Socialismo o Barbarie, periódico Nº 160, 25/09/09
 

 

 

 

 

 

Ni pelea en las alturas, ni pelea entre pobres

El cierre de Papelera Quilmes es un ataque de
la clase patronal contra los trabajadores

Después de 50 años de contaminación del ambiente por parte de Massuh sin que nadie lo molestara, un juez ordena la clausura de la empresa en una causa iniciada en 2005 por contaminación. Sólo que ahora la clausura le cae a Papelera Quilmes, la nueva empresa que se formó por intervención del Estado luego de una larga lucha de los trabajadores en defensa de su fuente de trabajo. La justicia le había dado a Massuh un plazo hasta el año 2013 para hacer las obras de saneamiento, pero se niega a darle ningún plazo a Papelera Quilmes. Aduce que después de que le dieron ese plazo, Massuh no inició ninguna obra, y el juez “no cree” que el fideicomiso estatal que está manejando la planta las vaya a hacer.

Al conocerse esta decisión judicial, los medios lanzaron una campaña rabiosa: hay que obligar al gobierno a “cumplir” las decisiones de “la justicia”. Recordando que la semiestatización de la fábrica fue una de las banderas publicitarias de la campaña electoral K y de la afirmación en su puesto del “polémico secretario de Comercio Moreno”, como le dicen los diarios, a primera vista esta clausura aparece como parte de la pelea de la oposición de derecha con el gobierno K. Pero quedarse en eso sería superficial. El cierre se evitó en el mes de mayo porque los trabajadores se quedaron a vivir en la puerta de la fábrica, movilizándose continuamente, manteniéndose con un fondo de huelga reunido gracias a la solidaridad de su clase y levantando el reclamo de estatización bajo control obrero. El hecho de que el gobierno estaba necesitado de votos obreros fue una condición favorable que ayudó a ganar esa lucha. Pero a pesar de que el gobierno se lo haya apropiado en la propaganda, a pesar de que el control obrero no se haya hecho efectivo, a pesar de que el contrato que firmaron con Papelera Quilmes sea desfavorable, a pesar, en suma, de todas las limitaciones reales que tuvo esta lucha, la reapertura de la fábrica fue un triunfo de los trabajadores. En primer lugar, un triunfo objetivo: donde había 400 desocupados, volvió a haber 400 obreros cobrando un salario. Y también un triunfo en la conciencia: si se pelea, se puede ganar. Recordemos que ésta, junto con la de Pilkington, fue una de las que se ganaron en un período en que tantas luchas obreras terminaron en derrotas. Esta clausura es parte del ataque masivo que las patronales en general han lanzado para aplastar a los trabajadores, como en Terrabusi, Crónica, SIAT y los montones de empresas donde está habiendo despidos masivos, suspensiones y persecución a los activistas, con la complicidad por acción u omisión del gobierno K.

¿Ecología contra el trabajo o ecología contra el capital?

Como ya dijimos, esta clausura no es producto de la lucha de un barrio pobre contra una empresa que lo contamina, sino al revés, producto de un ataque del capitalismo a los trabajadores. De hecho, en las reuniones que han tenido los trabajadores con los vecinos, estos últimos se manifestaron en contra del cierre, diciendo que ellos vieron todos los días la pelea que los trabajadores dieron cuando la fábrica se cerraba a fin de año, y que los vecinos se solidarizaban con esa pelea, además de que muchos trabajadores de la empresa viven en el barrio. Pero la excusa para esta clausura es una causa por contaminación iniciada por algunos vecinos de ese barrio, y si el juez sigue adelante y la lucha se endurece, seguramente la cuestión ecológica va a ser una bandera que van a agitar cada vez más los que piden “que la justicia actúe”, o sea represión y desalojo. Así que no está de más hacer un aparte con este tema.

