Socialismo o Barbarie, periódico Nº 172, 18/03/10
 

 

 

 

 

 

Grecia, España, Portugal y otros eslabones débiles de la crisis

La hora de verdad se acerca

Por Isaac Johsua (*)
Inprecor.fr, febrero 2010

El hundimiento de las Bolsas en febrero mostró que la crisis entra en una nueva fase. Los últimos meses del 2008 habían visto el paroxismo de la crisis financiera y su transmisión a la “economía real”. Sin embargo, tras una caída fenomenal en 2009 del PBI de EEUU del -2,4% (sin precedentes desde la Gran Depresión), se había creído ver una recuperación, rápidamente bautizada como “salida de la crisis”.

¡Ilusiones! La economía mundial estaba en estado de levitación, apenas tocando el suelo, llevada en brazos por un apoyo estatal de extraordinaria amplitud. Dejando crecer los déficits, acudiendo en socorro de los bancos, poniendo en marcha planes de apoyo, los déficits públicos han alcanzado niveles increíbles: el 10% del PBI en EEUU, 8% en Francia, más del 12% en Gran Bretaña. El endeudamiento público ha perforado todos los techos, alcanzando el 85% del PBI en los EEUU y el 76% en Francia.

Como en un partido de rugby en el que se pasan la pelota que quema en las manos, así se ha transformado el sobreendeudamiento de las familias norteamericanas en sobreendeudamiento de los estados. Cuando un deudor se muestra incapaz de hacer frente a los pagos, no hay más que dos formas de enfrentarse a la deuda en suspenso: transferirla o anularla. Anular las deudas habría significado entrar en una crisis financiera, y luego económica, de una enorme amplitud. Prefirieron, una vez más, huir hacia adelante: las deudas privadas han sido transformadas en deudas públicas. Así, el problema no ha sido superado, sino solamente disfrazado y desplazado. El sobreendeudamiento público es universal, pero siempre hay eslabones débiles.

Eslabones débiles

Éstos se llaman Grecia, España, Portugal e Irlanda. Grecia (cuya deuda pública alcanzaría el 125% del PBI en 2010) ha sido colocada bajo tutela de la Comisión Europea. Pero los demás países no se quedan atrás en endeudamiento. Los porcentajes correspondientes previstos para 2010 se elevan al 85% para Portugal, el 83% para Irlanda (44% en 2008), el 66% para España (40% en 2008).

Era evidente desde el comienzo que esta situación no podía durar. Lo privado (consumo de las familias, inversiones de las empresas) debía tomar el relevo de lo público, permitiendo a éste retirarse. El gran problema es que lo privado sigue sin “embragar” sobre lo público, sin ponerse en marcha. Y el gran cambio es que comienza a prevalecer en el establishment el temor de que sea así durante largos meses.

La idea, en suma, es que la crisis está lejos de haber terminado, y que no estamos en un esquema en V, ni siquiera en W, sino sin duda más bien en L.

Pero los planes de recuperación de las finanzas públicas que había hasta ahora estaban basados en la hipótesis de una recuperación vigorosa de la economía, que permitiría bajar el déficit debido a la drástica reducción del gasto público.

Si la recuperación esperada no se produce, también desaparece la hipótesis de un rápido crecimiento de los ingresos fiscales. Así, los gobiernos de los países que están en el punto de mira de los inversores se ven ante un dilema temible:

si prosiguen con el apoyo a la economía, evitan su hundimiento pero entran en una espiral autoalimentada, sin final a la vista, de agravamiento de sus déficits. De tal forma, éstos serán cada vez más costosos de cubrir; si abandonan el sostén a la economía retirando el andamiaje público, corren el riesgo de precipitar la economía en el abismo, sin tener a pesar de eso la garantía de reducir el déficit público.

Estos países son todos miembros de la Unión Europea, y se puede pensar que tendrían derecho a un apoyo de la UE o de algunos de sus componentes. Pero si las principales potencias económicas europeas deciden ayudar a los que están con el agua al cuello, corren el riesgo de ser arrastradas y hundirse a su vez. Esto es así, porque ellas también están también muy endeudadas.

Pero también, si estas potencias no prestan ayuda y los países más directamente amenazados no pueden pagar su deuda, saben que la crisis se relanzará de forma espectacular... y que son las siguientes en la lista.

“Los mercados” no piensan, no hablan; sólo envían “señales”. Y éstas son bastante claras. Manifiestamente, “los inversores” están cada vez más convencidos de que los países amenazados no podrán sostener sus economías durante mucho tiempo. Será preciso entonces salir de la situación “por abajo”; es decir, intentando la recuperación de las finanzas públicas sobre todo mediante la reducción de los gastos.

Es inútil hacerse ilusiones: tras haber volado en auxilio de los capitalistas a fondo perdido, ahora los gobiernos pedirán a los trabajadores que “hagan sacrificios”, mediante el aumento de los impuestos y/o la destrucción de servicios públicos.

El hundimiento de los mercados que acaba de tener lugar el mes pasado puede entonces ser interpretado como una severa reprimenda, un llamamiento a los gobiernos para poner manos a la obra en el plazo más breve: que demuestren que son capaces de atacar a la gran masa de la población para salvar a una ínfima minoría. Corresponde a los trabajadores organizar la resistencia, pues esta crisis es la del capital, y no es cuestión de pagar sus platos rotos.


(*) Economista marxista, autor de "La grande crise du XXIème siècle : Une analyse marxiste", Editions La Découverte, 2009.