Socialismo o Barbarie, periódico Nº 156, 30/07/09
 

 

 

 

 

 

Seis meses de Obama

Continuidad y cambios en la política exterior

Por Claudio Testa

El gobierno de Obama pretende conjugar una continuidad en lo esencial de los objetivos estratégicos del imperialismo yanqui, con un cambio de tácticas y modales que tienen que ver con su pérdida de hegemonía mundial... y sus intentos de recuperarla.

Esto pone a la política exterior de Obama en una red de contradicciones... pero hasta ahora la resultante de esas tensiones no ha sido muy “progresista” que digamos.

La principal de esas resultantes es una escalada y extensión de las guerras coloniales emprendidas bajo la anterior administración. Con un número de tropas mayor que en las épocas de Bush, el “pacifista” Obama no sólo mantiene la ocupación de Iraq, sino que redobla la guerra en Afganistán y la extiende a Pakistán.

Tiene razón Tom Engelhardt, un agudo analista estadounidense, cuando traza el paralelo entre la actual orientación de Obama en la nueva guerra de Af-Pak (Afganistán-Pakistán), con la de los presidentes demócratas Kennedy y Jhonson en los 60, de “escalada” de la guerra de Vietnam, extendiéndola a Camboya y Laos. Claro que, como Obama es “progre”, ya no se habla de la “guerra contra el terror” y el “choque de civilizaciones”, ni de “cruzada” contra el Islam, como hacía el bestia de Bush.

Esta escalada se complementa con una farsa “progre”: la supuesta retirada de Iraq. Los yanquis se retiran... de las ciudades a sus bases en el mismo país. Asimismo, más de 100.000 militares y “contratistas” privados se quedarán como “asesores” y otras etiquetas para disimular lo que sigue siendo una ocupación colonial. Y los que salgan, no irán a EEUU sino a Afganistán-Pakistán. La opereta de la “retirada de Iraq” ilustra bien las diferencias entre el tosco Bush y el fino progresista Obama.

Es que la colonización de la región mal llamada “Medio Oriente” –que abarca desde Palestina a Pakistán y desde el Mar Arábigo hasta la frontera sur de Rusia–, no es un capricho de tal o cual presidente, sino una política de estado del imperialismo yanqui, que se viene aplicando desde hace décadas. Esto lo explican bien los teóricos del imperialismo yanqui, como Zbigniew Brzezinski (antiguo asesor de Carter y hoy de Obama): el ejercicio del poder en el centro de la masa continental euroasiática es considerada la clave del dominio mundial.[3] Asimismo, esto está relacionado con el sostén incondicional de EEUU al Estado de Israel, cualesquiera sean las salvajadas de los colonizadores sionistas.

Pero la continuidad de esta línea, ahora con Obama, pone al imperialismo yanqui y su gobierno ante contradicciones y tensiones más difíciles de resolver que 10 años atrás, cuando EEUU aparecía como la única superpotencia indiscutida.

En primer lugar, la escalada de Af-Pak tiene todas las probabilidades de terminar en el pantano de una guerra interminable e imposible de ganar, como la de Vietnam-Camboya-Laos.

En segundo lugar, las contradicciones saltan no sólo en ese “centro de gravedad” de la política imperialista. Para concentrarse en la guerra de Af-Pak, Obama debe tranquilizar los otros frentes y tratar de recomponer en forma amigable los destrozos dejados por Bush. Pero los problemas se multiplican.

América Latina, por ejemplo, es una de esas áreas que marcó el retroceso de EEUU en el siglo XXI. En la Conferencia de Trinidad-Tobago, Obama hizo un admirable show como “buen vecino”... ¡y ahora lo de Honduras amenaza con tirarle todo abajo!

