Socialismo o Barbarie, periódico Nº 163, 05/11/09
 

 

 

 

 

 

México

Salvaje ataque al movimiento obrero

Por Víctor Artavia
Partido Socialista de l@s Trabajadores, Costa Rica

Calderón decretó la “extinción” de la empresa estatal Luz y Fuerza del Centro, el despido de sus 44.000 trabajadores y la liquidación del Sindicato Mexicano de Electricistas.

El pasado 10 de octubre la selección de fútbol mexicano derrotó a su similar de El Salvador 4 a 1, lo cual le valió su pase directo al Mundial de Sudáfrica 2010. Esto desató la algarabía popular en las calles del Distrito Federal, la cual se extendió hasta altas horas de la noche.

Aprovechándose de esta situación, el gobierno de Felipe Calderón le ordenó a la Policía Federal mexicana que ocupara todas las instalaciones de la compañía Luz y Fuerza del Centro (LyFC) en la madrugada del 11 de octubre. Horas después circuló por Internet un comunicado de la presidencia en donde se decretó el cierre de la empresa y el despido de sus 44 mil trabajadoras y trabajadores.

Con la militarización de la empresa, el gobierno le cedió el control de la misma a la paraestatal Comisión Federal de Electricidad, la cual no dudó un solo instante para subcontratar los servicios de la empresa española Iberdrola, es decir, iniciar la privatización de la empresa.

Los números detrás del cierre de LyFC

Para justificar el cierre de LyFC, el gobierno de Felipe Calderón está empleando el más trillado de los libretos neoliberales: ¡la inviabilidad económica de la empresa debido a los excesivos privilegios del sindicato!  –así le llaman los burgueses al derecho a pensión y salario justo–.

De acuerdo a los “cálculos” oficialistas y que tanto eco tuvieron entre los medios de comunicación de la burguesía mexicana, el alto costo de la convención colectiva de trabajo era contraproducente para el erario público, ante lo cual fue necesario realizar el precipitado cierre de la compañía. Pero de manera muy conveniente al gobierno de Calderón y sus mercenarios de la prensa se les ha olvidado mencionar que si los números de la empresa están en rojo no es por culpa de las y los trabajadores, sino por los suculentos privilegios que reciben los gerentes de la compañía y las empresas a las cuales literalmente se les regala el servicio de energía eléctrica.

Veamos dos ejemplos para ilustrar lo anterior. Mientras un trabajador o trabajadora de la electricidad debe cotizar 30 años para obtener una jubilación insuficiente ante el elevado costo de la vida en México, un alto ejecutivo recibe 131 mil pesos de pensión mensual por tan sólo trabajar un año y ocho meses en la compañía.[1]

Por si esto fuera poco, la gerencia de LyFC históricamente se ha caracterizado por una singular “benevolencia” con las empresas privadas que reciben su servicio, muchas de las cuales han continuado recibiendo electricidad estatal aunque lleguen a tener cuentas pendientes de hasta ocho años.

Según los datos aparecidos en el diario “La Jornada”, la suma de las morosidades que tienen las empresas privadas con LyFC alcanza la astronómica cifra de 2 mil 160 millones de pesos, y para no dejar dudas sobre quienes son los deudores el diario detalla su origen: “La mayoría corresponde a la industria de la transformación: fábricas de textiles, hule, plástico, papel, madera, hierro, aluminio, químicos y piel, aunque en la lista de morosos también hay escuelas, gasolineras, hoteles, panaderías, productores de hielo, bodegas, lavanderías, oficinas, cines, cremerías y más.”[2]

Nótese lo absurdo de la situación: ¡se acusa al sindicato de tener gran cantidad de privilegios económicos, pero no se dice ni una sola palabra sobre los excesivos lujos y prebendas que se otorgan los altos ejecutivos del gobierno en la compañía, que con menos de dos años de trabajo tienen el resto de su existencia asegurada! ¡Para la burguesía y el gobierno mexicano es legal que un empresario reciba electricidad por parte del Estado aunque tenga casi una década sin cancelar un solo céntimo por el consumo de la misma, pero es indigno que las y los trabajadores gocen de mejores condiciones laborales por medio de una convención colectiva de trabajo!

