Socialismo o Barbarie, periódico Nº 166, 17/12/09
 

 

 

 

 

 

Honduras: la resistencia desde adentro

“La gente estaba para más”

El compañero José Kanes del PST-H y de la Corriente SOB se encuentra en Buenos Aires para participar del V Congreso del nuevo MAS. SoB aprovecha la oportunidad para dar a conocer –de primera mano– los hechos y las discusiones de la lucha antigolpista. Un joven compañero protagonista de la primera línea de la resistencia al golpe en Tegucigalpa nos cuenta y revive uno de los procesos más profundos de la lucha de clases del años 2009. Hechos en los cuales nuestra corriente internacional participó con todas sus fuerzas sosteniendo una política revolucionaria que llegó al ejemplo concreto de producir el único retiro de una candidatura presidencial de las elecciones fraudulentas organizadas por los golpistas.

SoB: Contános cuáles fueron las primeras reacciones al golpe y como fue el proceso de la resistencia.

J.K.: Lo primero que hay que decir es que era un golpe que aunque se veía venir no teníamos el convencimiento de que pudiera darse, por las condiciones que se daban a nivel internacional, porque se planteaba que la era de los golpes de Estado habían “pasado”. Pero con lo que aconteció aquí el 26 de junio con la aceptación de la renuncia del jefe de la policía y también con la suspensión del cargo del jefe del Estado Mayor Conjunto, ya pudimos ver de que se fraguaba algo bastante fuerte, pero al momento del golpe las organizaciones populares no reaccionaron de manera organizada, lo que más bien se dio fue una reacción muy espontánea de la gente y de las mismas organizaciones en llegar a casa presidencial. Desde un comienzo fueron los partidarios de Zelaya los que coparon, lo que se denominó el “Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado”, y si bien es cierto, siempre estaban los dirigentes del movimiento popular en cada una de las regiones, la presencia de Zelaya a nivel político siempre se impuso como límite, al punto que cuando se discutían líneas políticas, una simple llamada de Zelaya, desbarataba cualquier decisión que se tomara en los espacios de la organización. Este es un aspecto importante que marca todo el proceso, Zelaya siempre estuvo interviniendo a espaldas de lo que se decidía en el Frente de Resistencia, tomando decisiones a raíz de lo que decía Washington, de lo que decía Hugo Chávez, decidiendo desde arriba, sin ámbitos de democracia desde las bases, y en ese sentido no podríamos hablar de que la Resistencia tuvo una conducción por parte de la gente que estaba en las calles, si tenía algún sector que tomaba decisiones, no era precisamente el de los dirigentes populares.

SoB: ¿Cómo afectó en la población en general la llegada de Zelaya a la embajada de Brasil y las posteriores reuniones y negociaciones que mantuvo directa o indirectamente con sectores ligados al golpe?

J.K.: Nosotros dijimos siempre que la presencia de Zelaya iba a levantar el ánimo de la resistencia que se había venido decantando, producto del cansancio, producto de la desesperanza, el problema del regreso de Zelaya, fue la actitud con la que llegó, de hecho nosotros podemos ver que el 21 de septiembre, al día siguiente los barrios y colonias hicieron embriones de insurrección, cinco barrios de colonias prácticamente liberaron el territorio no dejando entrar a la policía, inclusive las maras [pandillas de delincuentes jóvenes típicas de Centroamérica] que son enemigas como la salvatrucha y la 18, en ese momento se pusieron de acuerdo que, definitivamente, el enemigo no era entre ellos sino la policía, y ese fue un hecho bastante importante. Fue un hecho espontáneo que no fue precisamente una idea del Frente de Resistencia, al contrario, el Frente de Resistencia al ver eso lo que hizo fue más bien convocar a una movilización en un solo lugar hacia la casa de la embajada de Brasil y con eso prácticamente se cortó ese ímpetu que tenían los pobladores en los barrios y colonias y eso fue como una medida para que las cosas no se le salieran de control. Eso demostró que la gente estaba para más, que no estaba de acuerdo con el proceder de la misma conducción, inclusive con la posición de Zelaya del pacifismo, y por supuesto que a la par del pacifismo estaba también la idea de pactar con los golpistas.

