Socialismo o Barbarie, periódico Nº 169, 04/02/10
 

 

 

 

 

 

Duhalde quiere a los milicos en los barrios y en los conflictos

Los gorilas vuelven a la carga

Por Manuel Rodríguez

Las declaraciones del ex presidente sobre la necesidad de la participación de las Fuerzas Armadas en “el combate contra el delito”, particularmente el narcotráfico, o el rol en la “reeducación” (virtual conscripción) de los “jóvenes en riesgo”, desataron un festín progresista de rechazos y despegues de las declaraciones del otrora Don Corleone de la política argentina. Hasta el fascista de Rückauf salió a decir que no estaba de acuerdo, que el rol de las Fuerzas Armadas no era ése (Página 12, 28/01/10). ¿Pero acaso no se ve a la Gendarmería y Prefectura vigilando playas, calles de la ciudad, trenes, autopistas tanto en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires? ¿O no se vio a la Gendarmería reprimiendo a los trabajadores del Subte, del Francés y la Prefectura a los del Casino? Hay un sector patronal que está convencido que hay que seguir el camino de México y Colombia: los milicos como gran instrumento policial y represivo, para controlar con mano militar las cajas policiales y reprimir a los barrios pobres y los grandes conflictos obreros, como hiciera Alfonsín en el conflicto de la Ford del 85.

Ya en otro plano se encuentran las declaraciones acerca de la necesidad de “dejar de humillar” a las FFAA y de “reconciliar”. "Esto (la dictadura) pasó en el 76 y si seguimos mirando para atrás no nos damos cuenta de que las Fuerzas Armadas de hoy son necesarias". (Clarín, 26/01/10).  Por más que hable de "las Fuerzas Armadas de hoy, no las que están enjuiciadas", sus dichos van en la misma línea que la del el ex ministro de Educación porteño Abel Posse, o la propuesta del presidente de la Fundación Banco Ciudad y ex embajador menemista Diego Guelar, de una consulta popular para amnistiar a todos los milicos genocidas. De hecho, todas tuvieron su estrellato en un mismo y breve período de tiempo. Por otro lado, Duhalde también hace pie en la reacción fascista a los juicios a los milicos genocidas, con gente como Cecilia Pando, ahora apoyados en el amplio movimiento conservador agrario. Entre todas estas posiciones, busca posicionarse como ala derecha en la interna del PJ, aprovechando el aparente fin de la entente Unión-PRO.

Pero lo que ningún partido opositor aclaró a la hora de rechazar las declaraciones de Duhalde, es que todos los que contaban con representación en el Senado firmaron o apoyaron el pedido de “emergencia en seguridad”, hecho el 9 de diciembre por Chiche Duhalde (Clarín, 10/12/09). Este proyecto de ley incluía “la habilitación al Estado a tomar medidas de emergencia", la realización de "un censo de jóvenes y niños en riesgo social", “construir y equipar y/o reequipar los centros de rehabilitación para niñas, niños, adolescentes con problemas de adicciones o penales, a cuyos efectos podrá utilizar establecimientos ociosos de las FFAA”. La política de incorporar en la “lucha contra el delito” a los milicos pareciera tener más consenso que la respuesta a los exabruptos del asesino de Puente Pueyrredón.

Los progresistas se rasgan las vestiduras en nombre de la democracia y el profesionalismo de las FFAA. “Por último, lejos de humillar a las Fuerzas Armadas, la política de memoria, verdad y justicia es la única de las intentadas desde 1983 que les devuelve su dignidad y su respeto, porque es la primera que no coloca bajo sospecha al conjunto del estamento militar. Hubo criminales que deben ser castigados y hay nuevas generaciones que no tienen por qué cargar con esa mochila” (Verbitsky, Página 12, 26/01/10). Toda la política de la progresía K se condensa aquí. “Hay FFAA malas: son las del pasado. Estamos forjando unas nuevas FFAA llenas de dignidad, por medio de nuestra política de derechos humanos”. Pero estos “nuevos” militares son los que, por orden del “gobierno progresista”, van a reprimir las luchas obreras, llegando en algunos casos a militarizarlas (como el Hospital Francés, el Casino o las escuelas de Santa Cruz durante el conflicto docente del 2007). Son las mismas que, cuando pueden, demuestran su insatisfacción con el gobierno por los juicios abiertos y también por el bajo presupuesto asignado, frente a los grandes gastos en renovación que hacen la mayoría de los gobiernos de la región. El discurso K de reconstrucción de “unas nuevas FFAA” va de patadas con su política de dejar intacto el núcleo de las FFAA procesistas, borrando sólo viejos ancianos sin gran influencia en la política de hoy. Su política, tributo al Argentinazo y caballito de batalla, no ataca la estructura genocida, genera reacciones fascistas y declara “llenos de dignidad” a los milicos. Si estos son los progres, no se podía esperar otra cosa del padre de la maldita Bonaerense.

Con el golpe de estado en Honduras, la reinstalación de la IV Flota yanqui en el Atlántico Sur y la ocupación de Haití, el factor militar vuelve a la escena de la región. Apoyándose en el movimiento conservador agrario y sus consecuencias políticas, Duhalde busca ganarse un espacio agitando una solución represiva, antidemocrática a las expresiones de la miseria que la política patronal a la que pertenece genera y vuelve a poner como posibilidad la represión pura y dura frente a las luchas contra esa misma miseria que puedan encabezar los trabajadores y el pueblo pobre.