Socialismo o Barbarie, periódico Nº 160, 25/09/09
 

 

 

 

 

 

Honduras: momentos decisivos

Por una gran movilización antifascista continental

“Javier Hall, diputado liberal: «Conozco a Micheletti desde hace más de 60 años y sé que hay sólo dos formas de que ceda; o pierde el apoyo de los empresarios y las fuerzas armadas o lo sacan por la fuerza». Después de casi tres meses de dictadura, la primera opción le parece cada vez más improbable; la segunda le da miedo(Página 12, 23-9-09).

Se acercan horas decisivas para Honduras y para el conjunto de la situación política latinoamericana y mundial. La creciente polarización entre una heroica resistencia popular que se extiende y consolida, por un lado, y el gobierno golpista de Roberto Micheletti con el apoyo de la gran patronal, por el otro, alcanza niveles de tensión inéditos. Como siempre, en esta edición incluimos una completa cobertura de nuestros compañeros del PST y del dirigente del nuevo MAS Roberto Sáenz desde Honduras.

El literal asedio a la embajada de Brasil donde está refugiado Mel Zelaya, el endurecimiento de la represión por parte del régimen –que ya ha costado un número de muertos a la lucha popular que no es posible confirmar, pero que serían entre 5 y 10–, el aumento del aislamiento internacional de los gorilas y, sobre todo, el renovado empuje de la movilización popular, ponen sobre la mesa la posibilidad de un desenlace de la crisis política en el que las masas explotadas y oprimidas hondureñas sean las protagonistas. Es decir, que “saquen por la fuerza” a los gorilas y planteen de esa manera un escenario que “les da miedo” a todos los actores de la “institucionalidad” democrático-burguesa regional y mundial.

Lo que está en juego en Honduras ya es mucho más que el desplazamiento o reposición de un gobierno “populista” o “afín a Chávez” en la región, que el triunfo o el fracaso de una operación reaccionaria. En este momento, hacia dónde se inclinará la balanza de la relación de fuerzas en el plano regional e incluso internacional depende en gran medida del desenlace al que nos estamos acercando en el país centroamericano. Todas las fuerzas de la izquierda revolucionaria y socialista, pero también todas las organizaciones que se reivindiquen populares o simplemente democráticas tienen el deber de poner en pie de manera inmediata una campaña de solidaridad concreta con el heroico pueblo hondureño, y de repudio y boicot efectivo al gobierno asesino de Micheletti. ¡El punto de partida puede y debe ser una gran Jornada Antifascista Continental de apoyo a la resistencia hondureña y contra el golpe!

La burguesía quiere salida negociada o represión, pero…

Es cierto que los golpistas sufren de un aislamiento internacional cada vez más abrumador. Hasta la propia ONU –que jamás se ha caracterizado por mover un dedo a favor de la lucha de los pueblos; más bien al contrario– se ha visto obligada a declarar que la farsa electoral que preparaba el régimen gorila no ofrece ninguna garantía y carece de legitimidad. Varios presidentes latinoamericanos –Lula, Cristina Kirchner, Tabaré Vázquez– exigieron en la Asamblea General de la ONU en Nueva York la restitución de Zelaya. Pero lo que aterra a esos gobiernos y al de EE.UU. es que la resistencia contraataque y patee definitivamente el tablero de las “instituciones”. Es el mismo pavor que embarga a los políticos burgueses como el arriba citado. Por eso insisten con una salida negociada, el Acuerdo de San José de Costa Rica, que restituiría a un Zelaya ya muy “domesticado”. Ésa es la apuesta del conjunto de la “comunidad internacional”, es decir, de la diplomacia burguesa e imperialista, que entiende que no hay margen para aventuras tan reaccionarias –tan “bushistas”– como la que encabezan Micheletti y la fracción mayoritaria de la burguesía hondureña.[i]

Una de las paradojas de la crisis de Honduras es que esta salida tan conveniente para el establishment internacional tiene un gran obstáculo: el brutal curso derechista de la burguesía hondureña y su gobierno. Micheletti no abrió una negociación real, sino que sólo buscó ganar tiempo mientras la presión del movimiento de masas se lo permitiera. Y cuando la movilización popular pegó un salto, la reacción del gobierno fue acudir a la represión salvaje. Ya hay varios muertos, toque de queda y militarización total del centro de Tegucigalpa. La “comunidad internacional” asiste atónita a la violación de la norma más elemental del propio derecho internacional burgués: el respeto a la extraterritorialidad de las embajadas. No es posible descartar del todo que la vía represiva logre imponerse, pero una cosa es clara: será sobre a costa de un verdadero baño de sangre contra el pueblo hondureño. ¡Hay que redoblar los esfuerzos para aislar al gobierno de Micheletti y empujar junto al pueblo hondureño para voltearlo y evitar que consume una masacre gorila!

