Socialismo o Barbarie, periódico Nº 156, 30/07/09
 

 

 

 

 

 

El golpe de estado en Honduras cumple un mes

El peligro de desmoralizar la resistencia

Por Roberto Sáenz

“Cuando se cumple un mes del golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya, las FFAA hondureñas volvieron a recordarle al poder civil que el asunto es aún un hierro candente y que sigue pesando sobre el derrotero de este atribulado país, aunque miembros del gobierno de facto intenten estirar la sobrevivencia del régimen y enterrar cualquier eventual retorno del mandatario constitucional”[1].

En el momento que escribimos estas líneas el golpe de Micheletti en Honduras cumple un mes exacto. Pasadas cuatro semanas la situación no deja de ser contradictoria: los gorilas siguen ahí pero no logran legitimarse; la resistencia antigolpista es heroica pero carece de las fuerzas suficientes para inclinar la pelea a su favor en ausencia de una decisión real del FNRCGE[2] por poner en marcha la huelga general.

En este contexto, los factores internacionales parecen ser en estos momentos decisivos para ladear la balanza en uno u otro sentido. Pero también en este terreno hay un doble impasse: el gatopardismo imperial de Obama cada vez se ha ido haciendo más tibio con los golpistas; Chávez y el reformismo continental se han subordinado claramente a la OEA con lo cual no han jugado el peso que tienen en el movimiento de masas continental para desatar una lucha de masas contra el golpismo en la región. Lo suyo han sido palabras, palabras y más palabras

Hay entonces una doble subordinación a las negociaciones por arriba: mientras que el “melismo” se ha sometido (a pesar de los actuales pataleos de Zelaya en la frontera nicaragüense) a la “mediación” de Arias, el “chavismo” lo ha hecho a la OEA y a sus relaciones de Estado con los gobiernos de la región. En estas condiciones, ni uno ni otro han impulsado la única palanca que podría hacer saltar por el aire a los golpistas: la movilización de masas en Honduras y Latinoamérica como un todo.  Y por eso mismo, en estos momentos, el problema clave en el terreno de la lucha antigolpista, es el de la dirección reformista de la lucha que pone en riesgo todo el heroico esfuerzo de la resistencia.

La encerrona de la movilización a la frontera

“La lucha del pueblo hondureño contra el golpe cumple con todos los requisitos para ser calificada de heroica. Al momento de escribir estas líneas se contabilizan 29 días de movilizaciones contínuas contra los golpistas, y a pesar de los cientos de detenidos, de las decenas de heridos y varios muertos que ha provocado la represión golpista, el pueblo hondureño no desiste en su pelea al régimen de facto y por la restitución de Mel Zelaya. Pero más allá del espíritu combativo de la resistencia, la lucha de clases tiene una ley de hierro: lo que no avanza, retrocede. Y esto podría estar ocurriendo con la resistencia hondureña. Cada día que transcurre los golpistas se consolidan en el poder y se comienza a generar una creciente incertidumbre entre los manifestantes antigolpistas quienes observan que las marchas y bloqueos no terminan por derribar a ‘Goriletti’. Con esto no queremos transmitir derrotismo o escepticismo, pero sí señalar que se está comenzando a provocar una creciente discusión sobre cómo orientar la resistencia”[3].

Un primer elemento a tomar para dar cuenta de la actual situación de la lucha antigolpista es la política que han tenido Mel Zelaya y Hugo Chávez para enfrentar el golpe de Estado. Esto tiene –a estas horas– una importancia determinante: han subordinado claramente la lucha a la negociación en las alturas.

Está claro que ambos actores están en contra del golpe de Estado, esto por razones obvias. Sin embargo, hay algo de perverso en su orientación que repite lo propio de las direcciones burguesas reformistas de toda la vida: no son capaces de alentar la movilización de masas como punto de apoyo fundamental para lograr los objetivos de la lucha.

