Socialismo o Barbarie, periódico Nº 168, 22/01/10
 

 

 

 

 

 

Haití: sobre llovido, mojado

Después del terremoto, ocupación militar yanqui

Por Claudio Testa

Aunque desde hace seis años las tropas de la ONU ocupaban el país, EEUU ha decidido efectuar una segunda invasión por cuenta propia y sin siquiera hacer la farsa de “consultar” a los anteriores ocupantes.

En el año 2004, se produjo una intervención militar conjunta de EEUU, Canadá y Francia que, con el pretexto de “poner orden”, derrocó al presidente Jean-Bertrand Aristide, líder del movimiento nacional-populista Fanmi Lavalas. Luego, como de costumbre, entró en escena la bendita ONU, para legalizar el atropello imperialista. Se votó, en el Consejo de Seguridad, la creación de la MINUSTAH (del francés, MIssion des Nations Unies pour la STAbilisation en Haïti).

En esa ocasión, tanto para evitar un mayor rechazo continental y mundial, como para dejar a EEUU más tropas disponibles para Irak y Afganistán, la ONU votó que la tarea sucia la hicieran principalmente tropas latinoamericanas. El “progresista” Lula se puso al frente, secundado por su amigo el “nacional y popular” Néstor Kirchner.

Así la MINUSTAH, comandada por Brasil, con la participación de tropas de Argentina y de otros gobiernos “progresistas” latinoamericanos como los de Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador, venía garantizando la ocupación colonial de Haití. En la MINUSTAH también había tropas de Francia y en menor número de EEUU. Desde entonces, bajo su protección, se han sucedido los gobiernos títeres, que reportan en línea directa a la Embajada de EEUU en Port-Au-Prince.

Pero ahora el imperialismo yanqui parece haber decidido dejar de lado a sus subalternos de la MINUSTAH, sin siquiera molestarse en avisarles. Primero, envió tropas que se apoderaron del aeropuerto a punta de pistola. Luego, tanto por aire como por vía marítima, inició una invasión en regla con los “marines”. Para que no hubiese dudas de lo que vienen a hacer a Haití, la Casa Blanca anunció que sus tropas no tienen como misión realizar “tareas humanitarias”, sino “garantizar la seguridad”.

La cosa ha sido tan brutal que Francia (que sigue viendo en Haití a una de sus colonias), Brasil (que comanda la MINUSTAH) y la Unión Europea pusieron el grito en el cielo. EEUU, después de apoderarse del aeropuerto, lo cerró a los vuelos que no fuesen norteamericanos. Desde entonces, ningún avión, incluidos los de Brasil, Francia y otros países de la MINUSTAH, puede operar sin permiso de los militares yanquis. Francia se quejó de que el aeropuerto de Puerto Príncipe se haya convertido en un “anexo de Estados Unidos”. Asimismo, Brasil, que con 1.700 soldados dirige el contingente de la ONU, anunció que no va a ceder su mandato a ningún otro país.

Pero donde manda capitán, no manda marinero... Finalmente Lula y Sarkozy metieron el rabo entre las piernas. La respuesta de Washington, detrás de las frases diplomáticas, fue tajante: seguirá haciendo lo que se le dé la gana.

De este modo, después del golpe en Honduras y la instalación de las siete bases en Colombia, la ocupación militar directa de EEUU en Haití pone más al rojo vivo la intromisión del imperialismo yanqui en América Latina.

¿“Seguridad” de qué?

La intervención militar directa de EEUU para “garantizar el orden” tiene varias causas.

El primer lugar, está la razón geopolítica de que el imperialismo yanqui considera al Caribe como una especie de lago o mar interior de EEUU, con derechos sobre todo lo que contiene. Ésta es, por ejemplo, una de las razones no menores por las que hasta ahora ningún gobierno de EEUU ha accedido a llegar a un “modus vivendi” con Cuba, dado su intolerable grado de independencia.

Dentro del Caribe, Haití ha sido siempre considerado y tratado por EEUU como un protectorado colonial de su propiedad, por más que Francia proteste y exhiba blasones esclavistas más antiguos que los de la Casa Blanca. En ese marco, Haití fue invadido repetidas veces por EEUU. Víctima de una larga ocupación militar yanqui desde 1915 a 1934, la mayoría de sus gobiernos posteriores han sido dictaduras sanguinarias auspiciadas por Washington, como las de “Papá Doc” Duvalier y su hijo “Baby Doc”, que duraron desde 1957 a 1986.

No es de extrañar, entonces, que el reflejo inmediato de la Casa Blanca haya sido enviar los “marines”.

Pero este reflejo básico se ha visto especialmente reforzado por la situación político-social de antes y después del terremoto.

El hecho es que el “gobierno” de René Preval –ex colaborador de Aristide y ex dirigente del Fanmi Lavalas, hoy totalmente entregado al imperialismo yanqui– prácticamente desapareció con el sismo. No sólo se derrumbó el palacio presidencial, sino también el gobierno mismo. Un corresponsal europeo pinta bien esta situación: “El gobierno, que mantuvo en los primeros días una reunión al aire libre, está prácticamente desaparecido y el vacío de poder creado en el país es más que evidente. Por eso, muchos consideran que, con el desembarco masivo de sus tropas, será EEUU quien tome las riendas del país.”[1]

Pero este “vacío de poder”, generado por el sismo y la incapacidad absoluta demostrada por Preval para hacer frente a la situación, se da peligrosamente después de un crecimiento importante, en todo el 2009, de las luchas obreras, estudiantiles y campesinas, y de rechazo a la ocupación colonial y su gobierno títere.

Efectivamente, uno de los motivos de la invasión de Haití es “garantizar la seguridad” de que ese “vacío de poder” no deje asomar finalmente una alternativa obrera estudiantil y campesina, independiente del imperialismo.


Notas:

1.- “El Gobierno haitiano es el gran ausente en la crisis”, El Periódico, Barcelona, 21/01/10.