… la resistencia apunta al levantamiento revolucionario

Precisamente, ésa es la única salida que realmente expresa el sentimiento, la voluntad y la lucha de las abnegadas, sufridas y combativas masas hondureñas: ¡Fuera ya el asesino Micheletti! ¡Huelga general para derrotar al régimen! ¡Cárcel y castigo ejemplar para todos los golpistas y sus cómplices, empezando por la gran patronal!

Pero para cumplir con todas estas tareas, es evidente que no basta con la mera restitución de Zelaya. ¡No son Zelaya ni la “comunidad internacional”, empezando por las pusilánimes medidas de Obama[ii], los que jaquean al régimen, los que sostienen en los hechos los derechos democráticos de la población, los que le ponen el pecho a las balas de los gorilas y su ejército, los que enfrentan las medidas represivas, los que defienden a los medios de comunicación antigolpistas! Quien protagonizó y protagoniza esa lucha ejemplar es el movimiento de masas hondureño, mediante la organización del Frente Nacional de Resistencia Popular, hoy la única institución realmente democrática y de masas existente en Honduras. Es por eso que no se trata ya de devolver a Zelaya un mandato que, por otra parte, caduca en dos meses, sino de sentar las bases para una transformación política y social profunda del país a caballo de una victoria contundente de los trabajadores y los sectores populares. Tarea que sólo puede empezar una Asamblea Constituyente, convocada por un gobierno provisional del Frente Nacional de Resistencia Popular, que barra todo rastro de la infame rosca gorilas-patrones-medios golpistas-ejército.

Desde estas páginas venimos señalando hace tiempo que tanto la situación política mundial como la latinoamericana e incluso la argentina se caracterizan por acumular tensiones y mediaciones que, si bien incluyen a veces elementos reaccionarios, no terminan de definir su signo. Pues bien, esas tensiones y contradicciones, en el caso de Honduras, no pueden sostenerse mucho más tiempo. El ala más de derecha de la burguesía y un heroico y combativo movimiento de masas se acercan a una prueba de fuerza que puede ser decisiva. Si eso ocurre, sería el primer enfrentamiento directo entre las masas y un régimen burgués en varios años. Justamente, los transcurridos desde las últimas rebeliones populares y en los que se establecieron diversos gobiernos de “mediación centroizquierdista”.

No hace falta extenderse sobre el enorme impacto que tendrá sobre América latina, y más allá, el desenlace de la crisis hondureña. Tanto la consolidación de una salida ultrarreaccionaria y represiva como un resonante triunfo de las masas contra el golpismo pueden cambiar toda la dinámica política de la región (aunque, claro está, pueden darse todo tipo de variantes intermedias, incluso que contemplen la vuelta pactada de Zelaya).


[i] “En las últimas horas, Micheletti recibió el apoyo incondicional de la cúpula empresarial y los militares, sus dos pilares fundamentales. «El diálogo (…) siempre debe enmarcarse en la legalidad, y lo que sucedió el 28 de junio [el golpe] estuvo dentro de la legalidad», dijo Amílcar Bulnes, presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada” (Página12, 24-9-09). Por otra parte, no es nada seguro que este apoyo sea tan unánime en las Fuerzas Armadas como en la patronal.

[ii] Tuvieron que pasar más de dos meses para que el gobierno yanqui se decidiera a… retirarle la visa a Micheletti. Hipócritamente, Obama se quejó en la ONU de que Latinoamérica, que siempre rechazó la intervención yanqui en la región, ahora le pedía que intercediera. ¡Vaya cinismo: como si fuera equiparable la “diplomacia de las cañoneras” a lo largo de todo el siglo XX, incluyendo la organización de decenas de golpes de Estado, con el esfuerzo que le demandaría a Obama levantar el teléfono y decirles a los golpistas hondureños, sencillamente, que Estados Unidos no los reconoce como gobierno!