Socialismo o Barbarie, periódico Nº 177, 27/05/10
 

 

 

 

 

 

Bicentenario de la República

¿Segunda independencia o
revolución obrera y socialista?

Por Oscar Alba

Desde la izquierda,  el Bicentenario de la República no tiene una óptica común. Las conclusiones acerca del movimiento de mayo de 1810 y su relación con la situación que atraviesan las masas trabajadoras y los sectores oprimidos en la actualidad y las tareas que se desprenden de dicha relación política histórica están cruzadas por importantes diferencias en las posiciones de las distintas organizaciones que se reclaman revolucionarias. Presentamos aquí un segundo artículo sobre el Bicentenario de la República que complementa el artículo de Guillermo Pessoa de SoB anterior (nº 176).

Como muchos lo marcan, las jornadas de mayo de 1810 tuvieron su impulso en las convulsiones que sacudían a países centrales de Europa; fundamentalmente España, Francia y también Portugal.

De todas maneras no puede confundirse en forma mecánica  los choques entre estas naciones capitalistas europeas en aquella época con un supuesto advenimiento revolucionario y la conquista de una Primera Independencia en el territorio rioplatense.

En este error común caen, entre otros, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el maoísta Partido Comunista Revolucionario (PCR).

El MST al analizar el desarrollo del proceso histórico de nuestro país a partir de la semana de mayo de 1810 define: “En 1810 la Argentina era aproximadamente, el 2% de la economía de América Latina; un siglo después el 50% y ahora ha retrocedido al 8%. No son casuales estos números. De un primer envión de desarrollo luego de producida la Primera Independencia del imperio español se ingresó en una inexorable decadencia. Porque de hecho nuestro desarrollo como país capitalista de su fase de acumulación primitiva se produjo, dependiendo primero del imperialismo inglés y luego del imperialismo yanqui” (1). Y en el mismo artículo afirma, más adelante.” A 200 años de la Revolución de Mayo, podemos decir que hemos perdido esa Primera Independencia y deberemos luchar por una Segunda y definitiva Independencia. Es parte sustancial de la pelea por un nuevo proyecto de país, una Argentina Socialista”

Por su parte, Otto Vargas, secretario general del PCR, en el suplemento Hoy, titulado “Bicentenario de la Revolución de Mayo. Por la Segunda y definitiva Independencia” escribe: “El 25 de mayo fue la fecha donde se le otorgó partida de nacimiento a la Nación argentina. El 25 de mayo no fue un invento, sino una revolución. Para ser más claro fue una insurrección popular”.

En primer lugar, cuando se habla de “independencia” es fundamental no desligarlo del concepto del carácter de clase de la misma. Es decir, ¿la gesta de mayo  significó la liberación nacional y social de las masas pobres y los esclavos en nuestro país? ¿O fue el interés de un sector de las clases dominantes por lograr cierta autonomía en el intercambio comercial con la corona española? De esta manera, como lo muestra Guillermo Pessoa, refiriéndose al planteo de Milcíades Peña sobre el desenlace  del mayo de 1810: “Este último (M. Peña) señalará que precisamente por las características ya mencionadas de la burguesía periférica rioplatense, el proceso no desembocó en la independencia (tarea que con razón, ubicaba con los presupuestos de un mercado nacional, una clase con un proyecto autónomo y una industria desarrollada) sino una especie de semicolonia agraria británica” (2).

La sujeción al imperialismo inglés posteriormente, no va a ser la derrota de esta supuesta “Primera Independencia” ni tampoco porque “fuera entregada por los gobiernos capitalistas que se fueron sucediendo” (3), como dice el MST. Será el eslabonamiento en la cadena de la dependencia,  producto de la lucha por mayores mercados entre las potencias europeas y la incapacidad y los intereses económicos de las burguesías nativas  que signaron el surgimiento y el desarrollo de la Argentina capitalista hasta nuestro días.

No fue una revolución

Tanto el MST como el PCR, viniendo desde vertientes distintas y opuestas (el trotskismo y el maoísmo) y entrelazando sus manos en la actualidad, bajo la Cruzada sojera de la Sociedad Rural y sus socios del campo, también coinciden en darle el carácter de revolución al movimiento de mayo.

Para el PCR, “la revolución de 1810 no fue simplemente el producto de la acción de una élite cívico militar. Como en toda verdadera revolución, que enfrenta un poder constituido, hubo sí una minoría organizada en forma conspirativa en el llamado Partido de la Independencia, hubo también rebelión de una parte de las fuerzas militares, inspirada por esa minoría, y sobre la base del alzamiento popular generalizado.

La derrota de las invasiones inglesas de 1806 y 1807, en la que jugó un papel decisivo el pueblo de Buenos Aires en cuyas milicias participaron también mujeres y negros, y las nuevas fuerzas militares creadas en el curso de la defensa y lideradas por criollos, estimularon la agitación política y militar, y la organización clandestina de los sectores patriotas.” (4)

Para Otto Vargas, que suscribe tal afirmación, su afán patriotero por embellecer el 25 de mayo de 1810  lo lleva a olvidar que en “toda verdadera revolución” lo primero que la define como tal es la expropiación de las antiguas clases dominantes a manos de una nueva clase. Así resultó la revolución burguesa expropiando a los señores feudales. Así la clase obrera expropió a los patrones en la revolución bolchevique de 1917 en Rusia. ¿Qué nuevas relaciones de propiedad estableció el advenimiento al gobierno de la Primera Junta con Cornelio Saavedra a la cabeza? Como Vargas no encuentra respuestas precisas a estos interrogantes, diluye la ausencia de una verdadera clase burguesa en mayo de 1810 bajo el abstracto término de “poder constituido” y habla de un “alzamiento popular generalizado” que fue la base para la rebelión de un sector de las fuerzas militares, inspirado en una minoría organizada.

