Socialismo o Barbarie, periódico Nº 168, 22/01/10
 

 

 

 

 

 

Haití: el sismo se produjo en medio de un crecimiento de las luchas

Lo que la TV no cuenta

Por Claudio Testa

La televisión mundial está dando, como de costumbre, una imagen falseada de la realidad. En el caso de Haití, es aún más indignante dadas las circunstancias. Con un trasfondo racista apenas disimulado, nos hacen la pintura de un pueblo sufriente pero “ignorante” y “bárbaro”, incapaz por sí mismo de “poner orden” después del terremoto, lo que hace necesario redoblar la ocupación colonial, ahora con la invasión yanqui.

Por supuesto, nadie relata el bicentenario castigo que el capitalismo y el imperialismo impusieron al pueblo haitiano por haber realizado la única revolución social triunfante de esclavos en la historia. Tampoco se informan cosas más recientes, como las importantes luchas obreras, estudiantiles y campesinas, y de rechazo a la ocupación colonial y al gobierno títere de Preval, que se desarrollaron durante el 2009.

Una nueva clase obrera superexplotada

La “globalización” del capitalismo, iniciada en los 80 y triunfante en los 90, significa, en primer lugar, “piedra libre” para buscar mundialmente, sin “trabas” nacionales, los lugares donde puede imponer la explotación más salvaje a los trabajadores. China, con salarios miserables y superexplotación brutal, es el mayor ejemplo, pero no el único.

En Haití, en mucho menor escala, se ha dado algo parecido. En la década pasada, el gobierno yanqui impuso a Haití la creación de “zonas francas” donde se instalarían luego fábricas de última generación, principalmente textiles. Estas maquilas emplean hoy casi 30.000 obreros y, contradictoriamente, a pesar de la crisis mundial, no parecen estar en retroceso. El secreto es que pagan los salarios más bajos del mundo (aún menores que los de China o las maquilas latinoamericanas) e imponen los ritmos de trabajo más infernales.

Pero el capitalismo, al hacer esto, ha creado algo que no existía en la sociedad haitiana: una nueva clase obrera, una clase trabajadora joven y “moderna”, en medio de un atraso con elementos de barbarie y bajo un régimen político de ocupación colonial.

Importantes luchas obreras y estudiantiles

En el 2009, esto comenzó a expresarse en importantes luchas obreras. Y, además, en este “cóctel explosivo” se mezcló un elemento de suma importancia: un movimiento estudiantil universitario radicalizado, que apoyó las movilizaciones obreras y que además reclama el cese de la ocupación colonial. Ya había sectores estudiantiles que venían en conflictos desde abril.

En mayo de 2009, comenzó una batalla obrera que tendría casi inmediatamente consecuencias políticas, derivando en un enfrentamiento directo al gobierno y las tropas de la MINUSTAH, que se fue prologando, con intermitencias, casi hasta fin de año. En la represión de estas luchas, las tropas de ocupación, comandadas por los militares del progresista Lula, asesinaron o hirieron a decenas de obreros y estudiantes.

La lucha se inició con la exigencia de un aumento del salario mínimo de 75 gourdes (1,8 dólares) diarios a 200 gourdes. Al mismo tiempo que comenzaron paros totales y parciales que duraron casi quince días, miles de trabajadores hacían diariamente manifestaciones en las calles de Puesto Príncipe junto con los estudiantes.

Estas presiones obligaron en julio al “Congreso” a conceder el aumento del salario mínimo a 200 gourdes. Pero el “gobierno” de Preval vetó ese aumento para la industria textil, que es el sector más numeroso, rebajándolo a 125 gourdes. El 17 de agosto, el “Congreso” aceptó ese veto.

Lógicamente, todo esto terminó de politizar la lucha, derivando en un enfrentamiento directo a la ocupación colonial y su gobierno títere, que se prolongó hasta agosto, donde se desencadenó una brutal represión de la MINUSTAH, se prohibieron las manifestaciones y fueron encarcelados numerosos luchadores obreros y estudiantiles. También muchos activistas fueron despedidos.

Los despidos significaron una seria derrota para el nuevo movimiento obrero. Pero no implicaron el cese de la lucha política contra el infame gobierno títere y la ocupación colonial.

El 18 de noviembre se conmemora la batalla de Vertières, donde en 1803 los haitianos derrotaron definitivamente a las tropas francesas. Ese día, los estudiantes volvieron a salir a la calle, produciéndose nuevos choques con la policía y la MINUSTAH.

En síntesis: la situación de Haití previa al terremoto no era precisamente de “paz social”, ni de aceptación resignada de la esclavitud colonial. Ahora, preventivamente, el imperialismo yanqui quiere agregar un nuevo grillete a las cadenas que soportan los trabajadores y el pueblo haitiano.

¡No lo permitamos!