Es que se trata de fuerzas que por más “progresistas” que se pinten no dejan de ser burguesas, y por lo tanto siempre tienen el temor de que al poner en marcha la lucha de masas populares éstas vayan más allá de sus limitados designios…

De ahí la apuesta a que una negociación por arriba les resuelva el problema. Pero justamente aquí está la “perversión” que venimos señalando: la subordinación o directamente no convocatoria a la movilización y los métodos de lucha de masas deja toda la situación librara a las negociaciones y transacciones en las alturas, negociaciones y transacciones que no sólo apuntan a entregar todo lo que de revolucionario y realmente progresivo emerge desde las reivindicaciones desde abajo sino que siquiera garantiza el regreso aún sea casi formal de Zelaya al gobierno al menos por unas semanas como es la propuesta del gobierno de Costa Rica. Las bravuconadas de Zelaya en la frontera deben ser entendidas en este contexto de ejercer “presión” sobre la negociación aún si han dejado a cientos y cientos de personas libradas a su suerte entre los retenes militares: “Un grupo de compañeros de la universidad pedagógica, de garífunas (etnia afro americana) y los indígenas lencas apenas hoy arribaron a la ciudad del Paraíso. Los compañeros llegaron  en condiciones deplorables, con los pies destruidos, deshidratados y sin comer”[4]

El retorno de Mel Zelaya debe ser incondicional

“Que vergüenza que vergüenza,
que vergüenza que me da,
Arias recibe golpistas,
resistencia popular”
[5].

Es justamente aquí donde entran el gobierno de Obama y la mediación de Oscar Arias. El nuevo gobierno de EEUU tiene un gravísimo problema: Obama no está a favor de que un golpe de Estado en Latinoamérica le empañe su operativo de “maquillaje” internacional y se lo asimile a George Bush… Pero menos que menos está a favor de que la salida de los golpistas sea en manos de una rebelión popular triunfante o que, de alguna manera, fortalezca a figurones “antinorteamericanos” en la región como Chávez, Morales y Correa[6].

Está última es la histérica campaña que están haciendo desde filas republicanas y también demócratas, campaña que parece estar haciendo bastante mella sobre el maquillaje “liberal” del mismo Obama[7]: “Adam Isacson, director del Centro de Política Internacional en Washintong, asegura: ‘Estoy preocupado. El gobierno está recibiendo una enorme presión de la derecha para que respalde a Micheletti. Nunca vi un apoyo tan abierto a un golpe de Estado antidemocrático en EEUU. Ni aún con Venezuela fue tan descarado (…). Todavía la gente de izquierda y de centro apoya a Obama pero los micrófonos los tiene la extrema derecha”[8].

En este contexto, la poción por la mediación de Oscar Arias no ha sido nada casual: Arias no sólo es el presidente actualmente más pro yanqui y neoliberal de Centroamérica sino que fue actor central en el desarme del proceso revolucionario centroamericano de los años ’80. Entre otras cosas, logró que el sandinismo entregue en la mesa de negociaciones… lo que había logrado en los terrenos de batalla donde a todos los efectos prácticos la Contra había sido derrotada[9]. Es decir, se trata de una figura de extrema confianza del imperialismo gringo. Razón demás para desconfiar desde el vamos en su mediación.

De ahí entonces los objetivos de la mediación de Oscar Arias: cuidar las formas “democráticas” –que en el fondo tan buenos resultados han dado en estas últimas décadas para mediar las luchas populares– al tiempo que se logra evitar todo desborde revolucionario en Honduras. No se trata de algo meramente “preventivo”: se trata del hecho cierto de que en este país centroamericano se está desarrollando el proceso de acumulación de lucha de masas más importante de la región en los últimos años. Proceso que estaba dando lugar a una serie de “novedades” de importancia (Coordinadora Nacional de Resistencia Popular, candidatura obrera independiente de masas, etc.) que podrían implicar peligros potenciales a la estabilidad bipartidista del país. De ahí, claro está, el golpe de Estado de Micheletti como una de las recetas factibles para parar las “locuras” de Mel Zelaya (como aprendiz de brujo) pero sobre todo para acallar la rebelión popular en ciernes.

