Socialismo o Barbarie, periódico Nº 171, 04/03/10
 

 

 

 

 

 

Justicia para Ana María Martínez y
nuestros compañeros del PST asesinados!

En este 24 de marzo, a 34 años del golpe genocida, desde el Nuevo MAS queremos reafirmar nuestro reconocimiento y nuestro compromiso militante hacia nuestros compañeros asesinados del PST.

Ellos fueron un núcleo esencialmente de compañeros obreros y estudiantes muy jóvenes. Algunos dirigentes de sus lugares de trabajo o estudio, o importantes cuadros partidarios, como el “cabezón” Villabrille, dirigente de la Juventud Socialista de Avanzada; otros, abnegados militantes de base. Algunos compañeros tenían una acumulación de experiencia política y otros recién empezaban a militar.

Todos fueron expresión de una vanguardia que avanzó mucho más del sindicalismo, del clasismo “apolítico”, del frentepopulismo del PC y de las garras burguesas del peronismo que asfixiaban a la clase obrera y aun a elementos muy combativos de ella. Ellos avanzaron hacia la comprensión del marxismo como ciencia y como praxis y se pusieron a militar con devoción.

Ana María culmina esa lista de compañeros asesinados que ya creíamos terminada en ese período de comienzos del 82. Porque la dictadura ya estaba tambaleándose, la burguesía estaba discutiendo su salida “amortiguada”, sin caídas bruscas y precisando planes con los partidos patronales y la Iglesia de otorgarse una “autoamnistía” y una salida “elegante”.

Hasta que la movilización del 30 de marzo y la posterior Guerra de Malvinas aceleró el proceso.

En medio de él, cuando ya se respiraba “otro aire”, los milicos la secuestran un 4 de febrero de 1982. Como signo político de que se resistían a dejar el poder.

El PST salió a hacer una fuerte campaña llamando a la unidad de acción a todos los organismos y los partidos por la aparición con vida de Ana María. Enrique Broquen (abogado del partido y reconocida figura de los derechos humanos) firmó el hábeas corpus reclamando por ella y dirigió una carta pública concretando este llamado. Participamos de la marcha de los jueves de las Madres en Plaza de Mayo; junto a su compañero, recorrimos despachos y oficinas de figuras políticas, sindicales y de derechos humanos.

Los medios de comunicación, comprometidos hasta los tuétanos con el Proceso, tuvieron que salir a denunciar el secuestro y sacarnos “en tapa”. Hasta funcionarios del gobierno yanqui intervinieron. Ellos, que avalaron la masacre, salieron “horrorizados” a denunciar este “desborde” militar. Los mismos, que meses más tarde, festejarían el triunfo militar del imperialismo inglés.

Haciendo asco a las lágrimas de “cocodrilo” de los hipócritas, nosotros nos seguimos jugando a la movilización y a aprovechar esas fisuras abiertas por el agrietamiento del régimen militar. Apreciábamos que por las circunstancias excepcionales que atravesaba el país había posibilidades de salvar su vida. Creíamos que esta vez podíamos ganar.

Perdimos. Su cuerpo acribillado apareció 8 días después.

Perdimos la batalla por su aparición con vida pero no perdimos la pelea por el castigo a los asesinos de Ana María y el resto de los compañeros.

Porque esa pelea está en curso. Está en las luchas de la nueva generación obrera que ha despuntado, en la rebeldía de los jóvenes estudiantes. Y no está circunscripta solamente a la exigencia de castigo a los autores materiales de los crímenes de la dictadura, sino que es por el triunfo de nuestra clase contra todo el sistema explotador capitalista.

Eso es lo que entendieron nuestros compañeros. Y esto es lo que entiende el Nuevo MAS es la pelea definitiva en la cual comprometemos nuestro esfuerzo y honramos a nuestros compañeros.