Socialismo o Barbarie, periódico Nº 178, 11/06/10
 

 

 

 

 

 

Reapertura de paritarias ya

Salir a la lucha por 35% para todos

“En las negociaciones paritarias del primer trimestre de este año los reclamos se movieron en la franja del veintipico. Así, por ejemplo, los bancarios consiguieron un 23.5% de aumento y los metalúrgicos 26.5%. Incluso en abril los reclamos continuaron en esa escala: el gremio Luz y Fuerza acordó en ese mes por un 22% de incremento. En mayo el escenario cambió por completo con la suba del 35.2% obtenida por el sindicato de la Alimentación. Ese acuerdo hizo replantear todas las discusiones paritarias. Es más: apenas 47 días después de haber firmado su paritaria, el sindicato Luz y Fuerza exigió reabrirla. Como consideran que se quedaron cortos con el 22% conseguido, ahora quieren que el incremento sea como ‘mínimo’ del 35%” (Clarín, 07-06-10).

El aumento conseguido por la alimentación semanas atrás sonó como un campanazo en el panorama de las negociaciones paritarias en el país. Porque el hecho es que la burocracia sindical de la CGT y la CTA venían negociando y acordando por cifras mucho menores, que bordeaban, en todo caso, no más del 25%.

Sin embargo, el aumento conseguido por la alimentación dejó descolocado a más de uno.

Las razones del triunfo en la alimentación

Desde estás páginas ya hemos comentado los elementos que se combinaron para el triunfo de los trabajadores de la alimentación. Hubo varios de orden económico –por así decirlo­– y también sindicales-políticos. En el terreno estrictamente económico, el gremio venía arrastrando un contraste muy visible para el conjunto de la base: salarios muy atrasados en una circunstancia donde los precios internacionales de las materias primas –y los alimentos entre ellos– siguen estando muy arriba aun a pesar de la crisis económica mundial y la agro-industria es una de las ramas económicas más dinámicas del país. De ahí que no sea casual que la familia Pagani, dueña de Arcor, se haya quejado de que no había sufrido una lucha de esta dimensión “en sus 60 años de historia”…

A este respecto, tampoco suena casual que el centro del conflicto, su “núcleo duro” haya estado en Córdoba. Es que la provincia mediterránea es una de las “potencias” agrícolas y agro-industriales del país, donde además el conflicto del campo pegó muy fuerte, quizás como dejándole el mensaje tácito a los trabajadores de que “ahora nos toca reclamar a nosotros”.

Sin embargo, a las razones estrictamente económicas se le suman las sindicales y político-sindicales. Por un lado, está claro que el retraso salarial era sentido por el conjunto de los compañeros, viendo un retraso mayor respecto de otros gremios. Esto ya de por sí le metió una evidente presión a la burocracia de Moran, Daer y Morcillo. Pero, además, hay otro elemento evidente: la experiencia de Kraft. Es que en la alimenticia más grande del país se vive una experiencia muy importante que hace parte del proceso de recomposición en curso entre los trabajadores. Luego de más de década y media, y a pesar de un durísimo conflicto de alcance nacional que terminó en una dura derrota con decenas de despidos, una ajustada mayoría de trabajadores resolvió quitarse de encima una comisión interna que si bien no respondía directamente a la burocracia, se venía ajustando a los designios de ella y de la misma patronal desde hace mucho tiempo.

Así las cosas, el temor de los burócratas es que el ejemplo de Kraft cundiera en todo el gremio, hecho que ya comenzaba a ocurrir –y sigue su curso– sobre todo en otras plantas del gran Buenos Aires.

La suma de la presión por la base por el retraso salarial, más la experiencia de Kraft y mismo, eventualmente, el desarrollo de una “interna” entre los principales caciques del gremio, es lo que dio lugar al desarrollo del conflicto y su triunfo.

La burocracia se dedicó a convocar a medidas entre gallos y medianoche y nunca a instancia donde pudiera participar democráticamente la base. Además, tuvo a su favor que el Ministerio de Trabajo de alguna manera “miró para otro lado” a lo largo de todo el conflicto, decretando conciliaciones obligatorias que al no ser acatadas no tuvieron consecuencia alguna. Básicamente el gobierno no quiso ir contra dirigentes sindicales de la CGT que se vieron bajo la presión de hacer algo.

Es al ver esta situación que la patronal terminó finalmente retrocediendo seguramente evaluando que la continuidad del conflicto le traería perjuicios económicos mayores.

En definitiva, es este conjunto de factores combinados el que terminó posibilitando el triunfo de los compañeros, claro que sobre la base de la disposición a la lucha de la base del gremio.

El temor a la “psicosis” salarial

Luego de firmado el acuerdo la UIA puso el grito en el cielo. Le echaron la culpa a todo el mundo: desde la patronal alimenticia de la COPAL, pasando por los dirigentes sindicales y hasta el propio gobierno. El temor evidente: que el reclamo por un 35% o mismo por la reapertura de las paritarias ya realizadas se generalizara. Es que amén del ejemplo de la alimentación, en los primeros meses del año la remarcación de precios fue incontrolable, y si bien eso ahora se “moderó” en algo, la remarcación de precios los amenaza con dejar en la lona los aumentos conseguidos muy rápidamente.

