Socialismo o Barbarie, periódico Nº 162, 22/10/09
 

 

 

 

 

 

Obama

¿Qué premiaron con el Premio Nóbel?

Por Claudio Testa

Obama, el Roosevelt que no fue

En medio de estas tormentas domésticas (más las que tiene en Afganistán y otros puntos del planeta) navega la canoa del flamante Premio Nóbel. Sigue un curso cada vez más comprometido: de allí la soga que le echan desde Europa, para tratar –como explica su amigo Jagland– de “darle una mano”.

Pero las tribulaciones de Obama son también las del mismo imperialismo yanqui. Uno de sus puntos críticos, es que el régimen político de EEUU, a través de la exacerbación del sistema de lobbies –que implica el gobierno directo de las corporaciones–, está llevando a situaciones (potencialmente) peligrosas.

Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista, señalaban que “el gobierno del estado moderno no es sino un comité para administrar los asuntos comunes del conjunto de la burguesía”.

Estos asuntos o intereses comunes del conjunto de la burguesía no son exactamente iguales a los intereses particulares de tal o cual empresa o sector. Y, en épocas de crisis, esta contradicción entre los “intereses comunes” o “generales” y los “particulares” puede dar lugar a serias contradicciones, que se combinan además con la contradicción global del enfrentamiento de los capitalistas con los trabajadores.

Por eso, en épocas de crisis, se ha recurrido a los gobiernos “fuertes”, que no sólo mantienen a raya a los explotados (con diversas combinaciones de palo y zanahoria), sino que también hacen marcar el paso a los mismos capitalistas y a sus intereses “particulares”. Es decir, gobiernos que parecen elevarse “por encima de la sociedad” como árbitros que defienden el “interés general” (que, por supuesto, es 100 x 100 burgués).

En EEUU, el ejemplo histórico fue el de Roosevelt, que gobernó con buena parte de la burguesía y las corporaciones en contra suyo, porque lesionaba parcialmente intereses particulares. Pero Roosevelt, guiado por los intereses generales del capitalismo yanqui, llevó a EEUU al dominio mundial.

Hasta ahora, el camino que está siguiendo Obama es el opuesto: el de retroceder ante cualquier sector corporativo que le ladre un poco fuerte. Esto le viene bien a esos intereses particulares, pero a la larga puede ser ruinoso para los intereses generales del sistema.

Frente a este episodio surrealista –el Premio Nóbel de la Paz a Obama– fue difícil decidir si correspondía reírse, indignarse o llorar... o las tres cosas juntas. Veamos esto un poco más de cerca.

Una objeción que muchos hacen, es que Obama apenas comienza su presidencia: habría que esperar los resultados. Se supone que el Premio Nóbel de Medicina no se le da a un médico recién graduado, porque tenga el propósito de crear una vacuna para el HIV.

Sin embargo, esta prudente objeción no es válida en el caso Obama. No hace falta esperar el fin de su mandato, para comprobar que su gestión al frente de la Casa Blanca tiene tanto que ver con la “paz”, como la de Bush y otros que lo precedieron en el cargo de Emperador del Mundo. Basta hacer una lista –incompleta– de lo que ha hecho Obama en menos de un año:

Ha impulsado los gastos de guerra más altos de la historia de EEUU, superando incluso a Bush (lo que ya es una hazaña). Y esto lo hace en medio de la peor crisis desde la Gran Depresión, con un desempleo abrumador y con millones que han perdido, además, sus viviendas.

• Ha burlado su promesa de retirada de Iraq, que fue un factor no menor en su elección. La retirada es sólo parcial, y a los soldados que saca de allí los envía a Afganistán.

• En Afganistán, en vez de irse, ha profundizado el conflicto y lo ha extendido a su vecino Pakistán, pese a que hoy la mayoría de la opinión pública en EEUU y casi todos los que lo votaron, están en contra de seguir allí. El resultado es que en 2009 aumentó casi un 100% el número de civiles afganos asesinados por las tropas de ocupación.

• En relación a América Latina, el “estreno” de Obama ha significado la puesta en marcha de la IV Flota y el establecimiento de siete bases militares en Colombia, que amenazan a todo nuestro continente.

¡Menos mal que Obama es pacifista!

Ni reír ni llorar ni maldecir, sino comprender

Viene bien recordar la tan citada frase de Spinoza, aunque en este caso no es fácil abstenerse de maldecir.

