Socialismo o Barbarie, periódico Nº 160, 25/09/09
 

 

 

 

 

 

Afganistán

La “guerra de Obama” entra en crisis más rápido
que las de Bush

Por Claudio Testa

La invasión y ocupación de Afganistán en el 2001 fue la primera guerra iniciada por Bush. Sin embargo, paradójicamente, hoy es conocida con el nombre de “la guerra de Obama”.

Ya en su campaña electoral, una de las banderas de la política exterior del nuevo presidente fue que Bush habría cometido un gran error con Afganistán. En vez de profundizar la guerra allí, habría debilitado las fuerzas de EEUU invadiendo Iraq en el 2003. Obama propuso enmendar este “error”, volcando el esfuerzo militar del imperialismo yanqui a Afganistán y, además, extendiendo la guerra a su vecino, Pakistán. Así nació en EEUU el término de la “guerra de Af-Pak”, o, también, “guerra de Obama”.

El hecho es que la “guerra de Obama” –con centro en Afganistán y “desbordes” hacia Pakistán y otras fronteras– ha entrado en crisis aun más rápido que las aventuras bélicas de su predecesor.

Aunque en el centro del panorama mundial sigue instalada la crisis económica y sus consecuencias sociales y políticas, lo de Afganistán ha pasado a ser también un tema internacional de importancia creciente. Uno de los motivos es que el imperialismo yanqui ha logrado, a través de la OTAN, involucrar a la mayoría de los países de Europa en esta guerra colonial. Pero la opinión pública europea se ha volcado por abrumadora mayoría en contra.

Pero lo curioso –y decisivo– es que ahora en EEUU la mayoría de la gente también se está pronunciando por irse de Afganistán. La explotación patriotera y fraudulenta del 11 de septiembre ya no basta para sostener la aventura colonialista. Esta opinión adversa en EEUU todavía no ha pasado de las encuestas a las protestas: por eso Obama puede redoblar la intervención enviando más tropas. Pero marca una tendencia que ya ha puesto en crisis a su política en la “guerra de Af-Pak”.

En primer lugar, las cosas están están yendo mal en el terreno estrictamente militar. Recientemente, un analista se preguntaba: ¿cómo es posible que EEUU –que derrotó al régimen talibán con apenas unos centenares de soldados más las tropas de algunos “señores de la guerra” que les vendieron sus servicios– hoy, con casi 100.000 unidades, no puede controlar totalmente un territorio más allá de las afueras de Kabul y su aeropuerto?

Este enigma no es difícil de resolver: puede haber diferencias entre distintos sectores étnicos y religiosos –diferencias que el imperialismo trata de explotar como hizo en Iraq–, pero hoy la mayoría odia la ocupación imperialista y a sus títeres del “gobierno afgano”. O, como le respondieron a un periodista español en Kabul: “no hay talibanes, sólo pobreza que empuja a la gente a luchar”. (El País, Madrid, 15/08/09)

Por su parte, la BBC –la agencia estatal británica– pinta así la cosa: “El Talibán es gobierno de facto en un gran número de pueblos... Los talibanes están en casi todos los sitios y están para quedarse. Su influencia y su presencia se está expandiendo; están ganando apoyo local y constituyen el gobierno de facto en muchos distritos del país. Es una situación muy grave.” (BBC World, 30/08/09)

Es en este contexto que el comandante de las tropas colonialistas –el general McChrystal– viene proponiendo un “cambio de estrategia” y sobre todo el envío de más tropas.

La creciente impopularidad de la guerra genera complicaciones políticas para un aumento substancial de efectivos. En cuanto al “cambio de estrategia”, que consiste en tratar de “ganar los corazones y las mentes” de los afganos (y también de la opinión pública occidental), ha sufrido un duro golpe con el circo de las “elecciones presidenciales”.

El “boomerang” de las elecciones “democráticas”

Una maniobra para legitimar la ocupación (tanto en el país como en el exterior) fue la farsa de las “elecciones presidenciales” del 20 de agosto pasado. Pero este remedio “democrático” resultó ser peor que la enfermedad.

La abstención de repudio fue masiva. El corresponsal en Kabul del diario El Periódico (21/08/09) de Barcelona la describía así: “La mayoría de los colegios estuvieron semivacíos... Aunque las cifras oficiales hablan de un 50%, los observadores internacionales estiman menos del 30% [de concurrencia]...”

Pero el fracaso de la bufonada electoral lo consumaría el fraude organizado por su títere, Hamid Karzai, para reelegirse “presidente”. El procedimiento fue sencillo, hubo por lo menos unos 800 lugares de votación imaginarios que se computaron como reales (New York Times, 07/09/09). Asimismo, los observadores oficiales de la Unión Europea estimaron que el 25% de los votos eran fraudulentos (El Periódico, 17/09/09). Esto le dio la “mayoría” a Karzai.

El fracaso de la “operación legitimidad” tiene que ver, en primer lugar, con el repudio masivo de la población, que se abstuvo de participar en la farsa de una “elección democrática”... bajo ocupación militar extranjera. Pero también fue decisiva la conducta de las pandillas colaboracionistas con los ocupantes.

Tariq Alí –escritor anglo-pakistaní– las describe de esta manera: “Hamid Karzai gobierna un escuálido narco-estado. Su hermano, Wali Karzai, es el hombre más rico del país y saca beneficio de los tráficos de armas y droga, y de la presencia de la OTAN que mantiene en el poder a Hamid. Los dos candidatos rivales de Karzai, en su momento formaron parte del gobierno. Ambos son dos payasos anhelantes de que Washington abandone a Karzai y los ponga a prueba a ellos. El propio Karzai está coaligado con religiosos fundamentalistas ultra reaccionarios... (Tariq Alí, “El caos afgano”, www.socialismo-o-barbarie.org, 20/09/09)

Otro periodista occidental describe así a los podridos sectores sociales en que se apoya la ocupación:

“Afganistán proporciona el 90% de la heroína que se consume en todo el mundo. Hay rastros de esa supuración en el actual entorno del presidente Karzai. Empezando por su propio hermano Wali, vinculado con el narcotráfico. Pero a su aliado en el sur, Sher Muhamad Ajundzada, el que intenta mantener vivo el voto pastún para Karzai, no le han hallado rastros de amapola: le pillaron directamente con nueve toneladas de opio. [...] «Si la gente cree que soy un contrabandista, de acuerdo –declaró Ajundzada el pasado junio– ¡pero al menos gasto el dinero en el gobierno y en los soldados!»

“[...] Nada dice Washington del narcotráfico en el Afganistán no talibán. Ese Afganistán que ha levantado, en medio de una miseria atroz, toda una narcoarquitectura en el barrio de Shirpoor, en Kabul: chocantes villas coloreadas como templos de Nabucodonosor. Narcoarquitectura para un "narcoestado", como se le escapó hace unos meses a Hillary Clinton hablando de Afganistán ante el Senado de EEUU...” (Plàcid García-Planas, corresponsal en Afganistán, “Elecciones con rastro de heroína”, La Vanguardia, Barcelona, 14/08/09)