En estas condiciones, el gobierno K comenzó a tomar medidas. El inefable ministro Aníbal Fernández salió a declarar que “todo tiene un límite” como señalando que Cristina no estaba dispuesta a convalidar más aumentos de un 35%. También el gremio camionero se apresuró a afirmar que ellos no pedirían el 35%, sino solamente algo en torno al 20%. Calo de la UOM complementó señalando que “no tenían previsto pedir la reapertura de las paritarias” y que los metalúrgicos estaban próximos a recibir el porcentaje –que aplicado por tandas– les correspondía para este mes, y la faena fue completada por los estatales de UPCN que firmaron por sólo un 21%.

Sin embargo, el día 9,  la UIA –a través de un comunicado– volvió a manifestar su preocupación por “las demandas salariales desmedidas que afectan la competitividad de las empresas, particularmente de las PYMES”. Concretamente los industriales salieron a cuestionar: “las acciones directas que en algunos casos se manifiestan en parálisis de la actividad y en situaciones inéditas como el no acatamiento de las medidas de conciliación obligatoria dispuestas por el Ministerio de Trabajo, ni de órdenes judiciales, como en el caso de la pesca”[1].

En sustancia, lo que la UIA está denunciando es una situación que expresa una cierta novedad: el hecho que desde las experiencias más avanzadas de la recomposición de los trabajadores, desde determinados lugares de trabajo que tienen al frente comisiones internas, delegados o ejecutivas más o menos independientes de la burocracia, se logre meter presión y esto sirva como comportamiento ejemplificador para el conjunto del gremio que pueda terminar en el desborde de los dirigentes.

Esto que venimos señalando es -de alguna manera- lo que terminó ocurriendo en la alimentación. También viene siendo el caso del neumático, aunque luego de los despidos masivos del 2008 en este caso haya habido más dificultades. Sin embargo, la tendencia es la misma (ver artículo al respecto en la página 2). O mismo en el subterráneo de Buenos Aires, es evidente la presión que le mete a la UTA la existencia de un cuerpo de delegados independiente, más allá de que en la actualidad los compañeros están ya fuera de la misma y peleando por el reconocimiento de su propio sindicato.

El desborde es lo que paga. La pelea es contra la CGT y la CTA

En definitiva, más allá de las algarabías del Bicentenario, la próxima “fiesta” del mundial, y las internas patronales que se siguen cocinando por arriba (luego de ganar la interna de los radicales de provincia de Buenos Aires, Alfonsín hijo se ha sumado a la lista de los que se están poniendo el traje de “presidenciables”) la enseñanza que ha dejado la alimentación es que la lucha paga. Es este el temor que tienen la patronal (pero también el gobierno y la burocracia): que el efecto demostración de la alimentación se extienda a los demás gremios: de ahí las diatribas empresarias contra “la peligrosa carrera” de buscar mayores aumentos salariales y el intento de Aníbal Fernández de “poner límites”. De ahí también que burócratas como Lezcano o mismo de la Bancaria, como para evitar el peligro de desbordes no queridos, salgan a curarse en salud exigiendo “la reapertura de las paritarias”[2].

Sin embargo, la lección principal está en otro lado: lo que “paga” para los trabajadores es el salir a la pelea. Es en los casos donde el desborde a los dirigentes se pone a la orden del día donde se consiguen los mejores resultados, incluso porque de esta manera se logra que la burocracia vaya más lejos de lo que se proponía hacer si esta presión desde las bases no existiera.

Sin embargo, lo anterior no debe confundir: tanto las burocracias de la CGT como de la CTA son agentes de la patronal y el Estado en el movimiento obrero. Si en algunos casos han salido a pedir más es porque o han visto mayores márgenes económicos para ello, o porque ha visto de cerca el rostro del desborde obrero y la emergencia de experiencias independientes que tienen el temor que termine cuestionando su monopolio de décadas sobre los gremios más importantes del país.

Es esta la tendencia que desde la izquierda revolucionaria hay que alentar sin recaídas “sindicalistas” ni “oportunistas”: empujar sistemáticamente el proceso de recomposición obrera en el país y de emergencia de una nueva generación dispuesta a lucha en la perspectiva de pelearles de manera intransigente tanto a la CGT como a la CTA el monopolio de la representación obrera, llegando a hacer esto incluso en gremios importantísimos como la alimentación, el transporte o el neumático. Y esta tarea pasa hoy por aprovechar con todo la brecha abierta por los compañeros de la alimentación para extenderla a los sectores más amplios posibles de los trabajadores, empujando por la vía de la coordinación efectiva de los sectores en lucha y de una perspectiva inclaudicable de lucha implacable contra todas las burocracias.


[1]- Clarín, 09-06-10.

[2]- En algunos casos como los Gastronómicos de Barrionuevo, también se juegan fichas en la interna de la CGT.