Socialismo o Barbarie, periódico Nº 177, 27/05/10
 

 

 

 

 

 

En Grecia durante la huelga general

Un pueblo rebelado

Por Flor Beltrán, desde Atenas para Socialismo o Barbarie

Llegué a Atenas días antes de la huelga general del jueves 20. Al salir del metro que viene del aeropuerto, me sorprendieron los edificios en ruinas en pleno centro de la ciudad, frente a los hoteles donde vienen los turistas. Se ve que la crisis no ha comenzado recientemente. Hay  edificios que tienen mucho tiempo abandonados.

En la guía turística se habla de “la tradicional industria griega del cuero”. Pero sólo vi unas pocas tiendas que vendían cuero a precios prohibitivos, en primer lugar para los griegos.

En las zapaterías, no se ven productos griegos. Por el contrario, allí y en las tiendas hay muchísimas ventas de zapatos y ropa china, como en cualquier ciudad latinoamericana.

Un compañero militante me lo confirmó luego: “La industria y la agricultura griegas han sido destruidas con la integración a la Unión Europea y, sobre todo, a la ‘eurozona’, es decir, con haber renunciado a tener moneda propia y adoptar el euro.”

Sólo quedó, entonces, el turismo. Pero esto, por supuesto, ya antes de la debacle, no alcanzaba para dar trabajo al pueblo griego. Y ahora, en estos tiempos de rebelión, huelgas y manifestaciones, el turismo se vuelve escaso. El gobierno dice estar muy preocupado y, desde arriba, aprovechan esto para culpar a las protestas de los trabajadores y la juventud contra el ajuste.

El hecho es que los precios de los vuelos a Atenas y el alojamiento en los hoteles han disminuido notablemente. Pero los aviones no van colmados. En Atenas, cuando caminas por la calle, los meseros de los cafés y restaurantes tratan de atraerte de todos los modos posibles: “¿De dónde eres? ¡Tenemos muy buena comida!”... Pero las mesas siguen vacías...

Parece un país latinoamericano. En algunas calles turísticas, unas pocas tiendas conocidas internacionalmente. Algo mas allá, te encuentras con pequeñas tiendas de artículos religiosos junto a bazares chinos llenos de artículos de plástico, ferreterías sucias y muchas cantinas con los famosos sandwiches a la griega, que los trabajadores consumen rápidamente. Lo mismo que en Caracas, los artículos electrónicos son hasta más caros que en París.

Inmigrantes de Blangadesh, frecuentan otra calle del centro. Los inmigrantes venden ropa, medias y zapatos en el suelo. En esa calle no circulan mujeres. Sólo inmigrantes varones, en su mayoría jóvenes.

En el metro no hay caras alegres. Se ve que algo anda mal. Los pasajeros no van vestidos como en los barrios de París. Más bien parecen latinoamericanos.

Entré a una tiendita a comprar agua. El vendedor pakistaní me advirtió que tuviera cuidado con mi bolso, que me lo podían arrancar. Pero yo me sentía mucho más segura que en las calles de Caracas.

Pregunté con mi pobre inglés cómo se presentaría la huelga general del 20 de mayo. “¡Nothing!”, ¡nada! No habrá transportes, ni bancos, ni museos, nada de nada, me respondieron. Y así fue.

Caminando se encuentran muchas pintas en las paredes, sobre todo en el barrio universitario, el famoso barrio Exarjeia. Es un lugar tradicional de luchas. Aquí, en noviembre de 1973, en el Politécnico, se inició un levantamiento contra la dictadura militar que gobernaba Grecia. La rebelión se extendió y en la represión murieron unos 25 civiles. Pero, a partir de allí, la dictadura comenzó a desmoronarse.

En diciembre de 2008, también en Exarjeia, comenzó el estallido de protestas por el asesinato por la policía del estudiante Alexandros Grigorópoulos, que se extendió luego en Atenas y en todo el país. De alguna manera, ese estallido del 2008 fue un síntoma de que detrás de la fachada de cartón de la “euro-prosperidad”, las cosas iban muy mal. Un profundo descontento ya embargaba a la sociedad griega, especialmente a la juventud, condenada al desempleo masivo o a trabajos precarios, con precios más altos que en Alemania y salarios latinoamericanos.

Pero, de todos modos, en Exarjeia se nota un poco más de alegría que en las otras calles por las que caminé. Los jóvenes conversan y beben café en los bares. Me topé con muchos locales políticos, del Partido Comunista, de los anarquistas, y muchos trotskistas también.

La huelga del jueves 20

Fue, en efecto, total. Fue un paro mucho más general que el anterior, pero la movilización fue menor.

