Socialismo o Barbarie, periódico Nº 157, 13/08/09
 

 

 

 

 

 

Siete bases militares apuntarán desde Colombia a toda Sudamérica

No a las bases de Obama en Colombia

¡Cómo pasa el tiempo! Si fue no más ayer, en abril, la “Cumbre de las Américas” en Trinidad Tobago. El flamante presidente “progresista” Barack Obama llegaba a esa reunión internacional en actitud modesta, para empezar a cerrar las heridas abiertas por Bush. Días antes, había enviado a su vicepresidente Biden para declarar solemnemente: “se acabó la época en que dábamos órdenes”.

Cuatro meses después, Obama da algo más qué órdenes: apunta a nuestros países con siete bases militares que funcionarán en Colombia, donde sigue gobernando el hombre de Bush en Sudamérica, el narcoparamilitar Álvaro Uribe Vélez.

Conviene recordar lo que decíamos cuando la reunión de Trinidad Tobago: “Theodore Roosevelt, presidente de 1901 a 1909, uno de los «padres fundadores» del imperialismo yanqui, tenía como lema la frase: «habla suavemente, pero lleva un gran garrote». Ahora, con Obama, en relación a América Latina, es la hora de «hablar suavemente». Pero esto no implica que el «gran garrote» haya dejado de existir.” (Socialismo o Barbarie, periódico, 16/04/09) Efectivamente, por si un palo fuera poco, siete grandes garrotes han entrado en escena.

Hasta un diario de derecha y nada antiimperialista como Clarín –y además fan de Obama de la primera hora– ha calificado esto como un “plan provocador de EEUU”:

“Esta propuesta alimenta la noción de quienes... vienen sugiriendo la existencia de un George W. Bush dentro de este Obama, que llegó al poder prometiendo abrir puertas que se suponía estarían cerradas para siempre.

“Una certeza en un mar de dudas aparece nítida respecto a la iniciativa colombiana de que Estados Unidos instale en ese país siete bases militares: la enorme inconveniencia de la medida y la sorprendente ceguera geopolítica de sus patrocinadores. La iniciativa tiene un alto grado de provocación en un escenario donde las tensiones son el dato permanente, por lo menos desde el golpe cívico-militar en Honduras y las perspectivas que su continuidad abren en este espacio mundial.

“Al mismo tiempo, esto acaba por darle oxígeno retórico a una línea crítica de cualquier arquitectura que reconstruya los puentes en el hemisferio que los gobiernos norteamericanos anteriores al presidente demócrata Barack Obama habían destruido.” (Clarín, 11/08/09, subrayados nuestros)

Es el indignado lamento del creyente que ve cómo su profeta, Rey Mago o Papá Noel, en vez de “reconstruir los puentes” entre América Latina y EEUU, ahonda el abismo. Pero estos sollozos, que se escuchan en todo el continente desde el golpe en Honduras, olvidan que entre EEUU y América Latina no ha habido puentes sino cadenas.

¿Por qué, ahora?

Como advertimos desde mucho antes de ser presidente, las diferencias entre Bush y Obama serían de tácticas y no de estrategias ni de intereses. En relación a América Latina, ese interés consiste en recuperar el grado de dominio perdido. A eso apuntan las siete bases. Ellas son la continuación de otro paso dado por Bush en el 2008: el Comando Sur con sede en Miami reconstituyó la IV Flota que, después de décadas de inactividad, vuelve a patrullar las aguas sudamericanas.

El principal esfuerzo bélico del imperialismo yanqui sigue centrado en las guerras coloniales de Oriente Medio. Pero eso no significa que deje de mover sus piezas en América Latina, con vistas al futuro. Y con más razón, cuando eso no implica, por lo menos en lo inmediato, una participación directa en ninguna operación militar. Si hay algún choque armado, será su títere colombiano el que pondrá la cara.

¿Pero por qué EEUU detona ahora este incidente, cuando lo de Honduras sigue humeando? De hecho, Colombia es ya una inmensa base yanqui. Desde 1999 está en marcha el llamado “Plan Colombia”, con participación de tropas y mercenarios de EEUU e Israel, y que explícitamente contempla operaciones más allá de sus fronteras. Nadie va allí a inspeccionar si operan desde una, siete o veinte bases. ¿Por qué no seguir así?

Aunque las siete bases sean, efectivamente, una provocación, puede haber varias razones para hacerla: 1) no hay seguridad de que Uribe consiga un tercer mandato y conviene legalizar formalmente la utilización de hecho de las bases. 2) En Venezuela, por la caída de ingresos petroleros y el desastre de la administración chavista, despunta una seria crisis económica. ¿Llegó el momento de poner un revólver en la cabeza de Chávez? ¿Y quizás dispararlo? 3) La deriva hacia una mayor autonomía de Sudamérica –consecuencia de la crisis de hegemonía del imperialismo yanqui bajo Bush– abrió las puertas a iniciativas como la Unasur y su Consejo Sudamericano de Defensa. Ahora Obama, con las siete bases, pone en claro quién manda militarmente en Sudamérica.

Estratégicamente, las bases son la plataforma para llevar adelante y/o apoyar guerras contrarrevolucionarias en toda Sudamérica. Pero, en lo inmediato, son también un chantaje a los gobiernos sudamericanos. Y los hechos están demostrando que las reacciones de la mayoría de ellos son una vergüenza. Los únicos que se han opuesto con mayor o menor firmeza son los de Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Lula –que presume de “Brasil gran potencia”– ha metido el rabo entre la piernas, aunque las bases apuntan directamente a la Amazonia, un bocado con el que sueña el imperialismo yanqui desde hace mucho tiempo. La UNASUR y el Consejo Sudamericano de Defensa, creados a iniciativa de Brasil, se han dividido totalmente. Como remate, Lula, que empezó poniendo el grito en el cielo, finalmente sólo pide “garantías a Uribe de que las operaciones del ejército estadounidense desde las siete bases militares se restringirán al territorio colombiano” (AFP, Brasilia, 06/08/09).

Frente a esta noticia, una lectora del diario mexicano La Jornada, hizo el comentario justo: “¡Ay, Lula! Como dice Tomás Mojarro: le estás exigiendo al tigre que se vuelva vegetariano...”

Por su parte, nuestra Presidenta no ha sido más valiente. Primero trató de tomar distancias con el pretexto de que Argentina no es limítrofe con Colombia. Luego acordó que Bariloche –bien lejos de las probables manifestaciones de repudio en Buenos Aires– sería el escenario de una reunión de la UNASUR con Uribe. Es que a Cristina –como reconoce el mismo Página 12 (11/08/09)–, “le preocupa el tema Colombia, pero no quiere plantear una posición antiestadounidense”.