Para empezar a comprender, escuchemos a Thorbjørn Jagland, presidente del Comité que otorga el Premio Nóbel de la Paz. Según The New York Times, explicó lo siguiente a los estupefactos periodistas:

“Es importante para el Comité reconocer a las personas que son luchadoras e idealistas... Pero no podemos hacer eso todos los años. De vez en cuando debemos internarnos en el reino de la realpolitik. Es siempre una mezcla de idealismo y realpolitik lo que puede cambiar al mundo...”[1]

¿Pero cuáles son las “razones de estado” y de realpolitik que han decidido el premio a Obama?

“[...] Nadie puede negar –añadió Jagland– que el clima internacional ha mejorado repentinamente, y Mr. Obama ha sido la razón principal. En relación al futuro de Obama hay un gran potencial. Pero eso depende de cómo los otros líderes políticos respondan. Si ellos responden negativamente, tendremos que decir que [Obama] ha fracasado. Pero, mientras tanto, queremos apoyar el mensaje que él representa.” [2] (subrayado nuestro)

Según los trascendidos en la prensa, el Sr. Jagland tuvo que emplearse a fondo en el Comité del Premio Nóbel, porque tres de sus cinco miembros estaban inicialmente en contra, con un argumento razonable: no se puede premiar por adelantado.[3]

Pero Jagland aclara todo: esto, más que un premio, es un apoyo político a Obama para que tenga éxito. Si llega a fracasar, la culpa será de los otros “líderes políticos” que le “respondieron negativamente”.

Aclaramos que el Sr. Thorbjørn Jagland no es un cualquiera: es uno de los jefes de la socialdemocracia europea. Desde 1993 ha sido diputado, presidente del Parlamento noruego (que maneja el Comité del Premio Nóbel de la Paz) y ha ocupado varios ministerios, principalmente el de Relaciones Exteriores. Además, desde septiembre, Jagland es secretario general del Consejo de Europa (entidad que reúne a 47 estados europeos más Turquía). Asimismo, desde hace años mantiene lazos estrechos con círculos del Partido Demócrata de EEUU, relaciones que incluirían a Obama en persona.[4] Jagland expresa a gran parte de los políticos europeos, y al “centro-izquierda” y la socialdemocracia en particular... Y también al Partido Demócrata yanqui... y a su amigo Obama.

Por eso, lo del Premio Nóbel, tiene el perfil de una “operación conjunta”... pero no de la OTAN, sino del social-liberalismo europeo y los liberals (“progres”) del PD norteamericano, para apuntalar a Obama. ¡Amigos son los amigos!

Obama: entre la ofensiva de la derecha republicana y la desilusión de sus votantes

Y Obama necesita apoyo. Cada día que pasa se va erosionando por uno u otro costado.

En primer lugar, una profunda desilusión recorre los sectores juveniles, populares, y de trabajadores y “minorías” (afroamericanos y latinos) que lo votaron. Sus promesas electorales no eran muy avanzadas y conformaban apenas un neoliberalismo “light”. ¡Pero ni siquiera eso ha cumplido!

Todo ha ido quedando en el camino: las promesas de crear empleos, la reforma del escandaloso sistema de salud, la regulación del sector financiero, la pérdida de las viviendas por ejecuciones hipotecarias, la ley para facilitar la sindicalización, la legislación sobre cambio climático, etc., etc.

Obama, directamente, ha archivado algunas promesas (como la de sindicalización). A otras, ha dejado que la derecha republicana y los lobbies corporativos las vayan demoliendo; tal es el caso, de la reforma de la salud.

Para enfrentar esta situación, habría necesitado apoyarse en la movilización social y política de sus votantes. Pero Obama no quiere, de ninguna manera, revolver el avispero, ni siquiera para hacer mínimas presiones sobre los intereses corporativos. Y, por su parte, el movimiento obrero y de masas de EEUU, después de unos primeros síntomas alentadores el año pasado, no está hoy en pie de lucha.[5]

Obama no desea de ninguna manera incentivar al movimiento de masas, aunque si cambiase esta situación y se movilizara, trataría quizás de montarse en él, para utilizarlo y sobre todo mantenerlo bajo control.

Pero esto es “música del futuro”: hoy, un determinante fundamental de la situación política de EEUU es el hecho de que las masas obreras y los sectores populares están mucho más atrás que los de Europa y América Latina en materia de movilizaciones y luchas. Los incumplimientos de Obama, a quien votaron masivamente, hasta ahora no han generado grandes acciones ni movilizaciones de reclamo, sino una fría y enorme desilusión.

