Socialismo o Barbarie, periódico Nº 175, 29/04/10
 

 

 

 

 

 

Botnia: El fallo de La Haya

Una obra maestra de cinismo imperialista

Por Claudio Testa

El fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya sobre la pastera Botnia es una obra maestra del cinismo leguleyo que caracteriza a estas instituciones internacionales del imperialismo.

El fallo tiene dos partes contradictorias, pero el ganador es Botnia, que seguirá tranquilamente envenenando el río Uruguay.

Por un lado, se “condena” al estado uruguayo por no haber acordado previamente con el estado argentino la instalación de la pastera (como obligaban los tratados entre ambos países).

Pero la conclusión no es que, entonces, Botnia debe cerrar sus puertas. Seguirá funcionando porque, según los sabios de La Haya, no contamina.

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) es un organismo de las Naciones Unidas. Como la misma ONU y demás “organismos internacionales” (FMI, OMC, Banco Mundial, OMS, FAO, etc., etc.), la CIJ es hechura de los grandes estados imperialistas. Y, en particular, la Corte Internacional de Justicia es una dependencia de los imperialismos europeos desde que los EEUU, en los 80, decidió romper con ella para evitar posibles procesos y sanciones por crímenes de guerra.

Visto eso, fue simplemente un disparate pensar (como lo hizo el gobierno argentino) que la Corte Internacional de Justicia podía fallar contra una gran corporación europea como Botnia. Para peor, la política de la Unión Europea para sostener la “Europa verde”, consiste en “tirar la basura a la casa del vecino”. Es decir, mudar las industrias contaminantes a Asia, África y América Latina para que sufran sus consecuencias los salvajes de esas regiones.

Frente a esta burla, es correcto mantener el reclamo contra la pastera. El problema es con qué política se lo lleva adelante. Es que, como en muchos otros temas, lo de Botnia hoy está cruzado por la pelea entre los dos sectores en que se ha dividido la patronal argentina: el del gobierno K., por un lado, y el de la oposición gorila, por el otro. Y hay que decir claramente que ninguna de las políticas que proponen, van a solucionar el problema.

El gobierno de Kristina busca un acuerdo con Mujica para lograr el levantamiento del corte a cambio de constituir un organismo binacional que “controle” la contaminación del río. Sabiendo cómo funcionan estas cosas, es simplemente hacerle “el caldo gordo a Botnia”.

Por otro lado, sectores de la oposición patronal sostienen una política con la que tampoco se va a lograr nada: es la de exacerbar un repugnante patrioterismo antiuruguayo. Algo que, además, le viene como anillo al dedo a Mujica y la pandilla del Frente Amplio para acallar en Uruguay la oposición al ecocidio de Botnia.

Independientemente de la buena fe de la gran mayoría de la población que se movilizó el domingo pasado en el puente internacional, la nota política en gran medida la dieron personajes como el sojero De Ángelis, el rabino Bergman, el obispo Lozano y otros por el estilo. Y, como aguateros de los sojeros, la infaltable Vilma Ripoll y los de la CCC-PCR.

Pero, con esos personajes y levantando al frente de las manifestaciones grandes banderas argentinas con la consigna “¡Viva la patria!”, no se va a convencer a ningún trabajador uruguayo de que es tarea común de ambos pueblos, impedir que nuestros países sirvan de basurero de los estados imperialistas. ¡Y si esa unidad no se logra, hay Botnia para rato!

Sólo una política internacionalista, que tenga en cuenta los intereses de los trabajadores de ambas orillas y ante todo busque unirlos, podría lograr el triunfo.

Hoy los hechos han desmentido las promesas demagógicas del Frente Amplio de que Botnia traería prosperidad y empleo. Ha sido todo lo contrario. Pero este hecho fundamental pasará a segundo plano, si las políticas que priman son la del gobierno K –montar una farsa de “control ambiental”– o la de sectores de la oposición patronal –tomarlo como una pelea de argentinos versus uruguayos–