Socialismo o Barbarie, periódico Nº 157, 13/08/09
 

 

 

 

 

 

Botas viejas para la nueva policía

No a la Metropolitana

Por Manuel Rodríguez

Con la designación de Jorge “El Fino” Palacios como futuro jefe de la Policía Metropolitana culmina una ofensiva histórica de la derecha porteña. Desde la autonomía de la ciudad, la derecha fue acumulando fuerzas para terminar con el garantista “Código de Convivencia”. Luego de la constitución del PRO, personajes como Jorge Enriquez se armaron en una literal cruzada por la “moralidad” y “sana convivencia” en la ciudad. El progresismo local, en aquellos momentos liderado por Aníbal Ibarra, fue negociando palmo a palmo legislaciones y disposiciones más represivas con el macrismo con el fin de poder garantizar su gestión.

Una vez llegado al gobierno de la ciudad, el macrismo planteó con fuerza la necesidad de pasar la Policía Federal a la órbita de la ciudad, lo que, desde el gobierno nacional de ambos esposos K, siempre fue rechazado categóricamente. Pero nunca le negaron la posibilidad de crear su cuerpo paralelo a la policía. Así Macri crea la Policía Metropolitana. Combina la necesidad de reglamentar y ejecutar a fondo el reaccionario Código Contraven­cional, y también ampliar y legalizar la obra de perseguir a las familias y personas en situación de calle y desalojar a las familias que no tienen una vivienda digna que lleva a cabo la UCEP (Unidad de Control del Espacio Público).

La designación del Fino Palacios más que la frutilla del postre es un salto en calidad, a tono con el nuevo escenario de la política nacional, aquel en el que los gorilas se alimentan a soja. Este personaje tiene un grueso prontuario: es uno de los tantos encubridores de la causa por el atentado a la AMIA, participó de los asesinatos del 19 y 20 de diciembre del 2001. No sólo esto, sino que en su libro “Terrorismo en la aldea global” (un verdadero panfleto en la sintonía del más rancio neoliberalismo), defiende la actuación de los militares de la última dictadura militar, “contra las guerrillas marxistas”. Y no es sólo la cabeza re podrida: la abrumadora mayoría de los oficiales de la nueva fuerza represiva vienen de la misma Policía Federal.

El macrismo quiere aprovechar la nueva coyuntura política para, de una vez por todas, contar con una fuerza que le permita reprimir las manifestaciones y los piquetes, (“Las calles deben estar liberadas”, “Sí o sí hay que poner orden” son las frases del ministro de Seguridad porteño Monte­negro de las que se hicieron eco todos los diarios del país), para detener y amedrentar a jóvenes, morochos, minorías sexuales, y, fundamentalmente, atacar a los porteños más pobres, atacando a las personas en situación de calle, realizando desalojos. Tiene razón Macri cuando dice que es el mejor jefe de policía que puede tener la ciudad, si estas son las tareas de la nueva policía. Nada mejor para realizar una limpieza social a fondo y atacar a las manifestaciones que un fascista activo y declarado.

Macri cuenta con los K, los trabajadores y el pueblo con la movilización

Macri pretende establecer, como dijo su ministro de turismo, una ciudad “vinculada al turismo y al servicio” (Página 12, 5 de Julio). Esto es, una ciudad donde los megaproyectos inmobiliarios y turísticos desalojan, Metropoli­tana mediante, a los habitantes más pobres y donde todo turista y toda mercancía se puedan trasladar sin toparse con ninguna manifestación, piquete u otra expresión no regulada y mercantilizada de los trabajadores y el pueblo de la ciudad. Es una ciudad donde la crisis habitacional, la precarizacón laboral, el colapso de la educación, la salud y el transporte públicos serán enterrados bajo la bota combinada de la Policía Federal y la Metro­politana.

El jefe de gobierno cuenta con el rechazo de palabra del kirchnerismo y todo su apoyo implícito. Ya están negociando los ministros de Justicia la división de tareas entre la Federal y la Metropolitana. Una vez más, los acuerdos de “gestión”. Pero los trabajadores, los estudiantes y el pueblo de la ciudad de Buenos Aires ya le empezaron a bajar el pulgar en las urnas, y no se van a quedar de brazos cruzados frente a sus planes represivos. La importante marcha del 30 de julio marca el camino en la lucha de disolver las fuerzas represivas del macrismo, enfrentar su política de ajuste presupuestario, de precarización laboral y criminalización de la pobreza y de la protesta social. Hay que profundizar la movilización unitaria para derrotar este zarpazo.