Socialismo o Barbarie, periódico Nº 161, 08/10/09
 

 

 

 

 

 

Judicialización de las luchas

Macri y Cristina quieren poner “orden” en las calles

Por Manuel Rodríguez

La gran lucha de los trabajadores de Kraft ha sido acompañada desde los medios como una hecatombe en el tráfico porteño. El periodismo de los medios masivos de comunicación viene buscando volcar la opinión de las masas contra las acciones y movilizaciones de los compañeros de Kraft y las que han realizado el movimiento estudiantil, el activismo obrero y popular y las organizaciones de izquierda en su apoyo. Lejos de ser inocente, esta forma de presentar la lucha obrera ayuda a la criminalización y judicialización de la protesta social y constituye la principal operación mediática para desplazar del centro de la escena los reclamos de los trabajadores de Kraft.

“Una política antipiquete”, así definió Macri a su Policía Metropolitana a la luz de los cortes que realizaban los trabajadores de Kraft. El Jefe de Gobierno pretende utilizar al reformado Código Contravencional en un instrumento para castigar con penas acumulativas de prisión o multas al pueblo porteño a la hora de hacer sentir sus reclamos en las calles. Al mismo tiempo, busca seguir por otros medios con la campaña de la seguridad, en torno a la necesidad de “orden público” frente al “caos de tráfico” generado por los “innumerables” cortes que se habrían producido estas últimas semanas.

En el tema de los cortes, el gobierno K ha jugado, para variar, a dos puntas. Por un lado, intenta diferenciarse permanentemente del macrismo, planteando que nunca fue política del gobierno reprimir o judicializar la protesta social, siendo, como atestiguan los organismos de derechos humanos independientes como CORREPI, el gobierno con más presos políticos desde el 83, que ha reprimido a los petroleros de Las Heras, a las y los trabajadores del Casino, del Subte, etc.

Por otro lado, Cristina, desde Córdoba, llamó a terminar con los cortes y con “la organización para impedir el ejercicio del derecho de los otros: a circular, a que el otro estudie, trabaje, que el otro haga”. Como si no tuviera ninguna responsabilidad en las condiciones en que las y los obreros de Kraft fueron echados. Como si no tuviera responsabilidad en que una poderosísima multinacional yanqui quiera reventar las conquistas laborales para hacerle pagar la crisis a la clase trabajadora. Cristina acusa a los trabajadores de que están organizados para impedir derechos ajenos, cuando están defendiendo su fuente de trabajo heroicamente en el marco de la peor crisis que ha sufrido el capitalismo en décadas y cuando la están haciendo responsable en los hechos de la situación que están atravesando, con sus movilizaciones y cortes. Semejante respuesta frente a un justísimo reclamo obrero muestra el carácter podridamente antiobrero y antipopular de este gobierno.

Poner las responsabilidades donde van

Los cortes y el tránsito son la excusa que dan para no ocuparse de los problemas que llevan a estas protestas, esto es en el caso de Kraft, que una patronal imperialista quiere flexibilizar a fondo las condiciones de trabajo en el principal cordón industrial del país, que 160 personas van a perder su empleo y que cientos de familias se van a quedar sin ingresos. La respuesta que tienen es crear causas contravencionales, o incluso inventar causas penales, para reprimir a la organización y la lucha, llevando a la vía judicial reclamos sociales y políticos, en vez de darles la solución y el encuadre que les corresponde.

Ni Macri ni el gobierno nacional pretendían hacerse cargo de la lucha de las y los obreros de Kraft. Tuvieron que hacerlo porque, gracias a la movilización y a la represión televisada, su lucha ha tomado relevancia nacional e internacional. De otra manera, no se hubiesen hecho cargo, así como Macri no lo hace con la mayoría de las manifestaciones que ocurren en la Ciudad, en respuesta a sus ajustes a la educación, la cultura y la salud, o a su política de reprimir a los más pobres (UCEP, desalojos) y a las luchas.

El problema del tránsito es ajeno a los cortes

Todo porteño sabe que es un problema estructural: la red de transportes, y especialmente los servicios públicos (trenes, colectivos y subtes) de la Ciudad y el Gran Buenos Aires simplemente están colapsados. Al no poder conseguir financiamiento a sus prometidas inversiones en el transporte, Macri ha encontrado un chivo expiatorio en la protesta social a un problema que no puede solucionar, y el gobierno nacional ya dejó en claro hace tiempo que no se hace responsable ni le interesa que los porteños pierdan varias horas por días en viajar al trabajo o a los lugares de estudio.

La judicialización de la protesta social es parte del programa político de Macri y su campaña de “orden público” en una ciudad para ricos y turistas, donde no se vean ni pobres ni manifestaciones. No por nada Macri compartía el espacio político con Sobisch, el asesino de Carlos Fuentealba. El gobierno K siempre ha respondido que busca hacer de Argentina un “país normal”, y para eso coptó, encarceló, judicializó y reprimió a miles de luchadores obreros, estudiantiles y populares.

No todos los piquetes son iguales

La derecha argentina festeja los cortes de ruta de los patrones del campo como “republicanismo” y, junto con el gobierno nacional, condenan judicialmente los reclamos de los trabajadores y de los sectores populares, que según ellos no tienen una explicación racional y generan el “caos de tránsito”, o simplemente son parte de la “máquina de impedir” que, también por motivos también inexplicables, se dedica a hacerle la vida imposible a este gobierno antiobrero y antipopular. Los abanderados de la seguridad y el gobierno nacional, responsables de los problemas sociales y políticos que ellos mismos, como patrones y Estado patronal generan, responden sin soluciones reales y con judicialización y represión a los problemas que el pueblo trabajador tiene. La lucha de las y los obreros de Kraft es un ejemplo histórico de cómo luchar para conseguir respuestas reales a esos problemas.