Los tradicionales aliados europeos de EEUU en la OTAN aplauden en general la “nueva” política de Obama, incluyendo su escalada de Af-Pak. En contraste con el “unilateralismo” de Bush en su primera presidencia, Obama implementa negociaciones y consensos. Todos lo alaban por eso... Sin embargo, no implica que envíen más tropas, como exige Obama. Europa imperialista sólo participa a cuentagotas en la guerra de Af-Pak: aunque sus dirigentes no lo digan abiertamente, hay una opinión generalizada de que es imposible ganarla. Y con la crisis y las amenazas de estallidos sociales en Europa, no está el horno para bollos.

La “nueva guerra fría” con el Kremlin es otra herencia de Bush. Obama viaja a Moscú, hace mil discursos y promesas, dice que Rusia “debe ser una gran potencia” y hasta obtiene algunos acuerdos, como el abastecimiento de sus tropas en Afganistán usando el espacio aéreo ruso. Pero días después, su vicepresidente Joe Biden viaja a Ucrania y Georgia, y provocativamente proclama su ingreso a la OTAN y anuncia que rearmarán a los georgianos... El Kremlin, naturalmente, puso el grito en el cielo: Obama hizo bellos discursos, pero a continuación EEUU cierra el cerco alrededor de Rusia.

Semanas antes de estos incidentes, el showman de la Casa Blanca protagonizó una comedia parecida. Desde El Cairo, dio un solemne discurso al mundo árabe e islámico, tratando de cerrar las heridas creadas o agravadas por Bush. Pero también aquí las contradicciones en su propio campo generan problemas insolubles. Punto fundamental para mejorar la imagen de EEUU es la cuestión palestina. Para eso, Obama trata de reflotar la farsa de los “dos estados” y hasta derrama alguna lágrima por los sufrimientos palestinos. Aquí, los encargados de “escupir el asado” fueron las bestias que hoy gobiernan Israel: como EEUU no puede prescindir de ellos (y, además, el lobby israelí es todopoderoso en Washington), le han contestado a Obama redoblando la extensión de los asentamientos y la “limpieza étnica” de palestinos.

En estos días, Obama está en grandes tratativas con el gobierno de Pekín. Ha proclamado que el siglo XXI va a ser moldeado por la alianza EEUU-China. Pero hay un pequeño problema para la armonía de ese joven matrimonio. EEUU quiere que China siga bancando sus colosales déficits, le exporte menos y le compre más. China, por el contrario, pretende que EEUU vaya pagando, pero no con dólares que amenazan devaluarse por los incontrolados déficits, endeudamiento y emisión. China exige que EEUU haga el gran ajuste y que el dólar vaya siendo reemplazado por una moneda mundial cuya emisión Washington no controle.

Para finalizar, digamos que en este panorama el corto “progresismo” de Obama no ha alcanzado ni siquiera a cumplir con mínimas promesas, a las que se dio un bombo internacional desmesurado.

El cierre de Guantánamo, por ejemplo, ha derivado en otra farsa como la “retirada de Iraq”. Guantánamo y los ilegales tribunales militares siguen funcionando como de costumbre.

Las solemnes condenas de Obama a las torturas de la era Bush, acabó en lo mismo. El ex vicepresidente de Bush, Dick Cheney, salió a atacar a Obama en defensa de la tortura. Cheney expresó no sólo la opinión de la derecha conservadora sino también la del Pentágono. El “progre” de la Casa Blanca retrocedió con la cola entre las piernas. El resultado es que no se va a enjuiciar a nadie, y que las fotos y documentos de las atrocidades en Iraq, Afganistán y otros escenarios de la “guerra contra el terrorismo” seguirán ocultos.


Notas:

1.- Tom Engelhardt, “El inconsciente imperial”, en www.socialismo-o-barbarie.org , edición del 15/03/09.

2.- Ver Michael Schwartz, “Colonizando Iraq-La doctrina Obama”, en www.socialismo-o-barbarie.org , edición del 19/07/09.

3.- Zbigniew Brzezinski, “The Grand Chessboard: American Primacy and Its Geostrategic Imperatives”, New York: Basic Books, 1997.