Visto lo anterior, es claro que el cierre abrupto de LyFC no se produjo por los excesivos costos operativos de la empresa tal y como aduce el gobierno de Calderón, puesto que para solucionar eso bastaría con hacer efectivo el cobro de las cuentas pendientes y suprimir de golpe los privilegios de los ejecutivos de la empresa.

¿Por qué Calderón extinguió a LyFC?

Desde nuestra parte consideramos que este cierre tiene dos explicaciones fundamentales: 1) los fuertes intereses de las empresas transnacionales para adueñarse del gigantesco negocio de la electricidad en la región central de México y 2) una política de la burguesía mexicana para descabezar al movimiento obrero mexicano.

En cuanto al primer punto, basta con revisar los datos generales de la zona de cobertura de LyFC, en la cual residen unos 25 millones de personas –la cuarta parte de la población del país– y se produce el 35% del PIB nacional. Aunado a esto, desde hace algunos años la LyFC ha venido sustituyendo el cableado ordinario por una extensa red de fibra óptica, por medio de la cual es factible ofrecer los servicios de “triple play” (televisión, Internet y telefonía), los cuales tienen una gran potencialidad comercial en el futuro cercano.

Las dimensiones y potencialidad del mercado eléctrico en el DF y regiones aledañas, hizo que LyFC estuviera en la mira de los gobiernos neoliberales mexicanos en los últimos años, los cuales han tratado en diferentes ocasiones de privatizar por completo o parcialmente el servicio de electricidad, en particular tras el ascenso al poder del PAN, puesto que varios de sus miembros más influyentes están inmersos en el negocio de las telecomunicaciones y la electricidad: A sabiendas de esto, hace ya algunos meses una empresa privada cuyo origen es español (WL Comunicaciones) pero cuyos accionistas nacionales principales son dos ex secretarios de energía (Fernando Canales Clariond y Ernesto Martens) firmó acuerdos con la paraestatal para hacer uso de dicha red de fibra óptica. Sin embargo, el contrato colectivo de la paraestatal señala que “si a una empresa se le concede el usufructo de alguna infraestructura de Luz y Fuerza del Centro, el sindicato tendría el derecho de tener una concesión espejo para dar el mismo servicio.” Así, el sindicato solicitó ejercer su derecho a brindar servicios de comunicación a través del tendido eléctrico en un mercado creciente cuyo volumen de ventas se estima en decenas de miles de millones de pesos. Este, y no otro, parece ser el motivo de encono de la administración calderonista con el SME.”[3]

Pero como señalamos líneas atrás este cierre no se puede interpretar solamente como una maniobra del gobierno de Calderón para hacer un poco más de dinero; sería muy estúpido de parte suya exponerse políticamente a un potencial conflicto con uno de los principales sindicatos del país tan sólo para favorecer los negocios de algunos de sus allegados políticos. El otro causante del cierre de LyFC –y quizá el principal– es la intencionalidad política de la burguesía mexicana por descabezar al movimiento obrero mexicano, para lo cual está atacando directamente a una de sus organizaciones más representativas.

Esto no es una mera especulación, sino que resulta evidente en la misma forma como procedió el gobierno para implementar la privatización: envió las tropas de la policía federal para que tomara el control absoluto de la compañía y despidió a poco más de 40 mil trabajadoras y trabajadores.

Esta política de confrontación directa con el movimiento obrero no se produce sobre la nada, sino que viene precedida de una serie de medidas políticas y económicas encaminadas a facilitar esta embestida anti-obrera. Esto quedó en evidencia con la reciente publicación de un documento elaborado durante la administración Fox, donde resulta claro que desde el 2003 la burguesía mexicana tenía entre sus planes desmantelar a LyFC, pero que optó por esperar cautelosamente el momento idóneo para esto debido a que el SME representaba un obstáculo peligroso: “La liquidación de Luz y Fuerza del Centro (LFC) se inició desde la administración de Carlos Abascal Carranza como Secretario del Trabajo y Previsión Social, en el sexenio de Vicente Fox, quien elaboró un proyecto para dar por terminado el Contrato Colectivo de Trabajo con el Sindicato Mexicano de Electricistas (…) sin embargo, el presidente Vicente Fox tomó la determinación de aplazar dicha liquidación (…)“Entre las posibles salidas se plantearon los siguientes escenarios: 1) La vía unilateral o “vía rápida” que hacía referencia a la imposición de las estrategias empresariales a través de procedimientos con mayor o menor apego a la legalidad laboral, así como diversos costos (tanto económicos como sociales y políticos); 2) La vía de la concertación considerada la “única salida”…“Una tercera se refería al status quo, “escenario muy fácilmente de llegar por dos caminos: absteniéndose de actuar en espera de mejores oportunidades en el ámbito económico y político o por el fracaso de cualquiera de las alternativas recién consideradas”.[4] (la negrita es nuestra)