Luego con su llegada se reinició el ciclo que se había dado antes en las negociaciones en San José de Costa Rica, que no habían llevado a nada dirigidas por Oscar Arias, presenciamos la versión  hondureña en Tegucigalpa.

Es importante mencionar que Carlos H. Reyes había sido convocado para ser parte de esa comisión. El inmediatamente aclaró que no podía participar en esa comisión porque consideraba que la restitución no debía ser negociada, simplemente había que exigirla. Y por otra parte que ya conocíamos los resultados desde antes de sentarse, y efectivamente, podemos ver como ese proceso termina en una claudicación del presidente Zelaya entregando todo a cambio de nada. Ese fue otro acierto de la candidatura independiente en saber que era con independencia que debíamos proceder, no estar esperando que los golpistas se volvieran buenos, con un grupo de personas capaces de dar un golpe de Estado, hay que tener claro que definitivamente ni siquiera puede sentarse, mucho menos pretender llegar a un acuerdo.

SoB: ¿La dirección de la resistencia permanentemente trató de buscar la negociación en vez de apostar a la movilización que derroque por la vía de los hechos al golpe?

J.K.: Efectivamente, ahí hubo un mal proceder desde el momento de que plantea únicamente restituir a Mel Zelaya y luego pensar en derrocar el golpe y no como lo veíamos nosotros que era al revés: derrotar a los golpistas para luego instaurar en el cargo a Mel Zelaya e impulsar los reclamos más sentido como el de la Constituyente que iban mucho más allá del propio Zelaya, y nos parece que ese fue un gran error, ahí le salió caro al Frente de Resistencia Nacional el hecho de no tener democracia de base, es decir, manejarse siempre a través de grupos, que de manera secreta decidían una línea, pero que en última instancia se sabía que la decisión de Zelaya iba a ser la que iba a marcar el ritmo del juego y eso es algo que hay que mencionarlo porque de no haber sido así, probablemente, se hubieran creado mecanismos más serios para poder crear una estrategia para derrocar el golpe.

SoB: ¿Cómo impactó cuando Zelaya entrega la Asamblea Constituyente?

J.K.: Esa es una pregunta muy importante porque no todos la vemos de la misma forma, hay que recordar que gran parte de la resistencia, lo único que tenía en mente era la restitución, y si renunciar a la Constituyente era un precio a pagar por la restitución, a muchos le parecía, tal vez no correcto, pero pues se podía aceptar si las cosas salían bien, lo que nunca se puso a pensar, es que la renuncia a la Constituyente era un hecho concreto, mientras que la promesa era nada más una promesa que venía de lo peor, una promesa de personas de quien no había que confiar ni un poquito, como decía el Che Guevara. Lo importante es que al final el acuerdo se cayó por su propio peso y no logró enterrar la demanda de la Constituyente tal como se había planteado, hubiese sido peor de que se hubiera restituido a Zelaya sin la oportunidad de que la resistencia continuara o que él pudiera haber hecho algo y eso sí hubiera sido bastante complicado, porque las esperanzas de las personas se hubiesen resuelto con un simple acuerdo de llevar a Zelaya con las manos y los pies atados para simplemente ponerle la banda presidencial al presidente que después se eligiera.

SoB: ¿Qué rol jugó la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular en todo este proceso?

