Socialismo o Barbarie, periódico Nº 172, 18/03/10
 

 

 

 

 

 

Cooperativas “Argentina Trabaja”

Planes “VIP” para reconstruir el aparato K

Por Patricia López

Para entender el significado de este nuevo plan del gobierno, y la política que debemos tener las organizaciones sociales independientes del Estado, lo primero es determinar en qué relación de fuerzas está el movimiento de desocupados con respecto al gobierno. Cuando, en medio del Argentinazo, el Estado comenzó a repartir planes sociales, lo hizo para contener una gran rebelión popular. En ese momento, desde el nuevo MAS y la FTC consideramos que, aunque utilizáramos los planes para paliar el hambre y extender el número de gente organizada, la pelea a dar era por trabajo genuino. Intentamos que esa extendida y combativa vanguardia se hiciera parte estructural del movimiento obrero, fortaleciéndolo, aminorando a su vez el costado reaccionario de dependencia respecto del Estado que trae siempre consigo la asistencia social.

El movimiento de desocupados en general no adoptó el programa de trabajo genuino. Sin embargo, mientras duró la situación de movilización general contra un Estado nacional en crisis, y en los barrios populares la relación de fuerzas favorable con respecto a los punteros de un aparato peronista desarmado, ese “costado reaccionario” de los planes se relativizó. Se pudieron construir grandes organizaciones independientes que, además de ser un factor de desestabilización constante para el régimen burgués, lograron algo muy progresivo: en vez de que los grupos de desocupados fueran utilizados como rompehuelgas –como es usual durante los períodos de desempleo extendido– veíamos a los desocupados actuando en apoyo de las luchas obreras; éste fue quizás el aspecto más revolucionario del movimiento.

¿Cuál es la situación ahora?

El movimiento ha sufrido un retroceso general, en su composición de masas, por un lado, y también en la ubicación relativa de su vanguardia. Su base se achicó mucho, ya que muchos compañeros encontraron empleo. El lugar que ocupaba como vanguardia del enfrentamiento contra el Estado también se debilitó: el Estado burgués se recompuso y el gobierno K cooptó a buena parte del movimiento. Y no sólo por la base: organizaciones enteras (entre ellas una de las más “simbólica” del movimiento piquetero, el MTD) se dedicaron a llevar adelante las políticas K, y varios de sus dirigentes se hicieron funcionarios. La normalización también llegó a los barrios populares, donde han vuelto a imponerse las redes clientelares de los punteros del PJ y donde las organizaciones piqueteras han quedado aisladas incluso de las nuevas luchas barriales por la luz, inundaciones, etc. Por supuesto, los movimientos participan, pero en general estas nuevas luchas no están organizadas ni dirigidas por ellos. Junto con todo esto, el aumento del empleo hizo que el centro de la lucha obrera “se corriera” al movimiento obrero ocupado.

En esta situación, aquel “costado reaccionario” de los planes se potencia objetivamente. Entendámonos: siempre la intención de los gobiernos con la asistencia social es usarla para contener y cooptar, pero a veces puede y a veces no. Y ahora sí puede. Las fuerzas que se oponían a esa cooptación han desaparecido o se han debilitado mucho. Como relación de los desocupados con el régimen, a los planes sólo les queda ese “costado reaccionario”, que más que un costado ahora lo es todo.

El plan Argentina Trabaja no está hecho para contener una rebelión, sino para armar un aparato electoral. No tiene el doble carácter de “concesión-trampa” que tienen siempre los logros reivindicativos dentro del sistema: son reclutamiento clientelar desde el inicio, y no vemos en el horizonte –al menos cercano, en las actuales circunstancias económicas- ningún nuevo proceso de ascenso en la lucha de los desocupados que pueda cuestionar ese carácter en los hechos.

¿Los planes “son lo que hay”?

Para muchos compañeros, lo que hay es la asistencia social. Pero el hecho de que los movimientos luchen por “lo que hay” es una muestra más de su retroceso: en su época de ascenso no lucharon por “lo que hay”. No había nada: lucharon para que hubiera algo, y lograron asistencia social para los desocupados. Ahora “hay” (o sea, el régimen impone) el plan Argentina Trabaja, y los piqueteros luchan para tener ese plan. Cuesta imaginar un programa más defensivo y derrotista.