De ahí entonces los puntos de la “mediación”: la misma plantea el retorno de Zelaya a manera de no legitimar el golpe de Estado. Pero el resto de los puntos convierten, a todos los efectos prácticos, este retorno en una casi total y completa formalidad. Porque puntos claves son la amnistía a los golpistas, el quitar totalmente de la escena la posibilidad de realizar una Asamblea Constituyente para decidir de manera no oligárquica los destinos el país, el adelantamiento electoral y el quitarle todo control de las FFAA al propio Zelaya, amén de la conformación de un gobierno de unidad nacional con los propios gorilas y una comisión internacional que supervise los acuerdos…

Es decir, garantizarle a la clase dominante hondureña (y todas y cada unas de sus instituciones) que el retorno de Zelaya se haría dando por “buenos” todos los efectos reaccionarios del golpe de Estado en todo lo que tiene que ver con las razones que motivaron la destitución de Mel y sólo admitiendo su regreso como una formalidad.

Si el escenario negociador es tan favorable a los golpistas, ¿por qué entonces Micheletti se niega –hasta el momento de escribir esta nota pero no es algo que esté “escrito”– al retorno de Zelaya? Esto es así porque en cualquier escenario de retorno de este último, las masas populares seguramente no van a dejar de vivirlo como un triunfo y aunque el “Melismo” se va a subordinar a todos los puntos y comas del acuerdo, en ninguna parte está escrito que los obreros, campesinos y sectores populares van a hacer lo propio… Es a esto a lo que le tienen un lógico temor Micheletti y compañía a pesar de las melosas palabras de Obama, Clinton y Arias.

Es por estas mismas razones por las que de ninguna manera se puede dejar de levantar la exigencia democrática elemental del retorno incondicional de Mel Zelaya: la exigencia para derrotar realmente el golpe de Estado debe ser el retorno incondicional acompañando esto de la denuncia y rechazo a la gestión de Oscar Arias, de imponer un implacable castigo a los golpistas y una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que barra con todas las instituciones golpistas, así como el apoyo a la candidatura independiente, obrera y popular, de Carlos H. Reyes[10].

Los límites del gatopardismo imperial

Como está visto, lo anterior no quiere decir que por arriba no haya elementos de confusión, desconcierto y división. Toda situación política es total y no es menos cierto que se compone de los elementos “estructurales” pero también de los llamados “superestructurales”. En este sentido, si bien es un hecho que el régimen gorila tiene “en el terreno” el control de la situación, la falta de legitimidad, de un horizonte de certidumbre, no deja de dificultar su proceso de consolidación aún pasado un mes del golpe. Es verdad que en estos momentos, por abajo, reina una enorme confusión. Cómo ya hemos señalado, la aventura de Mel Zelaya en la frontera, habiendo dejado atrapado a cientos de personas en las montañas, sin lugares dónde comer, dormir, descansar, higienizarse, etc., al momento no han desatado una rebelión popular... sino elementos de desmoralización entre las bases populares, facilitando al tiempo que el régimen gorila ensaye un apriete de los instrumentos represivos[11].

Pero este elemento, que seguramente es visto por los golpistas como a su favor sin embargo no han impedido que simultáneamente en estos días se estén verificando agudos problemas y contradicciones en las alturas de la clase dominante hondureña.

Desde el comunicado de prensa emanado de las FFAA hondureñas (pero luego desmentido por su comandante en jefe…), pasando por el actual debate en el Congreso acerca de amnistiar los hechos golpistas del 28 de junio y hasta el intento de aplicar “en fetas” los puntos de Oscar Arias favorables a los gorilas, e incluso la insistencia de que “la mediación no ha terminado”, todo esto no puede dejar de expresar los hasta ahora insalvables elementos de falta de legitimidad de los gorilas y el carácter de falsa “normalidad” en el país: “El comunicado de las FFAA, al defender desde EEUU el Acuerdo, y no apenas la mediación de Costa Rica (ya finalizada, por cierto), le dificultan al Congreso y a la Corte bochar la propuesta de Arias. Además deja en evidencia que lo que sucede en Honduras se resolverá finalmente en Washington. La acción de los militares no implica una fractura en ese bando, pero sí revela que hay divergencias en el poder de facto. Las FFAA sólo están reflejando esas contradicciones”[12].