La participación popular en los días de mayo ha sido magnificada por diversas corrientes nacional-populistas. Pero por aquella época el significado de “pueblo” hacía referencia a quienes tenían derechos políticos, los hombres mayores de 25 años y con propiedades. Estos eran los que estaban habilitados para votar. Los esclavos, mestizos, los pobres, los indios y las mujeres estaban excluidos para intervenir en los debates y tomar resoluciones.  La milicia, efectivamente, fue integrada por estos sectores, pero el ejercicio de la comandancia de las mismas era privativo de  hombres pertenecientes a las clases dominantes y no existía posibilidad alguna de que algún negro o mestizo accediera a cargos superiores. Cuando Vargas dice que “el 25 de mayo no fue un invento” en parte tiene razón, fue un movimiento que tuvo su importancia histórica hecha por personas de carne y hueso. Lo que es un invento es hablar de “insurrección popular” o “levantamiento popular generalizado” como él lo hace, dándole una dimensión y un contenido muy diferente a lo real.

Segunda Independencia o Revolución Socialista

A la hora de formular la salida política y las tareas que se desprenden del análisis de la relación entre la gesta de mayo de 1810 y su desarrollo con la actualidad de la lucha de clases, hemos visto que continúa la coincidencia entre el MST y el PCR. La Segunda Independencia será la consigna central para la liberación nacional y social en nuestro país. Los maoístas del PCR proponen: “Para poder liberarse tenemos que hacer la Revolución, como en 1810, igual que el 25 de mayo de 1810” (5).

A tal fin Guillermo Pacagnini (MST) plantea: “La Segunda Independencia nacional es un objetivo necesario y urgente en el cual coincidimos con muchos luchadores antiimperialistas y que empalma con los anhelos y sentimientos antiyanquis y liberadores de amplios sectores de nuestro pueblo. En ese camino, el espacio por el no pago de la deuda con el que venimos impulsando varias acciones y este mismo 25 de mayo levantamos una tribuna de lucha en Plaza Congreso, es un paso aún pequeño, pero muy positivo que reúne a la izquierda y a un arco de de sectores de la tradición peronista, nacional y popular”.

Plantear la Segunda independencia supone, y así lo afirman MST y PCR, que en algún  momento de nuestra historia fuimos independientes. Ya hemos visto que de ninguna manera ha sido así. Y esto significa que la burguesía, como ya dijimos, sólo fue encadenando cada vez más al carro de la dependencia a los trabajadores y las masas populares. Por otro lado, el no pago de la deuda externa sin duda es una medida necesaria, a partir de que es uno de los mecanismos de expoliación que el imperialismo y la banca usurera internacional utilizan para exprimir a los países periféricos empobreciendo a los trabajadores y sectores oprimidos. Pero plantear tal medida como la tarea central para lograr la liberación nacional y social significa confundir las perspectivas estratégicas que los trabajadores deben darse. No se puede hablar en general de los “anhelos y sentimientos antiyanquis y liberadores de amplios sectores de nuestro pueblo”. Debe ser el movimiento obrero quien encabece junto a los demás sectores explotados quienes lleven adelante la tarea de expropiar al imperialismo y la patronal y tomar en sus manos el poder político y económico. La convocatoria al acto del 25 de mayo que realizó el MST, por ejemplo, con la cual coinciden otras organizaciones como el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) plantea tres puntos: 1) No al pago de la deuda externa. 2) Fuera el imperialismo 3)  Por la independencia nacional y la soberanía de Malvinas. ¡El mismo día en que la burguesía llama a festejar 200 años de su existencia, este “acto unitario de la izquierda” no tuvo un solo punto sobre la necesidad de impulsar una revolución obrera y socialista para terminar con el sistema de explotación capitalista imperialista! Los trabajadores deben saber que la verdadera tradición peronista fue atar los intereses de la clase trabajadora a los beneficios y ganancias de los patrones. Y que fue inconsecuente a la hora de enfrentar, en las calles, a  las fuerzas proimperialistas yanquis, como lo reclamaban los propios trabajadores. Mucho menos se puede confiar en el parlamentarismo de Solanas y su Proyecto Sur. No será desde una banca en el Congreso sino con la movilización obrera, independiente y revolucionaria, estableciendo a escala continental férreos lazos de clase, lo que puede abrir  la posibilidad de triunfar sobre los imperialistas.

Para esto es fundamental sentar las bases para la construcción de un verdadero partido obrero y revolucionario, esta es la otra gran tarea en que los luchadores deben poner manos a la obra.


(1) “Una Argentina colonial” Guillermo Pacagnini en Alternativa Socialista nº 522 del 19/5/2010.

(2) Sobre la “revolución” y la “independencia”. Guillermo Pessoa en SoB nº 176 del 13/5/2010.

(3) “Una Argentina colonial” G. P.

(4) Suplemento Hoy. “Por la Segunda y definitiva Independencia”.

(5) Ídem.