La razón por la que Massuh no hizo las obras a las que se había comprometido, es la misma de todas las empresas contaminantes: la patronal no quiere resignar parte de sus ganancias para evitar los daños al ambiente. Pero justamente, en la situación actual de la empresa, administrada por el Estado como resultado de una lucha de los trabajadores, es más fácil lograr esa inversión, no más difícil como dice el juez. Como el Estado es el que administra el dinero, tranquilamente puede realizar las obras y cobrárselas a Massuh, descontándoselo directamente de ese 30% de los ingresos de la fábrica que le paga como arrendamiento. En vez de esta sencilla medida, favorable a los trabajadores y a los vecinos porque protegería los puestos de trabajo a la vez que soluciona el problema ecológico, el juez decide la clausura, favorable a las patronales papeleras, porque elimina del mercado a un competidor, y a las patronales en general, porque asesta un golpe a trabajadores que vienen de ganar una importante pelea contra la quiebra.

Los vecinos que no quieren que la fábrica se cierre, empezando por las corrientes de izquierda que militan en el barrio, pueden jugar un gran papel impulsando un pronunciamiento de los vecinos en apoyo a los trabajadores y rechazando la clausura, frente a la justicia, los medios, etc. Adherimos a la propuesta del PO de formar una comisión conjunta de trabajadores y vecinos para resolver el problema de la contaminación, pero nos parece que, en esta situación de ataque masivo a la clase trabajadora, hay que poner en primer término la defensa de la fuente de trabajo, llamando a los vecinos a pronunciarse en contra de cualquier intento de cierre y en apoyo a las medidas de lucha que tomen los trabajadores en este sentido. Así se podría encarar la cuestión de la contaminación sin llevar agua al molino de los que quieren cerrar la fábrica, que es lo que lamentablemente hicieron los que iniciaron el juicio.

¡Más que nunca, estatización bajo control obrero!

En la conferencia de prensa que dieron los delegados y el intendente de Quilmes, éste dijo que la compañera Presidenta los apoya, que el compañero Néstor los apoya, que hay un fondo del gobierno para invertir en obras en la zona y que le piden al juez un plazo. Todo muy lindo. Pero la compañera Cristina y el compañero Néstor no parecen un apoyo muy firme que digamos hoy por hoy. De hecho, el compañero Aníbal Fernández, lo primero que dijo cuando asumió fue que “no vamos a ayudar a tontas y a locas”, y los trabajadores de Massuh son parte de las tontas y las locas a las que se refiere, porque Fernández estaba hablando justamente contra los proyectos estatistas de Moreno. Tampoco hubo muchos compañeros presidentes o ministros defendiendo a los trabajadores de Terrabusi, más bien hubo compañeros policías reprimiéndolos; y ni hablar de los trabajadores de Crónica, que fueron expulsados por compañeros patovicas del Congreso cuando fueron a denunciar 150 despidos en un diario del gobierno K, en el lugar donde los compañeros diputados K debatían la Ley de medios. Con compañeros como estos, quién necesita enemigos...

Para enfrentar esta causa judicial, y los otros intentos de cierre que van a llover sobre la empresa motorizados por sectores patronales y políticos, los trabajadores tienen que tomar en sus manos la defensa de la fábrica. En este sentido, el papel de la interna es francamente lamentable: en todos estos días desde que llegó la clausura no llamaron a una sola asamblea. Los trabajadores se enteraron de todo cuando ya tenían al juzgado en la puerta, y aún en ese momento la interna minimizó la situación diciendo que el juez iba a dar un plazo para las obras. Ahora ya está claro que no lo quiere dar, y no hay que perder tiempo. Con los delegados a la cabeza o con la cabeza de los delegados, hay que hacer asamblea, poner al tanto a todos los trabajadores, formar una comisión amplia de compañeros que organice la resistencia a cualquier intento de cierre y no dejar la fábrica nunca sin una importante presencia de compañeros adentro. Y en cuanto a la contaminación, si Massuh no cumplió sus compromisos, basta de Massuh, es ridículo seguir pagándole después de este desastre: que el Estado expropie la fábrica de una vez y la administren los trabajadores.