En la manifestación habrían unas 80 mil personas (la prensa burguesa y el gobierno reconoce sólo 20 mil). De todos modos, las manifestaciones fueron menores que en la huelga general del 5 de mayo, que habían superado de lejos las 200.000 personas.

Otra diferencia es que ahora estas movilizaciones fueron pacíficas. Sólo 36 personas fueron arrestadas por la policía. Por un lado, el gobierno dio orden de evitar provocaciones y represión. Políticamente eso se le vuelve en contra, y además los desórdenes son de consecuencias muy graves para la industria del turismo. Por el otro, los medios y el gobierno hicieron una gran campaña contra los activistas y manifestantes, aprovechando el no aclarado incidente del incendio a la sucursal de un banco, donde murieron tres empleados.

Los camaradas griegos me explicaron que también era menor la gente en la calle porque no estaban los cortejos de estudiantes tan grandes como el 5 de mayo, por el calendario universitario.

Manifesté con el “escuadrón” de la extrema izquierda e inmigrantes, que de todos modos era bastante grande. Hablé con un senegalés sobre los problemas de los “sin papeles”. Es la misma situación que en toda Europa: arrestos de trabajadores, expulsiones. Había mucha gente, más de 10 mil en este “escuadrón” de izquierda.

Encabezando los cortejos de los diferentes partidos de izquierda marchaba un cordón de jóvenes armados con palos. La policía los seguía desde las aceras, pero sin intervenir como en otras ocasiones. La concentración empezó a mediados de la mañana y terminó hacia las cuatro de la tarde.

Estuve con los compañeros de la OKDE (Organización de Comunistas Internacionalistas de Grecia), que me explicaron que para ellos la situación era muy dura. Como estudiantes y trabajadores precarios, la explotación en las empresas es terrible. Desde hace mucho tiempo, el Estado ha acabado con las conquistas obreras de los años 70.

Pero todo eso se ha agravado en los últimos dos años. El nivel de vida del pueblo en general ha disminuido un 50% en ese período. Esto ya ha sido un enorme shock para la clase trabajadora y el pueblo. El desempleo es una humillación que ha golpeado terriblemente en la cabeza de los trabajadores. ¡A eso ahora le quieren agregar las medidas de ajuste impuestas por la Unión Europea y el FMI! Pero se está creando un clima social peligroso. ¡Mucha gente pasa hambre y siente que ya no tiene nada que perder!

Las medidas actuales están provocando una enorme crisis política del Estado. Esto se suma a los innumerables escándalos de corrupción que venían golpeando los políticos burgueses y sus partidos.

Al parecer, los mayores aparatos sindicales no controlan tanto al movimiento obrero como en Francia y otros países de Europa. Los burócratas sindicales son más débiles, y eso hace que haya más democracia sindical. Además muchos trabajadores ya no creen en los viejos sindicatos. Al mismo tiempo, nuevas secciones sindicales han surgido entre los trabajadores precarios, de la educación, etc. La burocracia sindical dirige sobre todo el sector público y no tiene política alguna para organizar a los trabajadores precarios.

La jornada del 5 de mayo habría sido un momento de cambio cualitativo en la movilización. Fue la mayor en 30 años, por su carácter político y por la combatividad de los trabajadores, que soportaron toneladas de gas lacrimógeno.

Según los compañeros, todo indica que la burocracia sindical tiene muchas dificultades para parar el ascenso de las luchas. Por eso, promete que continuará la lucha. El gobierno reacciona con la represión. Pero esto también lo debilita. Además, necesita crear un “clima de paz” para que por lo menos el turismo funcione.

Estiman que es necesario prepararse para una rebelión general, como fue en América Latina el Caracazo. Sería un “Atenazo”, que está en las tradiciones griegas. Ya pasó en 1936 y en 1973.

Todo esto, además, se mezcla con un sentimiento de opresión nacional, por la brutal intervención exterior en el manejo de la economía. La UE, los gobiernos de Alemania y Francia, y el FMI dictan las medidas del plan de ajuste al gobierno griego, al estilo de lo que vimos tantas veces en nuestros países latinoamericanos.

Por eso, en estos días ha golpeado una noticia. El histórico puerto de Atenas, el Pireo, de donde parten los barcos desde hace más de 2.500 años, sigue siendo uno de los más importantes del mundo. Ahora será entregado totalmente a capitales chinos. El gobierno de Pekín ya se había apoderado de parte de la administración del puerto hace un año. Ahora el Pireo va a ser algo parecido a lo del Canal de Panamá cuando estaba totalmente en manos de los gringos. (“The Chinese connection”, Athens News, 24/05/10)

Me fui muy triste de dejar Atenas. El clima social me recuerda los años de lucha en América Latina.