Por supuesto, contradictoriamente, la pérdida de confianza en Obama –y en que él, desde arriba, arreglaría todo– es también una premisa necesaria para que los sectores castigados por la crisis comiencen finalmente a reclamar por cuenta propia, en forma independiente. Pero estos procesos nunca son inmediatos ni automáticos. Hacer la “digestión” de fiascos como éste, lleva tiempos difíciles de predecir.

Sin embargo, mientras eso sucede a la “izquierda” de Obama, la derecha republicana no ha perdido un minuto en pasar no sólo a la oposición sistemática en el Congreso, sino también a la movilización en las calles.

La derecha en marcha

Desde el primer día, Obama se ha desesperado por establecer una administración bipartidista demócrata-republicana, y ha ido cediendo y cediendo en pos del “consenso”. Pero, hasta ahora, lo único que ha logrado es empantanar por arriba casi todas sus iniciativas, e ir perdiendo por abajo el apoyo popular que lo llevó a la presidencia, apoyo al que nunca apela para imponer sus mini-reformas.[6]

Por su parte, la derecha republicana, en sus expresiones más cavernícolas, después de quedar apabullada en las elecciones, ha ido progresivamente ganando la calle. Comenzó con movilizaciones de grupúsculos de extrema derecha –muchos directamente fascistas–, tolerados o auspiciados desde la alturas del Partido Republicano, especialmente desde la corriente neoconservadora que gobernó con Bush (hijo). El Partido Republicano no es homogéneo. Así, Bush (padre) dio recientemente una rotunda declaración de apoyo a Obama, que contrasta con la feroz hostilidad de los “neocons” que llevaron a su hijo a la presidencia (ésta es una pelea familiar que viene de lejos). Pero, en los medios republicanos, son los “neocons” quienes se movilizan, y no la derecha “civilizada”.

Esto ha ido en crecimiento: el 12 de septiembre desfiló en Washington una movilización estimada, según diversas fuentes, entre 70.000 y 100.000 personas: una manifestación que –según el corresponsal de The Guardian de Londres– “sorprendió por su tamaño”.[7]

Pero no hubo sorpresas en el contenido político delirante de la marcha, con carteles donde Obama aparece como el Che Guevara y denuncias que desde la Casa Blanca se auspicia el “comunismo” y el “socialismo”, que reciben ahora el nombre de “obamunismo”. La marcha, casi totalmente de blancos, mostró también que el racismo se ha exacerbado con la elección de un presidente “de color”.

En la marcha de Washington desembocaron una gran cantidad de movilizaciones locales previas, convocadas por los Tea Party Patriots y decenas de otras organizaciones derecha, como Americans for Tax Reform, ResistNet, etc. Este nombre de “Tea Party” de por sí tiene un aire insurreccional. Es que el 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el denominado Motín del Té (en inglés: “Boston Tea Party”), que fue el prólogo de la guerra de la independencia.

En estos Tea Parties y otras movilizaciones de derecha y extrema derecha, comienzan también a oírse exhortaciones poco disimuladas al asesinato de Obama. Se lo hace citando una frase de Thomas Jefferson, prócer de la Independencia: “El árbol de la libertad debe ser regado cada tanto con sangre de patriotas y tiranos. Es su abono natural.” Van a la manifestaciones con carteles que dicen eso... y se sobreentiende que el “tirano” de hoy es Obama (y, además, ¡un tirano “socialista”!).

Esto llegó al colmo el 11 de agosto en New Hampshire. Mientras Obama daba un discurso en el Town hall, apareció una contramanifestación de derecha, con hombres que llevaban armas ostensiblemente... y carteles con la cita de Jefferson.

Fracturas políticas e ideológicas, y crisis económico-social

La sociedad estadounidense, desde mucho antes de Obama, ha ido profundizando fracturas políticas e ideológicas, luego de que se fue desvaneciendo la “unidad nacional” lograda por Bush tras los nunca bien aclarados “atentados terroristas” del 11 de septiembre.

Por supuesto, estas fracturas y polarizaciones recorren de maneras muy distintas las diferentes clases sociales, “minorías” (afroamericanos, latinos, etc.), edades, y también las regiones geográficas de ese inmenso país-continente.

Inicialmente, en el marco de esas “polarizaciones”, Bush y los neoconservadores tuvieron mayoría. Los sucesivos desastres –que empezaron con las “guerras contra el terrorismo” y acabaron en la mayor crisis desde la Gran Depresión– volcaron la balanza en el otro sentido. Esto lo capitalizó el candidato presidencial que no sólo habló de “cambio”, sino que también –por ser de “de color”– aparecía en sí mismo como un enorme cambio en el país más racista del planeta.

