Socialismo o Barbarie, periódico Nº 172, 18/03/10
 

 

 

 

 

 

Pueblada y represión en Andalgalá

Hace un mes, el pueblo de Andalgalá se alzó en una verdadera pueblada, luego de sufrir una brutal represión por parte de la policía.

Desde el 14 de diciembre los vecinos organizados en la Asamblea El Algarrobo mantenían un corte selectivo en el camino que conduce a la minera Agua Rica, para impedir la instalación de otra megamina a cielo abierto.

El lunes 15 al mediodía la policía arribó para desalojar a los asambleístas y así permitir el paso de una maquinaria con destino a la minera Agua Rica. La represión a los manifestantes fue brutal: mujeres de más de 70 años arrastradas por el piso, un niño con un impacto de bala de goma (disparado a menos de 10 metros de distancia), un hombre que debió ser hospitalizado y que corrió peligro de perder un ojo, por sólo mencionar algunos casos.

Finalmente, la maquinaria pasó, rodeada de la policía y de la Gendarmería.

Si la indignación de la población venía creciendo en los últimos meses, ésta fue la gota que colmó el vaso. Al anochecer, 5 mil personas (dato no menor teniendo en cuenta que la población total de la ciudad es de 20 mil) se concentraron en la plaza, donde también fueron reprimidos. En medio de un corte de luz provocado por el municipio, la policía disparó a mansalva balas de goma y gases lacrimógenos.

En medio de la brutal represión, la gente prendió fuego algunos sectores de la Municipalidad, una oficina de Agua Rica y el supermercado perteneciente al dueño de una maquinaria que atravesó el corte tras la represión. Hubo más de 40 detenidos y 60 heridos.

Los reclamos dejaron de dirigirse sólo contra la ya instalada minera La Alumbrera y contra Agua Rica (que pretende iniciar la explotación), sino también contra el intendente  kirchnerista José Perea al que le exigen su renuncia por ser férreo defensor de la minería a cielo abierto.

Gracias a la pueblada, se consiguió la momentánea paralización de las obras para la instalación de Agua Rica, con la intención  –según palabras del fiscal que lo ordenó– de “pacificar” a la población que continúa en estado de movilización. También consiguieron que la maquinaria fuera bajada nuevamente.

No obstante, la gente que participó en la pueblada, fue amenazada con despidos en sus lugares de trabajo (públicos, y algunos privados) y los hospitales se negaron a atender a los heridos que necesitaban la evidencia para hacer la denuncia.

Lo distinto fue la pueblada

Lo distintivo de este caso es que aquí cabe la posibilidad de que la ciudad sea –literalmente– volada por la minería a cielo abierto ya que fue aprobada la exploración del subsuelo de la propia Andalgalá, para su posterior explotación.

Para ello, Agua Rica indemnizaría a los habitantes para que deshabiten la ciudad, sin ser consultados. De concretarse, volarían en mil pedazos los nevados del Aconquija.

Esta posibilidad, más los 13 años que hace que La Alumbrera hace estragos (en materia laboral, en agua, aire, tierra y salud humana) en la zona, dotan a este caso de características particulares, las cuales contribuyeron a que el pueblo estalle y se subleve yendo mucho más a la ofensiva, respecto a otros antecedentes de resistencia a la minería a cielo abierto (como por ejemplo en Esquel, donde se rechazó la instalación de Barrick Gold mediante un plebiscito a la población).

Los enemigos se vislumbran ahora no sólo en el modelo extractivista de los bienes comunes, impulsado por las multinacionales imperialistas, sino también en sus socios locales, que olvidan sus diferencias a la hora de concretar acuerdos para imponer a sangre y fuego esta política de contaminación[i] y saqueo de los bienes comunes[ii].

En este caso, un intendente kirchnerista (José Perea), un gobernador radical cobista (Brizuela del Moral) y el gobierno de Cristina[iii], que han tomado como cuestión de Estado esta política minera, en la más irracional de las versiones posibles.

Un asambleísta de Andalgalá, Urbano Cardozo, comentó al periódico La Vaca acerca de estas irreales promesas: “No sólo la contaminación y las enfermedades de cantidad de personas, sino que además no generan trabajo, ni riqueza. Catamarca sigue igual o más pobre, y Andalgalá es el lugar de mayor desocupación de la provincia”.[iv]

Esta política no es exclusiva de Argentina. Es un modelo extractivista a mansalva, impulsado por el sistema capitalista en esta etapa terminal, en un intento desesperado por sostener el consumismo irracional de los países imperialistas y de las clases dominantes de nuestros semicoloniales países.

Como ejemplo de ello, hay centenares de proyectos de minas a cielo abierto a lo largo de toda la cordillera andina, muchos de ellos ya en ejecución. En Chilecito, La Rioja, también hay un avanzado proceso de lucha contra la instalación de una mina en el cerro Famatina, que amenaza con la destrucción de sus glaciares.

Retomar el camino de las puebladas para impedir el avance de la megaminería

Los habitantes de Andalgalá, manteniéndose movilizados durante todo este mes pos-pueblada, lograron hacer retroceder a los gobernantes, quienes terminaron accediendo al reclamo popular para que se llame a un plebiscito. En el mismo, la población deberá votar por las opciones “a favor” o “en contra” de la instalación de la mina.

El socialismo revolucionario, al tiempo que debe dar todo el apoyo a la resistencia a estos emprendimientos criminales, debe también empezar a tomar posición e intervenir en estos procesos para no permitir que sea capitalizado por la centroizquierda (como Pino Solanas) que lo lleva a un camino sin salida, ya que no plantea destruir el capitalismo, sino utópicamente “humanizarlo”.

Asimismo, dentro del ámbito de la izquierda también debemos  comenzar a darnos un debate acerca de las limitaciones de  estos supuestos “avances tecnológicos”, que lejos de representar un desarrollo de las fuerzas productivas, se transforman en la destrucción de éstas, ya que atentan contra el Ser Humano y la Naturaleza.

• Repudiemos la represión al pueblo andalgalense

• Apoyo a la resistencia de las poblaciones afectadas

• No a la minería a cielo abierto


[i] En primer lugar del agua, ya que se utiliza un proceso llamado de lixiviación con cianuro (para separar los metales de la roca molida), empleando para ello –por ejemplo en el caso de La Alumbrera– 1.200 litros de agua por segundo, en una zona tan árida como Catamarca. Este cianuro contamina todos los cursos de río (incluso los subterráneos). Además se contamina aire, tierra y la salud humana, causando enfermedades como cáncer, malformaciones, alergias, etc., por varias generaciones. También destroza las economías locales.

[ii]Aún continúa en vigencia la ley minera impulsada en la década del 90, que exime a las multinacionales  del pago de numerosos impuestos. El pago de regalías es casi simbólico comparado con los, por ejemplo, 600 millones de dólares que minera La Alumbrera se lleva anualmente, solamente por la extracción de oro.

[iii] Como claro ejemplo de esto, el veto que el gobierno nacional hizo al proyecto de Ley de Protección de los Glaciares, aprobado por unanimidad por el Congreso. El gobernador de San Juan, Gioja, y el presidente de la megaminera Barrick Gold, presionaron para que se anule la ley. Este veto le abre el camino a las mineras para destruir montañas enteras, con hielos eternos incluidos, eliminando así una de las fuentes de agua dulce más importantes con que cuenta el país.

[iv] http://lavaca.org/notas/despues-de-la-represion-un-triunfo/ . La Vaca, en su publicación web.