J.K.: Jugó un rol clave, porque la resistencia es un fenómeno nacional y la única instancia con presencia nacional es la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular, lo que sí hay que decir es que no estuvo preparada desde el principio para asumir la totalidad de la dirección de la resistencia, cada organización organizó desde donde estaba. En ese sentido el papel que jugó en cada uno de los espacios se nota cuando se ve que los sectores que mejor trabajaron, fueron precisamente donde había organizaciones que pertenecían a la CNRP, porque venían recogiendo toda una experiencia que venía desde la fundación misma de la Coordinadora que fue en el 2003. Por otra parte hay que tomar en cuenta que otro espacio que había surgido de la misma CNRP, como es la Candidatura Independiente Popular, fue el sector que tuvo la política más coherente, era el sector que tenía una visión no solamente inmediata, como podríamos caracterizar a la dirección de la resistencia, que de una hora a otra se cambiaban las líneas, se cambiaban las tácticas y hasta las estrategias. En ese sentido a mí me parece que todo esto, vienen a ser elementos que hacen convencernos que el papel de la Coordinadora fue fundamental, de ahí pues, que nos preocupe tanto el hecho que los grupos que se sintieron afectados por el papel que jugó el espacio de la candidatura independiente –por su carácter de clase- ahora lo quieran disolver.

SoB: El PST, está afincado en Tegucigalpa, y tiene mucha presencia en El Progreso, ¿cómo se organizó en esos lugares?

J.K.: El PST tiene mayor presencia en El Progreso, con algunos compañeros que también hacen una labor en San Pedro Sula que es la ciudad industrial del país, es donde está la clase obrera de Honduras, podría decirse; y en el caso de Honduras somos un grupo relativamente pequeño, pero sin embargo, siempre estuvimos presentes en los espacios de la conducción del Frente de Resistencia contra el Golpe de Estado, aunque como grupo no pudimos asumir la dirección porque obviamente la misma estuvo en manos de los reformistas y “melistas”, pero siempre estuvimos participando en las tomas de decisiones hasta cuando fue posible, ya que nuestras propuestas que iban encaminadas a la movilización, pero no solamente movilizar por movilizar, sino hacer movilizaciones en puntos estratégicos con paros laborales que golpearan definitivamente la economía y no estrechamente tomas de carreteras o movilizaciones que simplemente sirviesen para satisfacer esa necesidad natural que tenían las personas de hacer algo ante todo lo que estaba sucediendo. De ahí pues, nuestra propuesta de la huelga general como principal táctica para poder derrocar al golpe militar. En ese sentido dimos la pelea en todos los espacios, pero cuando nuestra propuesta solamente se repetía, como para más bien volverla algo inofensivo, entonces tuvimos que hacer el retiro correspondiente y dedicarnos más al tema de la candidatura independiente donde estuvimos haciendo las propuestas que mencioné anteriormente.

SoB: ¿Cómo impactó en la población la salida de Carlos Reyes de la elección?

J.K.: La reacción fue positiva de todos los sectores, excepto de aquellos partidos que iban a participar a como diera lugar, porque la elección de Carlos H. Reyes, o mejor dicho de la candidatura independiente popular, los obligaba o los ponía en el banco de los acusados, es decir, tenían que tomar una decisión, y en ese sentido era una camisa de fuerza para todos los que estaban en la resistencia. Nosotros apelando al mismo método democrático, lo que hicimos fue hacer una consulta a las bases para aprovechar la oportunidad de desarrollar asambleas en todas las ciudades, en todos los barrios de colonias donde se necesitase o se pudiera realizar, para politizar y para demostrar que la candidatura independiente no era un proyecto electorero, sino más bien que tenía como fin demostrar que esa no era precisamente la vía no sólo para llegar al poder, sino que también en estas condiciones del golpe de Estado, un proceso electoral pues no cabía mientras no fuera restituido el orden constitucional, y eso fue lo que se demostró, precisamente fue que las condiciones no estaban dadas para participar.

SoB: ¿Cómo fue el día mismo de la elección, cómo se desarrolló esa jornada?