Un sector de la burguesía y del personal político de EEUU –al “fabricar” a Obama, casi como una “puesta en escena” del show-business– logró evitar a tiempo el desastre que hubiera sido una nueva administración neoconservadora. Pero eso no implicó la “unidad nacional” (ni del conjunto de la burguesía) detrás del flamante presidente del “cambio”.

Las fracturas continuaron y en cierto sentido se profundizaron al calor de la crisis... y también de los intentos de “mini-reformas” de Obama. Aunque son miserables y se plantean completamente en los marcos del capitalismo y del neoliberalismo, los sectores burgueses afectados en algo, reaccionaron con increíble dureza. Un ejemplo es la reforma sanitaria: ni las corporaciones farmacéuticas ni las de seguro médico toleran cambiar una coma de un sistema escandaloso, que no existe en ningún país capitalista desarrollado, como Canadá, Gran Bretaña o Francia.

Obama ni siquiera proponía adoptar el sistema de “pagador-prestador único” (single-payer) que impera en el resto del “primer mundo”, y que garantiza buenos servicios de salud con la mitad de lo que proporcionalmente se gasta en EEUU (y que va a parar al bolsillo de las farmacéuticas y aseguradoras). Obama sólo propone algunas tímidas cataplasmas para un sistema gangrenado e insostenible.

La declaración de guerra de las farmacéuticas y aseguradoras dinamiza, a su vez, las movilizaciones de derecha que comentamos. Sus millones de dólares no sólo llenan –vía los lobbies– los bolsillos de los senadores y representantes para que “voten bien”. También son un maná del cielo para los ejércitos de pastores evangelistas, charlatanes de TV (como los de la cadena Fox), jefes de sectas de derecha y, en general, esa fauna que en EEUU vive de engatusar a los sectores cultural y políticamente más atrasados de la población, y hacerles creer desde la cercanía del segundo advenimiento de Cristo, hasta que Obama es socialista. Por esos motivos, junto con el repudio al “obamunismo”, las manifestaciones de derecha agitan consignas contra la reforma de salud, como: “¡no toquen mi seguro médico!”

EEUU constituye un fenómeno complejo y único entre los países “desarrollados”. Su dominio mundial contrasta con el provincianismo extremo de una parte de su población (especialmente la del centro del país). Su desarrollo científico-técnico desentona con el fenomenal atraso cultural e ideológico de millones, con creencias “bíblicas” que dejan estupefactos a europeos y latinoamericanos. Así, hay mucha gente a la que se le puede hacer creer cualquier cosa, desde el púlpito o la pantalla de TV (que en EEUU frecuentemente son lo mismo). Por ejemplo que, imitando el sistema “socialista” que impera en Canadá, Europa y Japón, Obama va a imponer una reforma sanitaria por la que se establecerán “death panels” (“comités de la muerte”). En ellos, los funcionarios del Estado (por supuesto, “comunistas”-“obamunistas”), dispondrán quién será curado y quién morirá.

Sin embargo, en los últimos años, la mentalidad de las masas estadounidenses viene cambiando en sentido progresivo, especialmente la juventud. La elección de Obama fue un reflejo distorsionado de eso. Pero ahora, al decepcionar y mantener desmovilizados a los trabajadores y los sectores populares más avanzados que lo votaron, ha permitido que tome la iniciativa la derecha cavernícola.


Notas:

1. Walter Gibbs, “From 205 Names, Panel Chose the Most Visible”, NYT, October 9, 2009.

2. Cit.

3. “Tres de los cinco miembros del jurado que dio el Nóbel a Obama pusieron objeciones”, Agencia EFE, Oslo, 15/10/09.

4. Thierry Meyssan, "Le dessous du prix Nóbel de la paix 2009", Réseau Voltaire, 13/10/09.

5. Ver “La situación del movimiento obrero estadounidense”, Socialismo o Barbarie, periódico Nº 161, 08/10/09.

6. En ese sentido, Obama ha resultado lo opuesto de quien se decía que iba a ser su modelo –Franklin Roosevelt–. Éste, en sus primeras semanas, pasó una aplanadora de medidas, sin perder tiempo en buscar acuerdos con la oposición.

7.- Ed. Pilkington, “Barack Obama denounced by rightwing marchers in Washington”, The Guardian, 13/09/09.