalista y la democracia patronal.

Desde el año 2003, de la mano del gobierno de Lula (y de la transformación del PT en un aparato lisa y llanamente burgués), éste gobierna Brasil con una política capitalista-neoliberal casi completamente “pura y dura”[3].

Como para dejar claro ante los capitalistas su carácter de gobierno burgués hecho y derecho, Lula inauguró su mandato poniendo en marcha un ataque en regla contra las jubilaciones de los trabajadores estatales federales. Este hecho dio lugar a un proceso de ruptura de una amplia vanguardia –sobre todo de trabajadores estatales– por la izquierda tanto políticamente como en el terreno sindical.

Este sector de vanguardia, cuya expresión política es “variopinta” (y la más de las veces con fuertes rasgos reformistas), dio lugar a la emergencia del PSOL (y a la “consolidación” del PSTU), y en el sindical a CONLUTAS y la Intersindical.

La historia de ambas entidades sindicales creadas en los últimos años a la izquierda de la CUT y de “Forza Sindical” (la central que sigue agrupando a la vieja burocracia y que tiene sindicatos de enorme importancia como los metalúrgicos de San Pablo) es la siguiente: CONLUTAS fue creado –a instancias del PSTU– hace seis años reagrupando sectores que salieron de la CUT en función de la adaptación completa de ésta al Estado y al gobierno Lula.

Un poco la idea fue que dentro de la CUT no había más posibilidades de dar la pelea antiburocrática y que la salida era ir a la creación de una nueva entidad por fuera. Aquí el elemento a comprender es que no es lo mismo una central como entidad por así decirlo “superestructural”, que los sindicatos como tales: una cosa es crear sindicatos “rojos” que no agrupen a nadie... y otra es buscar reagrupar sindicatos en otra central en la medida que ella no es más que una “superestructura”[4].

Por su parte, la Intersindical agrupa –dicho de manera muy somera– el trabajo sindical del PSOL. Este sector, a priori, estuvo en contra de salir de la CUT, y lo terminó haciendo recién tiempo después. De ahí que andando las cosas se haya planteado la unificación de ambas instancias, lo que en sí mismo no deja de ser una preocupación correcta y progresiva aunque a priori no resuelva ninguno de los problemas de los trabajadores brasileros.

De arriba hacia abajo, y de afuera para adentro. cuando el sindicato termina en la puerta de la empresa

Para entender más concretamente lo que estamos señalando aquí acerca de la estructura sindical de Brasil hay un elemento que puede hacer más “gráficos” los desarrollos señalados. El hecho es que la clase obrera brasilera es de una potencialidad inmensa. Millones y millones de asalariados, donde a pesar de la des-industrialización relativa de los años 90 y la “re-primarización” económica, existen –entre otros ejemplos– automotrices que agrupan bajo un mismo techo hasta 15.000 ó 20.000 trabajadores!

Sin embargo, esa clase trabajadora sufrió –por así decirlo y aun de manera desigual– las generales de la ley: la división entre el núcleo de compañeros efectivos y todas las situaciones de contratación precarias.

División que la contra-reforma sindical y laboral de Lula no viene más que a profundizar. Sobre la base de que la Constituyente de 1988 preservó –aun parcialmente “reformada”– la vieja estructura sindical de sindicalismo de Estado, ahora el gobierno de Lula viene intentando imponer una “vuelta de tuerca” aún más conservadora del modelo sindical del país para preservar el monopolio de la CUT y Forza Sindical, estableciendo –entre otros puntos– que sólo las centrales reconocidas pueden crear nuevos sindicatos donde no los hubiera, es decir, un criterio de arriba para abajo[5], y no de abajo para arriba como debería ser…[6].

Pero a lo anterior se le agrega un dramático problema: una parte de la clase obrera del país sigue teniendo rasgos de analfabetismo. Si a esto se le suma la ausencia de organizaciones de base (en Brasil se dice que la organización sindical “acaba en la puerta de las empresas”), y muchas veces de asambleas masivas (las mismas se deben hacer, invariablemente, como “puertas afuera” de los lugares de trabajo) se puede tener una imagen de este otro tipo de “escisión” entre los trabajadores.

Es que al mismo tiempo hay otra capa minoritaria que suelen ser los compañeros calificados (y alfabetizados) que la más de las veces son los integrantes de la vanguardia y los que ocupan los cargos sindicales. Los mismos compañeros que muchas veces llaman a sus bases de “peonzada”[7]

Impulsar la organización de base

Esta misma circunstancia es la que hace a la perentoriedad de una tarea estratégica para superar las taras históricas de la izquierda sindical de Brasil: el sostener una estrategia sistemática en favor de la organización de base del movimiento obrero. Éste sería un componente esencial de un proceso de recomposición de la clase obrera realmente profundo y crearía otras bases materiales para la lucha contra la adaptación de los sindicatos al Estado, al corporativismo y el economicismo.


[1] Elementos tomados de A. Boito Jr., “El sindicalismo de Estado en Brasil”, Cuaderno de Tesis para el “CONCLAT”.

[2] Esto ocurrió sin respetar el tradicional calendario de negociaciones paritarias con el surgimiento de huelgas simultáneas en la ciudad de San Pablo y en el ABC (Gran San Pablo) y llegó a plantear la organización inmediata de una central de trabajadores al calor mismo de la lucha, que  no se concretó en ese momento.

[3] Su nota distintiva son una serie de políticas de administración de la miseria con amplio impacto en el nordeste del país como la “Bolsa familia”, amén de ciertos “privilegios” para determinados sectores de los trabajadores ocupados efectivos.

[4] A este respecto hay corrientes de “izquierda” que mantuvieron sus sindicatos dentro de la CUT, orientación que a la luz de los hechos parece haber quedado en evidencia como “derechista”. Pero atención, lo anterior no quiere decir que en el caso de los sindicatos que siguen en la CUT no se deba militar en ellos, lo que sería un ultra izquierdismo de la peor especie que dejaría a la base merced de los nuevos y viejos pelegos de la CUT y FS. Lo mismo que CONLUTAS (y la Intersindical) no pueden dejar de dirigirse a las bases de estas entidades burocratizadas.

[5] Esto es llamado “criterio de representación derivada”.

[6] Datos tomados del “Cuaderno de Tesis del CONCLAT”, páginas 11, 12 y 13.

[7] Se entiende, ¿no?: los peones…