Tal y como se puede apreciar en esta cita, el entonces gobierno mexicano de Vicente Fox delineó la táctica que actualmente está aplicando su sucesor presidencial, que consistió en esperar el mejor momento posible para implementar la privatización de manera unilateral y asumiendo el costo político. Y ese momento propicio se le presentó con el estallido de la crisis económica mundial, frente a la cual ha tenido que impulsar una serie de medidas fiscales “draconianas” encaminadas al aumento en el costo de la vida y al recorte del gasto público, esto para no tocar los intereses de la burguesía mexicana. Pero además contó con el favor de la “lucha contra el narcotráfico”, gracias a la cual el factor militar o policial se ha convertido en un elemento cotidiano en la vida del país.

El movimiento obrero y popular ante el cierre de LyFC

Ante el ataque del gobierno de Calderón contra la LyFC y el SME, el movimiento sindical y popular mexicano ha demostrado una gran vigorosidad. La mejor muestra de ello es la monumental marcha que se llevó a cabo el pasado 15 de octubre en las calles del DF, a la cual asistieron más de 3 millones de personas, convirtiéndose en la movilización más grande en la historia reciente de México.

A pesar de esta potencialidad de la resistencia contra la privatización, la dirección del SME, encabezada por Martín Esparza Flores, ha tenido una orientación profundamente legalista, puesto que está centrando todas las expectativas en una salida judicial y legislativa al conflicto. Esto se aprecia claramente en el Oficio Circular. No. 23233 del SME, donde se habla de las “acciones jurídicas y legales llevadas a cabo por la dirección del Sindicato, para detener y revertir el ilegal decreto de Felipe Calderón por medio del cual se extingue Luz y Fuerza del Centro”, pero no se dice ni una sola palabra con relación a una estrategia para organizar la huelga general contra la privatización.

Esto quedó mas claro aún durante la Asamblea Nacional de la Resistencia Popular llevada a cabo el pasado 24 de octubre, la cual contó con la participación de una gran cantidad de organizaciones sindicales, estudiantiles y populares. A pesar de esto, la dirigencia del SME se empeñó en dejar para la próxima Asamblea Nacional del 5 de noviembre la decisión final sobre la convocatoria una huelga nacional contra la privatización, mientras tanto continuaba con sus acciones legales para “revertir” el cierre de la empresa.

Lo anterior no debe de resultar extraño, considerando que la dirección del SME está vinculada directamente con el Partido de la Revolución Democrática, que más allá de su discurso izquierdista es un pilar del Estado burgués mexicano.

Frente a esto, desde la Corriente Socialismo o Barbarie le hacemos un llamado a las y los trabajadores del SME, al movimiento sindical y demás sectores sociales que estén contra la privatización, que la única forma de detener la privatización de LyFC es mediante la movilización en las calles y no en los tribunales o el parlamento burgués. Por ello, consideramos que la próxima Asamblea Nacional del 5 de noviembre debería asumir como tarea fundamental la preparación de una gran Huelga Nacional contra el gobierno de Felipe Calderón, la cual no sólo esté circunscripta a la defensa de la electricidad, sino que levante un programa de lucha nacional que permita aglutinar al conjunto de sectores obreros y populares contra el gobierno del PAN.


Notas:

1. De acuerdo a la tasa de cambio que se registra en la página lobbiz.com, esa cantidad en dólares sería de $9.836 mensuales.

2. Fabiola Martínez. Empresas privadas deben a LFC $2 mil 160 millones. Periódico La Jornada. Lunes 26 de octubre de 2009.

3. Arturo A. Peña. Sindicato Mexicano de Electricistas. Lo que realmente está en juego. Tomado de http://www.kaosenlared.net/

4. María del Pilar Martínez. Planearon cierre de Luz y Fuerza en el 2003. El Economista. Martes, 03 de Noviembre de 2009. Tomado de http://eleconomista.com.mx/notas-impreso/portada.