Porque efectivamente, con ser los decisivos evidentemente los desarrollos de la lucha de clases directa, las contradicciones entre los de arriba no dejan de tener importancia: reflejan un conjunto de incertidumbres acerca de cómo podrían ser capitalizadas las “ganancias” del golpe: si para mantener los principales objetivos del golpe no sería mejor aceptar un retorno formal de Zelaya para legitimar todo…

Es que, además, en el medio, está el prestigio del gobierno de Obama, que aunque sea formalmente se declaró “en contra del golpe”, votó la resolución antigolpista en la OEA y si los golpistas no cedieran, o por el contrario terminaran cayendo pero como subproducto directo de la movilización, Obama podría quedar muy mal parado, con pérdida de credibilidad y sin cumplir uno de los objetivos absolutamente centrales de su presidencia cual es recuperar elementos de legitimidad y hegemonía política internacional[13], para colmo en una de las regiones que tradicionalmente ha sido “patio trasero” norteamericano[14]: “Una de las divergencias que empujó la maniobra de EEUU de la resolución de los militares hondureños, es que visualiza que peor que el regreso de Zelaya por la vía del acuerdo, es que lo haga sin la OEA, sin el marco del Acuerdo propuesto por Arias, por la vía de los hechos[15]. Es decir: Obama no deja de temer que esto pudiera ocurrir de la mano de que se termine desatando finalmente una rebelión popular que reponga a Zelaya significando un impulso a la lucha de masas en toda la región.

Huelga general y jornada continental de lucha

En fin, no sólo Zelaya está apostando todo –a pesar de pasearse por la frontera nicaragüense– a la negociación. La subordinación de Chávez a la OEA y a los acuerdos de Estado con los gobiernos “amigos” de la región ha sido evidente en las bravuconadas verbales no seguidas de hechos concretos.

Así, y aunque parezca increíble hasta el cierre de esta edición, el chavismo no ha convocado a movilizaciones de masas antigolpistas siquiera en Venezuela… Mucho menos desde las centrales sindicales y movimientos que les son afines en todo el continente (en la Argentina por ejemplo la CTA) se ha llamado a ninguna jornada de lucha ni nacional ni mucho menos continental digna de ese nombre.

Esto no deja de ser un tremendo crimen político: en una región escaldada como la nuestra por los golpes y la desaparición forzada de personas, donde hay tanta conciencia antigolpista y democrática entre amplios sectores de masas, que estos gobiernos “progresistas”, a un mes de haberse cumplido el golpe, no hayan llamado a ninguna movilización digna de tal nombre, no deja de ser –a estas alturas ya– un escándalo.

Como hemos señalado, esto hace parte del mecanismo ya denunciado de subordinar todo a los acuerdos por arriba con los gobiernos “amigos” al tiempo que se evita desatar un proceso de movilización que pudiera desbordarlos a ellos mismos.

Esto mismo sigue ocurriendo en la propia Honduras, donde las direcciones de masas y, sobre todo, las sindicales, aún a pesar de que participan del Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado, se han negado redondamente hasta la fecha a llamar a una verdadera Huelga General contra los golpistas.

Razón demás entonces para que ambas tareas sean banderas fundamentales de los socialistas revolucionarios, entre ellos de nuestra corriente internacional SoB y nuestros compañeros del PST hondureño: ¡más que nunca Huelga General en Honduras y Jornada de Lucha Continental en Latinoamérica!


[1] Claudio Allscioni, Clarín, 28-07-09.

[2] Frente nacional de resistencia contra el golpe de Estado.

[3] “La resistencia en una encrucijada política”, www.socialismo-o-barbarie.org

[4] Daniel E., “La frontera en toque de queda y Mel muy tranquilo en Nicaragua”, en socialismo-o-barbarie.org.

[5] Denuncia cantada en oportunidad de la segunda jornada de “diálogo” por los compañeros del PST de Costa Rica en las mismas “barbas” de Oscar Arias.  