J.K.: Desde las semanas previas a las elecciones se fue preparando un ambiente como de “guerra”, los hospitales prohibieron los permisos para todos sus empleados, sacaron a las personas que consideraban que no se iban a morir en esos días para dejar el espacio libre para los heridos que podrían llegar el día de las elecciones, por otra parte hasta se cancelaron los vuelos para que la gente no saliera del país, ese era un indicador que apuntaba que los golpistas necesitaban la mayor cantidad de votantes en las urnas, porque sabían de que la resistencia no iba a participar en el proceso y que necesitaban poner a votar a los muertos. En ese sentido habrá que decir que la conducción de la resistencia no tuvo una línea bien definida, la mejor evidencia de eso es que en la capital de la República, en Tegucigalpa, se convocó a un toque de queda popular, mientras que en San Pedro Sula hubo movilización y también hubo represión. El día de las elecciones San Pedro Sula se movilizó, fue reprimido y pudo verse con mayor claridad que estaban con la intención de boicotear el proceso como se había discutido en momentos anteriores; cuando se les preguntaba a los dirigentes de la Resistencia en Tegucigalpa por qué no habían salido, simplemente se dijo que era por evitar que hubiera represión. También hay que referirse a cómo se dieron los hechos en las urnas. Fue un proceso muy lento, costó mucho más que en otras oportunidades que se realizara el proceso del sufragio, alargaron una hora el proceso electoral con la excusa de que había mucha gente que no había votado, cuando en realidad lo que estaban haciendo era llevando prácticamente a la fuerza a las personas a las urnas para que votaran. Nosotros insistimos que hubo un máximo de 35% de participación, y eso se evidencia por un sin fin de irregularidades y porque la gente al día siguiente se reunió y pudimos percatarnos que gran cantidad de personas han hecho caravana, hubo movilizaciones, en donde la gente estaba repudiando totalmente el proceso y que definitivamente los sectores organizados y no organizados habían dejado de asistir a las urnas. Yo pienso que la discusión si hubo o no fraude está demás, porque el proceso electoral fue esencialmente fraudulento, nunca debió darse, y por lo tanto, discutir si hubo fraude o no, es aceptar inconscientemente de que se pudo dar el proceso electoral sin haber una restitución.

SoB: ¿Qué perspectivas ves hoy para continuar la lucha?

J.K.: Hoy por hoy derrotar a los golpistas es lo mismo que decir derrotar a la burguesía. Entonces la cuestión pasa por elevar el nivel de organización bajo el principio de la independencia de clase, mediante la consolidación de una dirección capaz de llegar hasta las últimas consecuencias. Puesto que lo que está en juego es el futuro de los sectores oprimidos, el futuro de la clase trabajadora. La burguesía ha dado muestras que cuando el engaño, es decir la democracia cada cuatro años no le sirve, echa mano de la de su infalible fuerza militar. Por lo que estamos un proceso de lucha sin cuartel y para eso nos preparamos.

SoB: ¿Querés agregar algo más?

J.K.: Solamente decir que el pueblo de Honduras en todo este proceso de resistencia ha demostrado de lo que está hecho, que este proceso de organización que viene de principios de esta década, luego con la organización de la Coordinadora Nacional de Resistencia en el año 2003 y todo el proceso de luchas y movilizaciones que se ha venido dando, pues ha logrado el pueblo hondureño de adquirir esa madurez que se requiere para enfrentar un fenómeno político como el que hemos tenido y también nos deja ver a la par lo mucho que le falta a las direcciones políticas en el país. Pero también que todos estos gobiernos que se hacen llamar “revolucionarios” en América del Sur, tienen profundas limitaciones, al punto que consideran tener de su lado a organismos como la OEA, que no sirven absolutamente para nada cuando es el momento de la verdad, que a nivel de declaraciones, que a nivel de papel, se muestran muy fuertes, pero en los hechos concretos no son más que cascarones del imperialismo y en eso me parece que la gran riqueza que nos ha dejado esto, es el profundo desarrollo de conciencia que ha tenido el pueblo hondureño, cómo se han desenmascarado, si estas direcciones que se consideraban revolucionarias, ha puesto frente a frente los dos polos de la sociedad. La lucha de clases, podríamos decir en este caso, hace que todo se clarifique, de que cada quien quede en su sitio y que no quede el mayor espacio para la duda.