Por supuesto, no nos referimos a cada compañero que agarra ese plan para comer. Lo derrotista es levantar como programa de lucha la entrada de los piqueteros independientes al aparato electoral del PJ.

Habría que hacer lo contrario: ¡luchar por lo que no hay: trabajo para todos! Luchemos por entrar a las obras públicas, enfrentemos a la burocracia de la UOCRA y del ferrocarril que manejan de forma clientelar la bolsa de trabajo –lo que afecta no sólo a los piqueteros sino a cualquiera que quiera trabajar sin ser parte del aparato propatronal de matones–, denunciemos la discriminación política en los puestos de trabajo, no en el aparato peronista. Demostremos que esta discriminación es lo mismo que la persecución dentro de las empresas a los activistas gremiales antiburocráticos. Hagamos una gran movilización de mujeres desocupadas denunciando la discriminación de género del gobierno de Cristina, que para las mujeres sólo tiene subsidios miserables a la madre ama de casa, pero no mueve un dedo para que la relativa reactivación del empleo llegue también a las mujeres. Ayudemos con todo al movimiento obrero ocupado para que la nueva vanguardia luchadora se fortalezca, porque sólo un nuevo movimiento obrero, libre de las cadenas de la burocracia peronista y de toda ideología de conciliación de clases, podrá solucionar la desocupación luchando por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. ¡Todo lo anterior bajo las banderas de la unidad de clase, de la unidad de trabajadores ocupados y desocupados!

Y este programa no está más lejos de realizarse que la entrada en el nuevo plan para “luchar después por el pase a planta municipal”: si las patronales y la burocracia no quieren piqueteros en las empresas, menos que menos los va a querer el gobierno en su aparato electoral, y ni hablar en la planta permanente. En el mejor de los casos, si la lucha por este plan triunfa, lo que se logrará es algunos de estos planes por un corto tiempo, sin darles trabajo a los compañeros para que no se junten con el resto de la gente que el municipio maneja. Y en dos meses volvemos a la situación “pre triunfo”, sin plan, sin relación con el resto de la gente del municipio que nos permita luchar con ellos, sin nada. Francamente, poniéndose como gran objetivo “triunfos” como éste, no es de extrañarse que las movilizaciones piqueteras pierdan entusiasmo.

Un peligro todavía mayor

Decíamos antes que el apoyo de los desocupados a las luchas obreras es revolucionario. Pues bien, el Argentina Trabaja significa un retroceso reaccionario también en este aspecto, porque ya están metiendo gente de ese plan a trabajar en hospitales, escuelas y municipios, con la intención de empujar a la baja el salario de los estatales y municipales, y echarlos o amenazarlos con el despido, contando con el trabajo carnero de la gente del plan en caso de huelga de la planta permanente. Y esto se da en un año en el cual todos prevemos fuertes luchas de estatales. En varios hospitales y escuelas, los administrativos ya manejan dos nóminas de personal, los empleados y los del plan.

En vez de refrendar de hecho este plan luchando para entrar en él, denunciemos junto con los estatales este plan de carneraje organizado. Denunciemos que son opuestos por el vértice los planes sociales arrancados al gobierno por organizaciones independientes en el marco de un ascenso de luchas y esta reorganización del aparato municipal K hecha de arriba para abajo en el marco de la normalización burguesa.

Lo que el nuevo MAS y la FTC veníamos diciendo durante todo el Argentinazo, que la salida para los desocupados pasa por la unidad con el movimiento obrero ocupado, hoy se hace más definitivo que nunca. También dijimos que incluso entre los movimientos independientes dirigidos por corrientes del “trotskismo” (caso PO y el MST) se había cometido el gravísimo error de no haber centrado nunca el programa de la lucha en lograr puestos de trabajo asalariados. Qué paradoja realmente: un movimiento de desocupados que nunca terminó de luchar realmente… por puestos de trabajo.

Esto hoy se está pagando en el debilitamiento de los movimientos y en los callejones sin salida que significan estos planes como el Argentina Trabaja. Hay que apostar al desarrollo de la nueva vanguardia obrera que sepa unir en sus luchas y programa la resolución de todos los problemas sociales al tiempo que se coloca realmente en el centro del programa de los movimientos desocupados el reclamo de verdaderas obras públicas y trabajo genuino.