[6] De ahí que Hillary Clinton haya llamado al “orden” a Zelaya en cuanto este se apartó un milímetro de sus designios al instalarse en la frontera y hacer declaraciones –como las de ayer- en el sentido de la Constituyente sería “innegociable”…

[7] Liberalismo es el nombre que tienen las tradiciones del progresismo capitalista imperialista en los propios EEUU.

[8] Telma Luzzani, Clarín, 27-07-09. En este mismo sentido ver las siguientes declaraciones ultraderechistas del influyente diario Washintong Post: “Sí, Zelaya fue electo, pero Hitler también, y Chávez también (…). Un golpe no es algo lindo, pero es preferible a que Zelaya desmantele la democracia”. En www.socialismo-o-barbarie.org.

[9] Ver a este respecto el “racconto” que se hace en “Historia General de Centroamérica”, tomo VI, FLACSO, 1993.

[10] Para más información acerca de la histeria desatada entre la clase dominante hondureña acerca del planteo de eventual convocatoria a Asamblea Constituyente digamos que el año pasado vía el Congreso –y contra la voluntad de Zelaya- se hizo pasar una contrarreforma electoral destinada a cerrar aun más los espacios políticos para evitar el surgimiento de fuerzas independientes al monopolio bipartidista Liberal-Nacional. En este sentido, la “Nueva ley electoral y de organizaciones políticas”, omitió deliberadamente la reglamentación para hacer efectivos los mecanismos de consulta popular, y dificultó la participación de candidaturas independientes. Esta es la Constitución que defienden los golpistas: una que impida toda posibilidad de real expresión popular acerca de los destinos del país.

[11] No ha de ser casual que el pasado domingo 26 de julio ocurrió el primer “bombazo” contra una organización de masas en el local del sindicato de vanguardia STIBYS (“Sindicato de trabajadores de la bebida y similares”) en Tegucigalpa mientras se estaba desarrollando un importantísima reunión en su interior… Tampoco hay que olvidar el asesinato del dirigente del Partido Unificación Democrática Roger Bados semanas atrás, amen de los compañeros asesinados desde que comenzó el golpe de Estado como por ejemplo Isis Oved Murillo el chico de 19 años asesinado en el aeropuerto de Tegucigalpa el domingo 5 de julio. 

[12] Marcelo Cantelmi, Clarín, 28-07-09. Parte de esta misma dificultad de legitimación es la declaración de la reciente reunión del MERCOSUR en Asunción en el sentido de que no se reconocería la legitimidad de cualquier elección convocada por los golpistas…

[13] En estos días hay mucha discusión sobre los posibles escenarios de evolución futura del gobierno de Obama, tanto por los desafíos internos como los internacionales: “Obama tiene frente a sus narices un enojo social y desencanto que explica la caída de su popularidad del 72% al 54% en apenas seis meses y el aumento de las dudas respecto a si este líder podrá serenar tantas calamidades”. Marcelo Catelmi, Clarín, 25-07-09. Para ampliar sobre la situación del gobierno de Obama ver otros artículos en esta misma edición. 

[14] Para apreciar el histórico peso estructural de los EEUU en la región veamos lo siguiente: “Centroamérica, al igual que el resto del subcontinente latinoamericano, se caracteriza por mantener una profunda relación de vinculación-sumisión comercial y política con el imperialismo estadounidense. Pero debido a toda una serie de particularidades históricas del istmo, entre las cuales tenemos que resaltar su marginal pasado colonial y posterior fragmentación político-estatal, han conllevado a que esta región sea la más claramente sometida a los designios del coloso del Norte. Por ello resultaba apropiado el antiguo calificativo de Banana Republic, en alusión al impresionante poder económico y político que mantenían las empresas bananeras estadounidenses sobre los gobiernos del área a inicios del siglo XX. Actualmente la industria exportadora juega un rol secundario en las economías centroamericanas, pero persiste el dominio de las grandes transnacionales estadounidenses bajo la forma de maquilas (textiles y de alta tecnología) y en el sector servicios (principalmente turismo y en la banca)”. “Del modelo exportador a la crisis mundial en Centroamérica”, Víctor Manuel Artavía Quirós, revista SOB n°23.   

[15] Catelmi, ídem, Clarín, 28-07-09.